miércoles, 20 de julio de 2011

La industrialización socialista

La desindustrialización de la economía venezolana comienza en 1988 y se acentúa en los años siguientes. En 1987 se alcanza el máximo grado de industrialización, con un aporte de la manufactura al PIB de casi 20 %. Desde entonces cae de manera ininterrumpida hasta un nivel de 15% en el año 2010.
Ni el proteccionismo a ultranza ni la apertura indiscriminada pueden ser las opciones de política indus¬trial en Venezuela. La industrialización de la economía venezolana tiene que ser un proceso planificado de rápido crecimiento y desarrollo de las capacidades productivas y tecnológicas dedicadas a transformar materias primas en maquinarias, equipos y bienes de consumo final, con el fin de satisfacer las crecientes demandas y necesidades de la población y la producción. Es necesario estimular un proceso eficiente de sustitución de importaciones que no pierda de vista la necesidad de exportar. La sustitución de importaciones debe proseguir, pero su modalidad debe cambiar y tornarse mucho más selectiva y programada. Los principios de selectividad, racionalidad y reciprocidad son claves para relanzar con éxito el proceso de industrialización.
Principios de la industrialización socialista 
La industrialización socialista debe basarse en un conjunto de principios rectores tales como: el impulso a nuevas formas de propiedad social; creciente inclusión social y empoderamiento popular sobre la producción de los bienes destinados a satisfacer sus necesidades básicas y esenciales; distribución equitativa de la riqueza generada a partir del esfuerzo colectivo; preservación del ambiente; desarrollo equilibrado de las regiones; complementación de capacidades y recursos en el marco de la integración latinoamericana. Esto implica asegurar:
• Un crecimiento más acelerado de la industria manufacturera que el del PIB y el crecimiento de la población: la industria como sector dinámico que impulsa el desarrollo integral.
• Un crecimiento de la producción industrial superior al crecimiento de la demanda agregada interna.
• Un aumento de la inversión extranjera para transferencia tecnológica, formación de talento humano, asistencia técnica e industrialización local.
La industrialización de Venezuela no será obra del mercado. Se requiere una intervención inteligente del Estado para acordar los objetivos que se pueden alcanzar en materia de desarrollo industrial e identificar los instrumentos más efectivos para lograrlos. Es clave la armonización de la política macroeconómica y microeconómica, comenzando por la fijación de un tipo de cambio que exprese la verdadera productividad de la economía no petrolera.
Ni absolutismo de Estadodo ni fundamentalismo de mercado pueden ser los extremos en los que se debata el reimpulso a la industrialización. La idea de una ausencia total de intervención estatal es una con¬cepción tan absurda e irreal como la de concebir una socie¬dad donde la iniciativa privada no tenga cabida. En la construcción del socialismo venezolano, el Estado sustituye al mercado como rector del desarrollo, pero no como el principal mecanismo a través del cual se realiza la producción y la distribu¬ción. Más bien lo regula y reorienta hacia las grandes prioridades del desarrollo económico y social de la Nación.
El empresario socialista
Según el DRAE empresa significa “Acción de emprender. Acción arriesgada o de cierta dificultad en especial cuando se emprende con la intervención de varias personas. Unidad económica de producción de bienes y servicios”. Mientras que empresario lo define como “1) Director de una empresa que reúne los factores de producción y los dispone con arreglo a un plan para obtener su mejor rendimiento. 2) Propietario o contratista (…) que contrata los servicios de otras personas a cambio de una remuneración”.
En el socialismo del siglo XX, la figura del empresario fue satanizada y reducida a la del explotador del trabajo ajeno y depredador del ambiente. Con el argumento de desterrar cualquier posibilidad de restauración capitalista se prohibió y penalizó el emprendimiento particular y colectivo, inhibiendo así la creación de empresas productivas. Esto originó una permanente escasez de los bienes y servicios más elementales para satisfacer las necesidades básicas y esenciales de la población.
El socialismo del siglo XXI no puede quedar preso de esas ideas muertas y obsoletas. Por el contrario, tiene que reconocer la importancia de promover y apoyar el desarrollo de un nuevo tipo de empresario, comprometido con la construcción de un modelo productivo diferente, en el que se erradiquen las causas estructurales del desempleo, la pobreza, la exclusión social y se preserve el ambiente para las generaciones futuras.
Diferencias entre el empresario capitalista y el empresario socialista
A diferencia del empresario capitalista que está motivado por fines de lucro, el empresario socialista está animado por su vocación de servicio y principios de cooperación y complementación. No crea nuevos productos para inducir necesidades superfluas y rendirle culto a la sociedad de consumo que confunde la felicidad y el bienestar con la riqueza material, que aliena la conciencia de los seres humanos para que vivan pendientes de la próxima moda, exacerbando el consumismo como estrategia para vender más y así ganar más. Más bien, es un líder con capacidad para planificar, organizar y dirigir con éxito la producción de los bienes y servicios que necesita la sociedad. Crea empresas de propiedad colectiva gracias al financiamiento público y otros incentivos arancelarios, fiscales, financieros y cambiarios que el Estado les concede. Son empresas de la economía social, sin fines de lucro pero sin vocación de pérdida, llamadas a generar un creciente excedente, el cual no es distribuido como ganancia capitalista sino invertido como ganancia social en beneficio de los trabajadores y de la comunidad
El empresario socialista tiene conciencia política. Sabe que si no se transforma el actual modo de producción lo que está en juego es la propia vida del planeta. Por eso asume el compromiso de construir un nuevo modelo productivo sustentable, gobernado por el valor del trabajo, el esfuerzo productivo, la participación popular, con nuevas formas de propiedad social sobre los medios de producción, que incluyan pero vayan más allá de la propiedad privada y estatal como las únicas formas de propiedad. El empresario socialista es un agente de cambio, un promotor y protagonista de las grandes transformaciones que el país necesita, un constructor de la nueva sociedad.