viernes, 26 de agosto de 2016

Una Agenda Económica para un Gobierno de Diálogo y Consenso

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

Venezuela está cansada de una diatriba política que la ha puesto al borde de una conmoción social y crisis de gobernabilidad. El venezolano de a pie clama por un acuerdo nacional que permita superar los graves problemas de escasez, acaparamiento, especulación e inflación que lo azotan desde hace varios años. Conseguir las cosas más elementales de la vida cotidiana se ha convertido en una proeza de supervivencia, en una hazaña cotidiana y la gente no quiere resignarse a semejante calamidad. Ninguna persona es realmente libre si no tiene la existencia material garantizada. La pobreza está asociada a la imposibilidad de tener acceso a los bienes básicos y esenciales para la sobrevivencia humana.

En las Parlamentarias del 6-D, la ciudadanía se pronunció por el reencuentro y la paz. Pero el Gobierno y la Oposición no escuchan a una Nación que se pronuncia a favor del diálogo para consensuar los grandes acuerdos que detengan el deterioro y saquen al país de la crisis. Las élites políticas -lejos de buscar puntos de encuentro que prioricen el interés nacional-, parecen obstinadas en exterminarse y apuestan a una gran batalla final.

Las crecientes tensiones entre el Gobierno y la Oposición han impedido aprobar las políticas y leyes que se requieren para reactivar la economía y erradicar la escasez. En lugar de cooperar y complementarse, ambos poderes se sabotean su gestión. Así, mientras la Asamblea Nacional (AN) rechaza los decretos que dicta el Poder Ejecutivo, el Gobierno le exige al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que declare la inconstitucionalidad de las leyes aprobadas por el Poder Legislativo.

Desde su instalación, la Oposición se planteó interrumpir el mandato de Nicolás Maduro. En respuesta, el Gobierno decretó la emergencia económica y el estado de excepción. Pero si no se toman las urgentes medidas para enderezar el rumbo de la economía, aun cuando la Oposición logre revocar el mandato de Nicolás Maduro, recibirá una economía tan deteriorada que tendrá que tomar severas medidas que agravarían la conflictividad social, y así tampoco podría gobernar.

El papel del diálogo y el consenso

A la luz del exhorto del Papa Francisco a favor del diálogo y la paz, los diputados de la MUD y el GPP-PSUV aprobaron por unanimidad en la AN un acuerdo para reactivar el diálogo político y construir los grandes consensos que el país necesita.

Con el apoyo de UNASUR y la mediación de los expresidentes Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos se promueve el diálogo entre el Gobierno y la Oposición. En ambas iniciativas se reconoce la importancia de la colaboración y el trabajo mancomunado para resolver los problemas del país y se sustentan en la premisa de dirimir las diferencias con base en la Constitución.

A través del diálogo será posible consensuar un cuerpo básico de políticas y un nuevo marco legal que estimule la inversión nacional y extranjera para sustentar la reactivación de la producción y superar los problemas de escasez, acaparamiento, especulación e inflación que agobian a la población y han puesto al país con las reservas de petróleo más grandes del mundo al borde de una crisis humanitaria.

Hacia un Gobierno de Consenso

Una postura sensata de ambas partes llevaría a retomar el diálogo político para sustentar un Gobierno de Consenso que permita la complementación de esfuerzos entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. Diálogo para alcanzar unos consensos básicos que permitan sustentar un Programa de Estabilización Económica con Bienestar Social y una Agenda Legislativa Mínima para la Reactivación Productiva. Esta agenda de interés nacional conviene al Gobierno, pero también a la Oposición, toda vez que así ambos podrían cumplir su misión de gobernar y legislar para sanear la economía y lograr un clima de paz y tranquilidad que aleje la amenaza de una conmoción social.

Diálogo para dejar a un lado los intereses parciales y sustentar un Gobierno de Consenso, con una agenda de políticas y leyes de interés nacional que permita concretar las políticas y estrategias que reactiven la producción nacional de alimentos, medicinas y demás componentes de la canasta básica y alimentaria que se requieren para satisfacer las necesidades de la población. Y no se trata de generar consensos para convalidar un programa de shock con políticas draconianas y antipopulares, porque -como expondremos a continuación-, todavía queda un importante margen de maniobra para aplicar medidas que más bien tendrían un impacto positivo sobre la mayoría de la población.

Agenda de trabajo para un Gobierno de Consenso

Un Programa para la Estabilización Económica con Bienestar Social se puede aplicar a través de las medidas que el Gobierno tiene al alcance de la mano para corregir los desequilibrios fiscales, monetarios, cambiarios y de precios. Veamos:

El equilibrio fiscal

En plena contracción económica resulta contraproducente equilibrar la gestión fiscal a través de una reforma tributaria con más impuestos que desincentiven la inversión. Es posible equilibrar el Presupuesto a través de las siguientes medidas:   

ü  Para aumentar los ingresos: unificación cambiaria para generar más bolívares por cada petrodólar, fijar un precio justo para la gasolina, reactivar el cobro de peajes, revisar los Acuerdos de Cooperación Energética, racionalizar el arancel de aduanas y mejorar la recaudación de los diferentes impuestos.

ü  Para reducir los gastos: sustituir subsidios indirectos por subsidios directos a los hogares pobres, sincerar la tarifas de servicios públicos, reprogramar el pago del componente en divisas de las obras contratadas a Brasil, China, Irán, etc., desestatizar las empresas expropiadas que terminaron quebradas por el burocratismo y la corrupción, reducir el gasto militar y mejorar la eficiencia del Presupuesto Público a través de una frontal lucha contra la corrupción.

El equilibrio monetario

Con inflaciones de 56% en 2013,  68 % en 2014 y 180 % en 2015 y tasas de interés de apenas 10 %, nadie quiere ahorrar en bolívares. Por eso los agentes económicos tienden a proteger el poder de compra de sus bolívares comprando dólares, y esto presiona el dólar paralelo. Para recuperar el valor del bolívar y derrotar la inflación basta con cumplir el artículo 320 de la CRBV que plantea claramente que: “En el ejercicio de sus funciones, el BCV no estará subordinado a las directivas del Poder Ejecutivo y no podrá convalidar o financiar políticas fiscales deficitarias”: El cumplimiento de este mandato constitucional permitirá:

ü  Erradicar financiamiento monetario del déficit fiscal

ü  Restaurar la autonomía del BCV en la emisión de dinero y manejo de las reservas internacionales

ü  Retomar la Coordinación Macroeconómica:

Las distorsiones cambiarias

En Venezuela no existe una política cambiaria sino un sistema discrecional de asignación de divisas. Los incentivos perversos a la corrupción que ofrece la coexistencia de tres precios de la divisa se erradicarían con la unificación cambiaria. Al desaparecer el dólar paralelo que -como lo reconoce el propio gobierno-, se impuso como la tasa marcadora en la formación de los precios, estos se calcularán con base en una sola tasa mucho menor, el auge inflacionario se desacelerará y muchos precios tenderán a bajar. La posterior liberación del mercado cambiario completaría los efectos positivos que ha mostrado la tasa flexible Dicom. Para generar nuevas fuentes de divisas que compensen el colapso del ingreso petrolero y alivien las presiones sobre el dólar paralelo se requiere:

ü  Unificación cambiaria a una tasa que exprese la verdadera productividad de la agricultura e industria

ü  Superar el control de cambios como instrumento de dominación política

ü  Políticas tecnológicas para fortalecer la competitividad del sector transable

La caotización de los precios

Los rígidos controles de precios desestimulan la producción y generan los problemas de escasez que atormentan a la sociedad venezolana.Para corregir estas distorsiones y restaurar el mecanismo de formación de precios se requiere:

ü  Erradicar los incentivos perversos que distorsionan la formación de los precios (asignación de $ preferenciales que se “desvían” y no se reflejan en el PVP)

ü  Sustituir ineficientes subsidios indirectos que no llegan a la población y estimulan contrabando de extracción agravando la escasez

ü  Restaurar los mecanismos de mercado para la formación de precios (el Gobierno no tiene la capacidad institucional para actualizar todos los precios)

ü  Asegurar precios que permitan recuperar los costos de producción y generar excedentes para financiar la reproducción ampliada y remunerar la inversión.

Políticas sectoriales

En los últimos tres años, los grandes ausentes en la Agenda de la Política Económica han sido las políticas sectoriales, particularmente las políticas agrícola, industrial, comercial, tecnológica y de competitividad. El Poder Ejecutivo cuenta con una amplia gama de instrumentos para armar potentes y eficaces políticas sectoriales, tales como: incentivos arancelarios, fiscales, financieros y  cambiarios; compras gubernamentales y suministro de insumos básicos al sector transformador; incentivos para fortalecer capacidades tecnológicas y para la capacitación técnica y gerencial; apoyo a las exportaciones a través de la inteligencia de mercados,  promoción,  financiamiento; inversiones para mejorar la infraestructura y servicios de apoyo a la producción. Con una combinación inteligente de estos incentivos es posible diseñar políticas sectoriales para atraer importantes flujos de inversión para reactivar la producción.

Agenda Legislativa Mínima para la Reactivación

Desde su instalación el 5 de enero, la AN parece más preocupada por interrumpir el mandato de Nicolás Maduro que por impulsar una Agenda Legislativa Económica para salir de la crisis. El Gobierno atiza esta confrontación al someter y subordinar a otros poderes públicos a las directrices del gobierno y contraviene el principio básico de la separación e independencia de los poderes públicos. Esta conflictividad lejos de crear un clima de confianza para invertir en Venezuela, desincentiva y aleja al inversor. Un clima de confianza se genera:

ü  Con marco legal claro y estable que ofrezca seguridad jurídica y garantías a las inversiones y a la  propiedad

ü  Con instituciones sólidas y transparentes que erradiquen la discrecionalidad y arbitrariedad del burocratismo

ü  Con la reinstitucionalización del Banco Central de Venezuela, Tribunal Supremo de Justicia, Consejo Nacional Electoral, Fiscalía General de la República, Contraloría General de la República y Defensoría del Pueblo.

En lugar de leyes aisladas, sin una visión de conjunto que ataque la problemática económica desde una perspectiva coherente e integral, Gobierno y Oposición están llamados a consensuar una Agenda Legislativa Mínima que contribuya a la reactivación productiva, la cual debería contemplar al menos la actualización de las siguientes leyes: Ley Orgánica de Precios Justos, Ley Promoción de Inversiones, Ley de Promoción de la PYME, Ley del Mercado de Capitales, Ley de Pro Competencia, Ley Anti-dumping, Ley Orgánica de Ciencia y Tecnología, Ley de Concesiones, Ley del INCE, Ley del Trabajo, Ley de Ilícitos Cambiarios, Ley ISR, IVA, Código Orgánico Tributario y leyes que crean los fondos parafiscales.

Un Gobierno de Consenso permitirá complementar esfuerzos entre los poderes ejecutivo y legislativo para aprovechar el margen de maniobra que aún tiene el país para salir de la crisis con sus propios medios. Al tomar las medidas económicas antes mencionadas y adecuar el marco legal, se creará un ambiente favorable a la reactivación productiva. Esto permitirá superar los problemas de escasez, acaparamiento, especulación e inflación, conjurar la amenaza de una conmoción social y reconstruir la calidad de vida y bienestar de la sociedad venezolana. La clave es: diálogo y consenso para sustentar una estrategia ganar-ganar.

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