Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
El
colapso de los precios del petróleo, la prolongada contracción de la economía y
los elevados costos financieros de la deuda externa hacen insostenible el
actual ritmo de pagos en el corto y mediano plazo. Tendría que ocurrir el
milagro de un nuevo auge rentístico, aunado a un exitoso programa de
estabilización y reactivación económica, para que aumente el ingreso en
divisas, baje el costo del financiamiento externo y así se pueda cancelar la
deuda externa sin sacrificar la actividad productiva ni el consumo interno.
La
voz oficial argumenta que la deuda externa (DE) venezolana es manejable según
indicadores como DE/PIB o servicio deuda/PIB. Pero resulta que esos datos están
muy distorsionados, toda vez que la conversión del PIB a dólares se sobreestima
al dividir el PIB en bolívares a la tasa de cambio de 10 Bs/$ y no a 645 Bs/$. Obviamente, al
dividir el mismo PIB en bolívares entre una tasa de cambio 64 veces mayor, el
PIB en dólares resultante es mucho menor. Por lo tanto, el tamaño de la deuda externa
se agiganta como proporción de un PIB ahora mucho menor. Basta sincerar la tasa
de cambio con la que se divide el PIB en bolívares para darse cuenta de que la
deuda externa ya no resulta manejable. Adicionalmente, el cálculo DE/PIB se
complica porque desde 2013 el BCV no publica la cifra oficial del PIB, cuyo
monto real luce distorsionado por los controles de precios y los maquillajes de
cifras que no reflejan el verdadero valor de la producción.
¿Cuál es la capacidad
de pago?
Ante
semejantes distorsiones, una pista de la capacidad de pago para mantener al día
los próximos vencimientos de la deuda externa se puede obtener a la luz de la
relación DE/exportaciones, o servicio de deuda/exportaciones. Estos datos aclaran
la verdadera capacidad de pago del país y revelan que -más allá de la voluntad
política que ha mostrado el actual gobierno de pagar puntualmente hasta el
último dólar-, en el corto plazo cada vez hay menos margen para mantener el
actual ritmo de pagos.
Las
estadísticas indican que la deuda externa de Venezuela (bonos de la República y
de Pdvsa), suma $ 123 millardos Esta cifra excluye la deuda con residentes que
tiene Cadivi/Cencoex ($25 millardos), la deuda interna ($37 millardos) y las
indemnizaciones por expropiaciones ($20 millardos). Las exportaciones de
Venezuela han caído 75 % desde 2012 y si los precios del petróleo se
estabilizan en 40 $/b este año, siendo optimistas, rondarán los $ 25 millardos.
Por eso no hay suficientes divisas para cubrir las importaciones, pagar la
deuda externa, honrar la deuda de Cadivi/Cencoex, ni cancelar las
indemnizaciones ratificadas por el Ciadi.
Con
el fin de liberar divisas para pagar la deuda externa, el gobierno ha reducido
drásticamente las importaciones,
cuestión que ha contraído la actividad económica y provocado la más ruda
escasez de alimentos y medicinas que se recuerde.
El actual gobierno apuesta a un recorte de la producción de la Opep
para lograr un repunte de los precios del petróleo. Pero es poco probable que
en el corto plazo se recupere la producción petrolera venezolana y que los
precios de los crudos suban significativamente. Por lo tanto, el nuevo gobierno
necesitará otras fuentes de financiamiento internacional para cubrir las
importaciones de materias primas, insumos intermedios, maquinarias, equipos y
tecnología que requiere la reactivación del aparato productivo.
La propia recuperación de la extracción petrolera requiere divisas que
Pdvsa no está generando. Las finanzas de la compañía están castigadas no solo
por el derrumbe de los precios del petróleo, sino también porque el mayor
porcentaje de ese menguado ingreso en divisas Pdvsa lo tiene que vender a la
irracional tasa de 10 Bs/$. Adicionalmente, soporta un ruinoso subsidio a la
gasolina que representa –a precios internacionales- un costo de oportunidad de
más de $ 14 millardos. Por si fuera poco, en el corto y mediano plazo tiene que
responder a fuertes pagos de la deuda externa.
¿Pagar la deuda o priorizar las necesidades nacionales?
Quienes
adversan al gobierno han planteado priorizar las necesidades del consumo
interno por encima de los pagos de la deuda externa. Hace
un par de años, los economistas Ricardo Hausmann y Miguel Ángel Santos
analizaron los retrasos del gobierno en el pago de la deuda comercial y se
preguntaron si el gobierno de Nicolás Maduro también haría default con la deuda
financiera de la República y Pdvsa. http://www.el-nacional.com/opinion/Hara-default-Venezuela_0_477552447.html
Hausmann y Santos criticaron la
prioridad que los gobiernos bolivarianos le han dado a los pagos de la deuda
externa, por encima de las importaciones que se requieren para enfrentar la
escasez de alimentos, medicinas, repuestos, etc.: “(…) el cálculo moral
se complica cuando es imposible cumplir con todos los compromisos y se hace
necesario decidir cuáles cumplir y cuáles no. Hasta ahora, bajo el ex
Presidente Hugo Chávez y su sucesor, Nicolás Maduro, Venezuela ha optado por
pagar religiosamente sus bonos de deuda externa, gran parte de los cuales están
en manos de venezolanos ricos y bien relacionados“, cuestionaron los
mencionados economistas que trabajan en la Universidad de Harvard.
¿“Debería”
Venezuela hacer default?
Esta pregunta que Hausmann y Santos plantearon en
su artículo de hace dos años es la que ahora habría que hacerse ante un
eventual gobierno de la MUD.
“Si las
autoridades adoptaran políticas con sentido común y buscaran el apoyo del Fondo
Monetario Internacional y otros prestamistas multilaterales, como lo suele
hacer la mayoría de países en problemas, se
le aconsejaría renegociar la deuda externa. De esa forma, el peso del ajuste se
compartiría con otros acreedores, como ya ha ocurrido en Grecia, y la
economía ganaría tiempo para recuperarse, particularmente en la medida que
empiecen a madurar nuevas inversiones en las reservas petroleras más grandes
del mundo. Los tenedores de bonos harían bien reemplazando sus papeles actuales
por instrumentos de más largo plazo que se beneficiarían de la recuperación
económica”.
Hausmann y Santos anticiparon en ese mismo artículo
publicado que:
“Nada de
esto va a suceder bajo el mandato de Maduro, quien carece de la capacidad,
capital político y voluntad para moverse en esa dirección. Pero el hecho de que
su gobierno haya decidido incumplirle a los 30 millones de venezolanos para
pagarle religiosamente a Wall Street no debe ser interpretado como una señal de
rectitud moral. Es más bien una muestra de su decadencia moral.”
De inmediato, el Presidente de la República,
Nicolás Maduro, pidió iniciar acciones legales contra Ricardo Hausmann al
acusarlo de contribuir con sus análisis y escritos a una caída en los precios
de los bonos de la deuda venezolana: "He
ordenado a la Procuraduría, y le he hablado a la fiscal, para que iniciemos
acciones porque usted está
metido en una campaña para hacerle daño a nuestra patria".http://www.elmundo.com.ve/noticias/economia/politicas-publicas/maduro-pide-iniciar-acciones-legales-contra-ricard.aspx#ixzz4JrvsIpmh
No solo académicos y
políticos de la oposición coinciden en la crítica al gobierno por priorizar los
pagos de la deuda por encima de las necesidades nacionales. Desde la militancia
de izquierda la Plataforma para la
Auditoría Pública y Ciudadana plantea
auditar el otorgamiento de divisas preferenciales, la contratación y manejo de
la deuda pública y, en general, la forma como se han administrado las finanzas
públicas. Se apoyan en el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz,
quien argumenta que cuando un país impone
una reducción de la deuda a sus acreedores y reorienta esos fondos hacia
una política fiscal expansionista, eso produce resultados positivos: “hay muy pocas pruebas
que acrediten la idea de que una cesación de pagos conlleve un largo período de
exclusión del acceso a los mercados financieros. Rusia pudo pedir prestado de
nuevo en los mercados financieros dos
años después de su cesación de pagos que había sido decretada
unilateralmente, sin una consulta previa a los acreedores”, asegura quien
también fue jefe de los asesores económicos de Bill Clinton.
Dos
años de espera para tener acceso al financiamiento fresco es quizás mucho
tiempo para una Nación al borde de una crisis humanitaria debido a la grave
escasez de alimentos y medicinas. ¿Quién le va a prestar a un país que ha
declarado un default y/o plantea reestructurar su deuda externa compartiendo
los costos del ajuste con los acreedores? La cesación de pagos no solo castiga
el valor de la deuda vieja en los mercados, sino también encarece desmesuradamente
el acceso a nuevos préstamos.
¿Qué pasaría si la MUD se niega a pagar la deuda
heredada del chavismo?
Si
un gobierno de la MUD atiende los consejos de Ricardo Hausmann y Miguel Ángel
Santos y decide renegociar la deuda externa para compartir el peso del ajuste con los
acreedores, habría que medir muy bien las consecuencias de la forma
como se ejecute esta decisión para que no resulte contraproducente. Sobre todo
porque nadie le va a prestar a un nuevo gobierno que de forma unilateral decide
no pagar la deuda heredada del gobierno anterior.
Un
default desordenado y caótico puede cerrar los caminos al financiamiento
internacional que el nuevo gobierno necesitará para financiar un plan de
emergencia enfocado en la importación de alimentos y medicinas, y la importación
de materias primas e insumos para reactivar el aparato productivo interno y erradicar
la escasez, el acaparamiento y la especulación que atormentan a la población.
Habría
que revisar bien el marco legal que rige la materia, porque cuando se trata de reestructurar
legalmente la deuda de una compañía, ésta tiene que declararse primero en
bancarrota. La pregunta puede resultar descabellada y absurda pero hay que
hacerla: ¿Un gobierno de la MUD
declararía la quiebra de Pdvsa y le echaría la culpa al gobierno anterior para
forzar una reestructuración con descuento de la deuda externa de la compañía?
De
cara al interés nacional, lo más responsable es medir muy bien las
consecuencias de un impago de la deuda de Pdvsa, cuyos activos externos son
embargables (refinerías, buques y cuentas por cobrar). Las consecuencias de no
pagar serían muy caras para Pdvsa,
cuyos activos en el exterior pudieran ser objeto de embargo por un
Tribunal. Pdvsa tiene 44 tanqueros, 13 refinerías y cuentas bancarias que
serían susceptibles de congelamiento y embargo. Esto representaría un grave daño
patrimonial y la paralización de las exportaciones de crudo. Desde el punto de
vista económico y social sería muy costoso dejar de pagar la deuda externa, aun
cuando de cara a un referendo revocatorio y elección presidencial, esta promesa
se traduzca en un caudaloso dividendo electoral.
¿Haría
default un gobierno de la MUD? ¿Qué tribunal va a aceptar que la empresa que
administra los yacimientos de petróleo más grandes del mundo está quebrada?
Ciertamente, debido al colapso de los precios del petróleo, Venezuela está
confrontando una severa crisis de liquidez, pero no es una economía insolvente.
Como respaldo, Pdvsa y la República cuentan con las reservas de petróleo más
grandes del mundo, además de importantes yacimientos de gas, oro, diamantes,
hierro, bauxita, coltán y otros minerales que son muy bien cotizados en el
mercado internacional debido a su importancia estratégica para la economía
mundial.
¿Qué hacer para no cerrar las puertas del financiamiento
internacional?
Los problemas de escasez de alimentos y medicinas
que azotan a la población no se deben única y exclusivamente a la falta de
divisas para importar. El desabastecimiento también es causado por los
desincentivos que sufre la actividad agrícola e industrial que ha sido
estrangulada por rígidos controles de precios y de cambios a lo largo de casi
14 años.
Con un programa de estabilización económica bien
llevado es posible desmontar estas distorsiones, reactivar la producción
nacional y superar los problemas de escasez sin tener que hundir a la Nación en
las graves consecuencias que generaría el embargo de los activos de Pdvsa y el
cierre de los mercados financieros ante un eventual impago de la deuda externa.
La
unificación de la tasa de cambio a un nivel que exprese la verdadera
productividad de la agricultura e industria, así como la sinceración de los
precios para poder recuperar los costos de producción y obtener una ganancia
razonable, coadyuvaría a reactivar la capacidad productiva ociosa y a reducir
los índices de desabastecimiento y escasez.
La
industria nacional opera a menos del 50% de su capacidad instalada y en la
mayoría de los 4 millones de hectáreas que fueron expropiadas es poco lo que se
produce. A medida que se reactive la agricultura e industria y se sustituyan importaciones
por producción nacional, se liberarán divisas para pagar la deuda externa, sin
condenar a la población al azote de la escasez, el acaparamiento y la
especulación.
Sincerar
el precio de la gasolina erradicaría el contrabando de extracción y el derroche
del combustible en el mercado interno, generando un importante ahorro
equivalente a 200 mil barriles diarios, cuyo costo de oportunidad equivale a $
3 millardos a los precios actuales de 40 $/b. La racionalización del uso del combustible
en el tráfico interno reducirá la emisión de gases de efecto invernadero que
colocan a las ciudades venezolanas entre las más contaminantes de América
Latina.
Una
tasa de cambio que respalde la competitividad cambiaria contribuiría a
recuperar las exportaciones no petroleras que, en su mejor momento, aportaron
casi $ 7 millardos. La unificación
cambiaria en torno a la tasa Dicom de 645 Bs/$ le daría a Venezuela el
siniestro privilegio de ser el país con la fuerza de trabajo más barata en
América Latina. Pero esto no es un incentivo para atraer la inversión
extranjera que prefiere países en los que se respeten los derechos de
propiedad, funcionen los mecanismos del mercado, prevalezca un clima de paz
laboral y se proteja y estimule la inversión. Estas son las verdaderas claves
para atraer inversiones que ayude a recuperar la industria petrolera y
reactivar la agricultura y manufactura nacionales.
Para
recuperar el acceso al mercado financiero internacional sin que se le imponga a
la Nación un severo programa de shock con medidas draconianas y antipopulares,
hay que tomar la iniciativa para corregir las graves distorsiones macroeconómicas
y reactivar la economía través de un
conjunto de decisiones que aún se tienen al alcance de la mano. Esto implica:
•
Convocatoria a los más
competentes y prestigiosos formuladores de políticas
•
Diseño de un Plan de
Estabilización Económica con Bienestar Social
•
Reinstitucionalización
de los poderes públicos
•
Seguridad jurídica y
respeto a los derechos de propiedad
•
Restablecimiento de
los mecanismos del mercado
•
Construcción de amplio
consenso y sólido apoyo político y social
•
Auditoría ciudadana y
voluntad política para pagar la deuda legalmente adquirida
Sin
lugar a dudas, para que mejore la percepción de los mercados sobre el futuro de
la economía venezolana, el énfasis debe estar en enderezar las desviaciones y
errores de la política económica. Al corregir los desequilibrios
macroeconómicos y enviar las señales adecuadas sobre el nuevo marco legal e
institucional que rige la actividad económica, los inversionistas nacionales y
extranjeros se van a interesar en un país que cuenta con semejante potencial de
recursos. Así los mercados financieros nuevamente se abrirán si tener que
someter a la Nación a los efectos no deseados de un default. @victoralvarezr
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