Víctor
Álvarez R.
Investigador del Centro Internacional Miranda (CIM)
En el imaginario venezolano está muy arraigada la idea de vivir en un país
rico que cuenta con las mayores reservas de petróleo del mundo. Por eso considera
natural que el precio de la gasolina sea barato. Sin embargo, se trata de un
subsidio regresivo que favorece sobre todo a los propietarios de vehículos con
alto consumo de gasolina, mientras que los más pobres se ven obligados a usar
un transporte público cada vez más deficiente.
En otros países, para llenar un tanque
de 60 litros hay que pagar casi $ 60, mientras que en Venezuela sale por menos
de $ 1. En EE.UU. y la U.E. un litro cuesta cerca
de un dólar, en Venezuela se vende a menos de 2 centavos: apenas Bs.
0,097 el litro de 95 octanos. Una botellita de agua cuesta 20 veces más. El
diferencial de precios entre Venezuela y Colombia es de 20 veces, lo cual estimula
el contrabando de extracción en pequeños barriles y grandes camiones-cisterna.
Se estima que hacia los países vecinos salen ilegalmente 25.000 barriles
diarios de combustible. A un precio de $ 90 por barril, el contrabando llega a los
$ 800 millones anuales.
Si comparamos el precio interno con el de
exportación, el subsidio es de $ 6.500 millones anuales. Si la comparación se
hace con los precios internacionales el subsidio sube a $ 15.700 millones, más
que las transferencias
de Pdvsa a las misiones sociales, las cuales son de $ 14.000 millones. Con un ajuste
imperceptible del precio, se podría reorientar este subsidio regresivo a la inversión
social.
No se trata de regalar la gasolina
ni de venderla al precio internacional, pero al menos su precio debe cubrir los
costos. El mejor momento para corregir este rezago es una coyuntura de buenos precios
del petróleo. No hay que esperar una caída en la cotización de los crudos semejante
a la del año 2009, cuando la situación fiscal se tornó tan crítica que obligó al
gobierno a devaluar el bolívar en un 100 % y a subir el IVA de 9 a 12%. En esas
circunstancias, un aumento de la gasolina sería el detonante de la protesta
popular, tal como ocurrió en 1989, cuando el alza de la gasolina fue la chispa que encendió el Caracazo.
Más esto no quiere decir que un incremento en el precio del combustible automáticamente desatará un
caos. En 1989, el aumento
de la gasolina fue el detonante más no la causa de las protestas. Las mismas estallaron
debido al descontento acumulado por la aplicación de un conjunto de medidas
antipopulares, tales como: liberación de precios de los alimentos, eliminación
del control de cambio, aumento de las tasas de interés, apertura a las
importaciones que barrieron con el aparato productivo y la privatización de
empresas del Estado con la consiguiente pérdida de millares de puestos de
trabajo. Hoy la situación es muy distinta, los sectores populares reciben el
beneficio de la inversión social de la renta petrolera y su identificación con
el gobierno permitiría sincerar el precio de la gasolina para desalentar así el
despilfarro de gasolina, aliviar el pesado tráfico terrestre, reducir el
impacto ambiental, reorientar el subsidio a la inversión social y mejorar las
cuentas de Pdvsa, sin la más mínima probabilidad de que se produzca un segundo
Caracazo.
Interesante artículo, sin embargo creo pertinente hacer un aporte, El diferencial de precios entre Venezuela y Colombia no es de 20 veces, es mas de 100 veces, aunque hay al menos dos formas de verlo: la primera sería hacer los cálculos a dolar oficial Bs/USD$ y te da alrededor de 60 veces la diferencia de precio, seguramente algo mas ya que este ejercicio lo había hecho a 4,3. La segunda es triangular Bs/USD$/$peso, en este segundo ejercicio el valor nominal de la gasolina pagada en pesos colombianos se duplica, de ahí que sobrepase las 100 veces...!!!
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