Víctor Álvarez R. / Director de Pedagogía Electoral
En las
presidenciales del pasado 28 de julio de 2024, el poder electoral dio como
ganador al candidato oficialista, un sorprendente e inesperado resultado
contrario a las encuestas preelectorales, a las mediciones a boca de urna, y a
las actas en manos de los testigos de la oposición. La Sala Electoral del
Tribunal Supremo de Justicia ratificó este resultado sin que antes se
publicaran las actas desagregadas por mesas y centros electorales que comprobaran
la veracidad de la totalización anunciada.
Cuando esto se
repite una y otra vez, el elector percibe que su voto no tendrá ningún efecto
en el resultado y decide que no volverá a votar. De hecho, se han
vuelto a escuchar las consignas abstencionistas y desmovilizadoras que dicen:
“en Venezuela se vota, pero no se elige”,
“participar en las próximas elecciones es convalidar la farsa electoral del
régimen”, “no voy a votar porque no quiero que me vuelvan a robar el voto”.
Esto es lo que
la psicología llama la desesperanza aprendida, un concepto que
analiza y describe un estado mental en el que una persona -expuesta a
estimulaciones aversivas que no puede controlar-, aprende a
comportarse pasivamente, al ver que es inútil su acción para cambiar un
resultado no deseado.
Justamente, el
deterioro de las condiciones electorales forma parte de las estimulaciones
aversivas que el elector descontento no puede controlar y se revela como una
eficaz estrategia del régimen para implantar la desesperanza aprendida
en el mapa mental de los electores venezolanos. En esencia, se trata de un
mecanismo de dominación para influir en la conducta electoral del votante
opositor y una vez más provocar la abstención que convierta en mayoría a la
minoría oficialista.
En el maratón electoral de 2025 se convocaron comicios para elegir 3.375 cargos públicos, a saber:
ü 285 diputados a la Asamblea Nacional;
ü 24 gobernadores;
ü 260 legisladores regionales;
ü 335 alcaldes; y
ü 2.471 concejales.
Después
del shock desmoralizador y paralizante de las Presidenciales del 28-J, se sabía
que el CNE convocaría de manera apresurada las elecciones parlamentarias y
regionales para dejar fuera de juego a un sector de la oposición que se enfocó
en reclamar los resultados de las presidenciales, pero no reaccionó ni se
preparó con tiempo para participar en las siguientes elecciones parlamentarias
y regionales que podía ganar por paliza, tomando en cuenta el enorme rechazo a
los candidatos oficialistas, y así demostrar una vez más con quien está la
soberanía nacional ejercida a través del voto.
Pero en vez de llamar a votar, llamaron a la abstención.
Por eso, en
las parlamentarias y regionales que se celebraron el pasado 25 de mayo el
resultado estaba cantado y no había nada que hacer: se impuso la abstención que
le permitió al oficialismo ganar la mayoría de los primeros 569 cargos en
disputa. De hecho, arrasaron con 23 de las 24 gobernaciones y 256 de los 285
diputados a la Asamblea Nacional.
Si en los próximos
comicios municipales en los que se elegirán 335 alcaldes y 2.471 concejales
nuevamente se impone la abstención, una vez más el oficialismo convertirá en
mayoría su decadente minoría, y barrerá con la mayoría de los 2.806 cargos en
disputa, lo cual dejaría prácticamente sin representación política al país
descontento.
Por lo tanto,
los candidatos que expresan el malestar nacional y sí se pudieron inscribir
para competir en las municipales del 27-J, tienen por delante el reto de presentar
una oferta electoral conectada con el sentir de la gente, y de armar una
maquinaria electoral capaz de defender los votos en cada mesa electoral. Esto
ayudará a recuperar la confianza en la institución del voto para capitalizar
electoralmente el enorme rechazo a los candidatos oficialistas, y recuperar
espacios de resistencia y lucha institucional para comenzar a construir una favorable
correlación de fuerzas que impulse la restauración de la democracia venezolana de
abajo hacia arriba, desde los estados y municipios.
Sin contrapesos institucionales para
poner límites al control del gobierno sobre los demás poderes públicos se
deteriora aún más la democracia. Quienes detentan el Poder Ejecutivo van
controlando y subordinando los demás poderes públicos hasta imponer su
hegemonía institucional, con un CNE y un TSJ a su favor.
Ciertamente, las condiciones electorales
son cada vez más desventajosas, pero no anulan la inigualable ventaja que
otorgan las favorables condiciones políticas derivadas del
enorme rechazo a los candidatos oficialistas. De allí que abstenerse es mucho
más que no votar. Abstenerse es claudicar, es rendirse, es no luchar para
lograr que el malestar nacional quede mejor representado en los poderes
públicos de elección popular. Hay por lo menos diez poderosas razones para
participar en las próximas elecciones municipales que se realizarán el domingo
27 de julio:
1. Para independizar las decisiones de
participación política en las regiones de una dirigencia centralista que solo
le interesa la presidencia de la República.
2. Para promover la emergencia de un
nuevo liderazgo municipal del cual surgirá una nueva dirigencia política mejor
conectada con el sentir regional y nacional.
3. Para armar una maquinaria de
organización política y fortalecer la capacidad de participación y movilización
ciudadana.
4. Para capitalizar electoralmente
el enorme descontento nacional.
5. Para volverse a contar y demostrar
una vez más con quien está la soberanía nacional ejercida a través del voto.
6. Para no convertir en mayoría a la
minoría oficialista.
7. Para recuperar espacios de
resistencia y lucha institucional.
8. Para hacerle contrapeso al
gobierno e impedir que siga arrollando y pasando la aplanadora.
9. Para lograr una mejor
representación del país descontento en las alcaldías y concejos municipales que
es donde se deciden los asuntos que están estrechamente vinculados con los
habitantes del municipio.
10. Para impulsar el reencuentro y la
reconciliación nacional desde los municipios y contribuir a superar el largo
conflicto político venezolano.
Con el férreo control político,
económico, social, militar y territorial que ha logrado el régimen, no hay vía rápida para restaurar la
democracia venezolana. Esto será posible cuando el país descontento y políticamente
organizado, acumule suficientes fuerzas para lograr la reinstitucionalización
de los poderes públicos y obligar al gobierno a sentarse a negociar una
solución electoral y pacífica del conflicto político.
Restaurar la democracia venezolana y recuperar
la alternabilidad en el poder será posible a través de un gradual y sostenido
proceso de acumulación de fuerzas que comienza por no rendirse y dar la pelea
para ganar todo lo que se pueda de los 2.806 cargos que se disputarán en las
municipales del 27 de julio, a fin de convertirlos en espacios de resistencia y
lucha institucional que le hagan contrapeso al gobierno y pongan freno a la
deriva autoritaria del régimen.
Por todas estas razones, el país
descontento está llamado a votar masivamente en las elecciones municipales del próximo
27 de julio.
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