Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Fijar
dos precios para la gasolina es un incentivo perverso a la corrupción, la
especulación y el contrabando. En moneda nacional, el precio subsidiado es de 5.000
Bs/L y equivale a solo 2 ½ centavos de dólar, mientras que el precio dolarizado
se fijó en 0,50 centavos de dólar el litro, 20 veces más.
Está
comprobado que los sistemas diferenciales de precios degeneran en un incentivo
perverso a la corrupción, tal como pasó con Cadivi, Sicad, Simadi y Dipro que
fijaban una tasa de cambio subsidiada a la que solo tenían acceso unos
privilegiados que luego revendían las divisas baratas a una tasa de cambio
mucho más cara en el mercado paralelo, acumulando así jugosas ganancias.
La
irracionalidad del nuevo precio subsidiado está a la vista: una botella de
litro y medio de Coca-Cola cuesta 250.000 bolívares, cantidad con la que se
pueden comprar 50 litros de gasolina. En las fronteras con Colombia y Brasil un
litro de gasolina cuesta al menos 0,70 $/L, razón por la cual, ni siquiera el precio
de 0,50 $/L detendrá el contrabando.
Si
no se corrige el enorme diferencial de precios, lo más probable es que la
ilusión de la gasolina barata dure apenas unas semanas, nuevamente tenderá a
desaparecer y solo se conseguirá en las estaciones de servicios dolarizadas
hacia donde se dirigirá el trasvase y jugosa reventa de la gasolina subsidiada.