jueves, 29 de septiembre de 2016

Canje de bonos de PDVSA: necesario más no suficiente

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Según el Convenio Cambiario N° 1 de febrero de 2003, el control de cambios se aplicó para frenar la fuga de capitales, garantizar un adecuado nivel de reservas internacionales y preservar el poder de compra del bolívar. Trece años después la cruda realidad indica que ninguno de esos objetivos se logró. La fuga de capitales es la peor de toda la historia y los cálculos más conservadores la ubican en más de $ 160 millardos, las reservas internacionales se encuentran en su nivel más bajo en los últimos 15 años y el poder de compra del bolívar se ha pulverizado.
Lejos de revisar y flexibilizar el control de cambios el Gobierno lo ha petrificado. Sobre todo a raíz del colapso de los precios del petróleo que obligó a una maxidevaluación del 100% en 2009, al pasar el tipo de cambio oficial de 2,15 a 4,30 Bs/$. A partir de entonces, Cadivi racionó cada vez más el acceso a los dólares preferenciales y obligó a los importadores a migrar al mercado paralelo, cuyo precio se comenzó a alejar de la tasa de cambio oficial.
En el mercado paralelo, los importadores podían obtener divisas legalmente a través de la permuta de títulos valores, aunque a un precio mayor que el tipo de cambio oficial. Pero en mayo de 2010 el precio  del dólar permuta fue considerado especulativo y este mecanismo se declaró ilegal. En sustitución se creó el Sistema de transacciones en moneda extranjera (Sitme) y se estableció que la permuta de títulos valores solo podría hacerse a través del BCV.
Los bajos montos transados y la falta de opciones generaron una creciente escasez de divisas. Esto dificultó las importaciones de materias primas, insumos industriales y productos finales. A pesar de que en 2011 los precios de petróleo rompieron nuevamente el umbral de 100 $/b, la escasez de divisas se agravó debido a la creciente sustracción de divisas a Pdvsa y al BCV para transferirlas al Fonden, mecanismo creado con el fin de financiar los créditos adicionales y el gasto del gobierno, cuyo creciente déficit también comenzó a ser financiado con desmesuradas emisiones de dinero sin respaldo por parte del BCV. La especulación cambiaria y la fuga de capitales también agravaron la escasez de divisas.
Para drenar el exceso de liquidez y a la vez dinamizar al Sitme, Gobierno y Pdvsa se combinaron para emitir bonos denominados en moneda extranjera pero que fueron vendidos en bolívares a la tasa de cambio de 5,30 Bs/$. En febrero de 2013 el gobierno reconoció las perversiones en el ADN del Sitme y abortó el sistema, cuyas nefastas consecuencias se sufren ahora que  los precios del petróleo han colapsado y hay que pagar en dólares los bonos que se vendieron  en bolívares.
Para evitar el estallido de un default desordenado y caótico, Pdvsa intenta ganar tiempo y plantea el canje de los bonos que están por vencerse en 2017 por un nuevo bono cuyo vencimiento se pospone para el 2020. Pero si para entonces no se han recuperado los precios del petróleo se reeditará el mismo problema. Pdvsa no tendrá como cancelar el bono 2020, con el agravante de que tampoco podrá canjearlos nuevamente, a menos que conceda significativos descuentos y un mayor rendimiento con lo cual haría muy costosa la emisión.
Lo cierto es que desde el pasado viernes 16 de septiembre Pdvsa lanzó su oferta de intercambio voluntario de los bonos que están en circulación con vencimiento en abril de 2017 (cupón 5,25%) y noviembre de 2017 (cupón 8,50%), por un bono garantizado con fecha de vencimiento 2020 y cupón de 8,50%.
El nuevo bono tendrá cuatro amortizaciones de capital entre 2017-2020. Para estimular el canje, Pdvsa garantiza su pago con el 50,1 % de las acciones de Citgo, sobre la cual pesa una deuda de $ 4 millardos y está valorada, según Pdvsa, en $8,3 millardos. Las condiciones del nuevo instrumento deben ser atractivas para incentivar el intercambio. Veamos cuáles son:
·        El factor de canje es 1:1 si la operación se concreta hasta el 29/09/2016. Por cada $1.000 se otorgarán $1.000 del nuevo bono Pdvsa2020.
·        Si el canje ocurre después del 29/09/2016 y hasta el 14/10/2016, el factor de canje cambia a 1:0.95. O sea, $1.000 se cambiarán por $ 950 del nuevo bono.
·        Para los tenedores del bono Pdvsa2017 que rinde 5,25%, este canje significa un mayor rendimiento de 8,50%, pero para los tenedores del bono Pdvsa2017N el rendimiento es el mismo: 8,50%.
·        En ambos casos, el nuevo bono contará con la garantía del 50,1% de Citgo y esto permitiría una mejor cobertura ante un eventual default.
Al mismo tiempo, el Ministro de Petróleo, Eulogio del Pino aseguró que Pdvsa cumplirá con el pago de sus compromisos a aquellos tenedores de bonos que no acepten el canje. La ambivalencia de estas señales puede desestimular a los tenedores del bono Pdvsa2017N que no encuentran en el factor de canje ni en los rendimientos del nuevo bono mejores condiciones que las que ya tienen.
La agencia de calificación de riesgos Standard & Poor’s (S&P) considera que la propuesta de canje significa en la práctica un default y por eso rebajó la calificación de riesgo de Pdvsa a CC. Algo peor hizo la calificadora Fitch, la cual adelantó que dará una calificación CCC  al nuevo bono. Mientras que Moody’s aseguró que la operación de canje “reduciría el riesgo de un incumplimiento”. El Ministro del Pino acusó a S&P de ser "especuladoras de oficio" y agregó que las agencias calificadoras que alarmaron a los mercados al anunciar el default de Pdvsa, ahora nuevamente "han empezado la campaña de desprestigio" contra Venezuela 
Inicialmente, los bonos de Pdvsa cayeron como expresión de las dudas que no despejaron las condiciones del canje, pero luego cerraron al alza. Justamente el bono Pdvsa2017 fue el que más subió, con un alza de 2,250 puntos, un 1,4 por ciento por encima del anterior cierre. El otro bono objeto de canje, el Pdvsa2017N, terminó con un alza interdiaria de 1,8 por ciento.  

El canje de bonos es una medida necesaria más no suficiente. En economía, las expectativas tienen un papel clave en la toma de decisiones. La percepción de los tenedores de bonos sobre el acontecer económico de Venezuela ejerce una gran influencia. Si solo se plantea un canje de bonos pero no se acompaña con un programa de ajuste macroeconómico que corrija las distorsiones cambiarias y los desequilibrios fiscales, monetarios y de precios, los mercados valorarán el canje como una medida aislada e insuficiente y se mantendrá la incertidumbre que encarece el acceso de Venezuela a los mercados financieros.  @victoralvarezr

¿El canje de bonos de PDVSA conjura la amenaza de un default?

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
El Ministro de Petróleo, Eulogio del Pino, propuso un intercambio de los bonos de Pdvsa que están por vencerse entre 2016-2017, por otro bono con vencimiento en 2020 y cupón de 8,50%. Con esta propuesta, busca aliviar los pagos de la compañía durante los próximos cuatro años. Este planteamiento para el canje voluntario de bonos excluyó al Pdvsa16 con vencimiento por $ 1 millardo en octubre, toda vez que ya ha sido recomprado por el Estado en más de un 50%. La oferta, entonces, se concentra en el Pdvsa17 con vencimiento por $ 3 millardos en abril de 2017 y el Pdvsa17N con vencimientos por $ 2.05 millardos en noviembre de 2016 y $ 2.05 millardos en noviembre 2017.
Para los inversionistas, este canje significa recibir un bono con un cupón mayor (Pdvsa17) o igual (Pdvsa17N), pero ahora con la garantía de Citgo. Así, contaría con una mejor cobertura ante un eventual default. Para conjurar este riesgo, los inversionistas pueden optar por el canje y garantizar su pago en 2020, una vez que las condiciones del mercado petrolero internacional hayan mejorado. Si la mayoría decide hacer el canje, Pdvsa puede liberar flujo de caja y el país tendrá un oxígeno de divisas para cubrir las importaciones esenciales.
¿Es sostenible el actual cronograma de pagos?
El colapso de los precios del petróleo, la prolongada contracción de la economía y los elevados costos financieros de la deuda externa hacen insostenible el actual ritmo de pagos en el corto y mediano plazo. Tendría que ocurrir el milagro de un nuevo auge rentístico, aunado a un exitoso programa de estabilización y reactivación económica, para que aumente el ingreso en divisas, baje el costo del financiamiento externo y así se pueda cancelar la deuda externa sin sacrificar la actividad productiva ni el consumo interno.
La voz oficial argumenta que la deuda externa (DE) venezolana es manejable según indicadores como DE/PIB o servicio deuda/PIB. Pero resulta que esos datos están muy distorsionados, toda vez que la conversión del PIB a dólares se sobreestima al dividir el PIB en bolívares a la tasa de cambio de 10 Bs/$ y no a 645 Bs/$. Obviamente, al dividir el mismo PIB en bolívares entre una tasa de cambio 64 veces mayor, el PIB en dólares resultante es mucho menor. Por lo tanto, el tamaño de la deuda externa se agiganta como proporción de un PIB ahora mucho menor.
Basta sincerar la tasa de cambio con la que se divide el PIB en bolívares para darse cuenta de que la deuda externa ya no resulta manejable. Adicionalmente, el cálculo DE/PIB se complica porque desde 2013 el BCV no publica la cifra oficial del PIB, cuyo monto real luce distorsionado por los controles de precios y los maquillajes de cifras que no reflejan el verdadero valor de la producción.
¿Cuál es la verdadera capacidad de pago?
Ante semejantes distorsiones, una pista de la capacidad de pago para mantener al día los próximos vencimientos de la deuda externa se puede obtener a la luz de la relación DE/exportaciones, o servicio de deuda/exportaciones. Estos datos aclaran la verdadera capacidad de pago del país y revelan que -más allá de la voluntad política que ha mostrado el actual gobierno de pagar puntualmente hasta el último dólar-, en el corto plazo cada vez hay menos margen para mantener el actual ritmo de pagos.
Las estadísticas indican que la deuda externa de Venezuela (bonos de la República y de Pdvsa), suma $ 123 millardos Esta cifra excluye la deuda con residentes que tiene Cadivi/Cencoex ($25 millardos), la deuda interna ($37 millardos) y las indemnizaciones por expropiaciones ($20 millardos). Las exportaciones de Venezuela han caído 75 % desde 2012 y si los precios del petróleo se estabilizan en 40 $/b este año, siendo optimistas, rondarán los $ 25 millardos. Por eso no hay suficientes divisas para cubrir las importaciones, pagar la deuda externa, honrar la deuda de Cadivi/Cencoex, ni cancelar las indemnizaciones ratificadas por el Ciadi.
Con el fin de liberar divisas para pagar la deuda externa, el gobierno ha reducido drásticamente  las importaciones, cuestión que ha contraído la actividad económica y provocado la más ruda escasez de alimentos y medicinas que se recuerde.
El actual gobierno apuesta a un recorte de la producción de la Opep para lograr un repunte de los precios del petróleo. Pero es poco probable que en el corto plazo se recupere la producción petrolera venezolana y que los precios de los crudos suban significativamente. Por lo tanto, el nuevo gobierno necesitará otras fuentes de financiamiento internacional para cubrir las importaciones de materias primas, insumos intermedios, maquinarias, equipos y tecnología que requiere la reactivación del aparato productivo.
La propia recuperación de la extracción petrolera requiere divisas que Pdvsa no está generando. Las finanzas de la compañía están castigadas no solo por el derrumbe de los precios del petróleo, sino también porque el mayor porcentaje de ese menguado ingreso en divisas Pdvsa lo tiene que vender a la irracional tasa de 10 Bs/$. Adicionalmente, soporta un ruinoso subsidio a la gasolina que representa –a precios internacionales- un costo de oportunidad de más de $ 14 millardos. Por si fuera poco, en el corto y mediano plazo tiene que responder a fuertes pagos de la deuda externa.
¿Qué pasaría si el gobierno decide restructurar toda la deuda externa?
Si el gobierno decide reestructurar toda la deuda externa para compartir el peso del ajuste con los acreedores, habría que medir muy bien las consecuencias de la forma como se ejecute esta decisión para que no resulte contraproducente. Sobre todo porque nadie le va a prestar a un gobierno que de forma unilateral decide no pagar la deuda externa por él mismo emitida.
Un default desordenado y caótico puede cerrar los caminos al financiamiento internacional que el gobierno necesita para financiar la importación de alimentos y medicinas, así como materias primas e insumos para reactivar el aparato productivo interno y erradicar la escasez, el acaparamiento y la especulación que atormentan a la población.
En el caso de Pdvsa, habría que revisar bien el marco legal que rige la materia, porque cuando se trata de reestructurar legalmente la deuda de una compañía, ésta tiene que declararse primero en bancarrota. La pregunta puede resultar descabellada y absurda pero hay que hacerla: ¿El gobierno declararía la quiebra de Pdvsa y le echaría la culpa a la guerra económica para forzar una reestructuración con descuento de la deuda externa de la compañía? Es obvio que no.
De cara al interés nacional, lo más responsable es medir muy bien las consecuencias de un impago. Las secuelas de no pagar serían muy caras para Pdvsa, cuyos activos en el exterior pudieran ser objeto de embargo por un Tribunal. Pdvsa tiene 44 tanqueros, 13 refinerías y cuentas bancarias que serían susceptibles de congelamiento y embargo. Esto representaría un grave daño patrimonial y la paralización de las exportaciones de crudo.
¿Haría default un gobierno de la MUD? ¿Se negaría a pagar la deuda externa heredada del chavismo? ¿Declararía la quiebra de Pdvsa y le echaría la culpa al gobierno anterior? ¿Qué tribunal va a aceptar que la empresa que administra los yacimientos de petróleo más grandes del mundo está quebrada?
Ciertamente, debido al colapso de los precios del petróleo, Venezuela está confrontando una severa crisis de liquidez, pero no es una economía insolvente. Como respaldo, Pdvsa y la República cuentan con las reservas de petróleo más grandes del mundo, además de importantes yacimientos de gas, oro, diamantes, hierro, bauxita, coltán y otros minerales que son muy bien cotizados en el mercado internacional debido a su importancia estratégica para la economía mundial.
¿Qué hacer para no cerrar las puertas del financiamiento internacional?
Los problemas de escasez de alimentos y medicinas que azotan a la población no se deben única y exclusivamente a la falta de divisas para importar. El desabastecimiento también es causado por los desincentivos que sufre la actividad agrícola e industrial que ha sido estrangulada por rígidos controles de precios y de cambios a lo largo de casi 14 años.
Con un programa de estabilización económica bien llevado es posible desmontar estas distorsiones, reactivar la producción nacional y superar los problemas de escasez sin tener que hundir a la Nación en las graves consecuencias que generaría el embargo de los activos de Pdvsa y el cierre de los mercados financieros ante un eventual impago de la deuda externa.
La unificación de la tasa de cambio a un nivel que exprese la verdadera productividad de la agricultura e industria, así como la sinceración de los precios para poder recuperar los costos de producción y obtener una ganancia razonable, coadyuvaría a reactivar la capacidad productiva ociosa y a reducir los índices de desabastecimiento y escasez.
La industria nacional opera a menos del 50% de su capacidad instalada y en la mayoría de los 4 millones de hectáreas que fueron expropiadas es poco lo que se produce. A medida que se reactive la agricultura e industria y se sustituyan importaciones por producción nacional, se liberarán divisas para pagar la deuda externa, sin condenar a la población al azote de la escasez, el acaparamiento y la especulación.
Sincerar el precio de la gasolina erradicaría el contrabando de extracción y el derroche del combustible en el mercado interno, generando un importante ahorro equivalente a 200 mil barriles diarios, cuyo costo de oportunidad equivale a $ 3 millardos a los precios actuales de 40 $/b. La racionalización del uso del combustible en el tráfico interno reducirá la emisión de gases de efecto invernadero que colocan a las ciudades venezolanas entre las más contaminantes de América Latina.
Una tasa de cambio que respalde la competitividad cambiaria contribuiría a recuperar las exportaciones no petroleras que, en su mejor momento, aportaron casi $  7 millardos. La unificación cambiaria en torno a la tasa Dicom de 645 Bs/$ le daría a Venezuela el siniestro privilegio de ser el país con la fuerza de trabajo más barata en América Latina. Pero esto no es un incentivo para atraer la inversión extranjera que prefiere países en los que se respeten los derechos de propiedad, funcionen los mecanismos del mercado, prevalezca un clima de paz laboral y se proteja y estimule la inversión. Estas son las verdaderas claves para atraer inversiones que ayude a recuperar la industria petrolera y reactivar la agricultura y manufactura nacionales. 
Para recuperar el acceso al mercado financiero internacional sin que se le imponga a la Nación un severo programa de shock con medidas draconianas y antipopulares, hay que tomar la iniciativa para corregir las graves distorsiones macroeconómicas y reactivar la economía  través de un conjunto de decisiones que aún se tienen al alcance de la mano. Esto implica:
        Convocatoria a los más competentes y prestigiosos formuladores de políticas
        Diseño de un Plan de Estabilización Económica con Bienestar Social
        Reinstitucionalización de los poderes públicos
        Seguridad jurídica y respeto a los derechos de propiedad
        Restablecimiento de los mecanismos del mercado
        Construcción de amplio consenso y sólido apoyo político y social
        Auditoría ciudadana y voluntad política para pagar la deuda legalmente adquirida

Sin lugar a dudas, para que mejore la percepción de los mercados sobre el futuro de la economía venezolana, el énfasis debe estar en enderezar las desviaciones y errores de la política económica. Al corregir los desequilibrios macroeconómicos y enviar las señales adecuadas sobre el nuevo marco legal e institucional que rige la actividad económica, los inversionistas nacionales y extranjeros se van a interesar en un país que cuenta con semejante potencial de recursos. Así los mercados financieros nuevamente se abrirán si tener que someter a la Nación a los efectos no deseados de un default. @victoralvarezr

¿Cómo entender el canje de bonos de PDVSA?

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Ante la apretada crisis de liquidez que afecta a Pdvsa y con el fin de lograr un respiro en los próximos pagos de su deuda, el Ministro de Petróleo y Presidente de Pdvsa, Eulogio del Pino, propuso un intercambio de los bonos que están por vencerse entre 2016-2017, por otro bono con vencimiento en el año 2020 y un cupón de 8,50%. La oferta para el canje voluntario de bonos se concentra en los bonos Pdvsa2017 con pagos por $ 3 millardos en abril de 2017 y el Pdvsa2017N con pagos por $ 2.05 millardos en noviembre de 2016 y $ 2.05 millardos en noviembre 2017.
Para la materialización del canje debe concurrir al menos 50% de los papeles elegibles. Como el canje se concreta siempre y cuando los tenedores de estos bonos decidan cambiarlos voluntariamente por el nuevo bono que tiene fecha de vencimiento en el 2020, las condiciones del nuevo instrumento deben ser atractivas para incentivar el intercambio. Veamos cuáles son:
·         El factor de canje es 1:1 si la operación se concreta hasta el 29/09/2016. Por cada $1.000 se otorgarán $1.000 del nuevo bono Pdvsa2020.
·         Si el canje ocurre después del 29/09/2016 y hasta el 14/10/2016, el factor de canje cambia a 1:0.95. O sea, $1.000 se cambiarán por $950 del nuevo bono.
·         Para los tenedores del bono Pdvsa2017 que rinde 5,25%, este canje significa un mayor rendimiento de 8,50%, pero para los tenedores del bono Pdvsa2017N el rendimiento es el mismo: 8,50%.
·         En ambos casos, el nuevo bono contará con la garantía del 50,1% de Citgo y esto permitiría una mejor cobertura ante un eventual default.
En el caso del bono Pdvsa17N, las condiciones financieras (factor de canje y rendimiento) no compensan la prolongación de la fecha de vencimiento. El principal atractivo es la mejora de la calidad crediticia generada por la garantía del 50.1% del capital accionario de Citgo. En ambos casos, para cubrir el riesgo de un impago, los inversionistas pueden optar por el canje y garantizar su pago en 2020, una vez que las condiciones del mercado petrolero internacional hayan mejorado.
El principal beneficio para Pdvsa consiste en refinanciar su deuda financiera de corto plazo y así aliviar las presiones sobre su menguada liquidez. El perfil de vencimiento de la deuda de Pdvsa se aliviaría en lo que queda del año 2016 y 2017 al posponer pagos por más de $ 11 millardos (8,1 de capital y 3,166 de intereses). Así el país tendrá un oxígeno de divisas para cubrir las importaciones esenciales.
¿Canje voluntario o default técnico?
En economía, las expectativas tienen un papel clave en la toma de decisiones. La percepción de los inversionistas y tenedores de bonos sobre el acontecer económico de Venezuela ejerce una gran influencia al momento de tomar las decisiones. Si solo se plantea un canje de bonos pero no se acompaña esta medida con un programa de ajuste macroeconómico que corrija las distorsiones cambiarias y los desequilibrios fiscales, monetarios y de precios, los mercados valorarán el canje como una medida aislada e insuficiente y se mantendrá la incertidumbre. 
A pesar de que el gobierno ha cumplido puntualmente con los pagos de la deuda externa –al extremo de reducir severamente las importaciones y provocar la contracción de la actividad económica-, el mercado mantiene la expectativa de un eventual default debido al colapso de los precios del petróleo, al precario desempeño económico y a la crisis política en torno al referendo revocatorio.
Este panorama acentúa la incertidumbre de las calificadoras de riesgo que valoran los bonos venezolanos como los más riesgosos de la región y por eso le impone al país pagar tasas de interés más altas. De hecho, la calificadora Standard and Poor’s (S&P), redujo el riesgo de Pdvsa a CC, toda vez que considera al canje de bonos como una especie de default técnico. Por su parte, Fitch anunció que dará una calificación CCC al nuevo bono Pdvsa2020. Sin embargo, Moody’s, aseguró que la operación de canje reduciría el riesgo de un incumplimiento. El Ministro Eulogio Del Pino acusó a S&P de ser "especuladoras de oficio" y agregó que estas agencias calificadoras que alarmaron a los mercados con un posible default de Pdvsa ahora  "han empezado la campaña de desprestigio" contra Venezuela.
Inicialmente, los bonos de Pdvsa cayeron como expresión del poco interés en las condiciones del canje. Pero luego cerraron al alza: el bono Pdvsa2017 fue el que más subió con un alza de 2,250 puntos, un 1,4 % por encima del anterior cierre. Y el Pdvsa2017N terminó con un alza interdiaria de 1,8 %.  
Venezuela  tiene un problema de liquidez, no de solvencia
El encarecimiento del financiamiento internacional se debe al colapso de los precios del petróleo, aunado a la falta de confianza de los inversionistas y acreedores en la capacidad del gobierno para aplicar los correctivos a las desviaciones y errores de la política económica. Sin embargo, aun cuando el precio del petróleo permanezca estancado, si este u otro gobierno lleva a cabo un programa coherente de reformas económicas, el país pudiera mejorar las actuales condiciones y costos de su acceso a los mercados financieros internacionales.
Por eso, antes que plantear una restructuración total de la deuda, el esfuerzo más bien se debe concentrar en la ejecución de un programa de estabilización macroeconómica y transformación estructural de la economía. La reestructuración total de la deuda externa -sobre todo si se plantean descuentos-, es un proceso que lleva tiempo, implica un complicado y exigente calvario de negociaciones que desviaría la atención del programa de ajustes y reformas y, a su vez, retrasaría el nuevo financiamiento que se requiere con urgencia.
Cómo aliviar la escasez de divisas
Venezuela ha raspado la olla: ejecutó un swap de reservas en oro por $1,5 millardos, redujo en $ 1,88 millardos su disponibilidad en Derechos Especiales de Giro en el FMI, concedió descuentos para adelantar el cobro de $ 3,5 millardos a República Dominicana y Jamaica y hasta hipotecó Citgo por $ 2,5 millardos. En lugar de destinar estos recursos a la reactivación productiva para fortalecer su capacidad de pago a largo plazo y generar así confianza en los mercados internacionales, en su afán inmediatista de evitar el default, priorizó el pago y la recompra de la deuda externa.
La solución no radica en repartir la escasez afincándose cada vez más en un férreo  control de cambios para racionar las divisas y contraer las importaciones hasta hacer colapsar el aparato productivo nacional. Esto solo agravaría los problemas de escasez, acaparamiento, especulación e inflación que tienen harta a la población. Hay otras fuentes para aliviar la escasez de divisas: la reducción del gasto militar puede liberar divisas para la importación de alimentos y medicinas; la sustitución de las importaciones gubernamentales por un programa de compras a favor de la reactivación productiva liberaría recursos: incluso, la unificación cambiaria a un nivel que exprese la competitividad de la agricultura e industria contribuiría a sustituir importaciones y a reactivar las exportaciones no petroleras que en su mejor momento se ubicaron en torno a los $ 7 millardos. 
No todo depende del financiamiento externo. Mientras se negocian las condiciones de un nuevo financiamiento, el gobierno tiene un margen adicional de maniobra para aliviar la escasez de divisas si suspende temporalmente los convenios con Cuba y PetroCaribe. Los pagos del préstamo chino se pueden diferir hasta que el petróleo alcance los 60 $/b. Se calcula que hasta 2015, los convenios con China y PetroCaribe le costaron a Venezuela $ 50 millardos. Con solo un año de gracia  el flujo de divisas aumentaría en más de $ 5 millardos que serían destinados cubrir las importaciones esenciales para la reactivación productiva. Adicionalmente, si se suspende PetroCaribe, Venezuela recibiría más de $ 600 millones.
En la última década, los ingresos extraordinarios derivados del último auge rentístico se gastaron todos y el país no ahorro ni invirtió reservas en esos años de bonanza. Con la Reforma de la Ley del BCV en 2005 se eliminó la obligatoriedad de vender los petrodólares al BCV y se creó el FONDEN, al cual le transfirieron $ 55 millardos de reservas internacionales que fueron gastados. Restaurar la autonomía del BCV en el manejo de las divisas ayudaría a recuperar las reservas internacionales. Esto pasa por sustituir los fondos que se crearon para gastar la renta petrolera por nuevos fondos para ahorrar e invertir la renta, autorizando al gobierno de turno a utilizar como fuente complementaria del Presupuesto Nacional únicamente los rendimientos generados por esos fondos.
Aprovechar inteligentemente todo este margen de ahorro se traducirá en una bomba de oxígeno mientras se gestiona el acceso a nuevos flujos de divisas que permitan sostener el programa de ajuste y transformación estructural de la economía en el largo plazo. Antes de rendirse a las severas exigencias que imponen los organismos financieros internacionales, el gobierno puede aprovechar este margen de maniobra para aliviar la escasez de divisas, impulsar un programa de reformas para sanear la economía y estar en mejores condiciones para negociar nuevo financiamiento internacional.

La confianza generada bajará la presión sobre la demanda de divisas y, más bien, estimulará nuevas fuentes a través de la repatriación de capitales, la inversión extranjera, las exportaciones no petroleras y el turismo internacional. La estabilización de la economía permitirá liberar sin traumas el mercado cambiario para las transacciones comerciales y así se podrá recuperar la producción interna para abatir los azotes de la escasez, la especulación y la inflación. @victoralvarezr

¿Qué pasa en PDVSA?

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Según el Informe, en 2015 los ingresos de Pdvsa alcanzaron los $ 55,3 millardos, 45% menos que en el año anterior, debido a que la extracción se redujo a 2,8 millones de b/d, cuyo precio promedio cayó de 88,42 $/b a 44,65 $/b. Estos datos sugieren las dificultades financieras por las que atraviesa la compañía. En efecto, el estancamiento de los precios del petróleo y el declive de la producción, aunado a los próximos pagos de su deuda externa y las cuentas por pagar a proveedores se conjugan para poner a la empresa en serias dificultades. Solo el servicio de la deuda externa en octubre y noviembre ronda los $ 4 millardos. Y para 2017 este monto asciende a $ 7 millardos. Las obligaciones con proveedores suman $ 19 millardos. Por si fuera poco, la deuda con el BCV se aproxima a los $ 7 millardos.
Las cuentas por cobrar por convenios energéticos y otros conceptos llegan a $ 6,3 millardos. Para adelantar el cobro de estas facturas Pdvsa ha concedido grandes descuentos: Ancap de Uruguay pagó $ 267 millones por una deuda total de $ 351 millones; Jamaica anticipó $ 1,5 millardos por una deuda de $ 3,2 millardos y República Dominicana solo pagó $ 1,7 millardos de dólares por una factura pendiente de $ 2,7 millardos. Como los ingresos lucen insuficientes para honrar todos los compromisos, para no caer en un impago Pdvsa trabaja en el reperfilamiento de su deuda externa con el fin de posponer los pagos de 2016 y 2017. Asimismo ha propuesto un canje de la deuda comercial por deuda financiera para que los proveedores puedan continuar con sus operaciones y no afecten el desempeño de Pdvsa. Para poner al día sus deudas con el BCV, Pdvsa le entregó pagarés de la Caja de Ahorro Rural de Nicaragua y ALBA Petróleos de El Salvador por $ 4,2 millardos.
Pdvsa con exceso de peso
Ante la inoperancia del Estado burocrático, el Gobierno delegó en PDVSA la creación de filiales para la producción de alimentos, construcción de viviendas, distribución de gas doméstico, etc., sin tomar en cuenta que a raíz del sabotaje a la industria petrolera se produjo un despido masivo de 18 mil profesionales de alto nivel que dejó a la compañía sin el talento humano y las capacidades gerenciales necesarias para encarar con eficiencia y éxito semejante tarea. 
Esta sobrecarga de Pdvsa ha repercutido en su capacidad productiva. El reporte oficial del Gobierno de Venezuela a la OPEP registra caídas en la producción. El promedio en mayo fue de 2 millones 370 mil barriles por día; es decir, 120.300 barriles menos que el promedio de abril de 2.490.000 b/d. Levantar la producción y mejorar la eficiencia exige concentrar sus capacidades y recursos  en las actividades esenciales de la industria. Esto le permitirá a Pdvsa enfocar sus menguados ingresos en optimizar la extracción de crudos medianos y livianos, incrementar el factor de recobro y repotenciar su capacidad de refinación.
Aún con el colapso de los precios del petróleo, en comparación con los altos costos de extracción en aguas profundas, los menores costos en la FPO dan una ventaja para atraer nuevas inversiones que sustenten los planes de expansión. De allí la importancia de aliviar a Pdvsa de la enorme carga de actividades que la convirtieron en una gigantesca, pesada e ineficiente corporación.
Según el informe de auditoría de KPMG: “En diciembre de 2015, como parte de un plan de revisión de procesos y estructuras, en el cual la compañía está orientada a concentrar esfuerzos principalmente sobre sus filiales petroleras, la Asamblea de Accionistas aprobó la segregación de gran parte de las filiales no petroleras y su transferencia al accionista, a su valor en libros”.
Esto quiere decir que Pdvsa ha puesto en marcha un proceso de reingeniería para concentrarse en sus actividades medulares de extracción y refinación y aliviar la carga que ha significado dedicar tiempo y recursos a otras actividades ajenas a la actividad petrolera. En un año prevé desincorporar las filiales América S.A., Pdvsa Industrial, Pdvsa Naval, Pdvsa Salud, Pdvsa Agrícola, Pdvsa Gas Comunal, Pdvsa Desarrollos Urbanos S.A. y la Empresa Nacional de Transporte.
Pdvsa ha distraído muchos recursos en programas no consubstanciales al negocio petrolero. De acuerdo a los estados financieros, los gastos de esas filiales aumentaron 94% en comparación con 2014, al pasar de Bs. 136.246 millones a Bs. 246.382 millones. Pero el colapso de los precios del petróleo ha obligado a  reducir su aporte a los programas sociales y a transferir las mencionadas filiales a los ministerios o entes públicos que tengan la competencia en cada materia.
El Ministro de Petróleo Print FriendlyImprimir
reconoció en la XXXVIII Asamblea de la Cámara Petrolera que fue un error estatizar las empresas de servicios: “Debemos ir a un nuevo modelo con mayoría del sector privado y eso pasa por un reconocimiento de errores. Creo que lo que se hizo en el lago de Maracaibo tuvo muchos errores, debemos reconocerlo y hemos ido a un esquema en el cual a todos aquellos empresarios, que aún quieran continuar, vamos a devolverle sus actividades”.
Dipro insostenible para Pdvsa
Ante el estancamiento de los precios del petróleo, la irracionalidad de la tasa Dipro recae con toda su fuerza sobre Pdvsa. Si los precios del petróleo logran estabilizarse en torno a los 40 $/b, pero la compañía petrolera es obligada a vender el mayor porcentaje de su ingreso en divisas a la tasa de 10 Bs/$, eso quiere decir que por cada barril de petróleo de 159 litros, Pdvsa apenas obtiene 400 Bs/b. Es decir, solo 2,5 Bs por litro de petróleo, menos de lo que cuesta un caramelo. Por eso, al convertir parte de su ingreso en divisas a la tasa Dipro de 10 Bs/$, los bolívares que recibe no le alcanzan para pagar una nómina de más de 140 mil trabajadores, honrar sus deudas con proveedores y contratistas, transferir aportes a los programas sociales y mantener al día las obligaciones con el fisco. Y, justamente, eso es lo que lleva a Pdvsa a endeudarse con el BCV.

Unificar el régimen de cambios múltiples en torno a la tasa Dicom (que al momento de escribir este artículo había alcanzado los 644 Bs/$) generaría suficientes bolívares para que Pdvsa pueda pagar la nómina y honrar todas sus deudas y compromisos. Esto eliminaría la presión que se ejerce sobre el BCV, el cual es obligado a realizar desmesuradas emisiones de dinero sin respaldo para financia el déficit de Pdvsa y otros entes públicos, cuestión que se ha convertido en el principal factor propagador de la inflación. @victoralvarezr

¿Con qué fondos se pagará la deuda externa?

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
El boom en los precios del petróleo y las materias primas proporcionó cuantiosos recursos financieros que no fueron debidamente aprovechados para sustentar un acuerdo monetario latinoamericano que blindara las economías de la región. Los pueblos dieron a sus gobiernos mandatos para impulsar una nueva arquitectura financiera internacional que los gobernantes no cumplieron. No hubo mayor articulación entre los bancos centrales de cada país ni se avanzó en la creación de los prometidos Fondo Monetario del Sur y Banco del Sur. Así, los países extractivistas que hoy resultan afectados por el colapso de los precios del petróleo y de las materias primas no encuentran alternativas y están pensando en tocar las puertas del FMI y del BM para tener acceso a los recursos que necesitan para aliviar sus problemas de balanza de pagos.
En Venezuela, el 96% del ingreso en divisas proviene del petróleo. Con el colapso de los precios, el ingreso se ha reducido en un 75 %. Y eso tiene repercusiones en la capacidad de pago. El país ya no tiene la holgura que le permitió contraer y pagar una creciente deuda externa. Ese margen de maniobra se ha agotado y hoy la situación luce cada vez más apretada, al extremo de liquidar aceleradamente reservas internacionales y realizar operaciones de swap con oro monetario.
Si en lo que resta de año los precios del petróleo se estabilizan en torno a los 40 $/b, Venezuela recibiría ingresos por el orden de los $ 33 millardos. En 2015 las importaciones de bienes y servicios sumaron $ 50 millardos, pero este año se han visto muy afectadas por la prioridad que el Gobierno le ha dado a los pagos de la deuda externa. El colapso de los precios del petróleo, la enorme dependencia de las importaciones de bienes y servicios, el peso de la deuda externa, los pagos por indemnizaciones ratificados por el CIADI y la deuda en divisas con sectores productivos que aún no ha sido cancelada por Cadivi-Cencoex, estrechan el margen de maniobra para mantener un ritmo de pagos de la deuda externa que supera los $ 10 millardos anuales.
¿Con qué plata se pagará la deuda externa?
Al precio de soportar una severa reducción de las importaciones que ha agravado la crisis de escasez de alimentos, medicinas y materias primas para la industria nacional, Venezuela viene pagando un promedio anual de $ 10 mil millones entre capital e intereses de la deuda externa. En lo que va de año ha cancelado $ 3.057 millones por bonos de la República y $ 1.218 millones de Pdvsa. Y, entre agosto y diciembre, todavía debe pagar $3.050 millones en capital y $2.663 millones en intereses, para un gran total de $5.713 millones.
La urgencia de contar con los recursos necesarios para honrar la deuda se centra en los bonos que se vencen entre finales de 2016 y comienzos de 2017, monto que supera los $ 10 mil millones. Una cifra realmente significativa para un país afectado por el colapso de los precios del petróleo y que ha sufrido una severa  contracción de sus importaciones por 14% en 2013, 17% en 2014, 22% en 2015 y 45 % en lo que va de 2016.
Ante el estancamiento de los precios del petróleo, la caída de las reservas internacionales y la severa reducción de las importaciones, el gobierno busca opciones para conjurar el riesgo de caer en default. Por eso ha anunciado alternativas para  el pago de los bonos que vencen a finales de 2016. Sin embargo, aún debe conseguir los $5.015 millones que debe pagar en el primer semestre de 2017. En este contexto de restricciones económicas, el riesgo país se elevó a 2.551 puntos (uno de los más altos del mundo). A esto contribuye el reciente  cambio en los ministros que manejan la economía, cuestión que afectó la percepción del país. Según datos de la agencia Bloomberg, el costo de asegurar los bonos venezolanos subió 5,83.
Aunque el gobierno ha cumplido con sus pagos de deuda –aun en detrimento de las importaciones básicas y esenciales-, el margen de maniobra luce agotado y justifican la necesidad de un refinanciamiento. Venezuela ha tardado mucho en llegar a un acuerdo con sus acreedores pero aún tiene tiempo. Cualquier tenedor de bonos de la República o Pdvsa preferirá un acuerdo que preserve su inversión antes de que el país incurra en un default que deteriore la cotización de sus bonos.
De no llegar a un acuerdo, el gobierno tendría que solicitar un financiamiento externo y reducir aún más las importaciones, y los acreedores no quieren correr el riesgo de ahorcar la economía venezolana porque a fin de cuentas esto también repercutiría en el valor de sus bonos. Los inversionistas perciben que Venezuela tiene un problema temporal de liquidez más no tiene problemas de solvencia en el largo plazo. La voluntad de pago del gobierno ha sido muy clara y la capacidad de hacerlo dependerá de los precios del petróleo y del flujo de divisas que perciba con los contratos del Arco Minero del Orinoco.
¿Reestructuración o moratoria?
La gravedad de la deuda externa está distorsionada por cálculos que no reflejan la verdadera situación del país. Se cree que la deuda es manejable porque la conversión a dólares del PIB en bolívares se hace a la tasa Dipro de apenas 10 Bs/$. Al dividir un contraído PIB entre una tasa de cambio tan baja, obviamente se sobreestima el verdadero valor del producto y, por lo tanto, se subestima el peso de la deuda como porcentaje de un PIB, la cual luce erróneamente manejable. 
Otra idea errónea sobre la capacidad de pago de Venezuela surge de creer que los precios del petróleo se recuperarán a través del control de la producción en la Opep. Los fallidos intentos por recortar la producción para defender los precios dejan poco margen para recuperar la liquidez de divisas por esta vía.
Otra falsa esperanza es creer que los países aliados nos van a auxiliar. Si bien China ha funcionado como prestamista de última instancia, la magnitud de los fondos comprometidos hace poco probable que siga apostando a Venezuela, al extremo de aceptar que el tramo no utilizado de $ 5.000 millones se destine a pagar la deuda externa, en menoscabo de los proyectos del Fondo Chino.
Lo cierto es que las reservas internacionales se han desplomado a $ 12.000 millones y el país no puede seguir como va. Ante el colapso de los precios del petróleo y la severa escasez de divisas que impide cubrir al mismo tiempo las necesidades de importación, el pago de la deuda externa y la cancelación de las indemnizaciones ratificadas por el CIADI, se escuchan diferentes planteamientos que van desde la liberación del mercado cambiario hasta la moratoria unilateral de la deuda externa, pasando por la reestructuración de los pagos.
Quienes proponen la moratoria apelan al Premio Nobel de Economía,  Joseph Stiglitz, quien argumenta que cuando un país impone  una reducción de la deuda a sus acreedores y reorienta esos fondos hacia una política fiscal expansionista, eso produce resultados positivos: “hay muy pocas pruebas que acrediten la idea de que una cesación de pagos conlleve un largo período de exclusión del acceso a los mercados financieros. Rusia pudo pedir prestado de nuevo en los mercados financieros dos años después de su cesación de pagos que había sido decretada unilateralmente, sin una consulta previa a los acreedores”, asegura quien también fue jefe de los asesores económicos de Bill Clinton
Los que se oponen a la moratoria plantean que las consecuencias de no pagar serían muy caras para la República y Pdvsa. Ambos tienen activos estratégicos en el exterior cuyo embargo significaría un grave daño patrimonial y la paralización de las exportaciones de crudo. Pdvsa tiene 44 tanqueros, 13 refinerías y cuentas bancarias que serían susceptibles de congelamiento y embargo. Sería muy costoso dejar de pagar, aun cuando este empeño signifique un alto costo político para el Gobierno.
El margen de maniobra para liberar recursos y evitar el default va desde recomprar deuda venezolana para aliviar pagos de capital e intereses; reformular PetroCaribe para cobrar en un año la factura que se financia a 20 años; sustituir importaciones por compras gubernamentales a favor de la producción nacional; reprogramar los pagos en dólares en obras de infraestructura contratadas a China, Brasil, Irán, etc.; reperfilar los vencimientos de 2016 y 2017 y sustituir títulos por vencerse con nuevas emisiones a mayor plazo; desestatizar empresas secuestradas por el burocratismo y la corrupción; reducir el gasto militar; y, mejorar la imagen de Venezuela en los mercados financieros para corregir la sobrestimación del riesgo-país.

La situación de Venezuela no es comparable con la que sufrió Argentina, país que estuvo más de una década en cesación de pagos. Más allá de las contingencias políticas y económicas, los acreedores perciben que el país con las reservas de petróleo más grandes del mundo y con colosales reservas de oro, diamante, coltán y otros minerales estratégicos no sufre una crisis de solvencia a largo plazo, sino que atraviesa por un problema temporal de liquidez. Por eso, el abanico de tenedores de la deuda venezolana es muy estable y no se ha apresurado a rematarla: el 99,6 % ha preservado en sus manos los títulos. Confían en que una vez superado el colapso de los precios del petróleo, el riesgo de no cobrar es bajo. ¿Cómo explicar, entonces, que un país que no posee un historial de incumplimiento y cuenta con margen de maniobra y potencial de ingresos suficientes para cubrir sus compromisos sea tan mal tratado por las calificadoras de riesgo? @victoralvarezr

¿Cuáles serían las consecuencias de un default?

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Hace un par de años, los economistas Ricardo Hausmann y Miguel Ángel Santos analizaron los retrasos del gobierno en el pago de la deuda comercial y se preguntaron si el gobierno de Nicolás Maduro también haría default con la deuda financiera de la República y Pdvsa. http://www.el-nacional.com/opinion/Hara-default-Venezuela_0_477552447.html
Hausmann y Santos criticaron la prioridad que los gobiernos bolivarianos le han dado a los pagos de la deuda externa, por encima de las importaciones que se requieren para enfrentar la escasez de alimentos, medicinas, repuestos, etc.: “(…) el cálculo moral se complica cuando es imposible cumplir con todos los compromisos y se hace necesario decidir cuáles cumplir y cuáles no. Hasta ahora, bajo el ex Presidente Hugo Chávez y su sucesor, Nicolás Maduro, Venezuela ha optado por pagar religiosamente sus bonos de deuda externa, gran parte de los cuales están en manos de venezolanos ricos y bien relacionados“, cuestionaron los mencionados economistas que trabajan en la Universidad de Harvard.
¿“Debería” Venezuela hacer default?
Esta pregunta que Hausmann y Santos plantearon en el título de su artículo publicado hace dos años es la que ahora habría que hacerse ante un eventual gobierno de la MUD.
“Si las autoridades adoptaran políticas con sentido común y buscaran el apoyo del Fondo Monetario Internacional y otros prestamistas multilaterales, como lo suele hacer la mayoría de países en problemas, se le aconsejaría renegociar la deuda externa. De esa forma, el peso del ajuste se compartiría con otros acreedores, como ya ha ocurrido en Grecia, y la economía ganaría tiempo para recuperarse, particularmente en la medida que empiecen a madurar nuevas inversiones en las reservas petroleras más grandes del mundo. Los tenedores de bonos harían bien reemplazando sus papeles actuales por instrumentos de más largo plazo que se beneficiarían de la recuperación económica”.
Hausmann y Santos anticiparon en ese mismo artículo publicado hace dos años  que:
“Nada de esto va a suceder bajo el mandato de Maduro, quien carece de la capacidad, capital político y voluntad para moverse en esa dirección. Pero el hecho de que su gobierno haya decidido incumplirle a los 30 millones de venezolanos para pagarle religiosamente a Wall Street no debe ser interpretado como una señal de rectitud moral. Es más bien una muestra de su decadencia moral.”
De inmediato, el Presidente de la República, Nicolás Maduro, pidió iniciar acciones legales contra Ricardo Hausmann al acusarlo de contribuir con sus escritos a una caída en los precios de los bonos de la deuda venezolana: "He ordenado a la Procuraduría, y le he hablado a la fiscal, para que iniciemos acciones porque usted (Hausmann) está metido en una campaña para hacerle daño a nuestra patria". http://www.elmundo.com.ve/noticias/economia/politicas-publicas/maduro-pide-iniciar-acciones-legales-contra-ricard.aspx#ixzz4JrvsIpmh
Consecuencias de un default
Un bono es un instrumento financiero que implica el compromiso de quien recibe el préstamo de cumplir con las condiciones acordadas de pagar el capital y los intereses en las fechas establecidas. La rentabilidad de los bonos depende de la solidez y credibilidad de quien lo emite para devolver el préstamo y pagar los rendimientos al final del período pactado.
Cuando se produce un incumplimiento en el pago, los inversionistas y acreedores afectados demandan al deudor ante las instancias y tribunales competentes para obligarlo a cumplir los compromisos y resarcir los daños causados. Se considera que los bonos más seguros son los emitidos por un Estado (deuda soberana) porque -a diferencia de las empresas-, los Estados no quiebran y su patrimonio no puede ser embargado.
Sin embargo, debido a que los Estados también pueden caer en una demora o impago, esta posibilidad pudiera valorarse como un riesgo mayor en el que incurren los acreedores de deuda soberana en comparación con los acreedores de empresas, a las que si pueden ejecutar las garantías para recuperar parcial o totalmente los fondos prestados o invertidos.
Los bonos de menor riesgo son los del Tesoro de EE.UU., principal potencia económica y militar del mundo. Por eso pagan un porcentaje de rendimiento mucho menor que los emitidos por las compañías y otros Estados. Cuando se trata de un país con menos solidez o que confronta problemas económicos, los inversores y acreedores exigen rendimientos adicionales para comprar los bonos soberanos.
Hacer default implica suspender los pagos convenidos con el inversionista o acreedor. Cada vez que se aproxima la fecha de un pago los acreedores se preguntan si la República o Pdvsa reunirán los fondos suficientes para cubrir el servicio de la deuda. Y no es que un país o una compañía deciden no pagar y no hay consecuencias que correr. Sobre todo si se establecen mecanismos y garantías  para recuperar total o parcialmente los fondos prestados. En el caso de Venezuela, un default no solo afectaría a los acreedores externos sino también a muchas instituciones financieras y empresas locales, así como ciudadanos venezolanos, que invirtieron sus fondos y ahorros en los bonos venezolanos y, por lo tanto, también resultarían perjudicados ante un eventual impago.
Los riesgos asociados a un default alejan a los inversionistas y, a la larga, generan mayores costos financieros, económicos sociales y políticos para la Nación. Ante un incumplimiento de los pagos de la deuda en las condiciones inicialmente convenidas, los mercados financieros internacionales se cierran y su reapertura solo es posible a un costo mucho mayor. Las nuevas emisiones de deuda solo se pueden colocar si ofrecen un elevado rendimiento o si se concede un descuento en el precio de los bonos, cuestión que reduce el volumen neto de recursos que el país recibe, aunque lo deja endeudado por el monto completo del valor nominal de los bonos.
¿Cuáles serán las prioridades de un gobierno de la MUD?
Desde el discurso de la oposición, la escasez de alimentos y medicinas se atribuye a la prioridad que el gobierno ha dado a los pagos de la deuda financiera externa en menoscabo de la deuda comercial que tiene con importadores y productores locales. Estos han acumulado una enorme deuda con sus proveedores en el exterior quienes han suspendido los suministros hasta tanto Venezuela ponga al día las cuentas por cobrar.
La MUD critica al gobierno de Maduro por el default masivo con el que ha castigado a importadores, proveedores y contratistas, tras su determinación de pagar antes que todo el servicio de la deuda externa. Pero la contracción de las importaciones y la mora en los pagos a proveedores han llegado al extremo. El margen de maniobra se ha agotado y ya es poco lo que se puede sacrificar para liberar recursos y cumplir con los vencimientos de la deuda. Recientemente, Schlumberger se sumó a la lista de empresas afectadas y anunció que reducirá sus operaciones en Venezuela debido a la insuficiencia de los pagos recibidos y a la indefinición de los mecanismos para abordar las cuentas por cobrar.  http://www.elimpulso.com/correos-diarios/enterate/pdvsa-asume-control-equipos-schlumberger-venezuela
Lo cierto es que el crédito está cerrado y solo se reabrirá cuando se pague lo que se debe. Así, este o el próximo gobierno tendrá que reordenar sus prioridades y decidir cuáles compromisos cumplir y cuáles no. Vale entonces preguntarse:
·         ¿Un gobierno de la MUD tendrá motivos morales para suspender los pagos de la deuda externa y destinar esas divisas a la importación de alimentos y medicinas que necesita un país al que han declarado en crisis humanitaria?
·         ¿Un nuevo gobierno seguiría las recomendaciones de Hausmann de renegociar la deuda externa para compartir el peso del ajuste con los acreedores?
Default: pan para hoy y hambre para mañana
Que un nuevo gobierno arranque con el impago de la deuda externa heredada del gobierno anterior podría terminar en un gran error. Desde el punto de vista económico y social sería muy costoso, aun cuando de cara a un referendo revocatorio, la promesa de no pagar la deuda se traduzca en un caudaloso dividendo electoral. Atizar un discurso radical no solo perjudica la cotización actual de los bonos venezolanos, también genera incertidumbre sobre las emisiones de deuda futura, dificultando y encareciendo su colocación. También hay que tener en cuenta  las consecuencias de un impago sobre Pdvsa, cuyos activos externos son embargables. La compañía tiene 44 tanqueros, 13 refinerías y cuentas bancarias que serían susceptibles de congelamiento y embargo. Esto representaría un grave daño patrimonial y la paralización de las exportaciones de crudo.

Estos gritos de guerra solo pueden inducir la toma de decisiones equivocadas que desembocarían en un default desordenado y caótico y bloquearían el financiamiento internacional que se necesita con urgencia para importar alimentos y medicinas, así como las materias primas e insumos imprescindibles para reactivar el aparato productivo y, sobre esta base, erradicar la escasez, acaparamiento, especulación e inflación que atormentan a la población@victoralvarezr