Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
A través de los CLAP se
pretendió distribuir casa por casa los productos de la canasta alimentaria. Según
el INE, en Venezuela hay 30 millones de habitantes que conforman 7 millones de
familias. Para estimar la cobertura de los CLAP convengamos que cada familia
tiene en promedio 4,3 miembros (30.000.000/7.000.000). Una persona consume en
promedio 1 kilo de alimento diario, para un total de 30 kilos/mes. Si
multiplicamos esta cantidad por 4,3 miembros, resulta que cada familia requiere
aproximadamente 130 kilos/mes. Las bolsas CLAP contienen 10 kilos de comida y
la promesa es que lleguen con una frecuencia quincenal. Si esta meta se logra,
cada familia recibiría 20 kilos/mes, lo que representa un déficit de 110
kilos/mes. Hasta ahora, la bolsa de alimentos ha sido recibida por el 20 % de
las familias, equivalente a 6 millones de personas.
Distribuir bolsas de comida casa por casa y a todos los hogares
venezolanos requiere una colosal capacidad logística que ninguna empresa
privada ha sido capaz de desarrollar en décadas. Mucho menos lo puede
lograr en cuestión de semanas un Estado burocrático e ineficiente, sin personal
calificado ni entrenado, sin organización ni métodos, sin infraestructura ni
redes de almacenamiento y transporte, sin los mecanismos de control que
mantengan a raya a la corrupción. El burocratismo estatal y la débil organización
comunal no garantizan la cobertura de 7 millones de hogares a lo largo y ancho
del territorio nacional. Ni siquiera la descomunal inversión que a lo largo de
más de una década se hizo en la redes de Mercal, Pdval y Bicentenario, ni con la expropiación e intervención de cadenas de
alimentos como Cada, Éxito y Día a Día, se logró cubrir el 40% de la
población.
Cuando no se había olvidado
el escándalo de Pudreval y aún están frescas las imágenes de los gerentes de
los Abastos Bicentenario presos, las denuncias en torno a la corrupción en los
CLAP no se hicieron esperar. Las bolsas de comida son vendidas por los
buhoneros por el triple de su valor y hasta en Colombia se consiguen. Con
frecuencia, los distribuidores aplican un “tumbao" y entregan la bolsa
incompleta para luego revender los productos que le sacan. Las bolsas no
contienen todos los alimentos para una dieta balanceada e incluyen productos
que las familias no quieren.
Los CLAP fueron muy mal
recibidos por vastos sectores de la población. En la práctica, el control del
reparto de alimentos opera como un instrumento de dominación, ya que para tener
acceso a la bolsa de comida hay que registrarse en unas listas de la Unión
Nacional de Mujeres, UBCH, Frente Francisco de Miranda y Consejos Comunales, lo
cual provoca la exclusión de quienes no quieren participar de esas fórmulas de
control.
Hasta ahora, ningún intento
gubernamental por sustituir los canales de distribución y comercialización del
mercado ha servido para garantizar una creciente y amplia cobertura en la
distribución de alimentos. La gran mayoría de los hogares canaliza su acceso a
los alimentos a través de las redes tradicionales de distribución y
comercialización conformada por mercados municipales, bodegas, abastos y
supermercados cuyos anaqueles están cada vez más vacíos por la falta de
producción y proveedores.
Por todo esto, los CLAP son
ahora sustituidos por la Misión Abastecimiento Soberano y Seguro. Murieron al
nacer. No pudieron resolver la escasez, el acaparamiento, ni la especulación
porque el problema no es de distribución sino de producción. Y mientras no se
sustituya la política de contingencia basada en operativos
de fiscalización, control, multas y penas de cárcel por una verdadera
política de reactivación económica y promoción de inversiones, las descomunales
colas para conseguir alimentos y medicinas seguirán atormentando a la
población. @victoralvarezr
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