Víctor Álvarez R. / Director de Pedagogía Económica y Electoral
Donald
Trump ha criticado duramente la política de licencias petroleras de Biden hacia
Venezuela. Quiere romper
la inercia y afirma que está corrigiendo los errores
heredados. En su estilo
agresivo, ataca duro para luego negociar. Por eso suspende la licencia a Chevron.
Este
viraje en materia de licencias petroleras fue acelerado por las declaraciones
de Richard Grenell cuando afirmó que “la política de Trump para Venezuela no
es la un de cambio de régimen, sino la de construir una nueva relación”, declaración
considerada políticamente incorrecta por los congresistas republicanos de
Florida, Mario Díaz-Balart, Carlos Giménez y María Elvira Salazar, que lideran
la línea dura contra Cuba, Nicaragua y Venezuela. En la Cámara de
Representantes, la mayoría republicana se reduce a cuatro votos, y en la
delegación de Florida están votos muy sensibles a cualquier concesión que se
haga a favor de los regímenes que quieren derrocar. Esos congresistas dejaron
entrever que podían salvar los votos que Trump necesitaba para aprobar el
acuerdo presupuestario. Ante la urgencia, Trump anunció en sus redes sociales la
revisión de las licencias petroleras y el presupuesto se aprobó por un estrecho
margen de 217 votos a favor y 215 en contra.
Esto
explica el sorpresivo giro de Trump. Por ahora, no representa un cambio en la
estrategia de negociaciones directas entre la Casa Blanca y Miraflores, sino
una maniobra coyuntural para sortear las contradicciones internas
de los republicanos que apoyan a Trump en el Congreso, y sería apresurado definirla
como la nueva política de la Administración Trump hacia Venezuela. Pero si a la
revocatoria de la licencia de Chevron le sigue la suspensión de las cartas de
conformidad bajo las cuales operan empresas europeas que no están sujetas a
licencias, la segunda Administración Trump estaría reeditando la política de máxima presión
para forzar un cambio político en Venezuela.
Impacto migratorio de la suspensión de las licencias petroleras
La impresión inicial fue que Trump no
regresaría a la política de máxima presión ni reeditaría las concesiones sin
contrapartida que otorgó Biden, que buscaría algo distinto y funcional a sus
prioridades, incluyendo facilitar la recuperación de la economía venezolana
para generar fuentes de empleo bien remunerados que alivien la migración
venezolana hacia EEUU que se ha multiplicado y figura entre las que más se ha beneficiado
del estatus de protección temporal, con más de 600.000 venezolanos con TPS, y 117.000
mil con permiso humanitario (parole) otorgados por Biden..
La
pronta visita de Richard Grenell, comisionado Presidencial para Misiones
Especiales, creó la expectativa de un canje de deportaciones masivas de
migrantes venezolanos a cambio de mantener las licencias petroleras. Trump se
juramentó el 20 de enero y el 31 de enero
Grenell viajó a Caracas para reunirse con Maduro en el Palacio de Miraflores.
Era la primera vez en muchos años que un diplomático estadounidense se dejaba
fotografiar junto al gobernante venezolano que aceptó recibir a los deportados y
abrir vías para avanzar hacia mayores acuerdos. Pero estas
vías están a punto de cerrarse. Si la
suspensión de las licencias es definitiva, nuevamente se interrumpirá el
acuerdo migratorio y así los planes de Trump para deportar migrantes
venezolanos se verán afectados.
Impacto geopolítico: Venezuela
estrechará lazos con rivales de EEUU
Con la suspensión de las licencias
petroleras, el gobierno venezolano tomará el control de las empresas mixtas
bajo control de Chevron, cuya operación pasaría a nuevos socios. ¿Quiénes sería
estos? Mike Wirth, director ejecutivo de Chevron, declaró a Financial Times
que “en Venezuela, en particular, lo que se ha visto cuando los países
occidentales se marchan, es que las empresas chinas y rusas han
aumentado su presencia”.
En
febrero, la vicepresidenta y Ministra de Hidrocarburos, Delcy Rodríguez,
se reunió en Nueva Delhi con el ministro de Petróleo y Gas Natural de India,
Hardeep Singh Puri, “para revisar el mapa de cooperación conjunta.” Por
su parte, Maduro afirmó que “nuestro porvenir energético cada vez estará más
vinculado con la India”.
Aparte de la
retirada oficial de Chevron, la OFAC puede prohibir las operaciones de las
empresas estadounidenses de servicios petroleros que se encuentran en
Venezuela, tales como Halliburton, Schlumberger, Baker
Hughes y Weatherford. El giro de la Administración Trump también
puede afectar las operaciones en Venezuela de Repsol, ENI y Maurel & Prom. Si se suspenden
definitivamente las licencias a las petroleras estadounidenses y europeas,
Venezuela ofrecerá mejores condiciones de participación a las empresas
provenientes de Rusia, China, Irán e India que estén dispuestas a incrementar
la compra de crudo venezolano y a ampliar su participación en la industria
petrolera nacional. Suspender definitivamente las licencias puede
generar efectos geopolíticos contrarios a las prioridades de Trump de alejar a sus
rivales asiáticos del hemisferio.
Daños a intereses energéticos y económicos
de EEUU
Donald Trump amenazó con “dejar
de comprar petróleo a Venezuela, no necesitamos su petróleo, tenemos 50 veces más que ellos”. Pero hay
poderosas razones técnicas, económicas y geopolíticas que dificultan esa
decisión. Si bien es cierto que EEUU se convirtió en uno de los principales
productores de petróleo gracias a la tecnología del fracking, ese
petróleo liviano no es el más adecuado para las refinerías estadounidenses que
fueron diseñadas para procesar los crudos pesados venezolanos. Mantener las
operaciones de fracking requiere precios superiores a 60 $/b para cubrir los
altos costos y ser rentables. Si los precios caen por debajo, a EEUU le
resultará más barato importar petróleo que consumir el propio. Y pueden caer si
se pone fin a la guerra en Ucrania y se conjura la amenaza de un conflicto
bélico entre Israel e Irán. Por lo tanto, no se trata de que EEUU produzca más
petróleo que Venezuela, sino de restricciones técnicas y económicas que
dificultan la sustitución de los crudos pesados venezolanos por los crudos
livianos y de alto costo del fracking.
Las reservas estratégicas de
petróleo de EEUU se han consumido a fin de evitar una presión de demanda que
incremente los precios. Corporaciones como Chevron tienen por delante
resolver un problema clave para garantizar su viabilidad a mediano y largo
plazo, toda vez que sufren una caída en sus reservas, agravada por una baja
tasa de reemplazo. Una de las
promesas electorales de Trump fue recuperar el nivel de la Reserva Estratégica
a 700 millones de barriles (MMB). Para lograrlo necesita inyectar 320 MMB.
Comprar semejante cantidad presionaría al alza los precios del petróleo,
cuestión que daría al traste con la promesa electoral de Trump de reducir los
costos de los combustibles y la energía.
La producción
de petróleo en EEUU gira en torno a los 13 MMBPD. A ese ritmo, sus reservas
durarían 6,4 años. Si EEUU consume diariamente casi el 20% de la demanda global
y Venezuela tiene casi el 20% de la reserva mundial, a EEUU le conviene
recuperar el suministro del petróleo venezolano. De hecho, según el
Departamento de Energía, las reservas subieron de 346 a 380 MMB a partir de
octubre de 2023, cuando Chevron recibió una licencia para reactivar sus
operaciones en Venezuela, pero las cuantiosas reservas de petróleo que subyacen
en el suelo venezolano solo podrán extraerse sin se levantan las sanciones.
EEUU necesitan asegurar nuevas reservas para garantizar sus operaciones
futuras y Venezuela representa una fuente segura para reponer esas reservas.
Pero si Rusia,
China, Irán e India ocupan los espacios que EEUU deje vacíos, luego le será muy
difícil recuperarlos.
Donald Trump no es un kamikaze
En la Segunda Guerra Mundial, los pilotos suicidas japoneses
estrellaban el avión que tripulaban cargado de explosivos para destruir un
objetivo. Sin lugar a
dudas, con la suspensión de la licencia a Chevron Trump dio un
sorpresivo bandazo, pero los efectos
contraproducentes y dañinos para EEUU de prolongar y endurecer las sanciones
petroleras mantienen la expectativa de que finalmente se decantará por una
relación más pragmática que sea de mutuo beneficio para ambas naciones.
Entre las prioridades de Trump están las
deportaciones masivas, el acceso seguro de EEUU a reservas de petróleo, alejar
a Venezuela de los rivales geopolíticos de EEUU, y restaurar la democracia
venezolana. ¿Por cuál de estas prioridades Trump está dispuesto a entenderse
con Maduro? ¿Cómo negociar esas prioridades sin entrar en conflicto con los
congresistas republicanos de Florida que apoyan su gobierno? ¿Estará Trump
dispuesto a una negociación directa con Maduro para alinear la flexibilización
de las sanciones con los intereses de seguridad energética, migratorios y
geopolíticos de EEUU?
A pesar del desconcertante giro dado por
Trump, la política de
EEUU hacia Venezuela aún no está claramente definida y todavía tiene margen de negociación.
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