lunes, 13 de junio de 2016

A Maduro lo revocará el Legado de Chávez

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

Cuando murió Chávez, Maduro quiso embalsamar su cadáver para mantener al alcance de los ojos devotos la presencia venerable del Comandante Supremo de la Revolución Bolivariana. Esta forma de culto a la personalidad fue una reiterada práctica en el socialismo del siglo XX y comenzó con Lenin cuyo cadáver fue embalsamado en 1924 y aún se exhibe en el mausoleo de la Plaza Roja de Moscú; Stalin también lo fue al morir en 1953; los restos mortales de Kim Il-Sung son mostrados a millares de norcoreanos que estallan en llanto cuando ven al querido presidente, gran líder y sabio conductor; en China el cuerpo de Mao Tse-tung reposa en el mausoleo de la plaza Tiananmen; y en Vietnam Ho Chi Minh fue embalsamado, aunque había pedido ser incinerado.

En esos casos, la generación de relevo, carente del carisma del líder muerto, intentó prolongar su presencia como un símbolo visual y cuyo culto sería la fuente de mitos, leyendas a través de los cuales los sucesores intentarían preservar el apoyo del pueblo.

Por presiones familiares no prosperó la intención de embalsamar el cadáver de Chávez, pero Maduro juró defender su Legado como una reliquia sagrada, preservando incólumes todas y cada una de las decisiones tomadas por el líder histórico de la Revolución Bolivariana. Así fue disecando una a una las políticas heredadas: los controles de cambio y de precios quedaron petrificados, el dólar barato fosilizado, rancia la gasolina regalada,  y el Fonden terminó también embalsamado.

Pero las circunstancias cambiaron, los altos precios del petróleo colapsaron y al populismo clientelar ya no le fue posible financiar la ilusión de prosperidad ni seguir derrochando con el pretexto de pagar la deuda social heredada de la IV. Sin embargo, la demagogia oficial promete que aunque los precios de los crudos lleguen a cero, están garantizados los recursos para mantener las misiones sociales, las viviendas prestadas, las bolsas de comida. Sin comprender la necesidad de adecuarse a los nuevos tiempos de restricciones presupuestarias y escasez, se impuso la inercia que fosilizó los errores de la política económica que también forman parte del Legado de Chávez.

El neo-rentismo socialista, como espejismo de progreso y prosperidad, funcionó a la perfección mientras los precios del petróleo estuvieron altos y proveyeron la renta necesaria para financiar el populismo clientelar como instrumento de dominación. Pero la nomenklatura gobernante no ha entendido que con el derrumbe de la renta petrolera y la contracción de la economía, cayó también la recaudación de ISR, y que para estirar sus menguados ingresos cada vez son más los venezolanos de a pie que no piden la factura para ahorrarse el pago del IVA. Y todo esto merma la recaudación fiscal que se requiere para cumplir con las promesas de campaña. La agonía de la abundancia solo se prolonga gracias a la sumisión del BCV que puso a la orden del gobierno la máquina de hacer billetes, sin reparar en el voraz impacto inflacionario que tiene el financiamiento del déficit fiscal con desmesuradas emisiones de dinero sin respaldo.

Al confundir estatizar con socializar, la demagogia neo-rentista cavó su propia fosa, porque ni los trabajadores ni la comunidad se sintieron verdaderos copropietarios sociales de las empresas expropiadas que terminaron secuestradas y quebradas por el burocratismo, el pseudosindicalismo y la corrupción. Al destruir la economía capitalista sin haber creado simultáneamente una eficaz economía socialista, la nomenklatura empujó al país por el atajo perfecto que lo condujo a la escasez, el acaparamiento y la especulación. Y ahora que no hay petrodólares para importar, ni producción nacional, el desabastecimiento se agrava, las necesidades básicas y esenciales de la gente no se pueden satisfacer y cada vez son más largas las colas que hay que sufrir y padecer, lo cual pulveriza su base de apoyo clientelar. Al pueblo se le mantiene neutralizado buscando comida y medicinas, y ha terminado siendo víctima de esa otra parte del pueblo que en su afán de sobrevivir se dedica a bachaquear, en vez de protestar y luchar.  

El discurso oficial atribuye esta tragedia a la guerra económica y teje una narrativa en la que confronta dos modelos antagónicos. Sabiendo que “un pueblo sin educación es instrumento ciego de su propia destrucción”, la argucia gubernamental apela a la eterna lucha entre el bien y el mal. Por un lado, la economía buena y solidaria, subsidiada por el Gobierno, con redes públicas de comercialización de alimentos, medicinas, electrodomésticos, automóviles, etc. donde el PVP que mide el BCV para calcular la inflación siempre está por debajo de los costos, pero donde estos bienes nunca se consiguen, a menos que se pague a los gorgojos y bachaqueros mayores un sobreprecio o comisión. Tan así es, que el propio Gobierno con frecuencia anuncia el desmantelamiento de mafias de funcionarios corruptos que desvían hacia las redes de contrabando y especulación los productos subsidiados que no llegan al pueblo. Al otro lado de esta narrativa está la maléfica economía capitalista, son los malos de la película que solo tienen afán de lucro, de ganancias desmedidas, donde pugnan empresarios, emprendedores, contrabandistas, acaparadores y especuladores que se enfrentan en desiguales condiciones a los operativos gubernamentales y a los tropeles de fiscalización que hacen del río revuelto ganancia de pescadores.

Así, el escogido para salvaguardar las conquistas sociales de la Revolución, al disecar la política económica heredada de Chávez y no adecuar a tiempo los asfixiantes controles de cambio y de precios que no sirvieron para evitar la fuga de capitales ni la inflación, terminó siendo el principal responsable de la actual debacle que ya tuvo su primer termómetro en las elecciones parlamentarias del 6-D. Y de empeñarse en prolongar la inercia y hacer más de lo mismo, esa derrota se reeditará en mayor proporción en cualquier nueva medición electoral.

La lealtad al dogma del Legado de Chávez sumió a Maduro en la inercia y lo inhabilitó para corregir a tiempo las desviaciones y errores de la política económica heredadas, cuya prolongación acelera el deterioro de la economía y de las condiciones de vida de la población, generando un creciente malestar social que se expresará con toda su fuerza y dimensión en el Referendo Revocatorio. A Maduro lo revocará el Legado de Chávez y el neo-rentismo socialista, como modelo de dominación que crea una falsa idea de prosperidad con su populismo clientelar, definitivamente está agotado y tiene los días contados. @victoralvarezr

El Legado embalsamado

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

Las traiciones hicieron de Chávez un hombre desconfiado e intolerante con la crítica, la cual interpretaba como una señal de debilidad, la incubación de una próxima traición. La perfidia cometida por Juan Vicente Gómez -que se quedó con la Presidencia cuando su compadre Cipriano Castro lo dejó encargado mientras éste atendía su enfermedad-, lo persiguió como un fantasma y siempre pensó que lo mismo a él le podía suceder. Por eso nunca dejó interino al Vicepresidente, ni siquiera cuando se ausentó para no volver debido a su mortal enfermedad.

Chávez se preciaba de conocer muy bien a su ganado, lo repetía una y otra vez. Sabía de las ambiciones de sus más cercanos colaboradores, de sus celos, envidias y mezquindades, de las intrigas palaciegas. Estaba claro del cisma que podía generar en sus propias filas si en lugar de dejar encargado a Diosdado, escogía a Rafael; o si prefería a Jorge en vez de Elías. Ninguno de ellos se tragaría que el otro hubiese sido el ungido. Por eso eligió al más potable para los cuatro, al menos ambicioso, al que jamás le pasó por la cabeza ser el sucesor del Comandante Supremo.

Agravado el letal padecimiento y solo ante la certeza de que había llegado a la antesala del no retorno, fue cuando el líder máximo sentenció: en caso de presentarse una causa sobrevenida, voten por Nicolás. Pero con aquel llamado, Chávez no se rendía ante el cáncer que lo devoraba. Como todo paciente de gravedad estaba aferrado a la esperanza de sobrevivir, dispuesto a librar la épica final contra la enfermedad. En el peor de los casos, imaginaba una suerte como la de Fidel: limitado físicamente, pero vivo y lúcido, con capacidad mental para seguir gobernando detrás del trono. Sin embargo, no quería un sucesor con ínfulas de Raúl Castro, que finalmente se le rebelara para darse su puesto y gobernar con voz propia. Por eso necesitaba escoger a aquel con las mejores credenciales de obediencia, lealtad e incondicionalidad. A quien una vez sentado en la silla no se le subiera el cargo a la cabeza y, por el contrario, sintiera el orgullo de ser el ejecutor de las decisiones del Comandante Supremo. 

¿Embalsamar su cadáver o disecar su legado?

Pero el arduo sufrimiento finalmente silenció al Líder. Y le tocó al desconcertado heredero echarse al hombro la tarea, sin mentor, sin conductor. ¿Y ahora quién podrá ayudarme? Quiso embalsamar su cadáver para mantener al alcance de los ojos devotos la presencia venerable, cuando los oráculos venidos de aquella porción de tierra rodeada de agua le contaron que Lenin fue embalsamado en 1924 y su cadáver se exhibe en el mausoleo de la Plaza Roja de Moscú; que Stalin también lo fue al morir en 1953; que en Corea del Norte los restos mortales de Kim Il-Sung son mostrados a millares de norcoreanos que estallan en llanto cuando ven al querido presidente, gran líder y sabio conductor; que en China el cuerpo de Mao Tse-tung reposa en el mausoleo de la plaza Tiananmen; y que en Vietnam Ho Chi Minh fue embalsamado, aunque había pedido ser incinerado.

Hay que prolongar su presencia como un símbolo visual para que te ilumine en el ejercicio del poder. Será el culto a su personalidad la fuente de mitos, leyendas y milagros que te ayudará a preservar el apoyo del pueblo, ahora en tu condición de heredero del trono… hay que embalsamar su cadáver… le dijeron.

Y al no poder embalsamar su cadáver, juró defender el Legado de Chávez como una reliquia sagrada, preservando incólumes todas y cada una de las decisiones tomadas por el líder histórico de la Revolución Bolivariana. Así fue disecando una a una las políticas heredadas: los controles de cambio y de precios quedaron petrificados, el dólar barato fosilizado, rancia la gasolina regalada y el Fonden terminó también embalsamado.

Un secreto a voces dice que le tocó encarar el shock de quienes aún no se reponen por no haber sido los escogidos, y en solo 30 días medirse en la contienda de la que por estrecho margen se salvó de ser defenestrado. A todas estas, las circunstancias cambiaron y los altos precios del petróleo que surtieron las barajas para levantar el castillo de naipes colapsaron. Al populismo clientelar ya no le fue posible financiar la ilusión de prosperidad ni derrochar más con el pretexto de pagar la deuda social heredada de la IV.

Sin embargo, el pregón oficial promete que aunque los precios de los crudos lleguen a cero, siempre habrá recursos para mantener las misiones sociales, las viviendas prestadas, las bolsas de comida, las nóminas repletas para que el INE siga diciendo que el desempleo baja aunque el PIB caiga. Al parecer la nomenklatura no ha entendido que con la contracción de la economía cayó también la recaudación de ISR y que para estirar sus menguados ingresos cada vez son más los venezolanos de a pie que no piden la factura para ahorrarse el pago del IVA. Y todo esto merma cada vez más la recaudación fiscal que se requiere para cumplir con las promesas de campaña. Pero no se preocupe Presidente que para eso está el BCV, allí está la máquina de hacer billetes y solo falta enviar la orden para que impriman el dinero que hace falta. Y los que critican y dicen que eso genera inflación, esos son unos monetaristas neoliberales discípulos del Milton Friedman, aquel que asesoró a Pinochet.

Sin comprender la necesidad de adecuarse a los nuevos tiempos de restricciones presupuestarias y escasez, se impuso la inacción que fosilizó el Legado de Chávez. A pesar de tantos Ministerios del Poder Popular, el pueblo pobre hoy se mira al espejo y se descubre despojado de los medios que hacen posible la preservación de la vida. Por eso es azotado por la escasez, el acaparamiento, la especulación y la inflación. Así, el escogido para salvaguardar las conquistas sociales de la Revolución terminó siendo el principal responsable de la actual debacle que ya tuvo su primer termómetro en las elecciones parlamentarias del 6-D. Lo sabían los candidatos que se escondieron detrás de la estampa del Comandante Supremo y minaron al país con afiches y vallas: Voten por Chávez que en las parlamentarias ganará Chávez. Pero sin el carisma y liderazgo arrasador de quien les levantaba la mano, la suerte ya estaba echada y la aplastante derrota fue la crónica de una muerte anunciada. Y de empeñarse en prolongar la inercia y hacer más de lo mismo, esa derrota se reeditará en mayor proporción en cualquier nueva medición electoral.

El neo-rentismo socialista tiene sus días contados

El neo-rentismo socialista como espejismo de progreso y prosperidad funcionó a la perfección mientras los precios del petróleo estuvieron altos y proveyeron la renta necesaria para financiar el populismo clientelar como instrumento de dominación. Pero al confundir estatizar con socializar, los populistas neo-rentistas cavaron su propia fosa, porque ni los trabajadores ni la comunidad se sintieron verdaderos copropietarios sociales de las empresas expropiadas que terminaron secuestradas y quebradas por el burocratismo, el pseudosindicalismo y la corrupción.

Al destruir la economía capitalista si haber creado simultáneamente una eficaz economía socialista, la nomenklatura gobernante llevó al país por el atajo perfecto que lo condujo a la escasez, el acaparamiento y la especulación. Y ahora que no hay petrodólares para importar, ni producción nacional, el desabastecimiento se agrava, las necesidades básicas y esenciales de la gente no se pueden satisfacer y cada vez son más largas las colas que hay que sufrir y padecer, lo cual pulveriza su base de apoyo clientelar. Al pueblo se le mantiene neutralizado buscando comida y medicinas, y ha terminado siendo víctima de esa otra parte del pueblo que en su afán de sobrevivir se dedica a bachaquear y especular, en vez de protestar y luchar.  

El discurso oficial atribuye esta tragedia a la guerra económica y teje una narrativa en la que confronta dos modelos antagónicos. Sabiendo que “un pueblo sin educación es instrumento ciego de su propia destrucción”, la argucia gubernamental apela a la eterna lucha entre el bien y el mal. Por un lado, la economía buena y solidaria, subsidiada por el Gobierno, con redes públicas de comercialización de alimentos, medicinas, electrodomésticos, automóviles, etc. donde el PVP que mide el BCV para calcular la inflación siempre está por debajo de los costos, pero donde estos bienes nunca se consiguen, a menos que se pague a los gorgojos y bachaqueros mayores un sobreprecio o comisión. Tan así es, que el propio Gobierno con frecuencia anuncia el desmantelamiento de mafias de funcionarios corruptos que desvían hacia las redes de contrabando y especulación los productos subsidiados que no llegan al pueblo. Al otro lado de esta narrativa está la maléfica economía capitalista, son los malos de la película que solo tienen afán de lucro, de ganancias desmedidas, donde pugnan empresarios, emprendedores, contrabandistas, acaparadores y especuladores que se enfrentan en desiguales condiciones a los operativos gubernamentales y a los tropeles de fiscalización que hacen del río revuelto ganancia de pescadores.

Tras la pirotecnia del falso discurso revolucionario, la nomenklatura atornillada al poder hace gárgaras con las palabras “patria”, “pueblo”, “independencia”, “soberanía”, desacreditan al socialismo y -al enterrarlo como esperanza de libertad, justicia y emancipación- crean las condiciones para la contrarrevolución neoliberal. Pero cómo dijo alguien, “puedes engañar a todo el mundo algún tiempo, puedes engañar a algunos todo el tiempo, pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”. El neo-rentismo socialista, como modelo de dominación que crea una falsa idea de prosperidad con su populismo clientelar, definitivamente está agotado y tiene los días contados. @victoralvarezr

Su error fue no corregir los errores del Legado

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

El chavismo descontento considera que los errores de Maduro están pulverizando el Legado de Chávez, mientras que el pensamiento crítico leal y comprometido con la Revolución cuestiona que su inacción a la hora de corregir los errores -que también forman parte del Legado-, es la que está sepultando la esperanza de construir la nueva sociedad. 

Cuando murió Chávez, Maduro quiso embalsamar su cadáver para mantener al alcance del pueblo la presencia del Comandante Supremo. Por presiones familiares no prosperó la intención de embalsamar sus restos morales y se optó por su siembra en el Cuartel de la Montaña. Pero Maduro juró defender su Legado como una reliquia sagrada, preservando incólumes todas y cada una de las decisiones tomadas por el líder histórico de la Revolución Bolivariana. Así fue disecando una a una las políticas heredadas: los controles de cambio y de precios quedaron petrificados, el dólar barato fosilizado, rancia y ruinosa la gasolina regalada, las empresas estatizadas están quebradas y embalsamadas, el Fonden es apenas un cascarón vacío.

Pero el voluntarismo empedernido no permite entender que las circunstancias cambiaron, que los altos precios del petróleo colapsaron, que ya no es posible financiar la ilusión de prosperidad. Sin embargo, promete que aunque los precios del petróleo leguen a cero están garantizadas las misiones sociales, las viviendas prestadas, las bolsas de comida. Sin comprender la urgencia de ajustarse a las restricciones presupuestarias, prolonga los errores de la política económica que no se notaban tanto en los tiempos de abundancia.

El neo-rentismo socialista, como espejismo de progreso y prosperidad, funcionó a la perfección mientras los precios del petróleo estuvieron altos y proveyeron la renta necesaria para financiar la inversión social. Pero al no transformar la economía rentista en un nuevo modelo productivo, el derrumbe de la renta petrolera reveló la inviabilidad de un estilo de gobierno acostumbrado a gastar todo el ingreso y a no ahorrar nada. Con la contracción del PIB por segundo año consecutivo ha caído la recaudación de ISR, y para estirar sus menguados ingresos cada vez son más las personas naturales y jurídicas que no piden la factura para ahorrarse el pago del IVA. Todo esto merma la recaudación fiscal que el gobierno requiere para cumplir sus promesas de campaña. La agonía de la abundancia solo se prolonga gracias a la sumisión del BCV que puso a la orden del gobierno la máquina de hacer billetes, sin reparar en el voraz impacto inflacionario que tiene el financiamiento del déficit fiscal con emisiones de dinero sin respaldo.

El Legado confundió estatizar con socializar y le dejó una bomba de tiempo al sucesor. Las empresas expropiadas terminaron quebradas por el burocratismo, el pseudosindicalismo y la corrupción. Así, ni los trabajadores ni la comunidad se sintieron verdaderos copropietarios sociales ni dolientes de las empresas secuestradas. Al destruir la economía capitalista sin haber creado simultáneamente una eficaz economía socialista, la fosilización del Legado empujó al país por el atajo perfecto que lo condujo al desabastecimiento. Y ahora que no hay petrodólares para importar ni producción nacional para compensar, la escasez, el acaparamiento y la especulación se agravan, cada vez son más largas las colas que la gente tiene que padecer y esto pulveriza la base de apoyo social.  

El discurso oficial atribuye esta tragedia a la guerra económica y teje una narrativa en la que confronta dos modelos antagónicos. Por un lado, la economía buena y solidaria, subsidiada por el Gobierno, con redes públicas de comercialización de alimentos, medicinas, electrodomésticos, automóviles, etc. donde el PVP que mide el BCV para calcular la inflación siempre está por debajo de los costos, pero donde estos bienes nunca se consiguen, a menos que se pague a los gorgojos y bachaqueros mayores un sobreprecio o comisión. Tan así es, que el propio Gobierno con frecuencia anuncia el desmantelamiento de mafias de funcionarios corruptos que desvían hacia las redes de contrabando y especulación los productos subsidiados que no llegan al pueblo. Al otro lado de esta narrativa está la maléfica economía capitalista, son los malos de la película que solo tienen afán de lucro, ambición de ganancias desmedidas, y en la que meten en un solo saco a empresarios, emprendedores, contrabandistas, acaparadores y especuladores que se enfrentan en desiguales condiciones a los operativos gubernamentales y a los tropeles de fiscalización que hacen del río revuelto ganancia de pescadores.

Así, el escogido para salvaguardar las conquistas sociales de la Revolución, al disecar la política económica heredada de Chávez y no adecuar a tiempo los asfixiantes controles de cambio y de precios que no sirvieron para evitar la fuga de capitales ni la inflación, terminó siendo el principal responsable de la actual debacle económica, social y política que ya tuvo su primer termómetro en las elecciones parlamentarias del 6-D. Y de prolongarse la inacción, esa derrota se reeditará en mayor proporción en cualquier nueva medición electoral, incluyendo el Referendo Revocatorio.

La lealtad al dogma del Legado de Chávez sumió a Maduro en la inercia y lo inhabilitó para corregir a tiempo los errores de la política económica heredada. El Legado embalsamado de Chávez acelera el deterioro de la economía y de las condiciones de vida de la población, generando un creciente malestar social. Si Maduro no reacciona y no termina de dar un golpe de timón para reinventar la política económica, pasará a la historia no como el que dilapidó el Legado de Chávez, sino como el que no supo identificar y cancelar a tiempo los pasivos ocultos en ese Legado, cuyo peso fue creciendo hasta finalmente provocar la implosión de su gobierno. @victoralvarezr

BCV vs Leyes de la Economía

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

La economía tiene sus leyes y hay que comprenderlas y respetarlas. De lo contrario, se pueden generar graves desequilibrios que erosionan la calidad de vida de la población. Una de esas leyes postula el equilibrio que se debe preservar entre el mercado monetario y el mercado de bienes y servicios. Quiere decir que la cantidad de dinero en la economía debe ser equivalente a la cantidad de productos o servicios que se pueden comprar con ese dinero.

Este equilibrio entre la Oferta y la Demanda es la clave para la estabilidad de los precios. Pero en Venezuela, solo entre 2014/2015, el incremento de la liquidez monetaria superó el 100%, mientras que el PIB se contrajo en 5,7%. Por lo tanto, al poner a correr más dinero detrás de unos productos cada vez más escasos, el resultado inevitable fue el recrudecimiento de la inflación que llegó a 180,9 al cierre de 2015.

Dentro de la Constitución todo, fuera de la Constitución nada

El Artículo 320 de la CRBV establece que: “(…) En el ejercicio de sus funciones, el Banco Central de Venezuela no estará subordinado a directivas del Poder Ejecutivo y no podrá convalidar o financiar políticas fiscales deficitarias”.

Sin embargo, en 2009, la AN reformó la Ley para autorizar al BCV a adquirir papeles de deuda emitidos por PDVSA, cuestión que estaba prohibida, debido al comprobado impacto inflacionario que tienen las emisiones de dinero sin respaldo para financiar el déficit de las empresas públicas y del gobierno.

Al no evaluar ni comprender el impacto que tuvo esta decisión en el auge inflacionario que ha pulverizado la capacidad adquisitiva de la población, el 30/12/2015 se reformó nuevamente la Ley del BCV con el fin de que el Gobierno pueda seguir utilizando al instituto emisor como fuente de financiamiento de sus crecientes gastos.

Dice el artículo 318 de la CRBV que “El objetivo fundamental del BCV es lograr la estabilidad de los precios y preservar el valor interno y externo de la moneda.” Pero resulta que con la reforma de su Ley, “el BCV podrá obtener, otorgar o financiar créditos al Estado o entidades públicas y privada (…), en aquellos casos en que hayan sido aprobados de forma unánime por los miembros del Directorio”.

Adicionalmente, el Artículo 319 de la CRBV plantea que:El BCV se regirá por el principio de responsabilidad pública, a cuyo efecto rendirá cuenta de las actuaciones, metas y resultados de sus políticas ante la Asamblea Nacional, de acuerdo con la ley. También rendirá informes periódicos sobre el comportamiento de las variables macroeconómicas del país y sobre los demás asuntos que se le soliciten e incluirá los análisis que permitan su evaluación. El incumplimiento sin causa justificada del objetivo y de las metas, dará lugar a la remoción del directorio y a sanciones administrativas, de acuerdo con la ley.”

Así como en el examen de sangre hay que comprender que significan los valores del colesterol, triglicéridos, transaminasas, etc. para detectar a tiempo problemas de salud, en el examen de la economía deben conocerse las estadísticas sobre el comportamiento del PIB, índices de escasez, inflación, exportaciones, importaciones, deuda externa, y sobre esta base adoptar a tiempo las medidas que sean necesarias para mantener sana la economía. Pero con la reforma de la Ley del BCV en diciembre de 2015, se legalizó la opacidad de las estadísticas económicas, como si ocultar las cifras de inflación o caída del PIB sirviera para aliviar los problemas de escasez, acaparamiento, especulación e inflación que azotan a la población.

En momentos en los cuales se necesita oportunidad y transparencia en la generación de información estadística que permita corregir a tiempo las desviaciones y errores en el curso de la economía, el Directorio del BCV queda autorizado para clasificar información como secreta o confidencial, lo cual no hace más que agravar la opacidad del Sistema de Cuentas Nacionales. Si bien el Artículo 42 preserva el derecho de la AN para tener acceso a la información calificada como secreta, el presidente del BCV “valorará la remisión de tales informaciones o documentos, o su sustitución por un informe que recoja los aspectos de interés para el órgano solicitante cuando la naturaleza o el carácter de la información comprometa la seguridad o el funcionamiento del BCV”.

Lo anticonstitucional fue modificar la anterior Ley para permitir que el Presidente del BCV sea nombrado por el Presidente de la República, sin considerar el parecer de la Asamblea Nacional. Lo anticonstitucional fue someter al Presidente del BCV a “ejercer las facultades  que le hayan sido delegadas por los miembros del directorio”, ahora designados todos por el Gobierno, según lo establecen los artículos 10 y 16 de la Ley aprobada entre gallos y medianoche, el 30 de diciembre de 2015. Lo anticonstitucional fue cambiar los artículos 26 y 27, para que ni siquiera la remoción de miembros del Directorio pudiera pasar por la AN.

No por tener una chequera se puede dirigir un banco

Para evitar decisiones a contrapelo de las leyes económicas, la Ley original del BCV estableció que sólo profesionales de las áreas económica, financiera y bancaria podían formar parte del Directorio del BCV. Pero con la modificación del Artículo 18, otros profesionales podrán formar parte del directorio.

Si alguna reforma ha sido anticonstitucional por haber facilitado la subordinación y control del BCV fue precisamente la aprobada el 30 de diciembre de 2015. Allí quedó claro que los cambios a la Ley se hicieron con el propósito de asegurar una mayor subordinación del BCV a las directrices del Gobierno. Y al no comprender las leyes que rigen el funcionamiento de la economía, la subordinación del BCV a las demandas de dinero de Pdvsa y del Gobierno provoca graves desequilibrios monetarios que desquician la inflación y empobrecen cada vez más a la Nación. @victoralvarezr

Voces críticas en el Gobierno

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

El Ministro de Comercio Exterior e Inversión Internacional, Jesús Faría, es una de las pocas voces autocríticas en el gobierno. En una reciente entrevista por Globovisión reconoció que el Ejecutivo nacional ha aplicado medidas que han fracasado y mencionó los controles a la economía.  Reconoció Faría que:

"La posición nuestra era la simplificación de la política cambiaria y eso es lo que hemos hecho, hemos ido de una política cambiaria muy diversificada,  inviable, y apuntamos hacia allá, tiene que ser progresivo, (…) poco a poco vamos a ir apuntando hacia la unificación cambiaria". 

Una de las razones por las cuales el gobierno teme unificar el régimen de cambios múltiples es por el supuesto impacto inflacionario que le atribuye a esta medida. Con la tasa protegida de 10 Bs/$ (Dipro), el gobierno se obstina en mantener el anclaje cambiario como instrumento de política antiinflacionaria. Sin embargo, según los propios datos que acaba de publicar el BCV, el INPC en 2015 registró 180,9%, mientras que el precio de los alimentos -que siempre ha sido el sector más favorecido con la asignación de dólares preferenciales-, registró un incremento de 305%. A pesar del supuesto impacto antiinflacionario del anclaje cambiario, en 2015 el precio de los alimentos subió 25 % mensual.

Faría también reconoció que hay un "gran número de empresas que están en manos del Estado que no funcionan bien" y aceptó que en las políticas de control de precios "se han cometido varios errores". Sin embargo, insistió en responsabilizar a Dolar Today de la inflación, cuando en realidad ésta es provocada por la combinación de una creciente escasez debido al colapso de la producción nacional y las importaciones, así como el impacto sobre los precios de las desmesuradas emisiones de dinero sin respaldo que ha hecho el BCV para financiar el déficit de Pdvsa y las empresas públicas.

Atribuir los problemas de desabastecimiento, escasez, acaparamiento, especulación, contrabando de extracción e inflación a la guerra económica y a Dolar Today es parte de las creencias limitantes que no le permiten al gobierno comprender la altísima cuota de responsabilidad que tienen las desviaciones y errores de su propia política económica. En lugar de poner en marcha una eficaz política para la reactivación agrícola e industrial y erradicar el financiamiento inflacionario del déficit fiscal para derrotar la inflación, el gobierno expone inútilmente su credibilidad responsabilizando a Dólar Today.

Diagnóstico equivocado: políticas erradas

La principal causa de los problemas de escasez, acaparamiento, especulación, contrabando e inflación está en los desequilibrios macroeconómicos, la falta de políticas agrícolas, industriales y tecnológicas, la inseguridad jurídica y la conflictividad laboral que paraliza la actividad productiva y acentúa la escasez. Al no corregir estas desviaciones y errores de la política económica, el propio gobierno crea las condiciones para que se multipliquen los negocios fraudulentos. En su cruzada contra la guerra económica, el gobierno lanzó una ofensiva de contingencia, plagada de controles, operativos, multas y penas de cárcel, sin mayores actuaciones en materia de políticas macroeconómicas y sectoriales.

Son los autogoles del gobierno los que facilitan nuevos ataques de los especuladores y corruptos. Esto comprueba el agotamiento de los controles de cambio y de precios como instrumentos de política antiinflacionaria y anulan el impacto social del enorme sacrificio fiscal que implica mantener una tasa oficial tan baja, así como cuantiosos subsidios que no han servido para mantener a raya la inflación.

El sistema dual prolongará los incentivos perversos a la especulación cambiaria, que tenderá a fijar los precios con base en el dólar paralelo, anulando así el efecto antiinflacionario que inútilmente se busca con el Dipro. Esto solo beneficia a los especuladores y corruptos que resultan favorecidos con la asignación de la divisa a la tasa preferencial y defraudan a la Nación al sobrefacturar y fijar los precios con base en la tasa Dicom o el dólar paralelo.

El control de precios también contribuye a agravar el problema. Al congelar el PVP del producto final pero dejar liberados los precios de las materias primas, insumos, maquinarias, fuerza de trabajo, etc., los crecientes costos superan los precios controlados y, al provocar pérdidas, se desestimula la producción. Por si fuera poco, los millardarios subsidios a productos de la canasta básica alteran aún más los precios relativos, lo cual empeora el círculo vicioso del contrabando de extracción, escasez, acaparamiento, especulación, corrupción y dolarización con base en la cotización del paralelo.

Estos problemas pudieran comenzar a desaparecer si se unifica el agotado régimen de cambios múltiples, se sincera el precio de la gasolina, se erradica el financiamiento del déficit fiscal con emisiones de dinero sin respaldo, se flexibilizan los rígidos controles de precios que desalientan la producción, se substituyen los subsidios indirectos a bienes y servicios por subsidios directos a los hogares pobres, y se reorienta en favor de reactivar la producción nacional los miles de millones de dólares que actualmente se destinan a financiar las importaciones gubernamentales y el gasto militar. @victoralvarezr

 

De la emergencia económica a la estabilización económica

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias 

En lugar de un Decreto de Emergencia Económica hecho a la medida de un Gobierno que quiere evitar el control de una AN ahora en manos de la Oposición, el reto que deben asumir tanto el Poder Ejecutivo como el Legislativo es acordar un Programa de Estabilización Económica con Bienestar Social. El Gobierno tiene al alcance de la mano un conjunto de medidas que lejos de tener un impacto antipopular y generar una crisis de gobernabilidad, más bien crearían el clima de seguridad jurídica y paz laboral que se requiere para estimular una creciente inversión que permita reactivar la producción y superar los problemas de escasez, acaparamiento y especulación que tanto malestar generan en la población. 

A través del Decreto de Emergencia Económica, el Gobierno aspira a una modalidad de Ley Habilitante que es poco probable que una AN en manos de la Oposición le apruebe. Según la CRBV y la Ley de Estados de Excepción, la emergencia económica es como una forma de estado de excepción que transfiere temporalmente al Gobierno el ejercicio de la función legislativa y le permite Gobierno dictar medidas con el mismo rango que una Ley, las cuales pueden sobreponerse a las Leyes vigentes en materia económica. Una vez habilitado, el Ejecutivo regula los derechos fundamentales cuyas garantías han sido restringidas, tales como la libertad económica y la propiedad privada. Veamos:

El Estado de Excepción

La Ley Orgánica de Estados de Excepción precisa las medidas que pueden ser dictadas en el marco de los decretos de emergencia económica:

ü  Limitar o racionar el uso de servicios o el consumo de artículos de primera necesidad, tomar las medidas necesarias para asegurar el abastecimiento de los mercados y el funcionamiento de los servicios y centros de producción (Art 19).

ü  Permite erogaciones con cargo al Tesoro Nacional que no estén incluidas en la Ley de Presupuesto (Art 20).

ü  El Gobierno puede requisar los bienes e inmuebles de propiedad particular que deban ser utilizadas para restablecer la normalidad (Art 24).

Así pues, el Decreto de Emergencia Económica que acaba de ser publicado otorga poderes especiales al Presidente de la República para legislar en materia económica. Según su contenido, el Ejecutivo Nacional podrá dictar las medidas que considere convenientes en los siguientes aspectos:

 1. Disponer de los saldos presupuestarios del Ejercicio Económico 2015.

 2.- Asignar recursos extraordinarios a proyectos previstos o no en la Ley de presupuesto para ser usados en los sectores de salud, educación y vivienda.  

3.- Implementar medidas especiales e inmediatas para reducir la  evasión fiscal. 

4.- Dispensar de las modalidades del Régimen de Contrataciones Públicas en determinado sectores a fin de agilizar las compras del Estado que requieran urgencia. 

5.- Disponer de los trámites y requisitos para la importación nacionalización de mercancía.  

6.- Implementar medidas especiales para el tránsito de mercancías en aeropuertos y puertos del país. 

7.-  Dispensar de los trámites cambiarios establecidos  por Cencoex y BCV a órganos del sector público y privado, a fines de agilizar la importación de bienes o insumos para el abastecimiento. 

8.-  Requerir a empresas del sector público y privado, incrementar niveles de producción y el abastecimiento de determinados insumos. 

9.- Adoptar las medidas necesarias para asegurar el acceso oportuno a la población de alimentos, medicinas y demás bienes de primera necesidad. 

10.- Adoptar las medidas necesarias para estimular la inversión extranjera.

11.-  Desarrollar y fortalecer el sistema de misiones socialistas. 

Dicho claramente, el Decreto reserva al Ejecutivo el derecho de asignar recursos extraordinarios a proyectos, estén o no previstos en el presupuesto, así como a entes de la administración pública en salud, alimentación y vivienda. También permite medidas especiales para obviar normas legales y controles que rigen las compras y contrataciones gubernamentales. Por si fuera poco,  el Gobierno podrá requerir a personas naturales y jurídicas los medios de transporte, acopio y distribución, establecimientos y bienes muebles que necesite para sus operativos de distribución de alimentos, medicinas y otros bienes. De concretarse, esta requisa causaría pavor y sentenciaría al fracaso la misión del nuevo Ministerio de Promoción de Inversiones.  

Acostumbrado a gobernar sin mayores controles por parte del Poder Legislativo, con este Decreto el Ejecutivo intenta abrir una vía de escape para evadir el marco legal que rige la actividad económica y evitar el análisis de créditos adicionales y contratos que deben ser aprobados por la AN, la cual ahora está controlada por la Oposición.

La concentración de poder no fue buena y la falta de control fue peor. Si algo quedó claro es la necesidad de poner límites al poder, cualquiera que éste sea, para que cada uno pueda trabajar con autonomía, al margen de decisiones personalistas y autoritarias. La amenaza de una crisis de gobernabilidad solo podrá conjurarse con el reconocimiento y respeto mutuos, con la creación de espacios de diálogo y negociación, de alianzas ganar-ganar entre los poderes.

Atizar un conflicto de poderes que paralice al Gobierno mientras la Oposición pavimenta el camino al referendo revocatorio, hundirá aún más al país en la inercia e inacción. Apostar a una batalla final es provocar un estallido social de consecuencias impredecibles. Lo que está en juego no es la estabilidad de un gobierno sino la viabilidad de una Nación. @victoralvarezr