jueves, 18 de febrero de 2021
viernes, 12 de febrero de 2021
¿A quién benefician y a quién perjudican las sanciones económicas?
Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
¿A quién benefician y a quién perjudican las sanciones económicas?
El
declive de la industria petrolera y la prolongada contracción de la economía
comienzan a partir del año 2014. Las sanciones financieras se aplican en 2017 y
las petroleras en 2019. Son la estocada final a una
economía que ya venía muy mal.
¿A quién afectan
realmente las sanciones? William Brownfield,
exembajador de EEUU en Venezuela, reconoció que las sanciones tendrían “un impacto sobre el pueblo entero, sobre el
ciudadano común y corriente y las comunidades de Venezuela” Y no tuvo
ninguna consideración al agregar que “quizás
sea la mejor solución para acelerar el colapso, aunque produzca un período de
sufrimiento mayor por un período de meses o quizás años”.
Los defensores de las
sanciones argumentan que éstas tienen excepciones en materia de alimentos y
medicinas, pero al impedir la exportación de petróleo del que depende el 96%
del ingreso en divisas de Venezuela, el país se queda sin recursos para importar los alimentos y
medicinas que reciben los sectores más vulnerables.
La escasez de
combustible también está asociada a las dificultades para importar insumos y
repuestos para las refinerías, cuestión que impide el transporte de alimentos y
la movilización de la población.
La
extensión de las sanciones a terceros que se atrevan a tener negocios con
empresas públicas venezolanas implica que sus cuentas y activos en
territorio estadounidense pueden ser bloqueados. Esto inhibe a proveedores de Corpoelec, Hidroven, Pdvsa gas, Cantv y
otras empresas públicas suministrar transformadores, compresores, bombas de agua, repuestos, etc. Por eso, las
sanciones agravan el deterioro de los servicios de electricidad, agua, gas y
telecomunicaciones, todo lo cual empeora aún más las precarias condiciones de
vida de la población.
La banca estadounidense
ha restringido las operaciones con muchos de sus clientes venezolanos, sin
distinguir si son empresas públicas o privadas. Incluso, ONG y organismos
internacionales de ayuda humanitaria han denunciado las dificultades para hacer transferencias a empresas e
instituciones venezolanas.
La
empresa privada está atrapada en el fuego cruzado entre el gobierno y la
oposición. No encuentra alternativa en un gobierno que sigue siendo muy hostil y
la cataloga cómo conspiradora y aliada interna de la coalición internacional
que lo quiere derrocar. Y la oposición que pide el endurecimiento de sanciones perjudica
a los contratistas del gobierno. Este daño en sus negocios no lo reconocen
públicamente las empresas privadas para no ser consideradas una caja de
resonancia de la narrativa oficial que atribuye a sanciones la causa originaria
de la crisis. La polarización las lleva a asumir posiciones políticas que
perjudican sus propios intereses económicos.
Las
sanciones económicas forman parte de una estrategia que tiene como fin forzar
un cambio de gobierno en Venezuela. Sin embargo, luego de tres años de sanciones, ni la explosión social ni
el levantamiento militar que supuestamente derrocarían al gobierno se han
producido. La crisis económica y social
ha empeorado, Maduro sigue en el poder y no se siente amenazado por una
oposición dividida y debilitada que no ha sabido capitalizar electoralmente el
enorme descontento y malestar nacional.
Por el contrario, las
sanciones le han dado al régimen un pretexto perfecto para construir una
narrativa épica de resistencia y evadir
la responsabilidad que tiene la nefasta política de controles, expropiaciones,
sobrevaluación y corrupción en la debacle que ha sufrido la economía nacional.
Las
sanciones económicas tienen que ser levantadas, pero a cambio de la mejora en
las condiciones electorales. Un primer canje puede ser permitir la exportación
de petróleo a EEUU a cambio de una renovación integral del poder electoral para
convocar unas elecciones limpias y creíbles. El 50 % del ingreso petrolero que
se genere sería destinado única y exclusivamente a importar alimentos,
medicinas, vacuna contra el Covid, combustible y repuestos para reactivar la
producción nacional. El otro 50 % sería depositado en un Fondo de Ahorro e
Inversión cuyos rendimientos solo podrán ser utilizados como presupuesto
complementario por el nuevo gobierno que resulte de las próximas elecciones que
se convoquen. ¡Soluciones hay!
El capitalismo de clientes
Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Ver video YouTube
“El capitalismo de clientes” https://youtu.be/k3ReLIRB_mo
La necesidad de
sobrevivir a las sanciones económicas obliga al gobierno a ser pragmático y
olvidarse del socialismo estatista que no dio resultados. El Estado ya no puede
sostener empresas públicas en bancarrota que no facturan ni siquiera para pagar
la nómina y solo pueden sostenerse gracias a las transferencias que reciben del
BCV. Éstas son emisiones de dinero sin respaldo que exacerban una voraz
hiperinflación, destruye los presupuestos de hogares, empresas e instituciones,
aumenta el malestar social y genera un costo político-electoral que el gobierno
no quiere pagar en las próximas elecciones de gobernadores y alcaldes.
Para mantenerse en el poder, el oficialismo está
repensando el modelo económico basado en el control del Estado sobre la
industria petrolera y otros sectores de la economía. Según el contenido de la
Ley Antibloqueo y del Mensaje Presidencial a la Asamblea Nacional, el gobierno está
dispuesto a dar un viraje a la política nacionalista y estatista, cediendo la
operación de las empresas mixtas a sus socios privados y privatizando buena
parte de las empresas públicas que terminaron quebradas por el burocratismo y la
corrupción.
Al referirse al proceso
de privatización en Rusia, el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz
escribió: “El resultado (…) fue que un puñado de amigos y socios de Yeltsin se
convirtieron en multimillonarios, pero el país fue incapaz de pagar a los
jubilados su pensión de 15 dólares mensuales”.
El capitalismo de clientes es
un modelo de expoliación en el que solo unos poderosos grupos privilegiados,
conectados con el poder político, logran monopolizar el acceso a los incentivos
de las políticas públicas.
A diferencia de un modelo económico que crea capacidades productivas y
tecnológicas, el capitalismo de clientes no busca estimular las fuerzas
productivas, sino el saqueo de los recursos públicos y el despojo de la
empresa privada. No
destina recursos a construir grandes emporios económicos, no invierte en
capital humano ni en el fortalecimiento de capacidades tecnológicas e
innovativas. Su interés no es generar prosperidad sino acumular jugosas
ganancias en negocios de alto riesgo.
El capitalismo de clientes surge en un contexto de restricciones
presupuestarias y su modalidad es prestar auxilios financieros de alto costo
para oxigenar a un gobierno asfixiado por el bloqueo y aprovechar así el remate
de activos públicos subvaluados por los estragos de la crisis.
La apertura del mercado interno, el levantamiento de los
contrales de cambio y de precios, la desregulación y liberalización de la
economía, la privatización de empresas públicas y la creciente dolarización transaccional
y financiera significan que las sanciones están generando unos efectos que los
sancionadores no buscaron ni calcularon: un cambio económico sin cambio político está
en marcha en Venezuela.
La Economía venezolana: Balance 2020, Perspectivas 2021
Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Video:
La Economía venezolana: Balance 2020, Perspectivas 2021 https://youtu.be/Hcj2jtPFucU
Sin
estadísticas oficiales, cualquier balance o pronóstico sobre el desempeño
pasado y futuro de la economía venezolana es muy incierto. Tratar de hacer un
balance es tirar los dados, proyectar el desempeño futuro es jugar la lotería.
Es tanta la incertidumbre que los datos generados por el Fondo Monetario
Internacional (FMI), Banco Mundial (BM) y la Comisión Económica para América
Latina (CEPAL) reflejan entre sí una gran diferencia. Dadas estas
restricciones, apenas se pueden proyectar algunos escenarios a la luz de las pocas
variables macroeconómicas con datos, tales como la emisión de dinero base,
liquidez monetaria, reservas internacionales, tasa de cambio, inflación y
extracción de petróleo.
Balance 2020
En 2020,
el impacto de los errores de política económica fue agravado por el
endurecimiento de las sanciones económicas y por la pandemia del Covid 19. La apertura comercial para enfrentar la
escasez estimuló toda clase de importaciones que desplazan y arruinan la
producción agrícola e industrial del país. Comparado con 2019, en 2020 se estima una nueva contracción del PIB de 30%,
para una contracción acumulada de 80% desde 2013. Las empresas cierran el
ejercicio fiscal con pérdidas y esto merma la recaudación de ISLR e IVA.
Después
de haber alcanzado 3 millones 300 mil barriles diarios, la extracción de
petróleo se redujo a menos de 400 mil, arrastrando el ingreso en divisas, las
regalías y demás ingresos de origen petrolero. El gobierno no genera
suficientes ingresos fiscales para cubrir el gasto público y financia a las
empresas públicas a través de emisiones de dinero sin respaldo que realiza el
BCV. Pero sin producción nacional ni reservas internacionales que respalde esta
emisión desordenada de dinero, la moneda nacional pierde valor y por eso los precios
se disparen. En 2020, la hiperinflación se mantuvo por encima de los dos
dígitos, registrando picos de 65 % en los meses de enero y noviembre:
El Observatorio
Venezolano de Finanzas de la AN estima que la inflación de diciembre se ubicó
en 21,2% y la acumulada en 2020 llegó a 3.713 %.
Según la
encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI), la reducción del 80 % del tamaño de
la economía, el aumento del desempleo y la hiperinflación generaron un empobrecimiento
de la población superior al 80%. En los hogares venezolanos, los ingresos que
se obtienen no alcanzan para cubrir las necesidades básicas.
Con
una caída de 30 % del PIB, un aumento de los precios de 3.713 % y 54,4% de la
población económicamente activa sin trabajo, en 2020 Venezuela se llevó la
siniestra triple corona de ser el país con mayor colapso económico, mayor
hiperinflación y mayor tasa de desempleo del mundo.
Perspectivas 2021
Con el
inicio de la campaña de vacunación contra el Covid se espera la reactivación de
la actividad económica global. En ese contexto, los migrantes venezolanos recuperarán
sus trabajos y reanudarán el envío de remesas a sus familiares y contribuirán a
reanimar el consumo privado que será la principal fuerza motriz de la dinámica económica
interna.
El gobierno ya no cuenta con la
otrora renta petrolera cuyo reparto utilizó como un instrumento de dominación
económica y social, tampoco cuenta con recursos para recuperar la industria
petrolera. Y en una economía largamente contraída, el fisco no recauda
suficiente ISLR e IVA para financiar el gasto público.
Para sobrevivir, el gobierno se
ha visto obligado a levantar los controles y flexibilizar cada vez más las
regulaciones a fin de estimular la inversión privada. La apertura a la
inversión extranjera en los sectores de petróleo, gas y minería, así como la
privatización de empresas públicas deficitarias le servirá al gobierno para
recuperar la recaudación de ISLR e IVA, moderar la emisión de dinero inflacionario
y evitar el costo político que no quiere pagar en un año en el que están
previstas las elecciones de gobernadores y alcaldes.
Para
estimular la inversión extranjera y las exportaciones que generen divisas, el
BCV está emplazado a revisar la política monetaria restrictiva que tiende a
frenar la evolución normal del tipo de cambio, genera una tendencia a la sobrevaluación
y castiga la competitividad de las exportaciones privadas no petroleras. En Venezuela, no resulta fácil producir
para exportar. La mala calidad de los servicios públicos y de la
infraestructura genera un sobrecosto que castiga la competitividad
internacional. Y si a esto se le suma un tipo de cambio sobrevaluado que no permite
cubrir los altos costos de producción internos, se hace inviable producir para
exportar, ni generar las divisas que ya no aporta el petróleo.
En el año 2021, las sanciones comerciales
y financieras acelerarán la apertura del mercado interno, la liberalización
económica y la privatización de empresas públicas. Un cambio económico sin
cambio político se ha puesto en marcha en Venezuela. El capitalismo de clientes
anuncia su llegada y comienza a dar su primeros pasos sobre los escombros que
dejó el fracasado modelo estatista del socialismo del siglo XXI.