domingo, 4 de marzo de 2012

Presentación del libro "Claves para la industrialización socialista"

El sábado 10 de marzo a las 2.45 pm, en el marco de FILVEN 2012, 
Víctor Álvarez R., ex Ministro de industrias y actualmente investigador
 del Centro Internacional Miranda (CIM),
 presentará su nuevo libro "Claves para la Industrialización Socialista"
La actividad se llevará a cabo en el Teatro Teresa Carreño, 
Sala Angel Rama, detràs del Platillo Protocolar

(Prensa CIM) Víctor Álvarez es investigador del Centro Internacional Miranda. Recibió Mención Honorífica del Premio “Libertador” al Pensamiento Crítico y el Premio Municipal “Gustavo Machado” al Pensamiento Político por su libro “Venezuela: ¿Hacia dónde va el Modelo productivo”. En esta ocasión nos presenta un análisis crítico del proceso de industrialización en las condiciones del capitalismo rentístico venezolano. Cuestiona la sustitución ineficiente de importaciones que condena a los trabajadores y consumidores a adquirir productos de inferior calidad y precios superiores a los importados, pero al mismo tiempo se opone a la apertura neoliberal que somete a los productores locales a una feroz competencia con las importaciones procedentes de las principales potencias industrializadas. Como alternativa entre estas dos opciones extremas, fundamenta la importancia de las políticas industriales y tecnológicas en el contenido de la política económica para profundizar la reactivación, reconversión y reindustrialización del aparato productivo nacional, en el marco de los cambios estructurales en la economía mundial, caracterizados por una incesante relocalización industrial, el auge de las industrias del conocimiento y las tensiones entre los procesos de globalización e integración latinoamericana.

Álvarez define la industrialización socialista como un proceso llamado a sustituir la industrialización basada en la explotación del trabajo ajeno, el uso intensivo de materias primas y energía, la depredación del ambiente y los desequilibrios territoriales, por un nuevo tipo de industrialización basado en diferentes formas de propiedad social, la aplicación de nuevos principios para la justa remuneración del trabajo productivo y la inversión social de los excedentes, el uso intensivo de información y conocimientos científicos y tecnológicos, la preservación del ambiente y el desarrollo armónico y proporcional de las regiones. Con este fin, propone un conjunto de principios rectores de la industrialización socialista e identifica diferentes formas de intervención del Estado para orientar un proceso que no puede quedar sometido a las fuerzas ciegas del mercado. Argumenta que la industrialización socialista debe apoyarse en un Estado en manos de los trabajadores y de la comunidad, sin mediaciones burocráticas de ningún tipo. Solo así será posible impulsar un nuevo tipo de desarrollo industrial, capaz de asegurar una creciente producción de los bienes y servicios que se requieren para satisfacer plenamente las necesidades básicas y esenciales de la sociedad.

El libro trata sobre el proceso de industrialización venezolano, de las premisas que le dan origen, de las necesidades e intereses a los que responde, de las políticas y estrategias que se llevan a cabo para impulsarlo, así como un análisis de los resultados obtenidos.
Al contrario de la escasez de divisas que obligó a muchos países a promover la industrialización, en Venezuela los esfuerzos por desarrollar la actividad manufacturera se han realizado en condiciones de un abundante ingreso en divisas provenientes de las exportaciones petroleras. Esta poderosa capacidad de compra externa no siempre ha estado en armonía con los objetivos de la industrialización, por el contrario ha entrado en abierta contradicción al utilizarse para importar los bienes que la industria nacional puede perfectamente producir.
Las premisas de la industrialización en Venezuela
En el caso venezolano, es más bien la necesidad de legitimar el régimen político de la democracia representativa y la presión por encontrar nuevas formas de acumulación, las razones que llevan a poner en marcha una actuación conjunta de los factores políticos y económicos que se imponen una vez derrocada la dictadura perezjimenista. Estos convienen en impulsar la industrialización como el gran proyecto modernizador, capaz de crear los consensos necesarios para legitimar el nuevo régimen político y abrir atractivos espacios para la acumulación del capital.
Como casi toda acción económica desde la aparición del petróleo en la vida nacional, el esfuerzo por industrializar al país ha sido realizado con una fuerte presencia e intervención del Estado y con una participación del sector privado más en un rol capturador de la renta petrolera que como un gran inversionista de recursos propios que impulsen el desarrollo industrial y regional. Por eso la industrialización por sustitución de importaciones fue un proceso subsidiado por el Estado, el cual transfirió parte de la renta petrolera a la burguesía industrial a través de incentivos arancelarios, fiscales, financieros, cambiarios, compras gubernamentales, suministro de materias primas, capacitación técnica, inversiones en infraestructura y servicios de apoyo a la actividad industrial, asistencia técnica., etc. Los abundantes subsidios y la elevada protección de la que gozó la inversión industrial permitieron asegurar altos niveles de ganancia y rentabilidad en un mercado cautivo, resguardado de la competencia de productos importados, y en constante crecimiento gracias a la inyección de la renta petrolera a la dinámica productiva interna. Pero los rezagos en calidad, productividad y competitividad de la industria nacional condenaron a los consumidores a comprar productos más caros y de inferior calidad que los importados, acentuando así un proceso de distribución regresiva del ingreso desde los consumidores y trabajadores que viven de un ingreso fijo, hacia la burguesía industrial que controlaba a su antojo el mercado interno e imponía sus precios.
El agotamiento de la sustitución de importaciones
El rápido agotamiento de la sustitución fácil de bienes de consumo final en un mercado con un potencial mayor, pero castigado por la distribución inequitativa del ingreso; el alto componente importado y la dependencia tecnológica de la industrial; y, los problemas de calidad y productividad de la manufactura nacional, llevaron a cuestionar cada vez con más fuerza un modelo de industrialización que se había tornado ineficiente y oneroso, incapaz no solo de satisfacer la creciente demanda acicateada por un patrón de consumo impuesto por la renta petrolera, sino sobre todo para satisfacer la demanda de las grandes masas consumidoras que se vieron condenadas a adquirir productos de inferior calidad y precios más altos.
Con el argumento de corregir la exagerada protección y desencadenar presiones competitivas que estimularan a los industriales nacionales a preocuparse por mejorar su eficiencia, se da inicio a un proceso de apertura del mercado interno y liberalización comercial. Y así como se impuso un modelo de protección indiscriminada e irracional que ciertamente hizo posible un mayor grado de industrialización de la economía venezolana, se pasó luego a un proceso de apertura y liberalización generalizada de las importaciones, las cuales comenzaron a desplazar a la producción nacional y a erosionar la contribución de la manufactura a la conformación del PIB y a la generación de empleos productivos. Este fenómeno de la desindustrialización, o de pérdida de la importancia relativa de la industria en la economía y en la generación de empleo, se ha visto recrudecido por la sobrevaluación del tipo de cambio, el cual ha entronizado una tendencia a comprarle al resto del mundo buena parte de los bienes que se deberían estar produciendo con nuestro propio esfuerzo productivo.
Esta ha sido una de las características de la Venezuela rentista, toda vez que desde que apareció el petróleo en la vida nacional, la abundancia de divisas ha inducido un tipo de cambio sobrevaluado que no expresa la productividad real de la agricultura y de la industria, por lo que la industrialización ha sido una acción política selectiva a través de la cual se ha apostado a determinados sectores a través de la protección arancelaria, exoneraciones fiscales, financiamiento blando y otros incentivos de las políticas públicas que de alguna manera contribuyeron a compensar y contrarrestar la propensión a importar derivada de un tipo de cambio sobrevaluado.
El relanzamiento del proceso de industrialización
Para asegurar la soberanía productiva, Venezuela está obligada a relanzar el proceso de industrialización con un eficaz apoyo del Estado. Pero, en lugar de reeditar el proteccionismo a ultranza o la apertura extrema, se trata ahora de sustituir eficientemente importaciones y de generar una oferta exportable de calidad y buenos precios, a través de un conjunto de incentivos públicos de carácter temporal, condicionados al logro de metas concretas en términos de fortalecimiento de los atributos de la producción nacional, empoderamiento popular y distribución progresiva del ingreso, desarrollo armónico y proporcional de las regiones, preservación del ambiente e integración latinoamericana. Es así como el reimpulso a la industrialización podrá contribuir a la transformación del capitalismo rentístico en un nuevo modelo productivo socialista que erradique las causas estructurales del desempleo, la pobreza y la exclusión social.
Con el propósito de sistematizar las experiencias de la sustitución de importaciones y de la apertura del mercado interno, asimilar sus principales lecciones y, sobre la base de este aprendizaje, relanzar el proceso de industrialización en Venezuela, presentaremos los resultados de nuestra investigación en ocho capítulos.
Capítulo I.
El proceso de industrialización por sustitución de importaciones
En el primer capítulo analizamos las premisas del proceso de industrialización, distinguiendo los intereses que impulsan el crecimiento de la manufactura en Venezuela, de las circunstancias que imponen la necesidad de desarrollar la industria en otros países. Demostramos que en nuestro caso la industrialización no se debe a una severa escasez de divisas que impide importar lo que en el país no se produce, sino a la necesidad de las élites gobernante de legitimar el nuevo régimen de la democracia representativa que se instaura una vez que es derrocada la dictadura militar, así como de la exigencia de los poderosos grupos económicos de encontrar nuevas fuentes de acumulación. Explicamos como la amplia gama de incentivos que otorga el Estado al sector industrial se traduce en una transferencia neta de recursos públicos a favor de la burguesía industrial; la cual disfruta, además, de una excesiva y prolongada sobreprotección en un mercado interno cautivo que le permite imponer prácticas monopólicas y oligopólicas, cartelizar los precios, y lograr una distribución del ingreso que le resulta abiertamente favorable.
Capítulo II.
Etapa neoliberal: liberalización de las importaciones y desindustrialización
En el capítulo dos evaluamos la política de apertura del mercado interno y liberalización del comercio exterior que disminuye la protección de la industria nacional. Analizamos críticamente los argumentos que llevan a desmontar los apoyos públicos inherentes a la política de sustitución de importaciones para dar inicio a la reforma arancelaria y de la política comercial en general, lo cual marca el inicio del proceso de desindustrialización de la economía venezolana. Presentamos los resultados de esta política de apertura del mercado interno, en términos de la reducción del aporte o peso relativo de la manufactura en la conformación del PIB y del empleo que en ella se genera.
Capítulo III:
Relanzamiento del proceso de industrialización
En el capítulo tres estudiamos las premisas que se cumplen para relanzar el proceso de industrialización. Estudiamos los cambios que se están llevando a cabo en la economía mundial y el impacto que tienen en la relocalización de las actividades industriales ya no solo a partir de las ventajas comparativas que cada país tenga en cuanto a la dotación de materias primas, energía, fuerza de trabajo barata o ubicación geográfica; sino también considerando las ventajas competitivas que desarrollan con base en la creación de capacidades para la generación, transferencia, difusión y uso de nuevos conocimientos y tecnologías que requiere cada vez más el desarrollo industrial. Advertimos acerca del impacto que tiene la cultura rentista -que tiende a importar lo que se debería estar produciendo localmente-, sobre las posibilidades de relanzar el desarrollo industrial en Venezuela.
Capítulo IV.
La industrialización venezolana: entre las amenazas de la globalización y las oportunidades de la integración latinoamericana
En el capítulo cuatro abordamos las posibilidades de la industrialización de la economía venezolano en un contexto de tensiones en el cual se contraponen los tratados de libre comercio, como continuidad a nivel bilateral de lo que fue la pretensión anexionista del ALCA para todo el hemisferio; y, las nuevas formas de integración sustentadas en los principios de solidaridad, cooperación y complementación, haciendo especial referencia a la Alianza Bolivariana para los pueblos de América Latina (ALBA).
Capítulo V.
¿Qué es la industrialización socialista?En el capítulo cinco definimos la industrialización socialista e identificamos los principios rectores que deben gobernar este proceso. Más allá de la necesaria pero insuficiente recuperación del peso relativo de la industria en la conformación del PIB, destacamos el aporte de la industrialización socialista a la construcción de un nuevo modelo productivo que erradique las causas estructurales del desempleo, la distribución regresiva del ingreso, la exclusión social y el atropello al consumidor; que minimice el impacto ambiental de la actividad productiva y preserve el ambiente para las generaciones futuras, que contribuya al desarrollo armónico y proporcional de las regiones y a la integración latinoamericana.
Capítulo VI.
El papel del Estado en la industrialización socialista
El capítulo seis está dedicado a analizar cuál es el papel del Estado en la industrialización socialista, tratándose de un proceso que no puede depender del paternalismo y la sobreprotección que lo hace ineficiente en detrimento de los consumidores, ni sometido a los designios de las fuerzas ciegas del mercado que lo estrangula y hace inviable. Fundamentamos la necesidad de armonizar las políticas macroeconómicas y sectoriales, explicando el impacto de las políticas fiscal, financiera, cambiaria, control de precios, de ingresos, laboral, infraestructura y servicios, así como la política industrial y tecnológica.
Capítulo VII.
Formación de emprendedores para la industrialización socialista
En función de regenerar el tejido productivo y aumentar la densidad de empresas socialistas bajo el control de los trabajadores directos y de la comunidad, el capítulo siete está dedicado a fundamentar la necesidad de estimular el espíritu o perfil emprendedor del egresado universitario, promover proyectos socioproductivos comunitarios y fortalecer las capacidades gerenciales para asegurar su sostenibilidad y viabilidad. Sobre estas bases, será posible reimpulsar la industrialización a través de la creación de nuevas empresas de la economía social, sin fines de lucro pero sin vocación de pérdida, dedicadas a la producción de bienes socialmente demandados y a la generación de un creciente excedente para ser invertido como ganancia social que permita mejorar las condiciones laborales de los trabajadores, avanzar en la solución de los problemas de la comunidad, generar empleo estable y bien remunerado y contribuir así a mejorar la calidad de vida y el bienestar de la sociedad en general.
Capítulo VIII:
Conclusiones y recomendaciones
El cuerpo básico de conclusiones, incluyendo un balance de los resultados generales del proceso de industrialización venezolano y las recomendaciones para relanzar un proceso de industrialización de nuevo tipo, con base en el desarrollo de nuevas formas de propiedad social y orientado a la sustitución eficiente de importaciones y la diversificación de la oferta exportable, lo consignamos en el octavo y último capítulo.