Víctor Álvarez R.
Sin lugar a dudas, este es el mejor momento en la carrera política de María
Corina Machado (MCM). Fue electa la candidata presidencial de un importante
sector de la oposición, más no el único. Tiene pendiente consolidar su
liderazgo que es cuestionado por otros sectores de la oposición venezolana a
quienes MCM tampoco reconoce. Ella no puede claudicar en su lucha contra la
inconstitucional inhabilitación de la que ha sido víctima, pero eso no le da
razón ni derecho para afirmar que sí la candidata no es ella, cualquier otro candidato es de Maduro.
Desde
Barinas, el gobernador Sergio Garrido, dijo: “No nos vamos a parar por María Corina Machado, escogeremos otro
candidato”. Garrido personifica el éxito de una decisión pragmática y
oportuna que se tomó en tiempo real cuando Freddy Superlano -el candidato de la
PUD a la gobernación-, le fue desconocido su triunfo, el CNE repitió los
comicios pero lo inhabilitaron a él y también a su sucesora para que no
pudieran competir y ganar. En protesta, la PUD hubiese podido llamar a la
abstención. Sin embargo, para capitalizar electoralmente el enorme rechazo al
candidato oficialista, el candidato inconstitucionalmente inhabilitado se hizo
a un lado y apoyó a un candidato de otro partido, Sergio Garrido, quien
finalmente se alzó con la victoria de la oposición en el emblemático estado de
Barinas, la tierra donde nació Hugo Chávez, el líder de la Revolución.
Pero según MCM, en Barinas Sergio Garrido resultó ser el candidato que Maduro quería que ganara las elecciones y por eso lo dejó competir. Dijo MCM: “Ya lo vivimos aquí, mucha gente habla del caso Barinas donde Maduro inhabilitó al candidato que había ganado, después a otro y después a otro, y terminó quedando un candidato, un gobernador, que hoy es absolutamente afín a Maduro, sigue la narrativa del régimen, promueve sus ideas y planteamientos”. Por ese camino, MCM se terminará peleando y alejando de sus aliados de la PUD.
Su principal asesor
político, Carlos Blanco, posteó en la red social X: “MCM no va a ser sustituida; ella expresa la voluntad nacional que no
puede, ni debe, ni va a traicionar.” Y agregó: “es la depositaria
de un sagrado mandato popular”. Siguen hablando
como si los dos millones y medio de personas que participaron en la Primaria de
la PUD equivalen al 100 % del REP que, según la última actualización, supera
los 21 millones. La votación obtenida por MCM en la Primaria equivale a un 10%
del padrón electoral. No es la voluntad nacional. Y descalificando a los otros
sectores de la oposición no lograrán sumar los votos que se necesitan para
ganarle a Maduro, quien tiene un potencial de votos de 25 % en las encuestas.
Para MCM y sus asesores, “el ejemplo que Barinas dio” no
aplica en su caso. Niegan tajantemente esa posibilidad: “No existe, la opción de que ella resigne
su candidatura no es aceptable”[1]. Una y otra vez han dicho: “Nosotros no
tenemos Plan B, que no sea el Plan A. (…) es indispensable la habilitación de
María Corina.”[2]
Si no tienen Plan B, ¿Qué van hacer cuando llegue el 25 de marzo y MCM no se
pueda inscribir en el CNE? ¿Van a desconocer las elecciones? ¿Llamarán a la
abstención? En EEUU, un grupo de congresistas plantea
que Washington debe desconocer cualquier ganador electoral de un proceso que excluya a MCM. Y
una resolución del Parlamento Europeo plantea que no se reconocerán las
elecciones ni los resultados electorales si no se respeta la participación de MCM.
Pero es tan grande el rechazo del candidato oficialista
en las encuestas (75%) que -aun cuando MCM no sea la candidata-, una oposición
unida en torno a un candidato de consenso tiene las mayores probabilidades de
ganar. Pero si MCM se empeña en que si no
es ella no es nadie y sin ella como candidata no hay elecciones legítimas,
se estará reeditando el error de 2018, cuando una oposición incapaz de ponerse
de acuerdo en torno a un candidato único y unitario se presentó dividida y otro
sector decidió llamar a la abstención, convirtiendo así en mayoría la menor
votación que recibió Maduro, en comparación con las Presidenciales de 2013.
Un líder no se
obstina en imponer su candidatura inhabilitada, a riesgo de perderlo todo. Comprende
a tiempo las trampas y obstáculos insalvables que le impone su adversario y
traza nuevos caminos. Actúa con sensatez y no se deja llevar por las emociones
que nublan la razón, ofreciéndole a sus seguidores lo que es imposible de
lograr: asegurar que se inscribirá como
candidata presidencial porque “el pueblo me habilitó”. En el Chile de
Pinochet, a pesar de que Ricardo Lagos lideraba las encuestas, comprendió que a él ni a ningún otro socialista Pinochet le
iba a entregar el poder. De allí aquella conversación con el candidato demócrata
cristiano, Patricio Aylwin, a quién le dijo: “el candidato a la presidencia tiene que ser capaz de ganar, cobrar y
gobernar”. Lagos tuvo la grandeza de hacerse a un lado para apoyar la
candidatura de Aylwin, quien finalmente se alzó con el triunfo, iniciando así
la transición chilena hacia la democracia, después de largos años de dictadura militar.
La historia reconocerá el aporte de quienes tuvieron la grandeza de
dejar a un lado sus ambiciones personales para priorizar el interés nacional.
Sí MCM aspira a ser la líder de la oposición, su candidatura no puede
convertirse en un punto de honor, al precio de perder la mejor oportunidad que
el país ha tenido para lograr un cambio político a través de los votos y en
paz. A MCM le corresponde ejercer el
liderazgo y convocar al país descontento a votar masivamente por una candidatura de
consenso que pueda ganar, cobrar y gobernar, en vez de cargar con la responsabilidad histórica de haber
impedido capitalizar electoralmente el enorme
rechazo al gobierno para lograr un cambio en el mando político por la vía
electoral y pacífica.
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