viernes, 27 de septiembre de 2013

La tragedia de la economía venezolana es la sobrevaluación, no la devaluación

Por: Víctor Álvarez R.

La tragedia de la economía venezolana no es la devaluación, sino la sobrevaluación del bolívar. Ese es el gran problema de la Venezuela rentista, el cual se ha visto agravado por el anclaje de la tasa de cambio oficial. Al dejar congelado el precio de la divisa en un contexto inflacionario muy superior al de los principales socios comerciales, se hace inevitable la sobrevaluación, la cual se traduce en un subsidio al dólar y, por lo tanto, a las masivas importaciones que barren con la producción nacional.

En lugar de producir en el país, a los productores del campo y la ciudad les resulta mucho más rentable armar la carpeta de Cadivi para importar con los dólares subsidiados que se venden a un 25% del precio que indica el mercado. Así, el principal incentivo de la ninfomanía del dólar lo ofrece la propia política cambiaria, al vender la divisa a un precio de Bs 6,30, mientras el mercado dice que cuesta mucho más. Mejorar la eficiencia y la efectividad del control de cambio es fundamental para desestimular la insaciabilidad del dólar y conjurar el desquicie del mercado paralelo. El quid de la cuestión radica en escoger entre un precio oficial fijo o flexible para la divisa.

En nuestro caso, la tasa de cambio oficial se fija con respecto al dólar a través de los convenios cambiarios que firman el BCV y el Ministerio de Finanzas. Este precio no lo modifica el mercado sino las decisiones discrecionales de la autoridad monetaria y el gobierno, que han optado por un anclaje cambiario que solo se ha modificado después de largos períodos y bajo circunstancias extraordinarias.

Si bien, al comienzo, el anclaje cambiario logró revertir la tendencia inflacionaria, su exagerada rigidez y prolongación en el tiempo ha provocado severas distorsiones en el ritmo y calidad de la actividad productiva. Además, la política cambiaria como instrumento de política antiinflacionaria está agotada, toda vez que en una economía con un creciente componente importado, las variaciones en la tasa de cambio se trasladan inmediatamente a los precios internos.

En adelante, la política cambiaria debe ser utilizada como un instrumento para inducir la transformación estructural de una economía rentista e importadora en un nuevo modelo productivo exportador. Sobre todo si se tiene en cuenta que el grado de interdependencia de las economías hace que el tipo de cambio real se vea afectado por el diferencial inflacionario entre los socios comerciales. De cara a facilitar el ingreso de Venezuela al Mercosur, los ajustes pudieran aplicarse para corregir este diferencial inflacionario, contrarrestando la tendencia a la apreciación del bolívar que le hace mella a la competitividad de nuestras exportaciones y estimula las importaciones que desplazan la producción nacional. Así se podría preservar un tipo de cambio real que exprese la verdadera productividad del sector transable. Adicionalmente, para estimular la generación de nuevas fuentes de divisas no petroleras, sería conveniente activar una subasta independiente, con una tasa de cambio formada a partir de la oferta y demanda de divisas privadas, lo cual tendría un efecto estabilizador y convergente que contribuya a cerrar la brecha cambiaria.

Anclaje cambiario, devaluación e inflación


Por: Víctor Álvarez R

En su propósito de combatir la inflación, la política cambiaria del Gobierno se ha basado en congelar el precio oficial del dólar durante varios años. Sin embargo, cuando la inflación local es sostenidamente mayor a la de los países con los cuales Venezuela concentra su comercio exterior, el tipo de cambio fijo termina convirtiéndose en un subsidio al dólar. Y esto se traduce en un subsidio a las importaciones que desplazan la producción nacional. Corregir esta problemática obliga a ajustar el tipo de cambio, pero como el componente importado se ha incrementado, la devaluación lo encarece, con lo cual se repite el círculo vicioso del anclaje cambiario: sobrevaluación-devaluación-inflación-sobrevaluación.

Evitar que la inflación anule el efecto deseado del ajuste cambiario requiere una política cambiaria dinámica y flexible, con ajustes periódicos en el precio oficial del dólar, así como una tasa de cambio preferencial para las exportaciones no petroleras, lo cual contribuirá a generar una oferta alternativa de divisas. Para que la política cambiaria tenga un efecto perdurable, debe ser complementada con decisiones en materia de política fiscal, monetaria, precios y, sobre todo, con el diseño de políticas sectoriales, agrícolas, industriales y tecnológicas.

Al encontrar una tasa de cambio que exprese la productividad real del sector transable de la economía, la política cambiaria podrá convertirse en un poderoso instrumento para inducir transformaciones estructurales en el aparato productivo. Así se podrán sustituir importaciones por producción nacional y estimular las exportaciones no petroleras, las cuales suelen estar muy castigadas por la creciente y prolongada sobrevaluación de la moneda nacional.

Para convertir la política cambiaria en un eficaz instrumento que facilite la inserción productiva de Venezuela en la integración latinoamericana, es necesario un tipo de cambio preferencial para los exportadores que colocan sus productos en aquellos países que son de importancia estratégica en la política exterior del Gobierno venezolano, como es el caso de los países que integran la  Alba y el Mercosur. El tipo de cambio de 6.30 Bs/$ expresa la productividad de la industria petrolera, pero no la de los demás sectores transables de la economía, particularmente de la agricultura y la industria, los cuales necesitarían un tipo de cambio más favorable para poder cubrir los crecientes costos que se derivan de una mayor inflación en Venezuela.
La posibilidad real de profundizar la transformación de una economía rentista e importadora en un nuevo modelo productivo exportador tiene mucho que ver con el manejo inteligente que se haga de la política cambiaria. Pero mientras el tipo de cambio se mantenga fijo en un contexto inflacionario, en el mercado paralelo la cotización de la divisa triplicará  la tasa de cambio oficial. Y esta creciente brecha es lo que estimula la insaciabilidad del dólar. Hasta ahora, lo que se evidencia es que el anclaje cambiario, al facilitar un dólar oficial a un precio mucho más barato que el que indica el mercado, lo que ha hecho es exacerbar los rasgos de una economía rentista que todo lo importa y poco produce.

¿Qué pasa en el BCV?

Por: Víctor Álvarez R.

El Art. 318 de la CRBV establece que “El objetivo fundamental del BCV es lograr la estabilidad de precios y preservar el valor interno y externo de la unidad monetaria”. A su vez, el Art. 320 señala que “El Estado debe promover y defender la estabilidad económica, evitar la vulnerabilidad de la economía y velar por la estabilidad monetaria y de precios, para asegurar el bienestar social”.

Sin embargo, desde que entró en vigencia la Reconversión Monetaria, la inflación acumulada es de 311,3%. Esto significa que hoy en día un bolívar equivale a solo 0,2431 céntimos del bolívar fuerte que comenzó a circular en enero de 2008. La inflación acumulada al mes de julio llegó a 29% y la anualizada alcanzó el 42,6%. Preservar la fortaleza de la moneda nacional sigue siendo uno de los grandes retos del BCV, toda vez que la erosión del poder de compra del bolívar se traduce en una pérdida de la capacidad adquisitiva de los sectores que viven de un ingreso fijo.

Cuando los bancos centrales pueden crear dinero, los gobiernos en déficit suelen buscar financiamiento a través de la emisión de bonos que la autoridad monetaria compra. Si el financiamiento del déficit fiscal por parte del BCV se convierte en una práctica reiterada, las consecuencias son nefastas, toda vez que se genera un desequilibrio entre la liquidez monetaria y la oferta de bienes y servicios que deteriora el poder de compra de la moneda, lo cual se expresa en una permanente inflación.

Y esto no es nada nuevo. El propio Libertador Simón Bolívar explicó que: “La disipación de las rentas públicas en objetos frívolos y perjudiciales, y particularmente en sueldos de infinidad de oficinistas, secretarios, jueces, magistrados, legisladores provinciales y federales, dio un golpe mortal a la República, porque la obligó a recurrir al peligroso expediente de establecer el papel moneda, sin otras garantías que las fuerzas y rentas imaginarias de la Confederación” 

El financiamiento del BCV al gobierno ha provocado un crecimiento sin precedentes de la liquidez monetaria y ésta es una de las causas de la inflación. En la práctica se trata de un impuesto inflacionario que recae con más peso sobre la capacidad de compra de los sectores que viven de un ingreso fijo. De continuar esta situación podríamos caer en un proceso perverso de creación desproporcionada de dinero base y de expansión de oferta monetaria sin el debido respaldo en el aumento de la producción, lo cual inevitablemente nos llevaría a sufrir una inflación cada vez mayor.
Comprender y respetar las leyes que rigen la dinámica económica resulta ser un factor clave para apagar el fuego inflacionario que devora el poder de compra de los salarios. Eudomar Tovar tiene la ventaja de poseer una Maestría en Moneda e Instituciones Financieras y experiencia como Vicepresidente del BCV. También fue  Viceministro de Gestión Financiera del Ministerio de Finanzas. Su formación académica y su experiencia en la función pública lo dotan de los conocimientos teóricos y empíricos necesarios para liderar el gran esfuerzo que desde el Estado urge iniciar para asegurar la disciplina fiscal y monetaria que permita recuperar la fortaleza del bolívar y derrotar la inflación.

¿Reactivar o transformar la economía?


Por: Víctor Álvarez R.

A raíz del reciente informe sobre el desempeño del PIB, el Presidente Nicolás Maduro planteó que el BCV debe incluir la economía comunal en la metodología que usa para medir la economía, de tal forma que este sector haga sentir su aporte en la construcción del nuevo modelo productivo.

Cada vez que el BCV publica su informe y la economía crece, celebramos el acierto de la política económica y la fortaleza de la economía venezolana. Pero pocas veces reparamos en la naturaleza de ese crecimiento. Dice el Informe del BCV que el PIB creció 2,6 % en el segundo trimestre. Si bien este dato agregado despeja las dudas sobre la “inminente recesión” anunciada por los profetas del desastre, hay otros datos que es necesario revisar para profundizar las tendencias positivas y corregir a tiempo comportamientos no deseados en la dinámica económica.

Al poner la lupa sobre el Informe del BCV, nos damos cuenta que el crecimiento del sector financiero y del comercio importador es mucho mayor que la evolución de los sectores productivos. El Informe revela que las finanzas crecieron 24,3%, las importaciones públicas 25%, las privadas en 9,6%, mientras las exportaciones no petroleras cayeron 20,6%. Esto indica un creciente peso del comercio importador y los servicios financieros especulativos, y una caída del peso relativo de la agricultura y la industria en la conformación del PIB, sectores de los cuales depende el logro de la soberanía productiva.

Si bien, en el diálogo impulsado con el sector privado se reconoce que apostar a la desaparición de la economía capitalista, sin haber creado antes la nueva economía comunal, es el atajo perfecto para quedar atrapados en un círculo vicioso de caída de la producción, escasez, acaparamiento, especulación, inflación, desempleo y creciente malestar social, esto no significa que se renuncie o posponga el objetivo de impulsar la construcción de un nuevo modelo productivo.

La transformación económica planteada en Venezuela tiene dos ejes claves. 1) La creación de nuevas relaciones de poder a través del desarrollo de innovadoras formas de propiedad social y comunal. 2) La transformación del capitalismo rentístico e importador en una nueva economía diversificada, capaz de sustituir importaciones y aumentar las exportaciones para reducir la dependencia del petróleo.
Más que la simple reactivación de la economía, el Gobierno debe buscar la transformación del capitalismo rentístico en un nuevo modelo productivo, con una eficaz participación de los trabajadores directos y de la comunidad organizada. Lograr esta transformación exige una profunda revisión y rectificación de la política económica, para dar paso a una nueva estrategia que reimpulse y transforme la dinámica económica interna, en función de lograr los objetivos de la soberanía productiva y empoderamiento popular. En adelante, la reactivación económica es un proceso que debe estar sincronizado con la transformación estructural en función de sustituir el orden viejo, explotador del ser humano y depredador de la naturaleza, por otro orden capaz de erradicar las causas estructurales del desempleo, la pobreza y la exclusión social.

La reactivación de los peajes al debate electoral


Por: Víctor Álvarez R.

La eliminación de los peajes fue una medida que en su momento se consideró necesaria, pero a la larga terminó favoreciendo a las clases de mayores recursos. Estas tienen suficiente capacidad económica para comprar y mantener varios vehículos, los cuales no solo consumen una gasolina escandalosamente subsidiada, sino que también se benefician al utilizar sin costo alguno el sistema vial, mientras que los más pobres que no tienen carro, no ahorran nada con la eliminación de los peajes.

En la construcción del socialismo venezolano no todo tiene que ser gratis. Levantar una sociedad más justa y equitativa pasa por superar estas gratuidades y subsidios perversos, verdaderos actos de injusticia redistributiva. Las inversiones en el mantenimiento y modernización de la infraestructura vial tienen como beneficiarios directos a quienes más la utilizan a lo largo y ancho del territorio nacional. Pero también están los beneficiarios indirectos, que salen favorecidos por la revalorización de sus terrenos, inmuebles y negocios, gracias a las inversiones que se hacen en mejorar el sistema vial. Por esta razón, los beneficiados directos e indirectos de las mejoras de la infraestructura vial están llamados a contribuir con su mantenimiento, modernización y ampliación.

Lamentablemente, el peso de la cultura rentista que se empeña en vivir de la renta petrolera impide asumir la corresponsabilidad ciudadana en la mejora de la infraestructura vial. Incluso los sectores más pudientes, que son los que más se benefician de estos subsidios y gratuidades regresivas, en lugar de reconocer que no aportan nada, se desbocan criticando y culpando al gobierno de la precariedad de la infraestructura pública y se oponen a la reactivación de los peajes como fuente de recursos para mantener en buen estado el sistema vial.

El subsidio a la gasolina y la eliminación de los peajes se han tornado en medidas reaccionarias y antipopulares que es necesario debatir en el marco de la campaña para las elecciones municipales. Son decisiones que no se pueden postergar y deben ser bien ejecutadas, toda vez que se mantendría la injusticia redistributiva si el gobierno destinara todo lo recaudado por la reactivación de los peajes a invertirlo en la mejora de la infraestructura vial, pues de esta forma continuaría favoreciendo sobre todo a las clases de mayores ingresos que pueden comprar y mantener no uno, sino varios vehículos.
En Europa se cobra 0,10 euros/km y en EE.UU. entre 0,08 $/milla. En Venezuela se pudiera cobrar una locha por Km de recorrido. Así, entre dos peajes separados por 80 Kms se pagarían Bs. 10. Si por allí transitan  50 mil vehículos diarios x Bs. 10 el peaje x 365 días al año, se generarían Bs. 500 millones al año, cantidad más que suficiente para mantener en buen estado el tramo y ofrecer los servicios requeridos. En la campaña para las municipales del 8-D se podría debatir la viabilidad y conveniencia de transferir los peajes a las Comunas para invertir estos recursos en impulsar empresas de mantenimiento vial y servicios de transporte urbano e interurbano, como nuevas formas de economía comunal que contribuyan a generar trabajo digno, estable y bien remunerado.

¿Quién salió ganando con la eliminación de los peajes?


Por: Víctor Álvarez R.

En todo país organizado, el mantenimiento de la infraestructura vial se financia con los  peajes. Y esto no es nada nuevo. Desde la época colonial y luego en la República, los caminos para tropas y carretas se construían bajo el régimen de concesión y se cobraba un  peaje por el paso de bestias de carga y de personas.

Amparados en las políticas de descentralización, muchas gobernaciones construyeron estaciones de peajes sin que nadie supervisara las obras ni la distancia entre una y otra. Así, en algunas regiones del país se pagaban más de 4 peajes en trayectos de menos de 30 Kms, cuando la normativa indicaba una distancia mínima de 80 kilómetros entre cada uno.

En el año 2008 se eliminó el cobro de peajes alegando que muchos no cumplían con la distancia mínima permitida entre ellos, que no había una vialidad alterna y gratuita, y que la recaudación no cumplía con el objetivo de mantener las vías en adecuadas  condiciones. Cinco años después, el sistema vial se encuentra en precarias condiciones y las actuales restricciones presupuestarias imponen un severo límite a las inversiones que se necesitan para superar el colapso del tráfico en las calles, avenidas, carreteras y autopistas, no solo en Caracas, sino en la mayoría de las ciudades del país.

Recientemente el Gobierno anunció la reactivación de los peajes a través de un Plan de Rehabilitación Integral, aclarando que sólo se cobrarán las tarifas al transporte de carga pesada, por ser el que más deteriora el asfalto de las vías. Sin lugar a dudas, una medida más que necesaria para aplicar mecanismos de control de peso y altura de los camiones de carga, en función de minimizar los daños a la infraestructura vial.

¿Cultura rentista o corresponsabilidad ciudadana?

Es propio de la cultura rentista exigir mejores vías con todos los servicios, sin mostrar la más mínima voluntad de aportar absolutamente nada. Estamos acostumbrados a responsabilizar al gobierno de turno de la precariedad del sistema vial, sin asumir la corresponsabilidad ciudadana de hacer aportes para mantener en buen estado las vías que todos utilizamos.

Si realmente se quiere mejorar la infraestructura del tránsito terrestre a lo largo y ancho del territorio nacional, todos los usuarios estamos llamados a colaborar. Además de mejores vías, queremos también vigilancia, zonas de atención a los usuarios, servicios de grúas, sanitarios higiénicos, ambulancia, etc. En lugar de esperar que hasta esto lo pague el petróleo, debemos estar conscientes de la obligación de contribuir a generar los recursos necesarios para financiar estos proyectos de inversión. Es así como se construye una sociedad solidaria, basada en los principios de cooperación y reciprocidad.

Buena parte de los fondos que se requieren se pudieran generar a través de la reactivación de los peajes y del ajuste del precio de la gasolina. Estas medidas generarían suficientes fondos para ampliar y mantener en buen estado la vialidad local en cada estado o municipio, la cual no es competencia del Gobierno central.

Recursos para la gestión municipal y comunal

A raíz de la eliminación del Fides, las gobernaciones y alcaldías perdieron una importante fuente de recursos que no ha sido debidamente resarcida con las transferencias del Fondo de Compensación Interterritorial. Con la eliminación de los peajes, los gobiernos regionales perdieron una fuente de ingresos propios para mantener el sistema vial. Se esperaba que el Gobierno central asumiera su mantenimiento, pero las vías siguen llenas de huecos, sin iluminación, señalización, ni los servicios básicos que requiere el usuario. 

Por utilizar las autopistas, en Europa se cobra 0,10 euros/km y en EE.UU. entre 0,08 $/milla. Si en Venezuela se reactiva el cobro de peajes aplicando tasas solidarias, se pudiera cobrar 0,125 Bs/km. O sea, una locha por kilómetro de recorrido. Así, entre dos peajes separados por un tramo de 80 Kms, se pagarían solo Bs. 10, contribuyendo a generar los recursos que se necesitan para mantener la vía en adecuadas condiciones. De esta forma, un tramo de 80 Kms por el que transiten 50 mil vehículos diarios x Bs. 10 el peaje x 365 días al año, generaría más de Bs. 500 millones al año, cantidad más que suficiente para mantenerlo en buen estado y, adicionalmente, ofrecer todos los servicios requeridos.
Llenar un tanque de 60 litros de gasolina en la mayoría de los países cuesta $ 60. En Venezuela circulan más de 4 millones de vehículos y en promedio cada uno paga menos de un dólar por llenar el tanque. Si reponen combustible una vez a la semana, el subsidio llega a $ 3.000 por vehículo al año, para un monto superior a los $ 12 mil millones anuales. Al igual que lo que acabamos de plantear con la reactivación de los peajes, parte de los recursos que se obtengan del aumento de la gasolina deberían ser administrados directamente por los gobiernos locales y el poder comunal, con el fin de invertirlos en la modernización de la infraestructura de tránsito terrestre y en la ampliación de la red de transporte urbano. A los municipios y gobernaciones que no cuentan con suficiente presupuesto para mantener en buenas condiciones las calles, avenidas y carreteras inter-comunales, les vendría bien no solo reactivar los peajes, sino también sincerar el precio de la gasolina para reorientar un porcentaje de estos recursos al mantenimiento del sistema vial.