viernes, 12 de agosto de 2016

El CLAPchaqueo

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

A través de los CLAP se pretendió distribuir casa por casa los productos de la canasta alimentaria. Según el INE, en Venezuela hay 30 millones de habitantes que conforman 7 millones de familias. Para estimar la cobertura de los CLAP convengamos que cada familia tiene en promedio 4,3 miembros (30.000.000/7.000.000). Una persona consume en promedio 1 kilo de alimento diario, para un total de 30 kilos/mes. Si multiplicamos esta cantidad por 4,3 miembros, resulta que cada familia requiere aproximadamente 130 kilos/mes. Las bolsas CLAP contienen 10 kilos de comida y la promesa es que lleguen con una frecuencia quincenal. Si esta meta se logra, cada familia recibiría 20 kilos/mes, lo que representa un déficit de 110 kilos/mes. Hasta ahora, la bolsa de alimentos ha sido recibida por el 20 % de las familias, equivalente a 6 millones de personas.

Distribuir bolsas de comida casa por casa y a todos los hogares venezolanos requiere una colosal capacidad logística que ninguna empresa privada ha sido capaz de desarrollar en décadas. Mucho menos lo puede lograr en cuestión de semanas un Estado burocrático e ineficiente, sin personal calificado ni entrenado, sin organización ni métodos, sin infraestructura ni redes de almacenamiento y transporte, sin los mecanismos de control que mantengan a raya a la corrupción. El burocratismo estatal y la débil organización comunal no garantizan la cobertura de 7 millones de hogares a lo largo y ancho del territorio nacional. Ni siquiera la descomunal inversión que a lo largo de más de una década se hizo en la redes de Mercal, Pdval y Bicentenario, ni con la expropiación e intervención de cadenas de alimentos como Cada, Éxito y Día a Día, se logró cubrir el 40% de la población.

Cuando no se había olvidado el escándalo de Pudreval y aún están frescas las imágenes de los gerentes de los Abastos Bicentenario presos, las denuncias en torno a la corrupción en los CLAP no se hicieron esperar. Las bolsas de comida son vendidas por los buhoneros por el triple de su valor y hasta en Colombia se consiguen. Con frecuencia, los distribuidores aplican un “tumbao" y entregan la bolsa incompleta para luego revender los productos que le sacan. Las bolsas no contienen todos los alimentos para una dieta balanceada e incluyen productos que las familias no quieren.

Los CLAP fueron muy mal recibidos por vastos sectores de la población. En la práctica, el control del reparto de alimentos opera como un instrumento de dominación, ya que para tener acceso a la bolsa de comida hay que registrarse en unas listas de la Unión Nacional de Mujeres, UBCH, Frente Francisco de Miranda y Consejos Comunales, lo cual provoca la exclusión de quienes no quieren participar de esas fórmulas de control.

Hasta ahora, ningún intento gubernamental por sustituir los canales de distribución y comercialización del mercado ha servido para garantizar una creciente y amplia cobertura en la distribución de alimentos. La gran mayoría de los hogares canaliza su acceso a los alimentos a través de las redes tradicionales de distribución y comercialización conformada por mercados municipales, bodegas, abastos y supermercados cuyos anaqueles están cada vez más vacíos por la falta de producción y proveedores.

Por todo esto, los CLAP son ahora sustituidos por la Misión Abastecimiento Soberano y Seguro. Murieron al nacer. No pudieron resolver la escasez, el acaparamiento, ni la especulación porque el problema no es de distribución sino de producción. Y mientras no se sustituya la política de contingencia basada en operativos de fiscalización, control, multas y penas de cárcel por una verdadera política de reactivación económica y promoción de inversiones, las descomunales colas para conseguir alimentos y medicinas seguirán atormentando a la población.  @victoralvarezr

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