sábado, 30 de abril de 2016

Suiza, Andorra, Panama: los refugios de la corrupción rentista

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Las cuentas secretas que se han descubierto en Suiza, Andorra y ahora en Panamá no deben quedarse como un escándalo más que involucra a importantes personalidades de la economía, la política, la literatura, los deportes y la farándula mundial. Para Venezuela no se trata simplemente de una maniobra para evadir impuestos, sino de una estrategia para camuflar y lavar el dinero de la corrupción.

A la luz de los Papeles de Panamá, comienzan a conocerse los casos que involucran a importantes figuras de la economía y políticas venezolanas. De este caudal de información irán surgiendo nuevos nombres de los viejos y nuevos ricos que nacieron al amparo de la corrupción propia de la cultura rentista.

La impunidad promueve antivalores

La corrupción es la principal causa de la ineficiencia del presupuesto público, toda vez que un enorme torrente de recursos se pierde por el desaguadero de las adjudicaciones directas, la sobrefacturación, los sobreprecios, el contrabando y la apropiación indebida de fondos públicos. Esto vuelve sal y agua los fondos que se destinan a financiar los programas sociales y las obras de interés nacional.

El Gobierno no actúa con firmeza y mucho menos con eficacia para combatir y derrotar la corrupción. Los frecuentes casos de altos gerentes de Pdvsa, Abastos Bicentenario, Conviasa, militares y funcionarios de ministerios y empresas públicas revelan hasta donde han penetrado las mafias de corruptos que proliferan en el caldo de cultivo de la impunidad. El silencio cómplice en tantos casos de corrupción que han escandalizado a la Nación termina implantando los antivalores que van corrompiendo a toda la sociedad. Solo una batalla frontal contra la corrupción y un castigo implacable a sus responsables podrán erradicar este terrible flagelo que erosiona la integridad ética y moral del país.

¿A quién le duele el desfalco de la renta petrolera?

Cuando el ingreso fiscal de una Nación proviene de los impuestos que pagan los contribuyentes, los gobernantes están sometidos a una enorme presión para rendir cuentas y asegurar un uso eficiente y transparente de esos tributos. Pero cuando las arcas públicas dependen de una renta externa que no la aportan los contribuyentes, su desinterés e indolencia es aprovechado por los gobernantes que no encuentran mayores restricciones para disponer discrecional y arbitrariamente del tesoro nacional. La abundante renta derivada de la explotación de los recursos naturales termina siendo el manantial que alimenta el saqueo de las mafias que asaltan y secuestran los poderes públicos.

A diferencia de los impuestos que si le duelen a los contribuyentes y por cuyo uso exigen cuentas, el ingreso rentístico brinda la fuente de recursos para que el poder se ejerza sin diferenciar lo público de lo privado. Al inyectar a la circulación doméstica la cuantiosa renta que no es fruto del esfuerzo productivo interno, sino que proviene de la explotación de un recurso natural, surge y se expande un desmesurado afán por la riqueza fácil que da origen a las más variadas y asombrosas formas de corrupción.

La apropiación indebida de fondos públicos, la malversación de los presupuestos, el tráfico de influencias, el peculado de uso, el soborno, los sobreprecios, las empresas de maletín, los testaferros, las importaciones ficticias, la deuda externa fraudulenta, la fuga de capitales y muchas otras formas de corrupción se ponen en práctica para capturar la mayor tajada de la renta que sea posible, la cual es depositada en cuentas secretas en Suiza, Andorra, Panamá y los paraísos fiscales que ocultan la identidad de los clientes y no reparan en el origen de los fondos.

La debilidad institucional

La corrupción se exacerba ante un círculo vicioso en el que la debilidad institucional permite la concentración de poder en una sola persona, la cual a su vez se resiste a cederlo y prefiere debilitar aún más esas precarias instituciones, hasta que éstas finalmente terminan secuestradas y podridas por el burocratismo y la corrupción. Este flagelo se agrava en presencia de una abundante renta petrolera que permite disimular o tapar los enormes huecos que va dejando la corrupción.

Los gobernantes, al disponer de una renta que no proviene de los impuestos que pagan los contribuyentes, proceden a repartirla sin mayor transparencia. Los políticos populistas, en su afán por aferrarse al poder, conceden toda clase de dádivas a los diferentes grupos de presión económica, política y social, cada uno de los cuales teje su mejor argumento para hacerse merecedor del mayor pedazo de la renta, ofreciendo a cambio su lealtad política y electoral. Así, los incentivos perversos del populismo rentista también corrompen la dignidad de un pueblo a través del reparto de lisonjas y prebendas, exacerbando la cultura rentista que pretende vivir de ingresos que no son fruto del trabajo.

La corrupción florece en la debilidad institucional y se agrava por la gran discrecionalidad con la que actúa quien concentra cada vez un mayor poder. Quien administra los recursos públicos actúa sin rendir cuenta ante una débil ciudadanía que no dispone de los mecanismos institucionales para ejercer una eficaz contraloría social. En tales condiciones, es imposible poner bajo el escrutinio de la ciudadanía la forma como se administran los recursos públicos. 

Si la gente no tiene la posibilidad de pronunciarse y tomar decisiones en los espacios que le son cruciales para su existencia, entonces no hay vías para que se desarrolle el poder ciudadano. Por eso, un asunto clave en la lucha contra la arbitrariedad y la corrupción tiene que ver con la descentralización de la toma de decisiones. Ningún Estado que pretenda la participación activa y protagónica puede ni debe administrarlo todo. La transparencia en las decisiones requiere un nuevo marco legal e institucional que active crecientes espacios para que la ciudadanía pueda decidir de manera directa y controlar el funcionamiento eficaz de esos mecanismos de decisión que afectan su vida cotidiana. @victoralvarezr

Panama papers y la corrupción rentista

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

Esta semana el mundo entero resultó estremecido y escandalizado por la filtración de 2,6 terabytes de información que revelan las propiedades de empresas, activos, ganancias y evasión tributaria que fue ocultada por jefes de Estado y de gobierno, líderes de la política mundial y conocidas figuras de las finanzas, los negocios, los deportes, el cine, el arte y la farándula.  A este escándalo los medios de comunicación lo han llamado Panama Papers o Papeles de Panamá, y se nutre de la divulgación de documentos confidenciales de la firma de abogados panameña Mossack Fonseca que inicialmente fue entregada al periódico alemán Süddeutsche Zeitung, el cual la difundió ampliamente a través del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación para que se encargara de analizar y difundir los casos correspondientes a cada país, cuyos implicados contrataban al bufete los servicios de asesoría para crear compañías en paraísos fiscales, ocultando su identidad y origen de los fondos.[

La corrupción rentista

A la luz de lo que revelan los Papeles de Panamá comienzan a conocerse los casos que involucran a importantes figuras de la economía y políticas venezolanas. Es un verdadero alud de información del que irán surgiendo nuevos nombres de los viejos y nuevos ricos que nacieron al amparo de la corrupción propia de la cultura rentista.

Cuando el ingreso fiscal de una Nación proviene de los impuestos que pagan los contribuyentes, los gobernantes están sometidos a una enorme presión para rendir cuentas y asegurar un uso eficiente y transparente de esos tributos. Pero cuando las arcas públicas dependen de una renta externa que no la aportan los contribuyentes, ante el desinterés e indolencia de estos últimos, los gobernantes de ese país no encuentran mayores restricciones para disponer discrecionalmente del tesoro nacional. Por lo tanto, la abundante renta derivada de la explotación de los recursos naturales termina siendo el manantial que alimenta el saqueo y apropiación indebida de los fondos públicos.

A diferencia de los impuestos que si le duelen a los contribuyentes y por cuyo uso exigen cuentas, el ingreso rentístico brinda la fuente de recursos para que el poder se ejerza sin diferenciar lo público de lo privado. Al inyectar a la circulación doméstica la cuantiosa renta que no es fruto del esfuerzo productivo interno, sino que proviene de la explotación de un recurso natural, surge y se expande un desmesurado afán por la riqueza fácil que da origen a las más variadas y asombrosas formas de corrupción.

La apropiación indebida de fondos públicos, la malversación de los presupuestos, el tráfico de influencias, el peculado de uso, el soborno, los sobreprecios, las empresas de maletín, los testaferros, las importaciones ficticias, la deuda externa fraudulenta, la fuga de capitales  y muchas otras formas de corrupción se ponen en práctica para capturar la mayor tajada de la renta que sea posible, la cual es depositada en cuentas secretas en los paraísos fiscales que ocultan la identidad de los clientes y no reparan en el origen de los fondos.

La debilidad institucional

La corrupción se exacerba ante un círculo vicioso en el que la debilidad institucional permite la concentración de poder en una sola persona, la cual a su vez se resiste a cederlo y prefiere debilitar aún más esas precarias instituciones, hasta que éstas finalmente terminan secuestradas y podridas por el burocratismo y la corrupción. Este flagelo se agrava en presencia de una abundante renta petrolera que permite disimular o tapar los enormes huecos que va dejando la corrupción.

Los gobernantes de turno -al disponer de una riqueza que no es generada por el esfuerzo productivo del país-, proceden a repartirla sin mayores exigencias ni condiciones. Los políticos populistas, en su afán por aferrarse al poder, conceden toda clase de lisonjas a los diferentes grupos de presión económica, política y social, cada uno de los cuales hilvana su mejor argumento para hacerse merecedor del mayor pedazo de la renta, ofreciendo a cambio su lealtad política y electoral. Así, los incentivos perversos del populismo rentista también corrompen la dignidad de un pueblo a través del reparto de dádivas y prebendas, exacerbando la cultura rentista que pretende vivir de ingresos que no son fruto del esfuerzo productivo.

La corrupción florece en la debilidad institucional y se agrava por la gran discrecionalidad con la que actúa quien concentra cada vez un mayor poder. Quien administra los recursos públicos actúa sin rendir cuenta ante una débil ciudadanía que no dispone de los mecanismos institucionales para ejercer una eficaz contraloría social. En tales condiciones es imposible poner bajo el escrutinio de la ciudadanía la forma como se administran los recursos públicos. 

La concentración del poder

Si la gente no tiene la posibilidad de pronunciarse y tomar decisiones en los espacios que le son cruciales para su existencia, entonces no hay vías para que se desarrolle el poder ciudadano. Por eso, un asunto clave en la construcción del poder de la gente tiene que ver con la descentralización de la toma de decisiones. Mientras éstas se concentren en una sola persona o institución que suele estar en la capital, proliferará el burocratismo y la corrupción a través de gestores que prometen acelerar el trámite a cambio del pago de una comisión.

Ningún Estado que pretende la participación activa y protagónica puede ni debe administrarlo todo. La transparencia en las decisiones requiere un nuevo marco legal e institucional que active crecientes espacios para que la ciudadanía pueda decidir de manera directa y controlar el funcionamiento eficaz de esos mecanismos de decisión que afectan su vida cotidiana. Las deformaciones burocráticas que hoy afectan al ciudadano de a pie no son solo una herencia perversa de la IV República. Si algo se debe revisar autocríticamente en Venezuela es la inercia concentradora y centralista del poder, toda vez que no sólo las decisiones estratégicas sino incluso muchas decisiones de rutina requieren la firma del Presidente, del Ministro o de algún alto funcionario que suele acumular en su escritorio montañas de carpetas que esperan por su firma.

La descentralización es la mejor arma para luchar contra el burocratismo y la corrupción, toda vez que libera a las instancias superiores y organismos nacionales de una engorrosa carga de trámites administrativos que distraen su atención de los asuntos realmente estratégicos en los que debe enfocarse. De allí la importancia de descentralizar todo lo que se pueda descentralizar, enfrentando la férrea resistencia que opone el burocratismo del poder constituido, el cual se niega a ceder espacios a la ciudadanía como expresión del poder constituyente.

Es probable que se burocratice una institución o que se corrompa la persona responsable, incluso quien inspecciona puede ser complaciente con lo mal hecho, pero la ciudadanía que se ve afectada por la ineficiencia y la corrupción no se corrompe. Al contrario, asume una actitud crítica y cada vez más exigente. Y a medida que logre fortalecer el marco legal e institucional, contará con instrumentos adecuados para ejercer una exigente contraloría social que asegure mayor transparencia y eficiencia en la gestión.

Al transferir a la ciudadanía organizada el poder de decisión, control y fiscalización de las entidades administrativas, se abren vías para una creciente participación de la comunidad en  la solución de sus propios problemas de base. De lo contrario, la participación ciudadana irremediablemente se desacreditará y se quedará como una retórica vacía que no convoca ni moviliza a nadie.

El mito de la disolución del Estado nacional

Descentralizar no quiere decir que el Estado nacional se debilita o desintegra, tal como lo persigue la descentralización neoliberal. En su afán de abrir todos los mercados al interés de las grandes corporaciones transnacionales, los fundamentalistas del mercado ven como un estorbo la soberanía que ejercen los Estados sobre su territorio. Pero la noción de descentralización que aquí reivindicamos lo que busca es fortalecer la participación y el poder ciudadano como soportes del Estado nacional. Esto más bien exige el fortalecimiento (no agigantamiento) del Estado central, para que pueda estar en condiciones de defender la soberanía nacional.

La descentralización que fortalece el poder ciudadano y popular jamás puede destruir la unidad de la Nación. Ese es el argumento de la poderosa nomenklatura que secuestra el poder y se resisten a transferir las competencias y recursos a las nuevas formas de organización ciudadana. El burocratismo se aferra al poder para manipularlo como un mecanismo de dominación y no como un instrumento de emancipación. Lo que facilita la corrupción es la exagerada concentración de poder en pocas personas o instituciones, es la discrecionalidad y arbitrariedad con la que se decide, es la falta de transparencia y la impotencia de la gente para ejercer una eficaz contraloría social. Eso sí es lo que facilita el avance de la corrupción, va minando la credibilidad del gobierno, debilita al Estado y desintegra a una Nación. @victoralvarezr

Acuerdo a favor del diálogo y la paz debe aterrizar en un gobierno de coalición

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

Los diputados de la MUD y el GPP aprobaron por unanimidad un acuerdo a la luz del exhorto del Papa Francisco a favor del diálogo y la paz en Venezuela. En el acuerdo no se pide la mediación de ninguna autoridad sino que llama al encuentro y diálogo político. Se reconoce la importancia de la colaboración y el trabajo mancomunado para resolver los problemas del país y se renueva el compromiso de las partes para dirimir las diferencias con base en la Constitución. En el acuerdo se plantea trabajar de buena fe y por el bien común, para impulsar la cultura del encuentro que propicie las condiciones para un diálogo fecundo que evite nuevos conflictos entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.

Venezuela está cansada de una diatriba política y una crisis económica que la ha puesto al borde de una crisis de gobernabilidad. El venezolano de a pie clama por un gran acuerdo nacional que permita superar los graves problemas de  escasez, acaparamiento y especulación que lo azotan desde hace tres años.

Conseguir las cosas más elementales de la vida cotidiana se ha convertido en una proeza de supervivencia, en una hazaña cotidiana  y la gente no quiere resignarse a semejante calamidad. Ninguna persona es realmente libre si no tiene la existencia material garantizada. La pobreza está asociada a la imposibilidad de tener acceso a los bienes básicos y esenciales para la sobrevivencia humana.

Los trabajadores que tienen una familia que mantener y todos los días necesitan llevar comida a la mesa de su casa, preferirán ser asalariados en una empresa capitalista que hambrientos desempleados anotados en una lista de espera en los portones de las empresas socialistas. Y en las elecciones parlamentarias fue muy cara la factura que el gobierno tuvo que pagar por este malestar. Por eso votó como votó y castigó al Gobierno al darle una abrumadora mayoría a la oposición en la AN. El pueblo habló duro en las parlamentarias del 6-D y se pronunció por el diálogo y la paz.

Por eso, la Oposición tiene que evitar que su euforia triunfalista la haga perder lucidez y con sus gritos de guerra embarque al país en el desgaste de un referendo revocatorio que daría al traste con la urgencia de reactivar la economía. Esto agravaría la inercia gubernamental, toda vez que el oficialismo, en su afán de mantenerse en el poder, pospondría una vez más la adopción de las urgentes medidas económicas que se requieren. Y aun cuando la inacción del Gobierno facilite el triunfo de la Oposición, ésta recibiría un país sumido en una grave crisis de gobernabilidad. Por lo tanto, la Oposición tampoco podría gobernar en un clima de paz social. Una postura sensata de ambas partes llevaría a retomar el diálogo político para acordar un Gobierno de Coalición o Unidad Nacional, con un programa básico que detenga el deterioro.

Por su parte, el gobierno tiene que evitar el desgaste que significaría enfrentar un referendo revocatorio y retomar el diálogo fecundo para construir con la Oposición unos acuerdos básicos de interés nacional que permitan reactivar la economía, conjurar la crisis eléctrica y enfrentar con éxito la criminalidad. Una agenda de interés nacional conviene al Gobierno, pero también a la Oposición, si quiere alentar sus esperanzas de gobernar con una economía sana y en un clima de paz social. De allí la conveniencia para ambos de crear los consensos necesarios para impulsar un Programa Básico de Estabilidad Económica y una Agenda Legislativa Mínima para reactivar la producción y erradicar la escasez.

Si el Gobierno quiere resultados diferentes tiene que comenzar por instrumentar políticas y estrategias diferentes. A raíz de la debacle electoral del 6-D, el oficialismo pudo desactivar la actual amenaza del revocatorio presidencial si hubiese enviado una rápida señal de diálogo y rectificación. Pero prefirió mantener la inercia que hoy agrava la crisis económica. En lugar de reconocer el peso que tuvieron las desviaciones y errores de su política, se empeña en atribuir el resultado adverso a una guerra económica que el mismo propició y pudo haber ganado si hubiese aplicado a tiempo los correctivos necesarios.

La narrativa de la guerra económica luce cada vez más agotada. Pero el Gobierno no termina de entender que es su política basada en rígidos controles e ineficientes subsidios los que estimulan la especulación y el contrabando. Al ahorcar a la empresa pública y privada, desestimula la producción y provoca escasez, contrabando y especulación, incluso por parte de las redes de buhoneros que no son enemigos políticos del gobierno, pero ven en las distorsiones de la política económica la oportunidad de lucrase.

Un Gobierno de Coalición o Unidad Nacional permitirá la complementación entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo para adoptar sin más retrasos las urgentes medidas que se requieren para corregir los desequilibrios macroeconómicos y reactivar el aparato productivo. La aplicación inmediata de estas medidas y la aprobación de las leyes necesarias contribuirá a reactivar la agricultura e industria.

No se trata de aplicar un programa de shock con un fuerte impacto antipopular, sino de interactuar y cooperar para cerrar el déficit fiscal y evitar su financiamiento con emisiones de dinero, aliviando así las presiones inflacionarias que devoran la capacidad adquisitiva de los salarios. La complementación entre el Gobierno y la AN tendrá un impacto positivo sobre la mayoría de la población permitirá recuperar su bienestar, conjurando así el estallido de una crisis de gobernabilidad.

Para que no se quede en un alarde de retórica parlamentaria, en un simple saludo a la bandera, el acuerdo a favor del diálogo y la paz que fue aprobado por unanimidad por los parlamentarios de la AN, debe cristalizar en un Gobierno de Coalición o Unidad Nacional ayudará a gobernar y legislar en un clima de paz social para crear un nuevo marco legal e institucional mucho más propicio a la inversión  productiva, generar empleo estable y bien remunerado, recuperar la calidad de vida y bienestar social, y poner freno a la fuga de capitales y cerebros que descalabró la actividad productiva y generó los graves problemas de escasez que han puesto al país con las reservas de petróleo más grandes del mundo al borde de una crisis humanitaria y de gobernabilidad. @victoralvarezr

¿Cómo aliviar la crisis eléctrica?

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
La crisis eléctrica no ha sido conjurada y ha obligado al Gobierno a aplicar un nuevo racionamiento. El consumo residencial asciende al 63% del total y ante el fracaso de la campaña soy consciente, consumo eficiente, el Presidente Maduro se debate entre aumentar el racionamiento o aumentar las tarifas. “He tratado de evitarlo al máximo”, “Los ahorros que necesitamos en el sector residencial no los hemos logrado”. “Yo pido que el milagro lo haga usted compatriota, en su casa” dijo al anunciar el Plan de Administración de Cargas.

Mientras el costo de los servicios públicos no represente mayor cosa en los presupuestos familiares, el derroche no tendrá fin. El exagerado subsidio es un incentivo perverso al despilfarro y no se corregirá con llamados para que cada quien haga el milagro en su casa. Fijar precios de mercado no es hacer concesiones al capitalismo. Cuando un precio expresa lo que cuesta un bien o servicio, estos son debidamente valorados por la sociedad y así su demanda tiende a auto-regularse. Sobre todo en el caso de los servicios públicos, cuya demanda es muy sensible al comportamiento de las tarifas, toda vez que si éstas suben, entonces el consumo tiene a ajustarse a lo estrictamente necesario. Pero al creer que controlando rígidamente los precios o prolongando los exagerados subsidios se impulsa la construcción del socialismo, el Gobierno lo que hace es destruir uno de los mecanismos reguladores del consumismo despilfarrador.

En efecto, aunque el uso racional y eficiente de la energía se ha considerado una política de Estado y se ha desplegado una intensa campaña para concientizar a la población y promover un cambio cultural en la forma de usar la energía, las bajas tarifas dan al traste con estos buenos propósitos e intenciones. Lo que se cobra no alcanza ni para pagar la nómina de Corpoelec y esto repercute en un acelerado deterioro del servicio, donde las fallas se han multiplicado. Las constantes interrupciones funden los artefactos electrodomésticos, crean un creciente malestar en la población e impiden la reactivación del aparato productivo nacional.

El precio es un factor clave en la demanda de un bien o servicio. Cuando los precios tienden a expresar su valor y no están distorsionados por rígidos controles o ruinosos subsidios, los mismos envían una clara señal de lo que le cuesta a la sociedad producir ese bien o servicio. Pero el confundir mercado con capitalismo, el Gobierno anula con sus controles y subsidios el adecuado funcionamiento del sistema de precios como un mecanismo regulador del consumo y la demanda.

Los países más exitosos del mundo en esta materia han logrado reducir considerablemente el exagerado consumo de electricidad porque sus campañas educativas han sido complementadas con la aplicación de tarifas justas que expresan el verdadero valor del servicio. Se trata de fijar una tarifa que permita recuperar los costos de generación, transmisión, distribución y comercialización, a la vez de generar los excedentes necesarios para la permanente ampliación y modernización del sistema eléctrico nacional.

Los incentivos perversos de los controles de precios y subsidios al consumo se recrudecen cuando estos se generalizan y prolongan exageradamente en el tiempo. Al no expresar el verdadero valor de los bienes y servicios, los controles y subsidios no solo estimulan un consumo irracional que raya en el despilfarro, sino que también estimulan las nefastas prácticas del contrabando de extracción que agravan los problemas de escasez, acaparamiento y especulación en un país azotado por una sostenida caída de la producción y desmesuradas inyecciones de dinero sin respaldo que atizan la inflación.  @victoralvarezr

Sincerar tarifas eléctricas acabará con racionamientos

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

Los torrenciales aguaceros que han inundado a Caracas no han llegado al Guri. La crisis eléctrica no ha sido conjurada y por eso el Gobierno anuncia un nuevo racionamiento a través del Plan de Administración de Cargas.

Desde su creación, el Ministerio del Poder Popular para la Energía Eléctrica y Corpoelec han promovido el uso racional de electricidad a través de acciones en materia tecnológica, educativa, comunicacional y regulatoria. Sin embargo, el consumo residencial asciende al 63% del consumo eléctrico nacional. Ante el fracaso de la campaña soy consciente, consumo eficiente, el Gobierno se debate entre aumentar el racionamiento o aumentar las tarifas.

¿Por qué fracasó la campaña soy consciente, consumo eficiente?

Con el objetivo de encarar la creciente demanda de electricidad y estabilizar el suministro del servicio, el Ejecutivo Nacional puso en marcha la campaña Soy Consciente, Consumo Eficiente, Plan Banda Verde, que terminó siendo otro intento fallido para estimular una nueva cultura del ahorro en el uso de la energía.

La asistencia técnica especializada a los usuarios para racionalizar el uso de la energía eléctrica; los programas de formación, capacitación y divulgación para la concienciación de la población; la sustitución de bombillos y aires acondicionados ineficientes; así como los llamados a la defensa de la Madre Tierra no tuvieron el impacto esperado ante el enorme incentivo al consumo irracional que representan las bajas tarifas del servicio eléctrico.

Mientras el costo de los servicios públicos no represente mayor cosa en los presupuestos familiares, el derroche no tendrá fin. El exagerado subsidio es un incentivo perverso al despilfarro y no se corregirá con llamados para que cada quien haga el milagro en su casa. En su incomprensión, el Gobierno cree que fijar precios de mercado es hacer concesiones al capitalismo. Cuando un precio expresa lo que cuesta un bien o servicio, estos son debidamente valorados por la gente y así su demanda tiende a auto-regularse, sin derroches ni excesos. Sobre todo en el caso de los servicios públicos cuya demanda es sensible al comportamiento de las tarifas, toda vez que si éstas suben, entonces el consumo tiene a ajustarse a lo estrictamente necesario. Pero al creer que controlando rígidamente los precios o prolongando los exagerados subsidios impulsa la construcción del socialismo, el Gobierno lo que hace es destruir uno de los mecanismos reguladores del exacerbado consumismo despilfarrador.

El precio es un factor clave en la demanda de un bien o servicio. Cuando los precios tienden a expresar su valor y no están distorsionados por ruinosos controles, perversos subsidios  o ganancias especulativas, los mismos envían una clara señal de lo que le cuesta a la sociedad producir ese bien o servicio. En consecuencia, el adecuado funcionamiento del sistema de precios es un mecanismo regulador de todo el sistema económico y repercute en la correcta asignación y uso de los factores de producción.

No se trata de asumir el mecanismo de los precios como un dogma de fe. Hasta los gobiernos neoliberales -generalmente reacios a intervenir los mecanismos del mercado-, en ciertas condiciones se ven obligados a fijar precios y otorgar subsidios a determinados bienes y servicios a fin de proteger a sectores vulnerables. En cualquier economía, llámese capitalista o socialista, el mecanismo de los precios actúa como regulador de la oferta y la demanda de los bienes y servicios. Pero al parecer, el funcionamiento de los mercados el gobierno solo lo acepta cuando se trata del mercado petrolero y en la OPEP promueve recortes en la oferta para aumentar el precio de los crudos.

La demagogia populista en la cultura rentista

Los incentivos perversos de los controles y subsidios se recrudecen cuando estos se generalizan y prolongan exageradamente en el tiempo. Al no expresar el verdadero valor de los bienes y servicios, los rígidos controles de precios y exagerados subsidios no solo estimulan un consumo irracional que raya en el despilfarro, sino que también estimulan las nefastas prácticas del contrabando de extracción que agravan los problemas de escasez, acaparamiento  y especulación en un país azotado por una sostenida caída de la producción y desmesuradas inyecciones de dinero sin respaldo que atizan la inflación.     

Pero aunque el Uso Racional y Eficiente de la Energía se ha considerado una política de Estado y se ha desplegado una intensa campaña para concientizar a la población y promover un cambio cultural en la forma de usar la energía, las bajas tarifas dan al traste con estos buenos propósitos e intenciones. Los mensajes para contribuir con el medio ambiente al reducir las emisiones de gases tóxicos y controlar la huella ecológica a través de la auto-regulación consciente del consumo de energía no se terminan de traducir en reducciones significativas de la demanda porque la electricidad poco pesa en los presupuestos familiares. De hecho, a pesar de todo este despliegue, el consumo se ha incrementado en horas pico, lo que requiere la construcción de nuevas plantas de generación.

Los países más exitosos del mundo en esta materia han logrado reducir considerablemente el exagerado consumo de electricidad porque sus campañas de educación y divulgación han sido complementadas con la aplicación de tarifas justas que expresan el verdadero valor del servicio. Se trata de fijar una tarifa que permita recuperar los costos de generación, transmisión, distribución y comercialización, a la vez de generar los excedentes necesarios para la permanente ampliación y modernización del sistema eléctrico nacional.

Es hora de superar la demagogia populista que por temor al costo político exacerba el despilfarro de recursos cada vez más escasos y tomar las firmes y valientes medidas que se requieren para poner orden en la casa.   @victoralvarezr

A favor del diálogo y la paz

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

Los diputados de la MUD y el GPP aprobaron por unanimidad un acuerdo inspirado en el exhorto del Papa Francisco a favor del diálogo y la paz en Venezuela. En el acuerdo no se pide la mediación de ninguna autoridad sino que llama al encuentro y diálogo político. Se reconoce la importancia de la colaboración y el trabajo mancomunado para resolver los problemas del país y se renueva el compromiso de las partes para dirimir las diferencias con base en la Constitución. En el acuerdo se plantea trabajar de buena fe y por el bien común, para impulsar la cultura del encuentro que propicie las condiciones para un diálogo fecundo que evite nuevos conflictos entre los poderes ejecutivo, legislativo y judicial.

Venezuela está cansada de una diatriba política que la ha puesto al borde de una crisis de gobernabilidad. El venezolano de a pie clama por un gran acuerdo nacional que permita superar los graves problemas de  escasez, acaparamiento y especulación que lo azotan desde hace tres años. Conseguir las cosas más elementales de la vida cotidiana se ha convertido en una proeza de supervivencia, en una hazaña cotidiana  y la gente no quiere resignarse a semejante calamidad. Ninguna persona es realmente libre si no tiene la existencia material garantizada. La pobreza está asociada a la imposibilidad de tener acceso a los bienes básicos y esenciales para la sobrevivencia humana.

El malestar de la gente habló duro en las parlamentarias del 6-D y se pronunció por el diálogo y la paz. Por eso, la Oposición tiene que evitar que la euforia de los triunfalistas embarque al país en el desgaste de un referendo revocatorio que daría al traste con la urgencia de reactivar la economía, toda vez que el oficialismo, en su afán de mantenerse en el poder, pospondría una vez más la adopción de las urgentes medidas económicas que se requieren.

Aun cuando la Oposición logre revocar el mandato de Maduro, tal sería el deterioro que provocaría la prolongada inacción que inevitablemente recibiría un país sumido en una grave crisis de gobernabilidad y así tampoco podría gobernar en un clima de paz social. Por su parte, el Gobierno tiene que evitar el tiro de gracia que significaría enfrentar un referendo revocatorio y retomar el diálogo fecundo para construir con la Oposición unos acuerdos básicos de interés nacional que permitan reactivar la economía, conjurar la crisis eléctrica y enfrentar con éxito la criminalidad.

Una postura sensata de ambas partes llevaría a retomar el diálogo político para acordar un Gobierno de Complementación y Unidad, con un programa básico que detenga el deterioro. Sin lugar a dudas, una agenda de interés nacional conviene al Gobierno, pero también a la Oposición, si es que de verdad quieren alentar sus esperanzas de gobernar y legislar con una economía sana y en un clima de paz social.

De allí la conveniencia para ambos de crear los consensos necesarios para impulsar un Programa Básico de Estabilidad Económica y una Agenda Legislativa Mínima para la Reactivación Productiva, en el marco de un Gobierno de Unidad Nacional que haga posible la complementación de esfuerzos entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. Solo así será posible crear un nuevo marco legal e institucional mucho más propicio a la inversión productiva que permita reactivar la producción en función de erradicar los problemas de escasez, acaparamiento, especulación e inflación que acrecientan el inflamable malestar social que está a punto de estallar a lo largo y ancho del territorio nacional.  @victoralvarezr

viernes, 1 de abril de 2016

¿Subirán los precios del petróleo?

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

Venezuela presentó a la Opep una propuesta para “recuperar el equilibrio en el mercado petrolero” basada en recortes de la producción para estabilizar el precio del crudo, pero contradictoriamente el objetivo N° 3 del Plan de la Patria plantea duplicar la extracción y llevarla de 3,3 a 6 millones de barriles diarios. Habría que preguntarse si duplicar la extracción de petróleo es coherente con el propósito de estabilizar su precio en el mercado internacional.

Recordemos que en los años 90 -al maximizar los volúmenes de extracción-, Pdvsa incurrió en una frecuente violación de la cuota fijada por la Opep y fue un factor determinante en el derrumbe de los precios. Controlar los volúmenes ha sido la estrategia del gobierno de Venezuela para defender los precios. Por lo tanto, duplicar la extracción puede inducir a los demás países de la Opep a aumentar su producción y retroceder al tiempo en que los países miembros resquebrajaron su disciplina de cuotas, aumentaron unilateralmente la producción y provocaron una larga sobreoferta que colapsó los precios.

Lograr una mejor cotización para el petróleo está en abierta contradicción con incrementar su extracción. El aumento de la producción provoca una baja en los precios, y viceversa. Este es el círculo vicioso en el que quedan atrapadas las economías que dependen de la exportación de un recurso natural, toda vez que tras su afán de captar más renta, aumentan la extracción y esto a la larga desemboca en un colapso de los precios y del ingreso rentístico.

En la actualidad, la combinación de una menor actividad económica global con una mayor producción de países No-Opep ha provocado un exceso de oferta estimada en 2 millones de barriles diarios, y esto ha hundido los precios. La suspensión de las sanciones a Irán se traduce en un incremento en la oferta en torno a 500 mil barriles diarios y acentuará aún más las presiones a la baja de los precios. Por si fuera poco, para 2017 EE.UU. se ha propuesto ser el primer productor de crudos con su petróleo de esquisto y dejar de depender de los crudos de la Opep.

Pero en la Opep hay visiones distintas para encarar esta problemática. Los países agobiados por déficits fiscales y pagos de deuda externa son partidarios de recortar la producción para levantar los precios. Pero Arabia Saudita -que cuenta con reservas internacionales para soportar la caída-, prefiere dejar que sea el mercado quien restaure los precios.

La apreciación del dólar también afecta los ingresos de los países exportadores de petróleo, toda vez que una divisa fuerte se traduce en menos dólares por barril. Pero lo que más conspira en contra de una recuperación estable del petróleo son los cambios estructurales en la matriz energética mundial, puesto que la incesante difusión y uso de las tecnologías de información mejoran la eficiencia energética y permiten producir la misma unidad de PIB con menos consumo de energía.

Si controlar volúmenes es la estrategia para defender el precio, duplicar la extracción -tal como lo Plantea el Plan de la Patria-, inducirá a los demás países de la Opep a aumentar también su producción, cuestión que agravaría la sobreoferta, hundiría aún más los precios y daría al traste con la aspiración de “recuperar el equilibrio en el mercado petrolero”. Paradójicamente, el gobierno de Venezuela propone a la Opep una banda de precios como mecanismo regulador que obligue a recortar los volúmenes cada vez que los precios perforen el piso de la banda. A la luz de todas estas tensiones y contradicciones, resulta poco probable que los precios del petróleo superen los 40 $/b estimados para el presupuesto 2016.  @victoralvarezr

Tragedia de los salarios: aumentos que se quedan cortos y generan más inflación

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
La inflación se ha convertido en la principal razón para reivindicar aumentos de sueldos. No son las mejoras en la productividad ni un desempeño sobresaliente el argumento para justificar un incremento salarial. Por eso en la carrera de los salarios contra la inflación, siempre salen perdiendo los salarios.

Los datos del BCV indican que la inflación en 2015 llegó a 180,9%. Y en alimentos -renglón que absorbe el mayor porcentaje de los ingresos-, los precios se incrementaron 315%. El reciente aumento del salario mínimo apenas llega al 20 %. Si sumamos el incremento del bono de alimentación de 1,5 a 2,5 Unidades Tributarias, el ingreso aumenta de 16.399 a 24.853 bolívares. Pura ilusión monetaria porque las familias que viven de un ingreso fijo nominalmente ganarán más bolívares, pero realmente podrán comprar menos bienes y así buena parte de sus necesidades básicas quedará insatisfecha.

Este nuevo aumento se queda corto frente a la inflación. Y, paradójicamente, generará más inflación, porque no se basa en un incremento real de la productividad y, peor aún, se paga con la emisión de bolívares que no tienen respaldo. De hecho, para cancelar el aumento en ministerios, institutos autónomos, gobernaciones, alcaldías, etc., el Gobierno tendrá que tramitar un crédito adicional cuya inyección a la circulación doméstica no tiene el debido respaldo en un aumento de la producción. En un país con alta inflación de costos y de demanda, y una creciente escasez estructural, este aumento incrementará el circulante monetario. Y mucha plata detrás de pocos bienes presionará aún más los precios.

Con un déficit fiscal de más de 20 % del PIB y su financiamiento a través de emisiones de dinero sin respaldo por parte del BCV, la galopante inflación amenaza con empobrecer aún más los hogares venezolanos. La presión de demanda que significa más dinero en una economía con menos productos, desembocará en una inflación mayor al incremento del salario mínimo y del bono de alimentación.   

Los 11 aumentos de salario mínimo aprobados en los 3 años del actual período presidencial se han vuelto sal y agua. Al no estar debidamente respaldados con mejoras en la productividad dan origen a una mayor inflación que termina anulando el efecto del aumento. Mucho más cuando la reivindicación salarial con la que se aspira a compensar la erosión de la inflación se realiza en una economía caracterizada por crecientes índices de escasez.

Hay que tener muy clara cuál es la causa de la enfermedad para no atacar sólo sus síntomas. La inflación es como la fiebre de la economía, alerta que algo en el organismo está funcionando mal,  pero no es el mal en sí mismo. Cuando aparece significa que hay un problema de fondo que urge atacar. Pero si se confunde con la especulación y se ataca como un delito a través de multas o penas de cárcel, se dejan de corregir las insuficiencias en el aparato productivo y los desequilibrios macroeconómicos, que son las verdaderas causas del problema.  

La inflación podrá controlarse a través de políticas macroeconómicas y sectoriales coherentes que ofrezcan un ambiente propicio a la inversión productiva. La corrección de los desequilibrios fiscales, monetarios, cambiarios y de precios debe ser complementado con la ejecución de políticas agrícolas, industriales y tecnológicas que contribuyan a la reactivación de la economía nacional. Es así como aumentará la oferta de los bienes y servicios que son imprescindibles para satisfacer las necesidades básicas y esenciales de la población. @victoralvarezr

Unificación cambiaria a 250 Bs/$

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

El colapso de los precios del petróleo de 100 a 25 $/b significa una caída del 75% del ingreso en divisas. Generar nuevas fuentes de divisas pasa por crear un sistema cambiario que incentive la repatriación de capitales, la inversión extranjera y las exportaciones no tradicionales. De lo contrario, se seguirá dependiendo de las divisas que vendan Pdvsa y el BCV. Y mientras se prolongue el control de cambios, la demanda insatisfecha se trasladará al mercado paralelo y ejercerá una permanente presión al alza.

A pesar de los intentos por activar sistemas cambiarios flexibles, estos no se han reflejado en una mayor oferta de divisas no petroleras. Recordemos que el Sicad fue lanzado como un sistema regido por la libre oferta y demanda, pero se le impuso una barrera psicológica de 50 Bs/$. Luego, al Simadi –que supuestamente sería un mercado cambiario entre privados que pactarían libremente el precio de la divisa-, también se le impuso un techo de 200 Bs/$ que truncó la oferta de divisas no petroleras. Así, la demanda de dólares que no pudo ser cubierta por Cencoex, Sicad ni Simadi, se trasladó a un mercado paralelo cuya tasa de cambio es atizada por las desmesuradas emisiones de dinero sin respaldo que hace el BCV para financiar el déficit de Pdvsa.

Con un INPC de 56%, 68 % y 180,9% en los últimos tres años, el freno impuesto a las tasas de Sicad y Simadi obligó a los inversionistas extranjeros a traer más divisas para obtener la cantidad suficiente de bolívares que permitiera cubrir los crecientes costos nacionales. Y eso desincentiva nuevas inversiones. Con una tasa de cambio flotante que compense la inflación, los inversionistas y exportadores podrán obtener suficientes bolívares para cubrir los encarecidos costos domésticos.

Si bien es cierto que una tasa flexible mejorará el flujo de caja en bolívares de los inversionistas extranjeros, esto no es suficiente para aumentar el ingreso en divisas del país. La repatriación de capitales, la inversión extranjera y las exportaciones no petroleras no crecerán en los montos que el país necesita mientras no se logre estabilidad macroeconómica, seguridad jurídica, transparencia y flexibilidad en los controles, paz laboral, así como disponibilidad de insumos básicos, infraestructura y servicios de calidad para la inversión productiva.

Los anuncios en materia cambiaria no representan ningún paso de avance en la erradicación de los incentivos perversos que ofrece un régimen de cambios múltiple. Mantener una tasa protegida (Dipro) de solo 10 Bs/$ mientras la flexible (Dicom) cuesta 20 veces más, es mantener un incentivo perverso a los especuladores cambiarios y corruptos que saben cómo capturar los dólares baratos para después venderlos caros. Sobre todo si se tiene en cuenta que el paralelo está dispuesto a pagar por los dólares Dipro 100 veces más. Incluso, como la diferencia entre el paralelo y la tasa Dicom que rige para cupo electrónico y viajes al exterior es de cinco veces, este margen mantendrá el incentivo para la reventa del cupo electrónico y los raspacupos de TDC en el exterior.

Siendo la tasa de cambio una relación entre dos monedas –en este caso entre el bolívar y el dólar-, un criterio técnico para la unificación cambiaria sería dividir la liquidez monetaria entre las reservas internacionales (LM/RI), lo cual arroja una cifra de aproximadamente 250 Bs/$. A medida que se erradique la emisión de dinero sin respaldo y aumente la oferta de divisas no petroleras, la tasa única de cambio tenderá a bajar y estabilizarse en un nivel que exprese la verdadera productividad y competitividad del aparato productivo nacional.  @victoralvarezr

La gira de Obama y la integración latinoamericana

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, realizó una histórica visita a Cuba para reconstruir las relaciones con la Isla, después de casi sesenta años de Revolución. Obama no fue recibido en el aeropuerto por el Jefe de Estado. Raúl Castro envió a su Canciller. Tampoco los cubanos molestaron al inusual visitante con consignas de “Cuba si, yanquis no”. Esta vez, el Presidente de la principal potencia del mundo no fue tratado como el enemigo imperial que tradicionalmente se ha encarnado en la figura del mandatario estadounidense. Con esta visita, EE. UU. está dejando de ser para el régimen cubano el peligroso enemigo del Norte para convertirse de ahora en adelante en un país vecino con el que se puede coexistir.  

En su discurso en el Gran Teatro de la Habana Alicia Alonso, Obama se pronunció en contra del embargo comercial a Cuba. A los largo de más de medio siglo, la cruda realidad que afecta al pueblo cubano ha sido atribuida al bloqueo económico imperialista. Tanto así que el día de la llegada de Obama, el diario oficial Granma tituló en primera página: “El bloqueo es el principal obstáculo al desarrollo”. Reconociendo el terrible impacto que ha tenido el embargo comercial sobre la economía cubana y la calidad de vida de sus ciudadanos, el bloqueo también ha servido para justificar el anacronismo de un modelo económico basado en el absolutismo de la propiedad estatal que conculcó por décadas el derecho al emprendimiento individual por considerarlo el germen de la restauración capitalista. Esto inhibió el desarrollo de las fuerzas productivas, burocratizó la fuerza de trabajo y desembocó en una de las principales causas de la crónica escasez que ha azotado al pueblo cubano.

La política de apertura y distensión de Obama hacia Cuba tiene en EE.UU. poderosos enemigos internos, particularmente en la fracción republicana en el Congreso, quienes cuestionan lo que consideran una grave debilidad y entrega del Presidente de los EE.UU. Es previsible que a raíz de su reciente visita a Cuba, la oposición republicana se radicalizará con el fin de lograr notables compensaciones a cambio del levantamiento formal del embargo a Cuba por el que Obama públicamente se pronunció en su discurso en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.

Recordemos que el reinicio de las relaciones diplomáticas no significa el fin automático del bloqueo contra Cuba -el cual es un mandato de las leyes Torricelli y Helms-Burton, las cuales solo pueden ser derogadas por el Congreso. Para allanar el levantamiento del embargo comercial, Obama quiere lograr el apoyo de los republicanos que controlan la mayoría parlamentaria a cambio de sanciones más severas contra Venezuela. Por eso ratifica y prolonga la vigencia del Decreto que declara a Venezuela como “amenaza inusual y extraordinaria”; y en adelante, Washington no desaprovechará ningún pretexto para aplicar las sanciones que esta declaración permite. Sobre todo, si por esa vía logra el apoyo parlamentario que necesita para derogar las leyes que soportan el bloqueo económico a Cuba.

A medida que se desmonte el Bloqueo, el gobierno cubano no podrá justificar los errores de las políticas internas. Por esta razón, Cuba acelera la modernización de su modelo económico. El parlamento cubano aprobó un nuevo marco legal para la inversión extranjera y los ministros del gobierno han desplegado una intensa actividad por países de Europa y Asia para promover las nuevas oportunidades de inversión. Esto también ha influido en el interés que tienen las transnacionales estadounidenses de no terminar desplazadas por las inversiones europeas o asiáticas. De allí su interés de normalizar las relaciones diplomáticas y propiciar un mayor flujo de inversiones para aprovechar las oportunidades que la isla ofrece en la extracción de níquel, energía, infraestructura y turismo.

Con el petróleo a un precio por debajo del estimado en el Presupuesto 2016, Venezuela parece condenada a sufrir el agravamiento de los problemas de escasez que viene arrastrando desde el año 2013. Para evitar un creciente malestar social que desemboque en una nueva derrota en las elecciones de gobernadores previstas para diciembre de 2016, el gobierno está emplazado a adecuar los acuerdos de cooperación energética a las nuevas restricciones presupuestarias.

De hecho, Cuba está recibiendo mucho menos de los 100 mil barriles diarios de petróleo que hasta hace poco disfrutó y esto tendría un impacto semejante al que sufrió la isla en 1991, cuando colapsó el bloque socialista y dejó de recibir el 100% del petróleo que le enviaba la URSS. Sin energía el descalabro de la economía cubana fue inevitable y engendró una severa crisis social que se expresó en el éxodo de miles de cubanos en pequeñas balsas artesanales que con frecuencia naufragaban en las aguas del Mar Caribe.

Una crisis semejante es la que ahora el gobierno de Raúl Castro quiere evitar. Con la revisión de los convenios de cooperación energética Cuba está recibiendo un menor volumen de petróleo y esto se ha reflejado en una reducción de los médicos y técnicos cubanos.

A EE.UU. le ha preocupado sobremanera la influencia y liderazgo que Venezuela ha ejercido en la integración latinoamericana. Ahora que los precios del petróleo se han desplomado, Washington saca cuentas y tiene la certeza de que Venezuela no podrá mantener al mismo nivel los convenios de cooperación energética y poco a poco irá recortando el suministro y adecuando las condiciones de pago a las actuales restricciones presupuestarias. Por eso ofreció el año pasado a los países de Caricom compensar las dificultades de PetroCaribe con un programa de cooperación energética, en un intento por disminuir la influencia del Gobierno venezolano en la integración latinoamericana y caribeña. @victoralvarezr