martes, 25 de octubre de 2011

Foro El petróleo en la Venezuela del siglo XXI

El Foro Social Mundial Temático Venezuela
y la Fundación Rosa Luxemburg

Invitan al Foro

El petróleo en la Venezuela del siglo XXI


Programa:


- Carlos Mendoza Potellá

“Vigencia del pensamiento de Francisco Mieres”

- Mazhar Al-Shereidah

“Venezuela y los 50 años de la OPEP”

- José Bodas

“Sociedad y petróleo: la visión de los(as) trabajadores(as)”

- Edgardo Lander
“Petróleo, desarrollo y ambiente en el siglo XXI”

Moderadora: Alexandra Martínez/ Relator: Francisco Javier Velasco.


En el siglo XX se produjeron importantes continuidades, y rupturas significativas en las políticas petroleras del Estado venezolano. Durante la última década hemos presenciado de nuevo persistencias y rompimientos. Ante esta situación surgen interrogantes que nos interpelan y convocan a la discusión sobre la incidencia del petróleo en nuestras identidades, nuestros problemas y nuestras posibilidades de transformación y supervivencia en un mundo convulsionado por múltiples crisis.

El Foro Social Mundial Temático Venezuela y la Fundación Rosa Luxemburg se proponen, con este evento, dar inicio a una serie de discusiones y encuentros que contribuyan a ampliar el debate abierto, plural y crítico, para contar como sociedad, con las herramientas político-conceptuales requeridas para responder a los complejos retos que atravesamos de una forma democrática.

http://www.forosocial.org.ve/

@FSMVzla

Sábado 29 de octubre de 2011 de 9:00 a.m. a 1:00 p.m.

Centro Internacional Miranda (CIM),

Edificio Anauco, P.H. Parque Central, Caracas.

lunes, 24 de octubre de 2011

Taller sobre experiencias exitosas de economía comunal

Taller sobre experiencias exitosas 
de Economía Comunal

01 de noviembre de 2011 /2.00 pm.

Centro Internacional Miranda, Residencias Anauco Suites PH, Parque Central.


Objetivo:

Este taller tendrá como propósito presentar el nuevo marco teórico, político y legal que ha desarrollado el Gobierno Bolivariano para impulsar el desarrollo de la economía comunal a través de nuevas formas de propiedad social en manos de los trabajadores directos y de la comunidad. Se expondrá, en la voz de los Consejos Comunales, experiencias exitosas de la economía comunal en la producción de bienes y servicios destinados a satisfacer necesidades básicas y esenciales de la población. La actividad propiciará un espacio para el análisis y el debate sobre las decisiones claves en el proceso de transferencia al poder comunal, sus obstáculos, factores de éxito, así como sus estrategias de autosustentabilidad.

Dinámica:

El evento se instala con una exposición sobre las características del nuevo modelo productivo socialista que se construye en Venezuela, a cargo del Econ. Víctor Álvarez, investigador del CIM; y otra presentación de las oportunidades que ofrecen la nuevas Leyes de Poder Popular, a cargo del diputado Ulises Daal. Luego, estas presentaciones en el plano teórico y legal se contrastan con la realidad concreta de los diferentes casos de estudio que se expondrán en el taller, a la luz de las interrogantes que más adelante se formulan.

Perfil de los participantes:

Trabajadores, consejos comunales, dirigentes políticos y de base, académicos e investigadores de la economía social y solidaria.

Presentación de casos:

1.- ¿Cómo se desarrolla el proceso?

2.- ¿Cuáles son las decisiones claves para transferir el poder a las comunidades?

3.- ¿Cuáles son los principales obstáculos que enfrentaron en el desarrollo de la experiencia de transferencia?

4.- ¿Cuáles son los factores claves de éxito?

5.- ¿Cuáles son las principales características de las nuevas formas de propiedad social?

6.- ¿Cómo es remunerado el trabajo? ¿En base a que principios o criterios?

7.- ¿Cómo se distribuyen e invierten los excedentes?

8.- ¿Cuáles son los mecanismos de decisión conjunta entre trabajadores y comunidades?

9.- ¿Cuál es el apoyo que reciben del Estado?

10.- ¿Cuáles son las estrategias para asegurar la autosustentabilidad de la experiencia?

Cupos limitados, confirme su participación a través de:


Teléfonos: 0212-5768274

twitter: @victoralvarezr






martes, 18 de octubre de 2011

Importamos porque no producimos y no producimos porque importamos

50 Aniversario del CENDES
SIMPOSIO
Objetivos y Estrategias de Desarrollo para Venezuela
ELEMENTOS PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UNA VISIÓN COMPARTIDA

 Ponencia:
“Una estrategia para superar el rentismo
e ingresar en una economía global basada en el conocimiento”

 
Víctor Álvarez R.
Investigador del Centro Internacional Miranda

Tabla de contenido

1. La inserción de Venezuela en la economía mundial 2

1.1. El efecto desindustrializador del rentismo petrolero 3

2. Premisas para el relanzamiento del proceso de industrialización y la creación de capacidades productivas para la exportación 7

2.1. Cambios en la geografía industrial 8

2.2. Las industrias del conocimiento 10

3. Creación de capacidades productivas y tecnológicas para la sustitución de importaciones y la diversificación de las exportaciones 13

3.1. La reconversión industrial 14

3.2. Industrialización para la inserción internacional 15

3.3. De la cultura rentista a la cultura del trabajo 16

3.4. Sustituir exportando 17

4. El papel del Estado en la industrialización 19

4.1. El Estado, los procesos de integración y la globalización 21

4.2. Armonización de políticas macroeconómicas y sectoriales 22

4.3. Política cambiaria que exprese la productividad industrial 24

4.4. Política industrial para la creación de capacidades productivas 27

4.5. Política tecnológica para la competitividad internacional 30

1. La inserción de Venezuela en la economía mundial

A diferencia de otros países que necesitan realizar un enorme esfuerzo productivo para generar las fuentes de divisas que requieren para comprar las materias primas y recursos energéticos que no poseen, la inserción de Venezuela en la economía mundial se basa en la percepción de una cuantiosa renta petrolera que le permite comprar al resto del mundo los bienes y servicios que bien pudiera estar produciendo internamente.

En las condiciones de un país rentista, el ingreso en divisas no depende de su inserción internacional como un exportador de una amplia gama de bienes y servicios de creciente grado de transformación y contenido tecnológico, sino de la captación de un plusvalor internacional que pagan los países consumidores de petróleo. La renta petrolera no es el resultado del esfuerzo productivo interno ni del desarrollo de las fuerzas productivas nacionales.

Asimismo, la inyección a la dinámica interna de la renta petrolera marca la inserción de Venezuela a la economía internacional como un gran importador de bienes y servicios. La renta genera un rápido crecimiento del consumo privado y de la demanda agregada que, por su ritmo impetuoso, tiende a ser abastecida con toda clase de importaciones. Para conjurar los problemas de escasez, acaparamiento y especulación, buena parte de la renta petrolera -en lugar de ser invertida productivamente- termina siendo utilizada para importar los bienes y servicios que debería generarse con el esfuerzo productivo interno. Esto inhibe y anula el impulso para desarrollar la producción interna, con su inevitable impacto negativo sobre la producción de bienes transables o comercializables internacionalmente. Es el círculo vicioso de la Venezuela rentista: importamos porque no producimos y no producimos porque importamos.

Inserción de Venezuela en la economía mundial

Exportaciones vs. Importaciones de manufacturas

Fuente: INE-BCV

1.1. El efecto desindustrializador del rentismo petrolero

A lo largo del período que se extiende desde 1950 a 1987, el PIB real de la industria manufacturera muestra un crecimiento interanual de 6,0% durante 37 años consecutivos, duplicando su valor cada 11 años. La mayor contribución de la manufactura (sin refinación de petróleo) a la conformación del PIB se ubica en el año 1987 cuando llega a casi 20%. A partir de entonces comienza un largo período de declinación hasta caer el aporte de la industria al PIB a 14.8% en el primer semestre de 2011 .

Entre 1950-1959 el PIB industrial (sin refinación de petróleo) crece a un ritmo de 11,7% y su contribución al PIB pasa del 12,1% a 16,9%. Luego, entre 1959-1977, el crecimiento interanual de la manufactura está en torno al 5,0% y su participación porcentual en el PIB se mantiene en 16,9%. En la última etapa de la sustitución de importaciones que se ubica entre los años 1977-1987, el crecimiento interanual de la industria se desacelera y ronda el 3,0%, sin embargo, su aporte a la conformación del PIB asciende al 20%.

Como puede apreciarse en el gráfico siguiente, el proceso de desindustrialización de la economía venezolana comienza desde 1988 y se acentúa en los años siguientes. Desde entonces, la participación del PIB manufacturero en el PIB total de la economía ha sido decreciente.

Grado de industrialización
(PIB industrial/PIB total)
Fuente: BCV.

En 1987 la economía venezolana alcanza su máximo grado de industrialización, con un aporte de la manufactura al PIB (sin refinación de petróleo) de casi 20 %. Desde entonces cae de manera ininterrumpida hasta un nivel de 14,8% en el primer semestre del año 2011. A lo largo de los años en los que se verifica la desindustrialización de la economía venezolana, es posible distinguir cuatro sub-períodos:

• Entre 1988-1995 la industria crece a una tasa interanual de 1,3% y su aporte al PIB comienza a caer al pasar de casi 20% a 18%; cae el coeficiente de inversión, debido a la desregulación de las tasas de interés que encareció el crédito industrial, castigo la demanda interna e incentivó las inversiones especulativas financieras y cambiarias; la creciente competencia de las importaciones como consecuencia de la reducción del arancel y la eliminación de las restricciones cuantitativas empieza a desplazar la producción nacional.

• Entre 1995-2003, la industria decrece a una tasa interanual de -3,2% y su participación en el PIB merma de 18% a 16%. Esto se debe al impacto de la crisis financiera en el desempeño general del PIB, la devaluación o unificación del tipo de cambio que desata un auge inflacionario sin precedentes y contrae la demanda doméstica; así como las políticas monetarias restrictivas que encarecieron y limitaron el financiamiento industrial y la capacidad de endeudamiento de los consumidores.

• Entre 2003-2008, a pesar de que la industria crece a un elevado ritmo de 8,3% interanual, paradójicamente su aporte porcentual al PIB apenas supera el 15%. Si bien la manufactura crece a una tasa significativa, el ritmo de crecimiento en otros sectores como el comercio, los servicios, las finanzas, las telecomunicaciones y la construcción es mucho mayor, lo cual altera el peso relativo de cada uno de ellos en la conformación del PIB.

• Entre 2009-2010, la industria se contrae a un ritmo de 4% interanual y su participación relativa en el PIB desciende a 14.8%. La causa principal es la sobrevaluación del tipo de cambio que entroniza una creciente propensión a importar lo que perfectamente se pudiera estar produciendo en Venezuela con el parque industrial que está instalado.

La desindustrialización de la economía venezolana se aprecia también en una permanente pérdida relativa de puestos de trabajo en el sector industrial. La contribución del sector manufacturero al total de empleados alcanza el 18 % en 1988 y, a partir de entonces, cae hasta menos de 12 % en el año 2010.

Empleo en el sector manufacturero/empleo total
Fuente: INE-BCV.

2. Premisas para el relanzamiento del proceso de industrialización y la creación de capacidades productivas para la exportación

En Venezuela se plantea la necesidad de transformar el capitalismo rentístico dependiente e importador en un nuevo modelo productivo exportador . Esto supone otra forma de integración del aparato productivo nacional a la economía mundial; impone una creciente inversión en el desarrollo de su talento humano y de las capacidades científicas y tecnológicas necesarias para generar bienes con la suficiente calidad y bajo costo para com¬petir en el mercado internacional. Sólo así será posible generar y mantener nuevas fuentes de empleo y superar nuestra actual especia¬liza¬ción internacional como un país expor¬tador de productos primarios. En este sentido, el relanzamiento del proceso de industrialización con miras a crear capacidades productivas para la exportación debe tener muy en cuenta las condiciones actuales del entorno internacional. En este nuevo contexto, los principios de selectividad, racionalidad y reciprocidad son claves para relanzar el proceso de industrialización. Veamos:

2.1. Cambios en la geografía industrial

Economías antes industrializadas como la de EE.UU. en la actualidad han visto mermar la importancia relativa del sector manufacturero ante el mayor dinamismo de los sectores de servicios, finanzas y telecomunicaciones y la relocalización de sus actividades industriales en otros países que ofrecen ventajas comparativas en términos de fuerza de trabajo, dotación de materias primas y energía.

Estos cambios en la economía mundial crean un entorno diferente al que existía cuándo se impulsó la industrialización por sustitución de importaciones. Estamos en presencia de otra situación que debe ser tenida muy en cuenta a la hora de diseñar y ejecutar la nueva estrategia de desarrollo industrial. En la actualidad, las fortalezas que realmente le dan consisten¬cia a una estrategia industrial en el largo plazo no son exclusivamente las heredadas de la naturaleza sino, fundamentalmente, las que el ser humano es capaz de crear con su inteligencia y calificación. Pero esto no se logra a través de un esfuerzo aislado, sino a partir de la interacción creativa entre los agentes económicos, sociales y políticos interesados en la transformación y modernización del aparato productivo interno.

Estamos en presencia de una época en la que se están realizando cambios sin precedentes en la Economía mundial. La magnitud de estas transforma¬ciones hace imposible que Venezuela aspire a sustentar su desarrollo al margen de semejante proceso. En la economía mundial se han consolidado nuevas regiones industrializadas. Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS) han aumentado su participación en el producto industrial mundial, mientras que las anteriores potencias industrializadas como EE.EE., Unión Europea y Japón han visto mermar su ponderación.

Las inversiones en manufacturas basadas en tecnologías maduras, intensivas en mano de obra, energía y recursos naturales, continuarán relocalizándose en los BRICS y otros países del Tercer Mundo con ventajas comparativas en materia de dotación de factores para este modelo de industrialización tradicional. Pero también en ellos la variable tecnológica se ha transformado en el factor clave para su futuro desarrollo industrial. Si bien es cierto que el esfuerzo de los países centrales se concentrará en las ramas con alta tecnología, como computación, aeronáutica, electrónica, automatización, robotización, industria militar y productos sintéticos, para reemplazar recursos mineros y fuentes energéticas en declive, también las nuevas potencias industrializadas incursionan en el desarrollo de productos intensivos en información y conocimientos científicos y tecnológicos.

Por otra parte, los revolucionarios avances en materia de transporte y comunicaciones han ampliado extraordi¬nariamente el espacio geográfico de la actividad económica y productiva y han convertido en cosa del pasado las viejas restricciones que hacían tan difíciles y costosas las actividades económicas entre diferentes países. Esto ha originado que las posibilidades para la integración económica continúen ampliándose objetivamente, más allá de los buenos propósitos con¬signados en los acuerdos económicos de cooperación que en el pasado no pudieron concretarse, los cuales limitaron los esfuerzos de integración económica al campo comer¬cial, sin llegar a concretar la integración productiva latinoamericana y caribeña.

2.2. Las industrias del conocimiento

Hasta la década de los 80 la actividad industrial en el mundo se caracterizó por la gran producción en serie, la importancia decisiva de las economías de escala y su consiguien¬te rigidez organizativa. Este modelo fue muy exitoso mientras el petróleo se mantuvo barato y sirvió de sostén para los procesos productivos intensivos en energía. Pero ante los significativos incremen¬tos de los precios del petróleo, los principales países consumido¬res reaccionaron iniciando una sostenida inversión en el desarrollo del talento humano y de sus capacidades científicas y tecnológicas con el fin de ahorrar materias primas y energía y hacer cada vez más eficientes sus procesos productivos.

Los auges en los precios del petróleo en los años 1974, 1979, 1991 y 2007 presionaron la reestructuración organizativa y funcional de la sociedad industrial y dejaron en evidencia el agotamiento de un modelo de desarrollo basado en un uso intensivo de la energía y los recursos naturales. El creciente peso que en la actualidad ha alcanzado el poder de la información y el conocimiento en la producción de bienes y servicios en la economía mundial comienza a ser equivalente a la importancia relativa que el petróleo ha tenido a lo largo de varias décadas. Las incesantes innovaciones tecnológicas en la producción industrial en el plano internacional desplazan del mercado interno a la producción doméstica y presionan por transformaciones radicales en la organización y estructura industrial. Surgen demandas de productos diferentes y personalizados; las nuevas tecnologías informáticas y la robótica permiten la sustitución de buena parte de la nómina de trabajadores, aumenta la producción industrial pero crece el desempleo estructural.

Los avances de la ciencia y la tecnología mejoran la eficiencia en el uso industrial de la mayoría de los recursos naturales y energéticos, muchos de los cuales son sustituidos por nuevos materiales y fuentes alternas de energía. Adicionalmente, la inestabilidad económica internacional indica que los países que dependen de la exportación de materias primas y recursos energéticos encontrarán mercados cada vez más competidos que los obligarán a vender sus recursos a precios inestables, con frecuentes altibajos.

El mensaje está claro: poseer recursos naturales es necesario más no suficiente para la prosperidad de una nación, de la misma forma como carecer de ellos no es un obstáculo para crecer y desarrollarse. Japón no los tiene y es un país muy rico. Venezuela si los tiene pero es una sociedad que todavía no ha podido erradicar las causas estructurales que generan desempleo, pobreza y exclusión social. Sin tener mayores reservas de materias primas y recursos energéticos, Japón, Corea del Sur y otros países del sudeste asiático han tenido un impresionante desarrollo industrial que se aprecia en su creciente participación como exportadores de manufacturas hasta en los mercados más reñidos y competitivos. Estos países demostraron que la falta de recursos naturales, lejos de ser una restricción insalvable para su desarrollo, más bien fue un acicate. Sin poseer mayores reservas de materias primas y energía lograron desarrollar una portentosa industria manufacturera de base tecnológica que ha invadido al mundo entero con una producción de creciente calidad y precios cada vez más competitivos, demostrando así que poseer recursos naturales es necesario más no suficiente para la prosperidad de una nación, de la misma forma que carecer de ellos no es un obstáculo para desarrollarse.

Más recientemente, los países del Grupo BRICS (Brasil, Rusia, China; Sudáfrica) ganan un creciente espacio en la geografía industrial a partir de una estrategia sustentada en el aprovechamiento de sus ventajas relacionadas con una abundante fuerza de trabajo, materias primas y recursos energéticos combinada con la generación, transferencia, difusión y uso de conocimientos científicos y tecnológicos. Un factor común en ambos bloques de países es que basan su estrategia a largo plazo en el desarrollo de su principal materia prima: la materia gris de la gente, la capacidad de Invención de sus cerebros.

Esta realidad impone un nuevo esquema de desarrollo económico y social fundado en la incorporación y difusión del progreso técnico. De la ventaja comparativa basada en recursos naturales se ha pasado a un nuevo patrón en el que lo importante es la creación de ventajas com¬petitivas con base en el dominio tecnológi¬co. El significado deter¬minante que una vez tuvie¬ron los recursos naturales y el petróleo barato para el viejo modelo de desarrollo industrial es semejante al que hoy tienen la tecno¬logía, la información y el conoci¬miento para el nuevo modelo de desarrollo. Estas nuevas tendencias económicas y tecnoló-gicas, que hoy se imponen en el plano internacional, constituyen el marco de refe¬rencia básico que es necesario entender de cara al reimpulso del proceso de industrialización en Venezuela .

3. Creación de capacidades productivas y tecnológicas para la sustitución de importaciones y la diversificación de las exportaciones

En la actualidad concurrimos a una nueva dinámica que integra cada vez más la actividad productiva de la economía mundial. Este proceso de integración de un número creciente de las cadenas productivas a escala internacional evidencia que la integración no es solo comercial sino también productiva. Esto se pone de manifiesto en el hecho de que las etapas de muchos procesos de producción se están lle¬vando a cabo en múltiples países. Así, el bien de consumo final está compuesto por partes y piezas fabricadas en diferentes países de acuerdo a la fortaleza o ventaja que cada cual ha desarrollado.

Los países que forman parte de estas cadenas productivas internacionales se especializan en la produc¬ción de determinadas partes, piezas y componentes que, a su vez, son ensamblados por otras empresas ubicadas en otras partes del mundo. Lo que llega al consumidor es el resultado de los esfuerzos parciales y complementarios de una compleja cadena productiva cuyos eslabones están localizados en diferentes países, según las ventajas comparativas y competitivas que los mismos posean y hayan podido desarrollar.

Venezuela no puede mantenerse aislada de estas tendencias. La posibilidad real de aprovechar las oportunidades que ofrece la integración internacional de la producción dependerá en gran medida de las fortalezas que puedan desarrollar las actividades económicas internas para alcanzar una integración mucho más eficiente que la que hasta ahora han tenido.

3.1. La reconversión industrial

Para poder insertarse en estas cadenas productivas internacionales, la industria nacional está obligada a superar serios rezagos en materia de calidad, productividad, precios, escalas de producción, puntualidad en las entregas, etc. que restringen su aporte a la transformación productiva del país. El tránsito de la Venezuela rentista e importadora a la Venezuela productora y exportadora exige, como una de sus más importantes transformaciones, un profundo proceso de modernización de la industria nacional, en función de que ésta logre un nivel de competitividad semejante a los internacionales.

La reconversión y modernización industrial constituye un proceso motorizado en gran medida por los indetenibles avances tecnológicos, traducido éste en el desarrollo de nuevos productos y procesos productivos en los que justamente se asienta la mejora sostenida del desempeño productivo. Las acciones de reconversión que anteriormente resultaban lentas e, incluso, imperceptibles, en la actualidad son mucho más violentas, cuestión que atiza el interés por introducir cambios sustanciales en los procesos productivos a fin de recuperar, mantener o consolidar la respectiva in¬serción internacional. La esencia de la Reconversión Industrial consiste en la utilización de los recursos que tiene una empresa y/o sector para mejorar su productividad y calidad en función de fortalecer su competitividad; entendiendo por esta última la posibilidad real de la empresa y/o sector para sostener e incluso aumentar su participación en los mercados, contribuyendo al mismo tiempo a elevar el nivel de vida de la sociedad en general.

En el marco de las estrategias en materia de inversión y desarrollo productivo; de comercio e integración económica; de aprendizaje, progreso tecnológico y competitividad; las alianzas internacionales y la inserción en los sistemas internacionales de gobernanza económica y de conocimiento tendrán sentido si permiten la transferencia de tecnologías, el desarrollo del talento humano, la asistencia técnica al aparato productivo nacional y la máxima incorporación de valor agregado y componentes locales en los proyectos de inversión. Se trata de abrir nuevas oportunidades para la inserción de la nueva industria nacional en las cadenas productivas internacionales. En los acuerdos de integración y los sistemas de gobernanza no se pueden enajenar, a nombre del mercado, la intervención del Estado para diseñar políticas y estrategias orientadas a favorecer el desarrollo productivo. Sobre todo porque, en adelante, el desarrollo industrial en Venezuela tendrá que ser menos improvisado, mucho más racio¬nal y programado para así poder integrar la industria venezolana a las cadenas productivas de los gigantes de la industria latinoamericana y mundial.

3.2. Industrialización para la inserción internacional

La industrialización tiene que ser asumida como una poderosa fuerza motriz que impulse la transformación de una economía rentista, que casi todo lo importa y poco produce, en una nueva economía independiente y soberana. Es la única estrategia posible para transformar el modelo primario-exportador que nos condenó a ser exportadores de petróleo y materias primas por un nuevo modelo productivo capaz de sustituir eficientemente importaciones, diversificar la oferta exportable y, de esta manera, ahorrar y generar nuevas fuentes de divisas que nos hagan menos dependientes del ingreso petrolero.

Un nuevo intento por industrializar la economía venezolana tiene que ser un proceso planificado que asegure un rápido crecimiento y desarrollo de las capacidades productivas y tecnológicas dedicadas a transformar materias primas en insumos básicos, bienes intermedios y productos de consumo final, con el fin de satisfacer las crecientes demandas y necesidades del aparato productivo nacional y de la población y, simultáneamente, diversificar la oferta exportable.

La industrialización tiene que ser un componente fundamental de una nueva estrategia económica diseñada en función del logro de los objetivos de seguridad y soberanía alimentaria y productiva. Es la mejor manera de generar empleos verdaderamente fructíferos, cuya remuneración tenga como contrapartida la producción de una abundante oferta de bienes y servicios destinados a satisfacer las necesidades básicas y esenciales del pueblo trabajador, sin romper el equilibrio que se debe preservar entre la oferta y la demanda para contribuir a estabilizar los precios.

3.3. De la cultura rentista a la cultura del trabajo

La cultura rentista se expresa en la explotación de un recurso natural y el consumo acelerado del ingreso que genera. Conduce al agotamiento de un recurso natural que lejos de acumularse en el tiempo se desacumula o agota por ser no renovable. Un país rentista no tiene un crecimiento acumulativo. Desde el punto de vista de la producción interna, no hay diversificación productiva, generación o absorción de tecnología, no se desarrollan las fuerzas productivas.

Cada vez que se desploman los precios del petróleo y surge una escasez de divisas, en Venezuela se plantea la necesidad de reimpulsar la industrialización y exportar. Pero la inexistencia de tal presión en condiciones de abundancia debe ser suplida por una gran voluntad y capacidad para dominar la tendencia a importar lo que debemos empezar a producir. Esto pasa por transformar la cultura rentista predominante por una nueva cultura centrada en el valor del trabajo, que procure la satisfacción de las necesidades nacionales a partir del esfuerzo productivo de los factores internos y no del consumo voraz del ingreso petrolero.

Esta es una de las razones que explica por qué en Venezuela el crecimiento industrial no ha ido a la misma velocidad del PIB, ni de la demanda agregada interna. Por el contrario, la brecha del mercado interno ha sido cubierta con importaciones. La inyección de la renta petrolera al mercado interno incrementa el consumo privado y público, pero ante la rigidez del aparato productivo interno el incremento de la demanda agregada tiende a ser abastecido con importaciones, desaprovechando así el margen que ofrece el mercado interno como base para relanzar la estrategia de industrialización, a partir de un modelo mixto de sustitución con exportación.

3.4. Sustituir exportando

La industria venezolana es una consumidora neta de divisas, las cuales no compensa ni repone a través de un sostenido esfuerzo exportador. El relanzamiento del proceso de industrialización en Venezuela debe trascender el mercado interno y extender su cobertura hacia el mercado internacional, en función de generar y compensar las divisas que la actividad industrial consume.

La sustitución de importaciones debe proseguir, pero su modalidad debe cambiar y tornarse mucho más selectiva y programada. Debe proseguir por cuanto constituye un factor dinámico esencial para el crecimiento y desarrollo de la economía. Existe un amplio margen de sustitución que ofrece el elevado coeficiente de importaciones de manufacturas que aún se realiza. Pero también Venezuela debe reimpulsar su proceso de industrialización incorporando una dimensión exportadora que permita diversificar las fuentes de divisas para superar la tradicional dependencia del ingreso petrolero.

En Venezuela, el comercio exterior de manufacturas sigue siendo deficitario. En 2010, el país presenta el más bajo coeficiente de exportación manufacturera entre todos los países grandes y medianos de América Latina, mientras el coeficiente de importación es cada vez más elevado.

El relanzamiento de proceso industrializador tiene que proponerse sustituir importaciones pero a la vez exportando un porcentaje creciente de la producción industrial. Esto implica asegurar:

• Un crecimiento más acelerado de la industria manufacturera que el del producto interno bruto; es decir, la industria debe seguir ser un sector dinámico que impulse y motorice el desarrollo económico y social.

• Un crecimiento de la producción industrial superior al crecimiento del consumo privado y de la demanda agregada interna.

• Un crecimiento de las exportaciones manufactureras más rápido que el crecimiento del producto industrial, para elevar el papel impulsor de las exportaciones y compensar el menor efecto dinámico de la sustitución.

• Un aumento de la inversión extranjera directa para favorecer procesos de transferencia de tecnología, formación de talento humano, asistencia técnica e industrialización de los factores productivos locales.

4. El papel del Estado en la industrialización

Hasta hace poco, el debate económico en América Latina estuvo dominado por el Consenso de Washington, cuya agenda establecía el desmontaje de las capacidades de intervención del Estado para dejar el desarrollo económico bajo la dinámica de las fuerzas ciegas del mercado.

Las políticas económicas a favor de la intervención del Estado o del funcionamiento del mercado no pueden asumirse como opciones antagónicas e inconciliables. Asumir este enfoque maniqueo nos llevaría a otorgarle todo el poder de decisión, o bien a la burocracia estatal o bien a la mano insensible del mercado. La dinámica de las relaciones entre mercado y Estado no es un asunto que pueda resolverse de una vez y para siempre, para todas las situaciones y coyunturas. La conveniencia de diferentes niveles de apoyo y regulación estatal constituye, hoy en día, uno de los asuntos claves en la reformulación de las estrategias de desarrollo, particularmente en los países subdesarrollados.

Sin embargo, en el debate económico ha prevalecido un fuerte sesgo ideológico que considera superior el funcionamiento del mercado a la acción estatal, desconociendo una larga historia de eficaz intervención pública para apoyar con éxito, incluso, al propio desarrollo capitalista.

La industrialización de Venezuela no será obra del mercado, no serán las leyes de la oferta y la demanda ni el mecanismo de los precios las fuerzas motrices que reimpulsen el desarrollo industrial de Venezuela. Se requiere una intervención inteligente de los poderes públicos para concertar cuáles son los objetivos que desea alcanzar la sociedad e identificar los instrumentos más efectivos para lograrlos.

Ni absolutismo de mercado ni fundamentalismo de mercado. La idea de una ausencia total de intervención estatal es una con¬cepción tan absurda e irreal como la de concebir una socie¬dad donde la iniciativa privada no tenga cabida. El Estado se reserva el control de actividades estratégicas como petróleo, has, industrias básicas, electricidad, telecomunicaciones, etc. y regula la iniciativa e inversión privada en otros sectores de la economía. No lo sustituye al mercado como un mecanismo a través del cual se realiza la producción y distribu¬ción, sino que lo controla, regula y reorienta hacia las prioridades nacionales, a través de un marco legal y regulatorio claro y estable, de un entorno institucional transparente y eficiente, y del diseño y ejecución de adecuadas políticas macroeconómicas y sectoriales.

Es muy importante crear condiciones para que la economía venezolana funcione al margen de arbitrarias decisiones burocráticas y discrecionales. Esto no quiere decir que el Estado tenga que renunciar a la prerroga¬tiva de intervenir en los asuntos económicos. Lejos de abandonar su acción de gobierno, ahora más que nunca se necesita un Estado que sea capaz de implementar políti¬cas transparentes y estables y de mantener bajo control las fuerzas ciegas del mercado. La industrialización requiere de una sabia rectoría del Estado y esto exige una participación cada vez más racional en lo económico a través del diseño y ejecución de políticas macroeconómicas y sectoriales coherentes y bien articuladas que armonicen la participación del Estado en diferentes ámbitos; como planificador (a través de planes globales, secto¬riales, etc.), como empresario (a través de empresas públicas), como inversionista (a través de la inversión pública), como regulador (a través de la regulación de precios, monopolios, inversión extranjera, etc.), como benefactor (a través de la distribución de ingreso, seguro social, educación, bienes básicos, etc.) y como banquero (a través de una política monetaria de regula¬ción y financiera de fomento).

4.1. El Estado, los procesos de integración y la globalización

La integración comercial y productiva es compatible con grados diversos de intervención estatal, incluso en el propio ámbito del comercio exterior. En el devenir de los procesos de integración en marcha, el Estado debe abocarse a preservar una protección moderada y razonable en favor de las activi¬dades económicas internas, pero sin afectar la necesa¬ria y permanente presión competitiva que las estimule a preocuparse por la calidad y productividad con la que operan. El Estado debe llevar a cabo audaces iniciativas en función de negociar y administrar tratados y acuerdos económicos internacionales que permitan abrirle un espacio cada vez mayor a la producción nacional en los mercados externos. En este sentido, debe fortalecer y crear los orga¬nismos necesarios que orienten y apoyen a los sectores de la industria con vocación exportadora, fundamental¬mente aquellos entes que están llamados a realizar una intensa labor de inteligencia de mercado y de desa¬rrollo tecnológico que permitan descubrir oportunidades de exportación e incorporar y divulgar el progreso técnico a través de distintos sectores económicas y ramas de actividad industrial.

Todo esto sin menoscabo de la adopción de políticas industriales explícitas para la reconstrucción del aparato industrial, en el marco de una nueva estrategia de desarrollo sustentable y sostenible, reactivando la industria y recuperando el empleo productivo; incentivando su reconversión para fortalecer su calidad, productividad y competitividad; de reimpulsar la reindustrialización a fin de incrementar el tejido industrial del país y lograr las metas de soberanía productiva ampliando las capacidades de producción y fortaleciendo también las capacidades tecnológicas e innovativas que permitan agregarle valor a la riqueza de recursos minerales, energéticos y otras materias primas que posee Venezuela.

La verificación de la desindustrialización de la economía venezolana es una ocasión propicia para revisar la política económica, toda vez que no se trata solo de reactivar la economía sino de transformarla. En este sentido, las medidas que se tomen deberán ir más allá de la simple reactivación económica para plantearse, fundamentalmente, la transformación de una economía rentista en un nuevo modelo productivo exportador.

4.2. Armonización de políticas macroeconómicas y sectoriales

Más que una serie de medidas aisladas, se impone el diseño de una nueva estrategia económica que ponga freno a la desindustrialización. Esto pasa por concentrar el impacto de los incentivos públicos en los sectores con mayor efecto multiplicador: los de más peso en la estructura del PIB que han sufrido una mayor contracción.

Por su peso específico en el PIB, cualquier crecimiento o contracción de la industria repercutirá en la dinámica general de la economía y el empleo. La manufactura tiene un gran impacto sobre las cadenas productivas. Hacia atrás demanda materias primas a la agricultura, pesca, forestal, minería, etc. Hacia adelante ofrece bienes intermedios y finales para el desarrollo de otros sectores. Demanda también servicios de apoyo, agua, gas, electricidad, telecomunicaciones, financiamiento, infraestructura, redes de distribución y comercialización. Si crece la industria crecen también estos sectores.

La industrialización no podrá ser simplemente la resultante de crear un clima macroeconómico apropia¬do. Exige también el diseño y ejecución de acertadas políticas sectoriales, particularmente agrícolas, industriales y tecnológicas en una visión de corto y largo plazo. Precisará de cambios institucionales con orientaciones estratégicas para lograr una forma nueva de interacción entre los agentes públicos y privados, como la mejor vía para complementar las capacidades y recursos de cada uno y así contribuir al logro de un mayor desarrollo económico y social.

Es cierto que la evolución errática de la industria se ve influida por la situación económica en general y, particularmente, por los efectos sobre la inversión y el consumo interno de las políticas fiscal, monetaria y cambiaria. Pero la atención a la dimensión macroeconómica no puede ser en detrimento de las políticas sectoriales. No olvidemos que en los años del auge neoliberal, la corrección de los desequilibrios macroeconómicos relegó a un segundo plano la atención a las políticas sectoriales de apoyo a la reactivación y reestructuración del aparato productivo interno. Tras el objetivo de corregir los déficits en balanza de pagos, déficit fiscal y abatir las presiones inflacionarias la atención del gobierno se concentró en la política macroeconómica en menoscabo de las políticas industrial y tecnológica.

El Estado debe definir políticas macroeconómicas claras, estables y de carácter general. A propósito de una estrategia orientada al comercio exterior, las políticas cambiaria, tributaria, monetaria, financiera, comercial, de precios, etc. deben promover el creci¬miento y desarrollo de la producción de bienes transables. Esta es una condición básica para facilitar un mejor desenvolvimiento de la industria nacional.

Si se repite la experiencia de políticas macroeco¬nómicas contradictorias y adversas al sector indus¬trial, si se reedita la historia de reiterados e impro¬visados cambios en el marco legal y regulatorio; si se crean otra vez las condiciones para que renazca la discrecionalidad y arbitrariedad del burocratismo; sin lugar a dudas que no habrá reindustrialización posible.

4.3. Política cambiaria que exprese la productividad industrial

La sobrevaluación del tipo de cambio expresado en un dólar subsidiado ha facilitado la importación masiva de bienes y servicios que se podrían producir en Venezuela. Y mientras Venezuela perciba un significativo ingreso en divisas por concepto de exportaciones petroleras, aun cuando resulte necesario diversificar la economía para lograr los objetivos de la soberanía productiva, este proceso no tiene un carácter urgente o impostergable.

Solo cuando se han desplomado los precios del petróleo es que se ha planteado la necesidad de desarrollar un vigoroso sector industrial capaz de sustituir de manera eficiente el gran volumen de importaciones y de exportar una amplia gama de bienes y servicios no tradicionales que compensen la caída del ingreso petrolero. Pero ha prevalecido un abundante ingreso petrolero que confiere un extraordinario poder de compra externo y permite comprarle al resto del mundo lo que se debería estar produciendo internamente. En los períodos de auges rentísticos la moneda se sobrevalua, por lo que suele aumentar el coeficiente de importaciones y a reducirse el coeficiente de exportaciones. El mejor negocio en la Venezuela rentista sigue siendo importar en lugar de producir.

Para cambiar la cultura rentista la primera medida a tomar es la adopción de un tipo de cambio que exprese la productividad promedio del aparato productivo nacional. Transformar la economía rentista e importadora en un nuevo modelo productivo que sustituya de manera eficiente buena parte de las importaciones que aún se hacen y diversificar la oferta exportable para generar fuentes alternas de divisas que nos hagan cada vez menos dependientes del ingreso petrolero, implica fijar un tipo de cambio que estimule el valor del trabajo al expresar la verdadera productividad de la industria manufacturera y del esfuerzo productivo nacional.

El desempeño de la industria se ha visto afectado por la sobrevaluación del tipo de cambio. El uso de la política cambiaria como política antiinflacionaria -a través del anclaje del tipo de cambio-, ha abaratado las importaciones hasta el punto de provocar los mayores niveles de compras externas por parte de Venezuela. Los productos importados se hacen más baratos para los compradores venezolanos en tanto que los fabricados en el país se han hecho más costosos internamente y en los mercados internacionales. La apertura del mercado interno y la tendencia a importar que genera la sobrevaluación del tipo de cambio provoca que muchas empresas industriales se transformen en importadoras de lo que antes producían.

Un tipo de cambio que exprese la verdadera productividad del esfuerzo productivo nacional es una condición básica, elemental, para estimular los esfuerzos orientados al desarrollo y fortalecimiento de una in¬dustria manufacturera eficientemente integrada, toda vez que facilita el desarrollo de una segura y confiable red de proveedores locales a lo largo de los distintos eslabones de las cadenas productivas, lo cual constituye una ventaja competitiva tan o más importante que las ventajas comparativas que el país tiene en cuanto a la dotación de materias pri¬mas, energía abundante o fuerza de trabajo barata.

La sobrevaluación desestimula las exportaciones, las cuales pierden competitividad en los mercados internacionales. No olvidemos que la tasa de cambio es la que relaciona los precios venezolanos con los del resto del mundo, por lo que el comportamiento de la misma entra a jugar un papel clave en la transformación de una economía rentista e importadora en una nueva economía productiva y exportadora.

Son distorsiones que es necesario corregir dejando muy claro que la competitividad de un sector de la industria en el mediano y largo plazo, no puede sustentarse sólo en la devaluación de la moneda doméstica, sino en el fortalecimiento de sus capacidades tecnológicas e innovativas.

4.4. Política industrial para la creación de capacidades productivas

Los problemas más importantes que afectan el desempeño de la industria manufacturera y su aporte a la transformación productiva son los siguientes:

• Obsolescencia tecnológica y rezagos en calidad, productividad y competitividad

• Baja densidad de establecimientos manufactureros por cada mil habitantes, lo cual hace que su aporte al PIB aún esté por debajo del 20 %, condición mínima para considerar una economía industrializada.

• Cartera crediticia demorada de la industria, con problemas de liquidez y activos comprometidos por garantías previamente constituidas, lo cual dificulta su acceso a nuevo financiamiento.

• Concentración territorial de la actividad industrial en el Eje Centro-Norte-Costero, lo cual limita la contribución del sector manufacturero al desarrollo armónico y proporcional de las diferentes regiones y estados del país.

De esta problemática se deducen al menos cinco objetivos a lograr con la nueva política industrial:

1. Reactivar la industria manufacturera: hasta lograr que al menos el 95 % de la capacidad industrial actualmente instalada se encuentre en pleno funcionamiento, toda vez que –por su alta ponderación en el PIB-, su reactivación tendrá una alta incidencia en la recuperación del ritmo de actividad económica y en el nivel de empleo.

2. Reconversión industrial: para modernizar la industria y fortalecer sus capacidades tecnológicas e innovativas, de tal forma que pueda lograr mejoras sostenidas en la productividad que permitan mejorar la estructura de costos y abatir las presiones inflacionarias; así como mejorar su calidad y desarrollar nuevos productos que contribuyan a la sustitución eficiente de importaciones y a la diversificación de la oferta exportable.

3. Reindustrialización: para incrementar la densidad industrial de 0.3 a 1 establecimiento manufacturero por cada 1.000 (mil) habitantes y así elevar el aporte de la manufactura al PIB de 14.8 % a 20 %; logrando un crecimiento económico de calidad (sustentado en la economía real) y generando nuevas y mejores fuentes de empleo productivo, estable y bien remunerado.

4. Refinanciar la deuda industrial: reestructurar el cronograma de pagos de deudas vencidas, con condiciones más adecuadas de plazos, tasas de interés y garantías, que permitan aliviar la carga financiera de las empresas que han entrado en mora debido a la contracción de la economía nacional e internacional.

5. Relocalización industrial: para estimular nuevas inversiones así como la reubicación de establecimientos industriales ya existentes en regiones, estados y municipios con un PIB por debajo de la media nacional y con baja densidad de establecimientos manufactureros, en función de corregir asimetrías y disparidades y propiciar así un desarrollo armónico y proporcional del territorio nacional.

La política industrial es la clave para reactivar y transformar la economía. El Estado puede combinar incentivos arancelarios, fiscales, financieros, cambiarios, compras públicas, suministro de materias primas, asistencia técnica, etc. para elevar el aporte de la manufactura al PIB del actual 14.8 % al 20% que establecen los estándares internacionales para reconocer que una economía se ha industrializado. Esto implica elevar la densidad industrial de 0.25 a por lo menos 1 establecimiento industrial por cada mil habitantes. No es una meta difícil: Colombia tiene 1.2 y México 1.7. Implica aumentar el número de industrias de 7.800 a 26.000, generando más y mejores fuentes de trabajo. Para su mejor comprensión y tratamiento clasificaremos estas medidas en las siguientes dimensiones:

• Dimensión Macroeconómica: son medidas horizontales o decisiones fundamentalmente en materia de política macroeconómica, las cuales tienen una incidencia general, más no igual, sobre todos y una cada uno de los sectores, ramas, agrupaciones y empresas industriales.

• Dimensión Mesoeconómica: son medidas para adecuar tanto el marco legal y regulatorio como el entramado institucional a través de los cuales los ministerios, entes adscritos y demás órganos del Estado se coordinan y articulan para complementar sus capacidades y recursos en función de asegurar el buen gobierno de la economía.

• Dimensión Microeconómica: son medidas verticales o decisiones fundamentalmente en materia de política microeconómica o sectorial, las cuales tienen una incidentica focalizada en determinados sectores, ramas o agrupaciones industriales a las que se atribuye una mayor importancia, bien sea por su efecto multiplicador y acelerador de la dinámica económica, por su contribución al empleo o por su efecto sobre la inflación.

Reactivar, modernizar y ampliar la industria nacional requerirá muchos años de aplicación de políticas públicas. La protección y los apoyos del Estado a la producción local es una condición clave para estimular la creación de nuevas fuentes de trabajo estables y bien remuneradas que permitan enfrentar con éxito los flagelos del desempleo, la pobreza y la exclusión social.

4.5. Política tecnológica para la competitividad internacional

Una estrategia para superar el rentismo e ingresar en una economía global basada en el conocimiento además de crear capacidades productivas para la exportación a través de una política industrial, también requiere el diseño y ejecución de una política tecnológica que tenga como objeto el fortalecimiento de capacidades para generar, transferir, difundir y utilizar nuevos conocimientos y tecnologías, en función de fortalecer las capacidades tecnológicas e innovativas del aparato productivo nacional.

En una economía global basada en el conocimiento, mucho más que la abundancia de recursos naturales susceptibles de ser explotables, lo que más importa es el desarrollo de la inteligencia, del poder creativo, de la capacidad de innovación, del talento organizacional y de la capacidad gerencial. La abundancia de recursos naturales no es un requisito imprescindible para ser un país próspero. La riqueza de una nación depende más de la calificación de sus trabajadores, empresarios y gobierno y cada vez menos de sus recursos naturales o energéticos. Complementando con sabiduría estas capacidades es posible que cualquier país con gente preparada y buena gestión pública y privada, pueda fabricar productos de buena calidad y buenos precios, destinados a satisfacer las necesidades básicas y esenciales de la población y a la exportación.




miércoles, 5 de octubre de 2011

Seminario: Del Socialismo del SXXIal Buen Vivir. CELARG. Viernes 7/10/11 8.30 am

INVITACION A SEMINARIO
DEL SOCIALISMO DEL SIGLO XXI  AL BUEN VIVIR.
NUEVAS COORDENADAS DEL DEBATE
SOBRE LAS ALTERNATIVAS REGIONALES

Viernes 7 de octubre de 2011
CELARG SALA 1
ALTAMIRA
Hora: 8: 30 am

Ponencias
9:00 am a 12; 30 m
Edgardo Lander. Retos contradictorios que confrontan los actuales procesos de cambio en América del Sur
Colectivo La Araña Feminista. Socialismo Feminista. Ideología para la superación del capitalismo en el siglo XXI
Víctor Álvarez R. Lo que no debe heredar del siglo XX el socialismo del siglo XXI
Raúl Prada. Estado plurinacional y Vivir Bien, alternativas a la modernidad, al capitalismo y al desarrollo
PENSAMIENTO CRÍTICO, SUBJETIVIDADES Y ALTERNATIVAS GLOBALES.
DESAFÍOS Y DILEMAS
Ponencias
2:00 a 5: 00 pm
Javier Biardeau. De la ciudad letrada a la potencia plebeya
Miguel Contreras. Pensar la negatividad
Rigoberto Lanz. Lo que pensamiento crítico quiere decir

Viernes 7 de octubre de 2011

CELARG SALA 1
ALTAMIRA
Hora: 8: 30 am

¿Estatizar o socializar?

La propiedad no es una simple posesión basada en el derecho mercantil sino un sistema de relaciones sociales que se establecen en el proceso de producción. El socialismo del siglo XX, tras el ideal humanista de erradicar la explotación del ser humano, estatizó todos los medios de producción, deformándose en un capitalismo de Estado que ahogó el espíritu emprendedor y las capacidades creadoras del pueblo, criminalizó la iniciativa empresarial, frenó el desarrollo de las fuerzas productivas, generando escasez, racionamiento y especulación. Las poderosas élites burocráticas derivaron en una burguesía funcional que se apropió de parte importante del excedente o plustrabajo social, ya no como propietarios de los medios de producción, sino por los privilegios asociados a sus cargos.

En su fachada, la propiedad estatal se presenta como propiedad de todo el pueblo, pero su lógica no altera para nada las viejas formas de explotación capitalista. No se trata de destruir el capitalismo privado para sustituirlo por el capitalismo de Estado, sino de impulsar una nueva economía social a través de la cual los trabajadores y la comunidad dirijan los procesos de producción. Solo así podrán ser y sentirse como los verdaderos copropietarios sociales de las condiciones que garantizan su supervivencia. El verdadero socialismo tiene que desestatizar la sociedad, desburocratizar la función pública y empoderar directamente a la comunidad, sin mediaciones de capitalistas ni burócratas.

Al expropiar, el Estado indemniza y se convierte en dueño de lo que antes era propiedad privada. El artículo 115 de la CRBV dice que: “Sólo por causa de utilidad pública o interés social, mediante sentencia firme y pago oportuno de justa indemnización, podrá ser declarada la expropiación de cualquier clase de bienes”. No son pocos los dueños de empresas al borde de la quiebra que resultaron favorecidos con estas expropiaciones. Los casos de Invepal, Inveval, Invetex, Cerámicas Maracay y ahora Conferry son ejemplos de empresas que estaban cerradas o en bancarrota, y solo generaban costos o pérdidas para sus dueños.

A la decadente Conferry había que ponerle al lado una nueva y más eficiente empresa socialista, que demostrara con mejores precios y calidad de servicio su superioridad. Pero se expropió una empresa en precarias condiciones, con naves deterioradas por tantos años de uso y poco mantenimiento, deudas ocultas y trabajadores y usuarios descontentos. Relanzarla será difícil y si no se logra, los enemigos del socialismo dirán: "Allí está, otra empresa más que estaba bien gerenciada en manos del sector privado y bastó que la estatizarán para quebrarla"

En Venezuela la densidad de industrias por cada mil habitantes apenas llega a 0.25, mientras que en Colombia es 1.2 y en México de 1.7. Ministerios, gobernaciones y alcaldías tienen sus nóminas atiborradas porque no se crean nuevas empresas para generar trabajo y empleo productivos. Cuando se gastan recursos públicos en pagar expropiaciones de empresas no estratégicas, en vez de invertirlos en la creación de nuevas y mejores empresas, no se está contribuyendo a aumentar la densidad empresarial ni a aumentar el patrimonio productivo del país. Nos quedamos con el mismo número de empresas, es la misma capacidad productiva pero ahora en otras manos. Eso no es crecimiento ni mucho menos desarrollo.

La transformación del capitalismo rentistico en un nuevo modelo productivo socialista no será obra del mercado. Será una sabia y decidida actuación del Estado la que propicie e impulse la transformación de un régimen económico basado en la explotación del ser humano y la depredación del ambiente por una nueva economía de amplia y creciente inclusión social.Pero esto no significa que el Estado tenga que hacerse propietario de todos los medios de producción, distribución y comercialización. El Estado está llamado a reorientar los recursos e incentivos públicos en función de apoyar la creación de empresas de la economía social, en manos de los trabajadores directos, de los consumidores organizados y de la comunidad. Las empresas de la economía social, no tienen fines de lucro pero tampoco vocación de pérdida, tienen  que ser prósperas y autosustentables y generar un creciente excedente para ser invertido como ganancia social en la mejora de las condiciones laborales y en la solución de los problemas de la comunidad. Solo así será posible superar la explotación del trabajado asalariado y desterrar las causas estructurales que generan desempleo, pobreza y exclusión social.