jueves, 31 de marzo de 2011

El crimen de experimentar con humanos

El mundo es estremecido por informaciones acerca del modo como se generan o aplican los descubrimientos científicos y tecnológicos. Recientemente se pudo conocer que EE.UU. experimentó con seres humanos en Guatemala al infectar a soldados y enfermos mentales con cáncer, neumonía y sífilis.

Los daños que sufren las personas y el medio ambiente como consecuencia de estas perversas prácticas repercute negativamente sobre la valoración social de la ciencia y favorece a los predicadores de la anti-ciencia que sustentan su dominio en la ignorancia de los pueblos. Es un crimen que tras el afán de lograr nuevos conocimientos se experimente con seres humanos sin reparar en los efectos indeseados que puedan dañar su integridad física, psíquica y moral. Semejante práctica es indmisible , incluso si contara con el consentimiento de los seres humanos que pudieran resultar afectados.

Cómo saber si la clonación podrá ser utilizada para reproducir individuos con tendencia criminal, tal como la clonación de nazis planteada hace algunos años en la película Los niños de Brasil; o este descubrimiento científico podrá ser aceptado como una alternativa para reproducir especies vivas a punto de extinción. Cómo saber si la alteración genética de las variedades vegetales podrá ser utilizada para hacerlas más resistentes a las plagas, evitar el uso de plaguicidas y la contaminación de los cultivos, aumentar y abaratar la producción de alimentos para derrotar el hambre en el mundo, o será convertida en un arma de dominación por las grandes potencias para arruinar a los pequeños productores y desarrollar especies depredadoras que dañen las plantaciones de los países competidores o enemigos políticos. Invenciones científicas e innovaciones tecnológicas son utilizadas para desarrollar armas químicas, bacteriológicas y nucleares, con el letal poder que han demostrado tener. Tales avances sólo deberían utilizarse para mejorar el bienestar de los pueblos.

No basta con evaluar el rigor técnico de los proyectos de investigación. Necesario es tener en cuenta la responsabilidad social del investigador, valorar su probidad intelectual, su integridad ética y moral. De la difusión y adopción de estos valores y principios dependerá el fortalecimiento de una práctica científica apegada al respeto de la dignidad humana.

La cooperación científica en los países de la ALBA

Por muy grandes que sean los recursos destinados a la investigación científica y tecnológica por parte de cada país de la ALBA, lo más probable es que el monto de estas inversiones se quede corto en comparación con las gigantescas economías de escala que se imponen para sostener una creciente actividad de investigación que genere conocimientos oportunos y de calidad.

La cooperación internacional en este campo constituye un proceso en pleno desarrollo el cual muestra entre sus principales rasgos el crecimiento acelerado de acuerdos de cooperación entre investigadores, grupos de investigación e instituciones de investigación. Estos comparten y complementan recursos en función de enfrentar retos y desafíos de interés común, cuya superación exige la generación de nuevos y mejores conocimientos los cuales no sería posible obtener con las capacidades parciales de cada país.

Los nuevos patrones para organizar la investigación científica en el mundo se apoyan cada vez más en el desarrollo de redes temáticas que facilitan el encuentro y cooperación en función de concertar programas y proyectos de investigación de gran escala. Esta estrategia permite acelerar la obtención de resultados, facilita el intercambio de conocimientos y propicia la transferencia y aprovechamiento de los resultados de la investigación a favor del desarrollo social y económico.

La cooperación internacional no depende sólo de la voluntad de cada país sino también de las capacidades reales que tengan en el ámbito del quehacer científico. La generación de sinergías que vayan mucho más allá de la simple suma de las capacidades humanas, de infraestructura e información, requiere el diseño de nuevos programas e instrumentos que estimulen el uso compartido de equipos, la conformación de grupos de investigación y, en definitiva, el desarrollo y consolidación de una nueva cultura de cooperación entre países.

Por eso, para estar en condiciones de acometer proyectos de envergadura, en lugar de asignar recursos a proyectos atomizados e individuales, hay que optar por promover acuerdos grannacionales que permitan complementar recursos y alcanzar un mayor rendimiento e impacto de las capacidades en las que se sustenta una actividad de investigación con pertinencia económica y social.

lunes, 28 de marzo de 2011

"Del Estado burocrático al Estado comunal"

En este nuevo libro analizo las alternativas que tiene por delante la Revolución Bolivariana para avanzar en la construcción de un nuevo socialismo que, lejos de reeditar las causas que provocaron el fracaso de lo que se conoció como “socialismo real” en el siglo XX, asuma el reto de inventar y poner en marcha nuevas fórmulas para liberar al pueblo trabajador, a los excluidos y a la sociedad en general de las nefastas consecuencias de un sistema capitalista basado en la explotación del ser humano, la depredación de la naturaleza y la degradación de los valores éticos y morales.

El primer capítulo trata sobre el papel del Estado en la Revolución Bolivariana. Es un análisis crítico del Estado burocrático heredado de la IV República, construido a partir de un marco legal, un entorno institucional, un funcionariado público y una fuerza armada que, lejos de ser parciales y neutrales, por el contrario, fueron hechos a la medida, formados y entrenados al servicio de las clases y grupos económicos y políticos que dominaban al país antes del triunfo de la Revolución Bolivariana. Se exponen aquí las dificultades que seguirá confrontando el Gobierno Bolivariano para profundizar las grandes transformaciones revolucionarias mientras se mantenga el andamiaje de ese Estado burgués y como, sobre esta base, se apoya la respuesta violenta de la oligarquía a través del Golpe de Estado, el paro empresarial, el sabotaje a la industria petrolera y en contra de la eficacia de la gestión pública en ministerios, gobernaciones y alcaldías. También se razona en este capítulo la naturaleza humanista y pacifista de la Revolución Bolivariana al ratificar, en medio de tantos ataques y agresiones, su voluntad de continuar los cambios planteados sin violencia, con respeto a la constitución y la dignidad de las personas, pero ahora con el pueblo armado a través de la Reserva Militar y las Milicias; y, finalmente, planteamos que las grandes transformaciones revolucionarias aún pendientes dependen no solo de que los partidarios de la Revolución sigan ganando el gobierno a través de comicios electorales; sino que se impone una toma real del poder, lo cual solo es posible si se termina de transformar el Estado burgués y burocrático en un nuevo Estado popular y comunal al servicio de los intereses del pueblo y de la Revolución.

Como complemento a la necesidad de destruir el viejo Estado heredado de la IV República y construir otro nuevo, en el capítulo dos se analizan los factores que explican la tendencia a la burocratización del Estado, al secuestro de la propiedad estatal y la entronización del burocratismo como una especie de burguesía funcional. A partir de las lecciones que dejaron los intentos fallidos de construir el socialismo en el siglo XX se fundamenta una crítica a las concepciones apologéticas de la propiedad estatal como forma superior de la propiedad social, la cual, por el contrario, terminó siendo la base material y económica del capitalismo de Estado que se implantó en los países del llamado socialismo real y en los cuales las élites burocráticas y la nomenklatura del partido secuestraron la propiedad estatal y la administraron con ineficiencia o como si de una propiedad privada se tratara, impidiendo que los trabajadores y ciudadanos se sintieran verdaderos copropietarios sociales de esos medios de producción estatizados. Sobre esta tesis se plantea la lucha contra la burocratización y el burocratismo como una forma de lucha de clases en los propios marcos de la construcción socialista y se exponen los retos que tiene planteados la Revolución Bolivariana para derrotar el burocratismo y la corrupción.

En el tercer capítulo se fundamenta la necesidad de superar la idea de la propiedad estatal como forma superior de la propiedad social y, más bien, se propone impulsar nuevas formas de propiedad social que hagan posible un verdadero empoderamiento de los trabajadores directos, los consumidores y la comunidad sobre los medios de producción, distribución y comercialización de los bienes y servicios que se requieren para satisfacer sus necesidades básicas y esenciales. Se analiza la propiedad no en su forma jurídica o legal sino como un sistema de relaciones sociales a través del cual se lleva a cabo no solo la producción material sino también la reproducción de las relaciones de explotación o cooperación que se establezcan entre los seres humanos en los sistemas económicos y productivos. Se plantea la necesidad de avanzar hacia nuevas formas de propiedad social que abran vías para impulsar y lograr el desarrollo humano integral de todas las personas; se argumenta que estatizar no necesariamente implica socializar; y, finalmente, se fundamentan críticamente las diferencias de fondo entre las tesis de la democratización del capital frente a la alternativa de la democratización de la propiedad como un principio rector de las nuevas relaciones sociales de producción que liberen a los trabajadores, a los excluidos y a la comunidad de los flagelos del capital.

Viniendo de la crítica a las deviaciones de la burocratización y el burocratismo que desplazan y abortan la consolidación de un verdadero poder popular, en el capítulo cuatro se plantea responder a la pregunta: ¿Cuál es el sujeto social de la Revolución Bolivariana?. Se hace un análisis de la clase obrera en las condiciones del capitalismo rentístico venezolano; se explica el impacto de las políticas neoliberales en términos de la demolición del aparato productivo nacional, la destrucción de millares de puestos de trabajo; el desmantelamiento de las organizaciones obreras y la drástica reducción numérica del proletariado; se expone la precariedad de las condiciones de trabajo y de vida que sufren las crecientes masas de desempleados, los trabajadores del sector informal, los subempleados y autoempleados y los excluidos de la actividad económica en condiciones de penuria -a los cuales Frei Betto llamó el “pobretariado”-, como el sector sobre el cual recae el mayor peso de las antipopulares políticas neoliberales, constituyéndose por tanto en el fermento del creciente descontento que, al calor de sus protestas y luchas, lo llevan a convertirse en el principal protagonista y razón de ser de la Revolución Bolivariana.

En el quinto capítulo se analiza el proceso de Control Obrero en la construcción del modelo productivo socialista venezolano, a partir de las experiencias que se desarrollan en las empresas básicas de Guayana y otras empresas que han sido expropiadas y nacionalizadas. Se presenta una valoración crítica del papel de los sindicatos, generalmente más interesados en reivindicaciones y reformas laborales que en protagonizar e impulsar una verdadera revolución en las relaciones de poder y de propiedad sobre los medios de producción. Se sistematizan e interpretan los mandatos de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, los Lineamientos Generales del Plan de Desarrollo Nacional y las directrices del Plan Guayana Socialista para impulsar la construcción de un Nuevo Modelo Productivo con control obrero.

En el capítulo seis se profundiza el planteamiento anterior pero a partir de la participación activa y protagónica de la comunidad organizada, con el fin de consolidar una verdadera alianza popular con miras a lograr un verdadero control del pueblo organizado sobre los procesos de producción, distribución y comercialización de los bienes y servicios que resultan imprescindibles para asegurar su supervivencia y reproducción. De igual forma que en el capítulo anterior, se sistematizan y analizan los mandatos constitucionales para impulsar la participación comunitaria; se explica en qué consisten los Consejos Comunales como mecanismos de participación ciudadana; se aborda el papel de la Comuna en la construcción del Nuevo Modelo Productivo y del Estado comunal, haciendo referencia a las tensiones que aún prevalecen entre estas nuevas formas de organización del poder territorial con las gobernaciones, alcaldías, ministerios y otros entes públicos en los que todavía se represa buena parte el poder y se reproducen las desviaciones de la burocratización y el burocratismo. Se hace un análisis de la Ley de Comunas como un paso crucial en la destrucción y superación del Estado burgués heredado de la IV República y del Estado burocrático que amenaza la buena marcha de la Revolución Bolivariana, analizando importantes definiciones que se plasman en el contenido de esta Ley, tales como Socialismo, Estado comunal, Comuna, Comunidad, Parlamento Comunal, etc., a través de las cuales la construcción del socialismo venezolano comienza a perfilar su propia naturaleza y una orientación muy singular que plantea una diferencia esencial con los intentos fallidos por construir el socialismo en el siglo XX.

El séptimo capítulo es una síntesis lógica de los procesos de control obrero y participación ciudadana que se abordan por separado en los dos capítulos anteriores. En este sentido, se fundamenta la necesidad de profundizar la construcción de un Nuevo Modelo Productivo con Control Obrero y Comunitario a partir de la alianza entre los Consejos de Fábrica y los Consejos Comunales y del impulso a las Comunas. Retomando la tesis de que no es lo mismo estatizar que socializar, se contrasta la idea de expropiar para convertir en propiedad estatal lo que antes era propiedad privada frente a la alternativa de democratizar, no el capital, sino la propiedad sobre los medios de producción fundamentales a través de nuevas formas de propiedad social que aseguren que los trabajadores directos y miembros de la comunidad sean y se sientan los verdaderos copropietarios sociales de esos medios de producción, distribución y comercialización que ha sido expropiados a sus dueños capitalistas, dejando claro que los excedentes que se generen en esas empresas socializadas no serán distribuidos como dividendos o ganancia individual, sino que serán la fuente de recursos para financiar la inversión social y comunitaria que decidan de mutuo acuerdo los Consejos de Fábrica y los Consejos Comunales, sin mediaciones burocráticas de ningún tipo. En el marco de los mandatos constitucionales que plantean una economía mixta, se fundamenta al final de este capítulo la necesidad y conveniencia de condicionar el acceso de las empresas a los incentivos públicos, al cumplimiento de claros compromisos con la construcción de un Nuevo Modelo Productivo que erradique las causas estructurales del desempleo, la pobreza y la exclusión social.

A la luz de todo lo planteado en los capítulos anteriores, en el octavo y último capítulo se abordan las condiciones objetivas y subjetivas que deben madurar para hacer posible la sustitución del viejo Estado burocrático por un nuevo Estado comunal que facilite la transición al socialismo de la Revolución Bolivariana. Se hace un balance de la Revolución Bolivariana desde una visión integral destacando las dimensiones o áreas del país donde se aprecian de manera indiscutible los cambios profundos y rápidos que ha logrado la Revolución. Se analiza el cambio radical en la correlación de fuerzas que se inició con el triunfo electoral de 1998 hasta lograr una recomposición sustancial del mapa político, el cual se expresa en la composición de la Asamblea Nacional y en la proporción de alcaldes y gobernadores que apoyan al Gobierno Bolivariano. Igualmente se destacan los avances en el campo social, lo cual se expresa en la significativa y rápida reducción de los niveles de desempleo, pobreza y exclusión social; en la erradicación del analfabetismo, el aumento de la tasa de escolaridad en educación primaria y media; así como el notable incremento de la matrícula universitaria; la inclusión de millares de venezolanas/os en la atención médica gratuita y demás derechos sociales básicos. Se aclara que esta notable mejoría en los indicadores sociales ha sido gracias a la inversión social de la renta petrolera y se advierte aquí que una revolución política y social sin una revolución económica y cultural es una revolución insostenible e inviable en un contexto de prolongada caída de la renta petrolera. Por esta razón, se profundiza en el análisis crítico de una política económica que en la primera década del Gobierno Bolivariano se enfocó en reactivar –más no en transformar-, el aparato productivo existente ante la urgencia de recuperar el nivel de empleo y paliar los estragos que la pobreza y exclusión social estaban causando en la población. Se explican las razones por las cuales en ese período la economía se hace más capitalista y se demuestra como en este sector se recrudece la explotación de los trabajadores, justificando la ejecución de acciones más radicales para sustituir esas relaciones de explotación del trabajo ajeno -que son las que generan pobreza y exclusión- por nuevas relaciones sociales de producción basadas en la cooperación, la complementación y la equidad. Una vez que se ha definido el carácter socialista de la Revolución Bolivariana, argumentamos la necesidad de dar por concluida la etapa de concesiones e incentivos al capital y, en delante, reorientar los estímulos y ayudas de la política económica, ya no a reactivar el aparato productivo existente, sino a transformarlo en una nueva economía de amplia y creciente inclusión social, en manos de los trabajadores directos y de la comunidad.

Todos y cada uno de los capítulos de este libro están dedicados a animar y profundizar el debate sobre los nuevos y mejores caminos que nos lleven a sustituir un régimen histórico basado en la explotación del trabajo ajeno y en el afán de maximizar el beneficio individual, por una nueva sociedad organizada en función de dirigir el esfuerzo productivo para satisfacer las creciente necesidades sociales y hacer posible el desarrollo humano integral de todas las personas. Qué estas páginas sean útiles para seguir haciendo el camino en cuyo recorrido se sigan incluyendo en la vida social los que aún quedan excluidos, en el que se liberen los que permanecen explotados y oprimidos, en el que puedan hablar y ser escuchados los que antes estaban ignorados, en el que puedan gobernar los que siempre han sido dominados, en el que puedan vivir con dignidad los que todavía no pueden vivir; útiles a ese camino en que la libre asociación y el libre desarrollo de cada persona sea la condición básica para lograr el libre y pleno desarrollo de todos los venezolanos.

martes, 22 de marzo de 2011

La revolución musical

Ví recientemente el documental “Tocar y Luchar” que recoge la exitosa experiencia del Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela. Y me queda la certeza de que en Venezuela la inmensa mayoría aún no hemos tomado conciencia de la profunda y trascendente transformación musical, cultural y social que se está logrando a través de ese tenaz esfuerzo.

Una de las claves de su indiscutible éxito reside, a mi juicio, en la internalización de un conjunto de nuevos valores que gobiernan la actuación de todos/as los que en ella participan. Una orquesta implica cultivar la capacidad para concertar, para ponerse de acuerdo, para armonizar. La conmovedora belleza del concierto magistral se logra cuando hay solidaridad y cooperación entre los integrantes de la orquesta, cuando se complementan todos y cada uno de los músicos y sus instrumentos, cuando hay reciprocidad y cada cual hace bien lo que le toca y entrega su mejor ejecución. Y lo mejor de todo es la equidad con la que toda la orquesta disfruta la mayor retribución o remuneración que pueden recibir: el aplauso del público.

Estos valores de la solidaridad, cooperación, complementación, reciprocidad y equidad han ido tejiendo el mapa mental de los integrantes que pasan por este sistema, el cual se propone crear una orquesta en todas las ciudades del país. Que mejor manera de superar y derrotar los viejos valores del individualismo y egoísmo que tanto daño le han hecho a la humanidad.

A través del Sistema de Orrquestas no se trata de transformar a personas que han caído en los antivalores humanos, sino de formar desde la propia infancia al hombre nuevo y la mujer nueva para que, desde temprana edad, sean portadores de los más elevados valores humanistas, expresión de los mejores y más sublimes sentimientos. Tampoco se trata de una experiencia elitesca, que hace de una orquesta sinfónica una práctica de minorías para minorías o la ejecución de una minoría de músicos para la mayoría de espectadores. Más bien, se trata de un proceso de amplia y creciente inclusión social, de mayorías para las mayorías, de participación masiva que ha logrado incorporar a millones de venezolanos que interactúan en comunidad. Sin lugar a dudas, el Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles es una revelación triunfal de la nueva sociedad que en Venezuela se construye.

viernes, 4 de marzo de 2011

Libro "Del Estado burocrático al Estado comunal"

Por: Davgla Rodríguez
Publicado en la Revista América XXI
Víctor Álvarez, investigador del Centro Internacional Miranda (CIM), quién recibió Mención Honorífica del Premio Internacional “Libertador” al Pensamiento Crítico y también el Premio Municipal “Gustavo Machado” al Pensamiento Político por su obra “Venezuela: ¿Hacia dónde va el Modelo Productivo?”, nos presenta ahora su nuevo libro: “Del Estado Burocrático al Estado Comunal”


El libro fue editado por el Centro Internacional Miranda en el marco de su colección "Debates"



En este nuevo libro, el ex Ministro Víctor Álvarez nos presenta un análisis crítico del papel del Estado en la Revolución Bolivariana. Analiza las dificultades del Gobierno del Presidente Chávez para profundizar las grandes transformaciones revolucionarias mientras se mantenga ese andamiaje. Plantea que las transformaciones pendientes no dependen de seguir ganando elecciones, sino de la toma real del poder a partir de la construcción de un nuevo Estado comunal al servicio de los intereses del pueblo y de la Revolución.


Álvarez, quién también se desempeñó como director de PDVSA y presidente del Banco de Comercio Exterior, analiza la tendencia a la burocratización del Estado que deriva en el secuestro de la propiedad estatal y la entronización del burocratismo como una especie de burguesía funcional. Cuestiona la propiedad estatal absoluta como forma superior de la propiedad social y la considera como la base material del capitalismo de Estado que se implantó en los países del llamado socialismo real, en los cuales las élites burocráticas secuestraron la propiedad estatal y la administraron como una propiedad privada. Plantea la lucha contra el burocratismo como una forma de lucha de clases en los propios marcos de la construcción socialista y fundamenta la necesidad de impulsar nuevas formas de propiedad social que empoderen a los trabajadores directos sobre los medios de producción.


El investigador del CIM fundamenta la importancia de la participación activa y protagónica de los trabajadores y la comunidad organizada, con el fin de consolidar la alianza popular con miras a lograr un verdadero control del pueblo sobre los procesos productivos que resultan imprescindibles para asegurar su supervivencia y reproducción. Aborda el papel de la Comuna en la construcción del nuevo Estado comunal y expone las tensiones que aún prevalecen entre estas incipientes formas de organización con las gobernaciones, alcaldías, ministerios y otros entes públicos en los que todavía se represa buena parte el poder y se reproducen las desviaciones del burocratismo. Sobre esta base fundamenta la necesidad de construir un Nuevo Modelo Productivo a partir de la alianza entre Consejos de Fábrica y Consejos Comunales.


El autor nos explica por qué no es lo mismo estatizar que socializar y contrasta la idea de convertir en propiedad estatal lo que antes era propiedad privada frente a la alternativa de impulsar nuevas formas de propiedad social que aseguren que los trabajadores directos y la comunidad sean los verdaderos copropietarios sociales de esos medios de producción. Demuestra que la notable mejoría en los indicadores sociales ha sido gracias a la inversión social de la renta petrolera y concluye que una revolución política y social sin una revolución económica y cultural es una revolución insostenible en un contexto de prolongada caída de la renta petrolera.


Se trata de un libro dedicado a atizar el debate sobre los mejores caminos que nos pueden llevar a sustituir un régimen histórico basado en la explotación del trabajo ajeno y en el afán de maximizar el beneficio individual, por una nueva sociedad organizada en función de dirigir el esfuerzo productivo para satisfacer las creciente necesidades sociales y hacer posible el desarrollo humano integral.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Claves para la transformación universitaria y productiva

Más que un debate sobre la Ley de Educación Superior, lo que está planteado actualmente en Venezuela es la transformación integral de la universidad. Las universidades surgieron para reproducir los sistemas económicos, políticos y sociales. Por eso, la nueva universidad también está llamada a responder a los mandatos constitucionales de impulsar la democracia participativa y protagónica en la dimensión económica.
En nuestro país, la densidad empresarial por cada mil habitantes es muy baja. De allí que no se generen suficientes empleos productivos para absorber el incesante crecimiento de la población económicamente activa. Para compensar el fenómeno del desempleo, el Estado asume un rol empleador y por eso las nóminas públicas están atiborradas. Pero este es un empleo inflacionario, toda vez que sus sueldos no tienen como respaldo un aumento en la producción. Para contribuir a la estabilidad económica y al bienestar social, la nueva universidad debe graduar un profesional emprendedor, dispuesto a multiplicar el número de unidades productivas en las que se creen puestos de trabajo realmente productivos, en función de asegurar una abundante oferta de los bienes y servicios que se requieren para satisfacer las necesidades básicas y esenciales de la gente.
La nueva universidad está llamada a estimular el espíritu emprendedor del egresado universitario para que sea capaz de crear empresas de propiedad social -sin fines de lucro pero sin vocación de pérdida-, destinadas a generar un creciente excedente para ser invertido como ganancia social en la mejora de las condiciones laborales de los trabajadores y del entorno comunitario. Solo así será posible la apropiación colectiva de la riqueza producida por el conjunto de la sociedad y erradicar, de esta manera, las causas estructurales que generan desempleo, pobreza y exclusión social.
La universidad pública no puede seguir graduando profesionales que salen a buscar empleo. Tiene que estimular el espíritu emprendedor del egresado para que sea capaz de llevar adelante proyectos productivos difusores de las nuevas relaciones de solidaridad, cooperación, complementación, reciprocidad, equidad y sustentabilidad que deben gobernar la lógica del nuevo modelo productivo que en Venezuela se construye.
Para que sea cierta y verdadera, la transformación universitaria tiene que expresarse en la transformación del sujeto que está graduando, cuyo perfil debe estar cada vez más orientado a:
• Construir un nuevo modelo productivo de amplia y creciente participación y control popular, en manos de los trabajadores directos, los consumidores organizados y de la comunidad.
• Impulsar nuevas formas de propiedad social en las esferas de la producción, distribución y comercialización de los bienes y servicios que son imprescindibles para satisfacer las necesidades básicas y esenciales de la sociedad.
• Profundizar la vinculación universidad-comunidad a través de la identificación, organización y desarrollo de sus potencialidades económicas y productivas.
• Desarrollar sus capacidades emprendedoras y su compromiso con la construcción de una nueva sociedad basada en la ética del trabajo, la solidaridad y la cooperación.
Como recordamos al comienzo, las universidades fueron creadas para reproducir los sistemas económicos, políticos y sociales. Por eso, la universidad que se creó en los marcos del modelo capitalista -aunque en ella se abran camino fuerzas progresistas y revolucionarias-, su esencia rinde culto al comportamiento individual y a la competencia de todos contra todos, tras la falsa creencia de que así todos progresarán. Considera a la competencia como la fuerza motriz del desarrollo. Cualquier comportamiento diferente, como serían la solidaridad y la cooperación, es considerado absurdo y contrario a la naturaleza humana. No conciben otra manera de organizar la actividad económica que no sea en torno al afán de lucro y a la maximización de la ganancia y rentabilidad del capital.
Para que la inclusión en la educación universitaria contribuya realmente a la construcción de una nueva sociedad, es necesario plantearse la transformación integral de la universidad. En ésta todavía se forman los reproductores de un orden económico basado en la explotación del trabajo asalariado, generador de desempleo, pobreza y exclusión social.
El egresado de la universidad pública debe ser consciente de la diferencia entre las prioridades del capital que lo emplea y los problemas de la sociedad a la cual está llamado a servir. Una cosa es formar empresarios capitalistas y otra muy distinta es formar emprendedores socialistas que difundan nuevas relaciones sociales de producción.
La transformación universitaria en marcha tiene que plantearse un nuevo perfil del egresado universitario. No se trata de seguir graduando profesionales que salen a buscar empleo o a crear empresas guiadas por el afán de lucro, sino de emprendedores comprometidos con la tarea de crear empresas de propiedad social, cuyos excedentes -en lugar de ser repartidos como ganancia capitalista-, sean invertidos como ganancia social, contribuyendo así a la generación de trabajo estable, a la producción de bienes y servicios destinados a satisfacer las necesidades básicas y esenciales del pueblo trabajador, y al buen vivir de las amplías mayorías antes empobrecidas y excluidas.