Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
El Ministro de Petróleo, Eulogio del
Pino, propuso un intercambio de los bonos de Pdvsa que están por vencerse entre
2016-2017, por otro bono con vencimiento en 2020 y cupón de 8,50%. Con esta
propuesta, busca aliviar los pagos de la compañía durante los próximos cuatro
años. Este
planteamiento para el canje voluntario de bonos excluyó al Pdvsa16 con
vencimiento por $ 1 millardo en octubre, toda vez que ya ha sido recomprado por
el Estado en más de un 50%. La oferta, entonces, se concentra en el Pdvsa17 con
vencimiento por $ 3 millardos en abril de 2017 y el Pdvsa17N con vencimientos
por $ 2.05 millardos en noviembre de 2016 y $ 2.05 millardos en noviembre 2017.
Para los inversionistas, este canje significa
recibir un bono con un cupón mayor (Pdvsa17) o igual (Pdvsa17N), pero ahora con
la garantía de Citgo. Así, contaría con una mejor cobertura ante un eventual default. Para conjurar este riesgo, los inversionistas
pueden optar por el canje y garantizar su pago en 2020, una vez que las
condiciones del mercado petrolero internacional hayan mejorado. Si la mayoría
decide hacer el canje, Pdvsa puede liberar flujo de caja y el país tendrá un
oxígeno de divisas para cubrir las importaciones esenciales.
¿Es
sostenible el actual cronograma de pagos?
El
colapso de los precios del petróleo, la prolongada contracción de la economía y
los elevados costos financieros de la deuda externa hacen insostenible el
actual ritmo de pagos en el corto y mediano plazo. Tendría que ocurrir el
milagro de un nuevo auge rentístico, aunado a un exitoso programa de
estabilización y reactivación económica, para que aumente el ingreso en
divisas, baje el costo del financiamiento externo y así se pueda cancelar la
deuda externa sin sacrificar la actividad productiva ni el consumo interno.
La
voz oficial argumenta que la deuda externa (DE) venezolana es manejable según
indicadores como DE/PIB o servicio deuda/PIB. Pero resulta que esos datos están
muy distorsionados, toda vez que la conversión del PIB a dólares se sobreestima
al dividir el PIB en bolívares a la tasa de cambio de 10 Bs/$ y no a 645 Bs/$. Obviamente, al
dividir el mismo PIB en bolívares entre una tasa de cambio 64 veces mayor, el
PIB en dólares resultante es mucho menor. Por lo tanto, el tamaño de la deuda externa
se agiganta como proporción de un PIB ahora mucho menor.
Basta
sincerar la tasa de cambio con la que se divide el PIB en bolívares para darse
cuenta de que la deuda externa ya no resulta manejable. Adicionalmente, el cálculo
DE/PIB se complica porque desde 2013 el BCV no publica la cifra oficial del
PIB, cuyo monto real luce distorsionado por los controles de precios y los
maquillajes de cifras que no reflejan el verdadero valor de la producción.
¿Cuál es la verdadera
capacidad de pago?
Ante
semejantes distorsiones, una pista de la capacidad de pago para mantener al día
los próximos vencimientos de la deuda externa se puede obtener a la luz de la
relación DE/exportaciones, o servicio de deuda/exportaciones. Estos datos
aclaran la verdadera capacidad de pago del país y revelan que -más allá de la
voluntad política que ha mostrado el actual gobierno de pagar puntualmente
hasta el último dólar-, en el corto plazo cada vez hay menos margen para
mantener el actual ritmo de pagos.
Las
estadísticas indican que la deuda externa de Venezuela (bonos de la República y
de Pdvsa), suma $ 123 millardos Esta cifra excluye la deuda con residentes que
tiene Cadivi/Cencoex ($25 millardos), la deuda interna ($37 millardos) y las
indemnizaciones por expropiaciones ($20 millardos). Las exportaciones de
Venezuela han caído 75 % desde 2012 y si los precios del petróleo se
estabilizan en 40 $/b este año, siendo optimistas, rondarán los $ 25 millardos.
Por eso no hay suficientes divisas para cubrir las importaciones, pagar la
deuda externa, honrar la deuda de Cadivi/Cencoex, ni cancelar las
indemnizaciones ratificadas por el Ciadi.
Con
el fin de liberar divisas para pagar la deuda externa, el gobierno ha reducido
drásticamente las importaciones,
cuestión que ha contraído la actividad económica y provocado la más ruda
escasez de alimentos y medicinas que se recuerde.
El actual gobierno apuesta a un recorte de la producción de la Opep
para lograr un repunte de los precios del petróleo. Pero es poco probable que
en el corto plazo se recupere la producción petrolera venezolana y que los
precios de los crudos suban significativamente. Por lo tanto, el nuevo gobierno
necesitará otras fuentes de financiamiento internacional para cubrir las
importaciones de materias primas, insumos intermedios, maquinarias, equipos y
tecnología que requiere la reactivación del aparato productivo.
La propia recuperación de la extracción petrolera requiere divisas que
Pdvsa no está generando. Las finanzas de la compañía están castigadas no solo
por el derrumbe de los precios del petróleo, sino también porque el mayor
porcentaje de ese menguado ingreso en divisas Pdvsa lo tiene que vender a la
irracional tasa de 10 Bs/$. Adicionalmente, soporta un ruinoso subsidio a la
gasolina que representa –a precios internacionales- un costo de oportunidad de
más de $ 14 millardos. Por si fuera poco, en el corto y mediano plazo tiene que
responder a fuertes pagos de la deuda externa.
¿Qué pasaría si el gobierno decide restructurar toda
la deuda externa?
Si
el gobierno decide reestructurar toda la deuda externa para compartir el peso
del ajuste con los acreedores, habría que medir muy bien las consecuencias de la
forma como se ejecute esta decisión para que no resulte contraproducente. Sobre
todo porque nadie le va a prestar a un gobierno que de forma unilateral decide
no pagar la deuda externa por él mismo emitida.
Un
default desordenado y caótico puede cerrar los caminos al financiamiento
internacional que el gobierno necesita para financiar la importación de
alimentos y medicinas, así como materias primas e insumos para reactivar el
aparato productivo interno y erradicar la escasez, el acaparamiento y la
especulación que atormentan a la población.
En
el caso de Pdvsa, habría que revisar bien el marco legal que rige la materia,
porque cuando se trata de reestructurar legalmente la deuda de una compañía, ésta
tiene que declararse primero en bancarrota. La pregunta puede resultar
descabellada y absurda pero hay que hacerla: ¿El gobierno declararía la quiebra de Pdvsa y le echaría la culpa a la
guerra económica para forzar una reestructuración con descuento de la deuda
externa de la compañía? Es obvio que no.
De
cara al interés nacional, lo más responsable es medir muy bien las
consecuencias de un impago. Las secuelas de no pagar serían muy caras para Pdvsa, cuyos activos en el exterior pudieran
ser objeto de embargo por un Tribunal. Pdvsa tiene 44 tanqueros, 13 refinerías
y cuentas bancarias que serían susceptibles de congelamiento y embargo. Esto
representaría un grave daño patrimonial y la paralización de las exportaciones
de crudo.
¿Haría
default un gobierno de la MUD? ¿Se negaría a pagar la deuda externa heredada
del chavismo? ¿Declararía la quiebra de Pdvsa y le echaría la culpa al gobierno
anterior? ¿Qué tribunal va a aceptar que la empresa que administra los
yacimientos de petróleo más grandes del mundo está quebrada?
Ciertamente,
debido al colapso de los precios del petróleo, Venezuela está confrontando una severa
crisis de liquidez, pero no es una economía insolvente. Como respaldo, Pdvsa y
la República cuentan con las reservas de petróleo más grandes del mundo, además
de importantes yacimientos de gas, oro, diamantes, hierro, bauxita, coltán y
otros minerales que son muy bien cotizados en el mercado internacional debido a
su importancia estratégica para la economía mundial.
¿Qué hacer para no cerrar las puertas del financiamiento
internacional?
Los problemas de escasez de alimentos y medicinas
que azotan a la población no se deben única y exclusivamente a la falta de
divisas para importar. El desabastecimiento también es causado por los
desincentivos que sufre la actividad agrícola e industrial que ha sido
estrangulada por rígidos controles de precios y de cambios a lo largo de casi
14 años.
Con un programa de estabilización económica bien
llevado es posible desmontar estas distorsiones, reactivar la producción nacional
y superar los problemas de escasez sin tener que hundir a la Nación en las
graves consecuencias que generaría el embargo de los activos de Pdvsa y el
cierre de los mercados financieros ante un eventual impago de la deuda externa.
La
unificación de la tasa de cambio a un nivel que exprese la verdadera
productividad de la agricultura e industria, así como la sinceración de los
precios para poder recuperar los costos de producción y obtener una ganancia
razonable, coadyuvaría a reactivar la capacidad productiva ociosa y a reducir
los índices de desabastecimiento y escasez.
La
industria nacional opera a menos del 50% de su capacidad instalada y en la
mayoría de los 4 millones de hectáreas que fueron expropiadas es poco lo que se
produce. A medida que se reactive la agricultura e industria y se sustituyan importaciones
por producción nacional, se liberarán divisas para pagar la deuda externa, sin
condenar a la población al azote de la escasez, el acaparamiento y la
especulación.
Sincerar
el precio de la gasolina erradicaría el contrabando de extracción y el derroche
del combustible en el mercado interno, generando un importante ahorro
equivalente a 200 mil barriles diarios, cuyo costo de oportunidad equivale a $
3 millardos a los precios actuales de 40 $/b. La racionalización del uso del
combustible en el tráfico interno reducirá la emisión de gases de efecto
invernadero que colocan a las ciudades venezolanas entre las más contaminantes
de América Latina.
Una
tasa de cambio que respalde la competitividad cambiaria contribuiría a
recuperar las exportaciones no petroleras que, en su mejor momento, aportaron
casi $ 7 millardos. La unificación
cambiaria en torno a la tasa Dicom de 645 Bs/$ le daría a Venezuela el
siniestro privilegio de ser el país con la fuerza de trabajo más barata en
América Latina. Pero esto no es un incentivo para atraer la inversión
extranjera que prefiere países en los que se respeten los derechos de
propiedad, funcionen los mecanismos del mercado, prevalezca un clima de paz
laboral y se proteja y estimule la inversión. Estas son las verdaderas claves
para atraer inversiones que ayude a recuperar la industria petrolera y
reactivar la agricultura y manufactura nacionales.
Para
recuperar el acceso al mercado financiero internacional sin que se le imponga a
la Nación un severo programa de shock con medidas draconianas y antipopulares,
hay que tomar la iniciativa para corregir las graves distorsiones macroeconómicas
y reactivar la economía través de un
conjunto de decisiones que aún se tienen al alcance de la mano. Esto implica:
•
Convocatoria a los
más competentes y prestigiosos formuladores de políticas
•
Diseño de un Plan de
Estabilización Económica con Bienestar Social
•
Reinstitucionalización
de los poderes públicos
•
Seguridad jurídica y
respeto a los derechos de propiedad
•
Restablecimiento de
los mecanismos del mercado
•
Construcción de amplio
consenso y sólido apoyo político y social
•
Auditoría ciudadana y
voluntad política para pagar la deuda legalmente adquirida
Sin
lugar a dudas, para que mejore la percepción de los mercados sobre el futuro de
la economía venezolana, el énfasis debe estar en enderezar las desviaciones y
errores de la política económica. Al corregir los desequilibrios
macroeconómicos y enviar las señales adecuadas sobre el nuevo marco legal e
institucional que rige la actividad económica, los inversionistas nacionales y
extranjeros se van a interesar en un país que cuenta con semejante potencial de
recursos. Así los mercados financieros nuevamente se abrirán si tener que
someter a la Nación a los efectos no deseados de un default. @victoralvarezr
No hay comentarios:
Publicar un comentario