viernes, 18 de junio de 2021

¿Cómo evitar la sobrerrepresentación del Partido ganador en las Megaelecciones de noviembre?


Víctor Álvarez R.

En las Parlamentarias de 2010 el oficialismo obtuvo el 65% de los diputados con apenas el 50% de los votos. En las Parlamentarias de 2015 la oposición obtuvo el 67 % de los cargos con apenas el 55% de los votos. Y en las Parlamentarias de 2020 el oficialismo se llevó el 90 % de los curules con solo el 61% de los votos.

¿Qué es lo que origina semejante desproporción entre el porcentaje de votos obtenidos y el porcentaje de cargos ganados? El problema surge porque hay una especie de doble contabilización del voto de un mismo elector. En cada estado o municipio hay un número limitado de diputados o concejales a elegir, pero un mismo elector vota a su vez por candidatos uninominales y por una lista. En consecuencia, la sobrerrepresentación del ganador se debe a que los cargos que obtiene un Partido por vía nominal no se descuentan de los cargos que obtiene por lista, gracias al mismo votante.

Sin Presupuesto Nacional no hay Política Económica


Víctor Álvarez R. 

El Presupuesto Nacional es un instrumento de extraordinaria importancia en el diseño y ejecución de la política económica. El cobro de impuestos es la forma clásica como los Estados recaudan ingresos de los privados para poder entregar a la sociedad bienes y servicios públicos. La política tributaria grava con impuestos a los diferentes agentes económicos, pero no siempre lo hace con base en el nivel de ingresos de cada quien, impuestos como el IVA se aplica a todos por igual, sin importar el nivel de ingresos. Por el otro lado está el gasto público como un mecanismo de redistribución del ingreso, el cual suele incluir subsidios que benefician a pobres y ricos por igual.

Un buen gobierno debería arroparse hasta donde le llega la cobija y no gastar más de lo que le ingresa. Sin embargo, para no afectar su popularidad, con frecuencia los gobiernos hacen todo lo contrario, tienden a gastar más de lo que reciben y por eso incurren en un permanente déficit fiscal. En Venezuela, el ingreso fiscal de origen petrolero se ha desplomado, pero también se ha descalabrado la recaudación de ISLR e IVA. Un gobierno sin impuestos se financia con desmesuradas emisiones de dinero sin respaldo que disparan los precios; es decir, se financia con un impuesto inflacionario.

¿Cómo se financia esta brecha entre los ingresos y gastos del gobierno? ¿Cuáles son las opciones disponibles para nivelar los ingresos y gastos del gobierno y qué consecuencias tiene cada una para la economía y la sociedad? ¿Cómo paga la sociedad las gratuidades o los subsidios indebidos? ¿Cómo llevar a cabo un ajuste fiscal y una reforma tributaria sin que los costos recaigan sobre los sectores más vulnerables de la economía y la sociedad?

domingo, 13 de junio de 2021

¿Cuáles son los cambios en la política económica venezolana?


 

Víctor Álvarez R. 

El efecto combinado del colapso de la renta petrolera, el endurecimiento de las sanciones y el impacto económico de la pandemia ha obligado al gobierno a activar válvulas de escape para aliviar la presión económica y social.

Un gobierno sin capacidad financiera para sostener el modelo nacionalista y estatista ha puesto en marcha un proceso de apertura comercial, desregulación, liberalización, privatización, dolarización y apertura a la inversión extranjera. Son las nuevas tendencias en la economía venezolana que pudieran consolidarse y llegar a ser irreversibles.

Estas reformas económicas crean un ambiente propicio para el emprendimiento y la iniciativa privada.  Y quien no perciba estos cambios debido al ruido de la diatriba política, se quedará al margen de las nuevas oportunidades de negocio e inversión que empiezan a aparecer en Venezuela.

De hecho, en este abandono del modelo económico nacionalista y estatista ha jugado un papel muy importante la presión de los inversionistas privados que están dispuestos a correr los riesgos de hacer negocios en un país sancionado, pero en un contexto de apertura comercial y liberalización económica.

El gobierno se ha dejado de dogmatismos y para sobrevivir al colapso de la renta petrolera, las sanciones económicas y los estragos del Covid-19 abandona el modelo nacionalista y estatista y se abre a la inversión privada nacional y extranjera. Veamos los cambios más importantes.

Apertura comercial

Para compensar la escasez derivada de la reducción en un 80 % del tamaño del PIB, el gobierno ha abierto el mercado interno a toda clase de importaciones que compiten ventajosamente con la producción nacional. Ha exonerado una amplia gama de códigos arancelarios del pago de impuestos de importación que, en condiciones de apreciación del tipo de cambio, hace mucho más lucrativo importar que producir.

La dolarización

La dolarización transaccional ha sido forzada por la hiperinflación que disolvió el poder de compra de los billetes y obligó a sustituirlos por la divisa estadounidense. El billete de más alta denominación es de Bs. 1.000.000 y no alcanza para comprar un dólar. Para no trancar el mercado interno por falta de medios de pago, el Ejecutivo ha permitido el uso de divisas en las transacciones locales, práctica que antes era perseguida y penalizada. La dolarización transaccional presiona la dolarización de los servicios financieros para que este creciente circulante en divisas se pueda canalizar hacia el financiamiento de la producción y el consumo.

Privatización

Las sanciones económicas recaen sobre las empresas del sector público. Corporaciones trasnacionales con intereses en territorio estadounidense no pueden hacer negocios con empresas del gobierno. Debido a los bajos salarios, el sector público no cuenta con la capacidad técnica ni logística para mantener operativas las empresas manufactureras en su poder, ni asegurar los servicios de agua potable, gas doméstico, electricidad, telecomunicaciones y vialidad. Para evitar el colapso en estos sectores el gobierno se plantea privatizar la gestión de estos al amparo de la Ley Antibloqueo que permite este tipo de acuerdos en el más absoluto secretismo.

Inversión extranjera

El gobierno ni Pdvsa tienen recursos financieros para levantar la producción de petróleo y gas. Tampoco puede reactivar las refinerías. Necesita de la inversión privada nacional y extranjera para reactivar estos sectores cuya buena marcha es imprescindible para el buen funcionamiento del resto de la economía.

Mientras el ingreso petrolero se mantenga bajo y las sanciones no se levanten, los procesos de apertura y liberalización económica se profundizarán. Solo una recuperación de la extracción de petróleo en torno a los 3 millones de barriles diarios y precios por encima de 80 $/b le devolverían al gobierno su capacidad para controlar y estatizar la economía, y ese escenario en el corto y mediano plazo está totalmente descartado.

Es la cruda realidad es la que ha forzado al gobierno a ser pragmático y a abandonar ideologías y dogmas. Aflojar los controles es la clave para su sobrevivencia. Así lo ha entendido el régimen cuyo pragmatismo apunta a preservar su modelo político de dominación hegemónica. Si no respira la economía, el poder político se asfixia.

Las Zonas Económicas Especiales (ZEE)

Son regiones geográficas en las que rige un marco legal diferente al vigente en el resto del país. Las nuevas inversiones que allí se realicen son liberadas de impuestos, controles económicos y regulaciones laborales y ambientales a través de la implantación de un régimen socioeconómico especial que asegura -por un período no menor de diez años-, la devolución automática, total o parcial del impuesto de importación, del impuesto sobre la renta (ISLR) y del impuesto al valor agregado (IVA); así como la exención de los regímenes aduaneros aplicables a la importación y exportación de materias primas, insumos y bienes de capital destinados a crear una oferta exportable que genere las divisas que ya no aporta el petróleo.

En las ZEE se limita la organización de sindicatos para exigir mejores salarios y condiciones laborales; y las medidas de protección ambiental para el tratamiento de emanaciones gaseosas, efluentes líquidos y desechos sólidos también se pueden flexibilizar y desaplicar.

En un país en el que el tamaño de la economía se ha reducido 80 % y el salario mínimo es de apenas 2,5 dólares mensual, el gobierno nacionalista y estatista se abre a la inversión extranjera y le ofrece exoneraciones de impuestos y bajos salarios para que vengan a explotar los recursos naturales que el país tiene.

Escuche el podcast de Pedagogía Económica: ¿Hacia dónde va la economía venezolana? https://anchor.fm/Pedagog%C3%ADaEcon%C3%B3micaConV%C3%ADct/episodes/Hacia-dnde-va-la-economa-venezolana-e10olj9

jueves, 3 de junio de 2021

Las consecuencias de una dolarización espontánea y caótica


 

Víctor Álvarez R. 

Mientras la hiperinflación continúe, por muy altos que sean los billetes de mayor denominación, estos alcanzarán cada vez menos para pagar incluso los bienes y servicios de menor precio. El billete de mayor denominación de un millón de bolívares no cubre ni siquiera el costo de una empanada o un café.

En las ciudades del país, sin importar su tamaño, las operaciones de compra-venta están cada vez más dolarizadas. En las ciudades fronterizas superan el 90 % y tiende a usarse la moneda del país vecino. En los sectores abastecidos por productos importados -como el de electrodomésticos- prácticamente el 100 % de las transacciones se hace en dólares.

El bolívar cada vez se usa menos para fijar los precios y como medio de pago. Es más fácil que alguien tenga en su cartera un billete de un dólar que uno de un millón de bolívares que ya no alcanza ni siquiera para comprar un dólar.

La dolarización transaccional es un hecho. La cantidad de divisas que circula internamente es cada vez mayor y esto ejerce una incesante presión para la dolarización de los servicios financieros. Las empresas y familias no pueden seguir guardando su ingreso en divisas en una caja fuerte o debajo del colchón. Es necesario que este creciente circulante en dólares se canalice a través de los bancos hacia el financiamiento de la producción y el consumo.