jueves, 23 de mayo de 2019

La ruta es: gobierno de coalición, ajuste económico, reinstitucionalización de los poderes públicos y elecciones libres


Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Cualquier gobierno que sustituya al régimen de Maduro recibirá un país en ruinas. Desde el inicio tendrá que aplicar drásticas medidas para corregir los graves desequilibrios macroeconómicos que causan la escasez e hiperinflación. A las medidas de ajuste económico se les atribuye un impacto social y costo político que puede significar para el nuevo gobierno la pérdida de las parlamentarias. Y al no contar con el respaldo de la AN, se habrá producido un cambio político pero no se habrá superado la crisis de gobernabilidad.
En efecto, para aliviar el déficit fiscal y erradicar su financiamiento con emisiones de dinero inflacionario, el nuevo gobierno tendría que sincerar las tarifas de electricidad, agua, gas y teléfono, cuestión que no sería bien recibida en los hogares que han visto como su ingreso es devorado por la hiperinflación. Además, tendría que internacionalizar el precio de la gasolina con su impacto en las tarifas del transporte público; y, por si fuera poco, reactivar el cobro de peajes para generar recursos que permitan repotenciar la deteriorada infraestructura vial.
El nuevo gobierno tendría que iniciar un duro y no siempre rápido proceso de renegociación de la deuda externa. Los términos de esa negociación son claves para liberar fondos y reinsertar a la República en el mercado financiero internacional. De lo contrario, no se podrá tener acceso a los recursos para importar los repuestos, insumos y maquinarias que requiere la reactivación productiva.
El nuevo gobierno tendría que ejecutar un profundo proceso de reestructuración de toda la administración pública, fusionar y reducir el exagerado número de ministerios, liquidar entes públicos inoperantes y privatizar empresas estatales que terminaron quebradas por la corrupción. Tendrá que acometer la reconstrucción de Pdvsa y deslastrarla del enorme peso de misiones sociales y productivas que nada tienen que ver con las funciones medulares de exploración, extracción, refinación y comercialización de crudos, que es donde la compañía se tiene que enfocar. Aliviarle esta carga a Pdvsa implica sincerar una nómina de más de 144 mil trabajadores que se resistirán a perder su empleo. La considerable reducción de las abultadas nóminas de la burocracia pública puede desencadenar una ola de conflictividad sindical y social que comprometería la gobernabilidad.  
Todos estos son problemas económicos complejos que llevará tiempo resolver. Liberar controles de cambio y de precios, corregir el déficit fiscal, erradicar el financiamiento monetario, sincerar tarifas de electricidad, agua, gas, teléfono y peajes, eliminar ministerios y entes públicos inoperantes, privatizar empresas quebradas, reconstruir Pdvsa y sincerar su exagerada nómina, son una pesada carga que puede dar al traste con un nuevo gobierno en su primer año de gestión.

lunes, 20 de mayo de 2019

¿Qué podría hacer la mediación internacional en favor de una solución política y pacífica a la crisis venezolana?


Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Las agencias internacionales informan que representantes del Gobierno y Oposición venezolanas se encuentran en Noruega para discutir posibles opciones de paz. Este sorpresivo acercamiento se produce luego de cuatro meses de creciente tensión y sugiere que las fuerzas en pugna estarían buscando una opción alternativa, después de reiterados fracasos de diálogo para superar la crisis de gobernabilidad que está hundiendo a Venezuela en el caos y la pobreza.
En la radio y televisión estatales de Noruega, NRK, se informó que los representantes de ambos bloques se han estado reuniendo en un lugar secreto de la capital. El ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez, el gobernador del estado Miranda, Héctor Rodríguez, el diputado Stalin González y los asesores Gerardo Blyde y Fernando Martínez serían los enviados para retomar las negociaciones.
Noruega es uno de los países europeos que se abstuvo de reconocer a Guaidó como presidente interino y se limitó a llamar a nuevas elecciones libres en Venezuela. Tal postura ha sido interpretada como una demostración de la voluntad de ese país nórdico para mediar entre las partes rivales de Venezuela. En la historia reciente de conflictos mundiales, Noruega ha sido sede de importantes diálogos de paz y de acercamiento entre posiciones aparentemente irreconciliables.
En Venezuela urge encontrar una solución política y pacífica que evite el resurgimiento de la violencia que en los últimos conflictos de 2017 dejó más de un centenar de muertos, miles de heridos, detenidos, perseguidos, exiliados y una diáspora de venezolanos que ya se cuenta por millones. La gran tarea de la mediación internacional es impedir que los extremistas que buscan exterminar a su contrario y ansían la rendición incondicional y humillante del otro, bloqueen un acuerdo político entre Gobierno y Oposición y finalmente lleven al país a una espiral de violencia civil que ponga en peligro la integridad del Estado-Nación.
Cualquier gobierno que sustituya al de Maduro recibirá un país en ruinas y, desde el inicio, tendría que aplicar drásticas medidas para corregir los graves desequilibrios macroeconómicos que causan la escasez e hiperinflación que azota a Venezuela. Para aliviar el déficit fiscal y erradicar su financiamiento con emisiones de dinero inflacionario, la nueva administración tendría que sincerar las tarifas de electricidad, agua, gas, teléfono y peajes, lo cual No sería bien recibido en los hogares que han visto como el ingreso familiar se vuelve sal y agua por la voraz hiperinflación. Además, tendría que internacionalizar el precio de la gasolina para eliminar el incentivo al contrabando de extracción; y, por si fuera poco, reactivar el cobro de peajes para tener con qué repotenciar la destartalada infraestructura vial.

lunes, 13 de mayo de 2019

Eliminado el control cambiario: ¿de dónde saldrán las divisas?


Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias 
En septiembre del año pasado, el Banco Central de Venezuela (BCV) publicó el Convenio Cambiario N° 1 con el objeto de “establecer la libre convertibilidad de la moneda en todo el territorio nacional”. Se amagó con implantar un nuevo sistema  cambiario en el que oferentes y demandantes pactarían sus operaciones de compra-venta sin restricción alguna; pero, contradictoriamente, se estableció la centralización en el BCV de las operaciones de compra-venta de divisas provenientes del sector público, las exportaciones privadas, la inversión extranjera, las remesas, así como las operaciones de embajadas, consulados y organismos internacionales.
Con la reciente Resolución N° 19-05-01 del BCV, ya no es necesario pasar por el instituto emisor. Así finalmente se libera el mercado cambiario y quienes necesiten vender o comprar divisas ya no tendrán que hacerlo a través de las subastas del Dicom, sino que podrán hacerlo directamente a través de las mesas de cambio que los bancos activarán para sus clientes y para las transacciones interbancarias.
En adelante, las operaciones de compra-venta a través de la banca podrán realizarse todos los días, y no solo cuando se convoquen subastas del Dicom. La liquidación de las divisas se hará a través de los bancos, sin depender del BCV que se limitará a publicar diariamente el tipo de cambio promedio ponderado a partir de la información que le suministren los bancos.  
¿Por qué se libera el control cambiario luego de 16 años?
Recordemos que la caída de los precios del petróleo, combinado con la debacle en la producción de Pdvsa, golpeó severamente el ingreso de petrodivisas que se vendían muy baratas a través del control cambiario. El derrumbe de la renta petrolera sentenció el fin de las divisas preferenciales, el cupo para compras electrónicas y el cupo Cadivi para viajeros.
Luego, las sanciones aplicadas a Pdvsa por el gobierno de Trump dejaron sin mercado más de 500 mil barriles que la compañía vendía a refinerías en los Estados Unidos. Como estas eran las únicas exportaciones que prácticamente generaban flujo de caja neto en divisas, el BCV se quedó seco. Para compensar esta caída, a partir de enero ocurrió un fenómeno insólito y fue que la tasa de cambio oficial Dicom comenzó a ser mayor que el paralelo, razón por la cual las divisas privadas comenzaron a ser vendidas al BCV que ofrecía una tasa de cambio más atractiva.
Pero al ser sancionado el instituto emisor por el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, los inversionistas extranjeros y las empresas nacionales se inhibieron de hacer operaciones de compra venta a través del Dicom para evitar también ser sancionados, aun cuando la tasa de cambio ofrecida por el BCV fuese mayor que el paralelo. Para evadir esta restricción y evitar el colapso definitivo del aparato productivo, el BCV decidió liberar el mercado cambiario para que los privados realicen directamente sus operaciones de compra-venta de divisas, sin tener que pasar por Dicom o por el BCV. Así, esperan estimular nuevas fuentes de divisas por la vía de inversiones extranjeras, repatriación de capitales de origen venezolano depositados en el exterior, exportaciones privadas no petroleras, envío de remesas, turismo internacional, así como la venta de divisas que harán en esas mesas de dinero las embajadas, consulados y organismos internacionales.

¿Cómo explicarle a la nación y a la comunidad internacional que en medio de la crisis humanitaria se priorice pagar los intereses de una deuda cuestionada por la propia AN?


Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

En octubre de 2016, Pdvsa propuso un canje de la deuda que se vencía en 2017 por un nuevo bono con vencimiento en 2020, ofreciendo un interés de 8,5% anual. La meta era cajear $ 5.325 millones de los $ 7.100 millones del bono Pdvsa 2017. La oferta fue dirigida a los tenedores de bonos con vencimiento en abril de 2017 ($ 3.000 millones, con 5.25% de interés) y noviembre ($ 4.100 millones, dividido en 50% a pagar en Noviembre 2016 y el otro 50 % en Noviembre 2017, ambos tramos con 8.5% de interés). Como puede apreciarse, el incentivo de una tasa de interés mayor solo surtía efecto para los tenedores del Pdvsa abril 2017 que devengaban 5.25%. Los tenedores de los bonos con vencimiento en noviembre ya recibían el mismo 8,5 % de interés que se ofrecía y, por lo tanto, no se sentían lo suficientemente incentivados para proceder al canje.
El factor de canje inicial fue de uno por uno, lo que implicaba para los inversionistas cambiar el bono 2017 por otro bono 2020, sin recibir un mayor pago o beneficio especial. Por eso, el canje no resultó atractivo para los que ya tenían el cupón de 8.5% y, más bien, preferían cobrar antes que seguir expuestos al deterioro de Pdvsa. Estos bonistas no encontraban una adecuada compensación para demorar por tres años más el cobro del bono a una empresa con una producción declinante que cada vez tenía menor capacidad de pago debido al colapso de los precios del petróleo y su deficiente gestión operacional. Para entonces se había iniciado el retiro de eficientes contratistas petroleros que fueron sustituidos por improvisadas empresas de maletín, con poca capacidad técnica y gerencial.
En vista de la poca aceptación de los llamados de Pdvsa para el canje de bonos 2017 por títulos 2020, la compañía optó por atemorizar a los tenedores de bonos, argumentando que -de no lograr la meta mínima del 50 %-, la empresa incurriría en default al no contar con fondos para pagar. Como esto tampoco resultó, para estimular el canje  se ofreció como garantía el 50,1 % de las acciones de Citgo.
Pdvsa tuvo que modificar las condiciones para incentivar el interés de los acreedores, cuestión que implicó un costo mayor para la compañía. Aumentó el factor de canje al ofrecer $ 1,17 y $ 1,22 del bono 2020 por cada dólar del bono 2017. Esto quiere decir que los $ 5.325 millones, al aplicarle el nuevo factor de canje, aumentaron a $ 6.384 millones. A pesar de que Pdvsa no recibió un dólar fresco, aquel canje significó una deuda adicional de $ 1.059 millones.
Y así, del 100 % logró canjear el 52%. Es decir, de la meta de $ 5.325.millones Pdvsa logró cambiar $ 2.800 millones, por los cuales tendría que pagar $ 3.400 millones hasta el 2020. Este canje del 52% conjuró el riesgo de caer en cesación de pagos para el año siguiente. De forma desagregada el canje del Bono 2017 por el Bono 2020 significó que:
Se postergaron pagos por $ 1.668 millones en 2016 y $ 1.839 millones en 2017
Se realizaron pagos por $ 2.003 millones en 2018
Se realizarían pagos por 1.867 millones en 2019 y 1.732 millones en 2020
Al comparar el servicio de deuda (amortización e intereses) entre 2016-2017 y 2017-2020, el monto adicional a pagar sube en $ 2.095 millones.
Al conocerse los resultados, los bonos de Pdvsa abril 2017 subieron 1,3% y los bonos noviembre de 2017 mejoraron 0,9%.
Pese a la baja de los precios del petróleo y la declinación en la extracción de crudos, Pdvsa logró un respiro con esta operación. Ciertamente debió ser un proceso mejor pensado y planificado, con atractivas condiciones desde la oferta inicial para evitar el riesgo que las calificadoras de riesgo degradaran la valoración de los bonos.