Víctor Álvarez R.
Mientras
la hiperinflación continúe, por muy altos que sean los billetes de mayor
denominación, estos alcanzarán cada vez menos para pagar incluso los bienes y servicios
de menor precio. El billete de mayor denominación de un millón de bolívares no
cubre ni siquiera el costo de una empanada o un café.
En
las ciudades del país, sin importar su tamaño, las operaciones de compra-venta
están cada vez más dolarizadas. En las ciudades fronterizas superan el 90 % y tiende
a usarse la moneda del país vecino. En los sectores abastecidos por productos
importados -como el de electrodomésticos- prácticamente el 100 % de las
transacciones se hace en dólares.
El
bolívar cada vez se usa menos para fijar los precios y como medio de pago. Es
más fácil que alguien tenga en su cartera un billete de un dólar que uno de un
millón de bolívares que ya no alcanza ni siquiera para comprar un dólar.
La dolarización transaccional es un hecho. La cantidad de divisas que circula internamente es cada vez mayor y esto ejerce una incesante presión para la dolarización de los servicios financieros. Las empresas y familias no pueden seguir guardando su ingreso en divisas en una caja fuerte o debajo del colchón. Es necesario que este creciente circulante en dólares se canalice a través de los bancos hacia el financiamiento de la producción y el consumo.
Muchas
economías que optaron por la dolarización lo hicieron porque el dólar ya
era el medio de pago predominante. Cuando Ecuador dolarizó, el 54% de los
depósitos del público en el sistema financiero era en dólares y el 66% de la
cartera de crédito estaban en dólares. En Venezuela, la dolarización se ha ido
imponiendo por la fuerza de los hechos y pareciera que lo único que queda
pendiente es que se dolaricen los salarios y se tome la decisión oficial de
sustituir el bolívar por el dólar.
Los
problemas económicos no tienen el mismo significado para todos. Para los
hogares el problema más importante es la hiperinflación, para los exportadores
es la fijación de un tipo de cambio que respalde su competitividad
internacional, para el sector financiero es la liberación de las tasas de
interés. La dolarización oficial no es la panacea para todos. Es necesario evaluar
los costos y beneficios que genera. En el sector público y privado se tendrá
que pagar los salarios en dólares, también las pensiones y jubilaciones, hasta
los impuestos se pagarán en dólares.
Los
críticos acusan a los partidarios de la dolarización de una visión
inmediatista, que se agota en los beneficios de corto plazo y pierden de vista
los costos que se pagan a largo plazo, cuando el país ya no pueda hacer un uso
integral de las políticas cambiaria, monetaria y fiscal. ¿Cuál es el balance entre los pro
y contra de la dolarización? ¿Son más los impactos positivos que los negativos?
¿El saldo neto es favorable para el interés nacional?
Esta
pregunta es respondida por el economista Francisco Rodríguez en la última parte
de la larga conversación que sostuvimos con él sobre los pro y contra de la
dolarización: https://youtu.be/4Ndfu7U0Ki8
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