martes, 21 de noviembre de 2023

Pacto de Convivencia: la clave para una solución electoral y pacífica del conflicto venezolano

 

Víctor Álvarez R. / @victoralvarezr

Director del Proyecto Pedagogía Económica y Electoral

La clave para solucionar el conflicto venezolano no está en el canje de mejores condiciones electorales a cambio de flexibilizar las sanciones económicas. El oficialismo no va a convocar unas elecciones competitivas que puede perder, si esto desemboca en una ola de persecuciones, juicios y cárcel para Maduro y su gobierno. Si no se reducen los costos de salida, el oficialismo se aferrará al poder y en Venezuela no habrá elecciones competitivas, ni alternabilidad en el mando político.

El chavismo no va a dejar correr en la carrera presidencial a quien lo amenace con convertirse en su verdugo. Esto explica la arriesgada apuesta del gobierno de suspender los efectos de la Primaria presidencial de la Plataforma Unitaria y de negarse a inscribir la candidatura presidencial de María Corina Machado, a riesgo de que la OFAC reactive las sanciones. Si su derrota electoral se convierte en un calvario, el gobierno hará todo lo posible a través de los poderes públicos que controla para inducir la división y abstención de la oposición, y así convertir en mayoría su precario apoyo electoral.

Un acuerdo para mejorar las condiciones electorales es necesario para la oposición, pero no es suficiente para el gobierno. Sin no cesan las recompensas y amenazas de persecución judicial contra Maduro y otros dirigentes del oficialismo, el chavismo se aferrará al poder para evitar que su derrota electoral se convierta en una tragedia. Por lo tanto, la clave para convocar unas elecciones competitivas que faciliten la alternabilidad en el poder, radica en la rehabilitación de los candidatos, la liberación de los presos políticos y el retorno de los exiliados, a cambio de un Pacto de Convivencia Pacífica que evite las persecuciones, juicios y encarcelamientos de los actores políticos en pugna, incluyendo a los líderes de la oposición que eventualmente serían acusados, enjuiciados y condenados por traición a la patria por haber promovido internacionalmente el reconocimiento de un gobierno interino, solicitado sanciones económicas contra Venezuela y haber  invocado una intervención externa a través del TIAR.

Los Acuerdos Parciales de Barbados son necesarios pero no suficientes y tienen que ser complementados con un Acuerdo de Convivencia Pacífica que contribuya a des-radicalizar el discurso de la polarización y violencia políticas que se puede agravar al calor de la campaña electoral.  A fin de avanzar hacia una solución electoral y pacífica del conflicto venezolano que permita  la alternancia en el poder, es necesario comenzar a generar una matriz de opinión nacional e internacional favorable a un Pacto de Convivencia Pacífica, que garantice el respeto a los derechos políticos de todos y evite que un cambio en el poder desencadene una ola de retaliaciones y persecuciones que empujen al país hacia una espiral de violencia política que luego sea difícil de controlar y detener

Un Pacto de Convivencia Pacífica es necesario para crear la viabilidad económica de la transición política. El nuevo gobierno recibirá un país con graves desequilibrios macroeconómicos que contraen la producción y generan inflación, recibirá una industria petrolera en ruinas; tendrá que hacerle frente al grave deterioro de los servicios públicos de agua potable, electricidad, gas doméstico, telecomunicaciones y escasez de combustibles; heredará una enorme deuda social en un país en el que los sistemas públicos de educación y salud están colapsados. En este sentido, quien finalmente quede en la oposición está llamado a ofrecer un respaldo crítico y propositivo a las medidas urgentes y drásticas que se requieren, en vez de atizar un clima de protestas y conflictividad que puede hacer ingobernable al país.

Un Pacto de Convivencia Pacífica es necesario para crear las bases de la estabilidad y gobernabilidad post electoral. Si el actual gobierno es reelecto debido a la división y abstención de sus adversarios políticos, la oposición lo tiene que dejar gobernar, en vez de reditar los episodios de La Salida violenta y de la remoción anticipada del Presidente de la República por caminos distintos al electoral. Y si gana la oposición, el chavismo tiene que dejar gobernar, en vez de promover una ola de protestas que obstaculicen las reformas económicas e institucionales que es necesario acometer para que el país salga de la crisis.

Un Pacto de Convivencia Pacífica es necesario para avanzar hacia una cultura de la coexistencia política, de la cohabitación y cooperación entre los poderes públicos, para asegurar el respeto y la colaboración entre los diferentes niveles de gobierno nacional, estadal y municipal. Tengamos en cuenta que una eventual victoria de un candidato opositor en las elecciones presidenciales de 2024 tendrá que coexistir con los poderes legislativo, judicial, electoral, y ciudadano –así como la mayoría de las gobernaciones y alcaldías-, que quedarán bajo el control del chavismo.

Un Pacto de Convivencia Pacífica debe dejar claro el papel que le corresponde cumplir a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) en el proceso de transición. No basta que la Constitución y la Ley establezcan que la FANB no es deliberante y está subordinada al poder civil, porque la opinión pública nacional e internacional sabe muy bien el grado de poder económico que tiene, así como la identificación política que muestra con el chavismo. En vez de execrar y perseguir a los mandos militares, a la FANB como institución hay que ofrecerle incentivos para que garantice el respeto al resultado electoral y respalde la alternabilidad en el mando político.

Un Pacto de Convivencia Pacífica pasa por una reforma constitucional para que el ex Presidente de la República y el candidato que resulte perdedor sean designados como diputados con inmunidad parlamentaria por delitos políticos durante un  período de diez años o incluso vitalicio. Se trata de bajar los costos de salida -sin amenazas de persecuciones, juicios y cárcel- para que el chavismo esté dispuesto a medirse en unas elecciones competitivas que faciliten la alternabilidad en poder por la vía electoral y pacífica.

Venezuela necesita un Pacto de Convivencia Pacífica como expresión de un gran acuerdo nacional que permita avanzar hacia el esclarecimiento de la verdad, la justicia y reparación de daños a las víctimas, la no repetición de la tragedia, el perdón, la reconciliación y el reencuentro de la Nación venezolana, a fin de retomar la paz política, la senda del crecimiento económico y del bienestar social.

Te invitamos a escuchar y compartir el análisis completo en el nuevo podcast de Pedagogía Económica y Electoral https://t1p.de/079dx

¿Cuál es el impacto geopolítico de flexibilizar las sanciones?



Por: Víctor Álvarez R.
Director del Proyecto Pedagogía Económica y Electoral

A raíz del endurecimiento de las sanciones económicas de EEUU, la relación entre Venezuela y Rusia pasó de la esfera comercial a la dimensión energética, militar y geopolítica. Lejos de quedar aislados, los países sancionados por EEUU se juntan y estrechan sus lazos de cooperación y colaboración para contrarrestar el efecto negativo de las sanciones. Esto genera efectos geopolíticos que no fueron calculados por los sancionadores estadounidenses y europeos.

Los vínculos comerciales y militares entre Rusia y Venezuela se acentuaron a raíz del veto impuesto por EEUU a la venta de repuestos para la flota de aviones F-16, y del bloqueo a la venta de lanchas de vigilancia costera por parte de España por incluir dispositivos hechos en EEUU. Al perder estos proveedores, Venezuela buscó sustitutos y compró 24 aviones caza rusos modelo Su-30Mk2 Sukhoi para sustituir a los F-16; también compró 100.000 fusiles Ak-103 Kalashnikov, sistemas antimisiles S-300, 50 helicópteros, tanques de guerra y anunció la instalación de una fábrica de fusiles rusos en Venezuela.

Lo que empezó como una relación comercial para la adquisición de equipo militar, a la larga se transformó en una relación geopolítica. El acercamiento del gobierno ruso a países en la zona de influencia de EEUU se interpreta como la respuesta geopolítica del Kremlin en respuesta al ingreso a la OTAN de países vecinos que tienen frontera con Rusia, lo cual consideran una amenaza. En el marco del conflicto Rusia-Ucrania, el Kremlin le subió el volumen a su desafío a Occidente al no descartar un despliegue militar ruso en Venezuela si aumentan las tensiones con EEUU. El viceministro de Exteriores ruso, Sergei Ryabkov, declaró que no podía confirmar ni excluir la posibilidad de que Rusia estableciera una infraestructura militar en Cuba y Venezuela.

Rusia y Venezuela han ejecutado maniobras militares navales a una distancia de 20-50 millas de las costas venezolanas. En la operación combinada Ven-Rus participaron buques rusos junto a fragatas venezolanas. En diciembre de 2021, la Asamblea Nacional aprobó la Ley Aprobatoria del Acuerdo entre el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y el Gobierno de la Federación de Rusia sobre el uso del espacio ultraterrestre con fines pacíficos.

Las implicaciones geopolíticas de esta relación comercial-militar se amplían con la creciente presencia rusa en la actividad petrolera y gasífera en Venezuela, que tradicionalmente han tenido como destino los mercados estadounidenses y europeos. Venezuela y Rusia firmaron convenios para la certificación de reservas en la Faja Petrolífera del Orinoco (FPO) con miras a la explotación de petróleo por parte de empresas rusas como Gazprom, Rosneft y Lukoil que han participado en proyectos de gas y en la exploración y explotación de crudos en la plataforma submarina del Delta del Orinoco y en la FPO. Rusia ha aumentado su participación en la exploración de petróleo en la FPO a través de empresas mixtas como: Boquerón, Petroperijá y Petromonagas.

Guerras en Europa y Medio Oriente renuevan interés de EEUU por Venezuela

viernes, 10 de noviembre de 2023

En la aritmética oficialista EEUU pierde más que Venezuela si la Casa Blanca decide reactivar las sanciones

 


Víctor Álvarez R. 

Con la prolongación de la guerra en Ucrania y el escalamiento del conflicto bélico en el Medio Oriente, se acentúa la presión al alza en los precios del petróleo, cuestión que ha obligado a EEUU a recalcular las sanciones petroleras contra Venezuela. De cara a las Presidenciales de 2024 en EEUU, la Administración Biden necesita evitar el costo electoral que puede generar el alza en los precios de los combustibles y la energía. Como el petróleo venezolano puede contribuir a este objetivo, la OFAC flexibiliza las sanciones y abre nuevamente el mercado estadounidense a los crudos de Pdvsa.

Pero la Administración Biden no solo se plantea conjurar la amenaza de un shock de precios de los combustibles y la energía en EEUU que pueda poner en peligro su reelección, también se propone reorientar los crudos venezolanos hacia occidente, alejar a Miraflores de los negocios con el Kremlin y reducir la influencia rusa en Venezuela, que ya no es solo comercial sino también militar y geopolítica. De hecho, en la licencia de la OFAC Rusia queda por fuera: “Esta licencia no autoriza la disposición de bienes y servicios, inversiones y cualquier transacción de compañías con sede en Rusia o empresas mixtas con entidades de la Federación Rusa”.

Con la flexibilización de las sanciones, Pdvsa recibirá mayores ingresos por la misma cantidad de petróleo y esto alejará al gobierno venezolano de los auxilios comerciales y financieros rusos. Recordemos que los crudos venezolanos se venden con ruinosos descuentos en los mercados asiáticos y, sin sanciones, pueden ser colocados a precios de mercado en EEUU. Si Pdvsa logra vender la misma cantidad de petróleo a los precios actuales, esto generará $ 4 mil millones adicionales para alimentar el mercado cambiario, estabilizar el dólar,  bajar la inflación e importar bienes y servicios esenciales para reimpulsar la economía en pleno año electoral.

Los acuerdos directos entre EEUU y Venezuela representan un acto de pragmatismo entre dos gobiernos que necesitan entenderse. Pero como la posibilidad real de lograrlo iba más allá del poder de decisión de los negociadores de la oposición -que no tienen atribuciones para decidir sobre sanciones, desbloqueo de fondos, ni acceso a los mercados petroleros internacionales-, la Casa Blanca decidió gestionar directamente con Miraflores el alcance de los acuerdos petroleros.

En un acto de hiperrealismo político, dos gobiernos antagónicos encontraron puntos de interés común y lograron una serie de acuerdos con efectos económicos y geopolíticos que no se pueden poner en peligro por la diatriba política. Para bajarle el volumen al escándalo desatado a raíz de la decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de suspender los efectos de la Primaria presidencial, la propia María Corina Machado (MCM) -ahora líder y candidata de la Plataforma Unitaria-, se encargó de silenciar el escándalo al declarar: “el Tribunal puede decir lo que le la gana, pero el hecho fáctico está allí y es irreversible, de modo que no creo que se ha violado el Acuerdo de Barbados, el régimen está presionando y tensando la liga pero al Acuerdo aún no se ha roto”.

Los acuerdos petroleros están guiados por objetivos de interés común entre Washington y Caracas. Al reabrir el mercado estadounidense al petróleo venezolano, queda alineado el interés de la Casa Blanca de asegurar un suministro estable de petróleo, con el interés de Miraflores de vender ese petróleo sin los ruinosos descuentos que tiene que conceder en los mercados asiáticos. Al menos tres impactos se derivan de este acuerdo: