viernes, 26 de agosto de 2016

Una Agenda Económica para un Gobierno de Diálogo y Consenso

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

Venezuela está cansada de una diatriba política que la ha puesto al borde de una conmoción social y crisis de gobernabilidad. El venezolano de a pie clama por un acuerdo nacional que permita superar los graves problemas de escasez, acaparamiento, especulación e inflación que lo azotan desde hace varios años. Conseguir las cosas más elementales de la vida cotidiana se ha convertido en una proeza de supervivencia, en una hazaña cotidiana y la gente no quiere resignarse a semejante calamidad. Ninguna persona es realmente libre si no tiene la existencia material garantizada. La pobreza está asociada a la imposibilidad de tener acceso a los bienes básicos y esenciales para la sobrevivencia humana.

En las Parlamentarias del 6-D, la ciudadanía se pronunció por el reencuentro y la paz. Pero el Gobierno y la Oposición no escuchan a una Nación que se pronuncia a favor del diálogo para consensuar los grandes acuerdos que detengan el deterioro y saquen al país de la crisis. Las élites políticas -lejos de buscar puntos de encuentro que prioricen el interés nacional-, parecen obstinadas en exterminarse y apuestan a una gran batalla final.

Las crecientes tensiones entre el Gobierno y la Oposición han impedido aprobar las políticas y leyes que se requieren para reactivar la economía y erradicar la escasez. En lugar de cooperar y complementarse, ambos poderes se sabotean su gestión. Así, mientras la Asamblea Nacional (AN) rechaza los decretos que dicta el Poder Ejecutivo, el Gobierno le exige al Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que declare la inconstitucionalidad de las leyes aprobadas por el Poder Legislativo.

Desde su instalación, la Oposición se planteó interrumpir el mandato de Nicolás Maduro. En respuesta, el Gobierno decretó la emergencia económica y el estado de excepción. Pero si no se toman las urgentes medidas para enderezar el rumbo de la economía, aun cuando la Oposición logre revocar el mandato de Nicolás Maduro, recibirá una economía tan deteriorada que tendrá que tomar severas medidas que agravarían la conflictividad social, y así tampoco podría gobernar.

El papel del diálogo y el consenso

A la luz del exhorto del Papa Francisco a favor del diálogo y la paz, los diputados de la MUD y el GPP-PSUV aprobaron por unanimidad en la AN un acuerdo para reactivar el diálogo político y construir los grandes consensos que el país necesita.

Con el apoyo de UNASUR y la mediación de los expresidentes Rodríguez Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos se promueve el diálogo entre el Gobierno y la Oposición. En ambas iniciativas se reconoce la importancia de la colaboración y el trabajo mancomunado para resolver los problemas del país y se sustentan en la premisa de dirimir las diferencias con base en la Constitución.

A través del diálogo será posible consensuar un cuerpo básico de políticas y un nuevo marco legal que estimule la inversión nacional y extranjera para sustentar la reactivación de la producción y superar los problemas de escasez, acaparamiento, especulación e inflación que agobian a la población y han puesto al país con las reservas de petróleo más grandes del mundo al borde de una crisis humanitaria.

Hacia un Gobierno de Consenso

Una postura sensata de ambas partes llevaría a retomar el diálogo político para sustentar un Gobierno de Consenso que permita la complementación de esfuerzos entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. Diálogo para alcanzar unos consensos básicos que permitan sustentar un Programa de Estabilización Económica con Bienestar Social y una Agenda Legislativa Mínima para la Reactivación Productiva. Esta agenda de interés nacional conviene al Gobierno, pero también a la Oposición, toda vez que así ambos podrían cumplir su misión de gobernar y legislar para sanear la economía y lograr un clima de paz y tranquilidad que aleje la amenaza de una conmoción social.

Diálogo para dejar a un lado los intereses parciales y sustentar un Gobierno de Consenso, con una agenda de políticas y leyes de interés nacional que permita concretar las políticas y estrategias que reactiven la producción nacional de alimentos, medicinas y demás componentes de la canasta básica y alimentaria que se requieren para satisfacer las necesidades de la población. Y no se trata de generar consensos para convalidar un programa de shock con políticas draconianas y antipopulares, porque -como expondremos a continuación-, todavía queda un importante margen de maniobra para aplicar medidas que más bien tendrían un impacto positivo sobre la mayoría de la población.

Agenda de trabajo para un Gobierno de Consenso

Un Programa para la Estabilización Económica con Bienestar Social se puede aplicar a través de las medidas que el Gobierno tiene al alcance de la mano para corregir los desequilibrios fiscales, monetarios, cambiarios y de precios. Veamos:

El equilibrio fiscal

En plena contracción económica resulta contraproducente equilibrar la gestión fiscal a través de una reforma tributaria con más impuestos que desincentiven la inversión. Es posible equilibrar el Presupuesto a través de las siguientes medidas:   

ü  Para aumentar los ingresos: unificación cambiaria para generar más bolívares por cada petrodólar, fijar un precio justo para la gasolina, reactivar el cobro de peajes, revisar los Acuerdos de Cooperación Energética, racionalizar el arancel de aduanas y mejorar la recaudación de los diferentes impuestos.

ü  Para reducir los gastos: sustituir subsidios indirectos por subsidios directos a los hogares pobres, sincerar la tarifas de servicios públicos, reprogramar el pago del componente en divisas de las obras contratadas a Brasil, China, Irán, etc., desestatizar las empresas expropiadas que terminaron quebradas por el burocratismo y la corrupción, reducir el gasto militar y mejorar la eficiencia del Presupuesto Público a través de una frontal lucha contra la corrupción.

El equilibrio monetario

Con inflaciones de 56% en 2013,  68 % en 2014 y 180 % en 2015 y tasas de interés de apenas 10 %, nadie quiere ahorrar en bolívares. Por eso los agentes económicos tienden a proteger el poder de compra de sus bolívares comprando dólares, y esto presiona el dólar paralelo. Para recuperar el valor del bolívar y derrotar la inflación basta con cumplir el artículo 320 de la CRBV que plantea claramente que: “En el ejercicio de sus funciones, el BCV no estará subordinado a las directivas del Poder Ejecutivo y no podrá convalidar o financiar políticas fiscales deficitarias”: El cumplimiento de este mandato constitucional permitirá:

ü  Erradicar financiamiento monetario del déficit fiscal

ü  Restaurar la autonomía del BCV en la emisión de dinero y manejo de las reservas internacionales

ü  Retomar la Coordinación Macroeconómica:

Las distorsiones cambiarias

En Venezuela no existe una política cambiaria sino un sistema discrecional de asignación de divisas. Los incentivos perversos a la corrupción que ofrece la coexistencia de tres precios de la divisa se erradicarían con la unificación cambiaria. Al desaparecer el dólar paralelo que -como lo reconoce el propio gobierno-, se impuso como la tasa marcadora en la formación de los precios, estos se calcularán con base en una sola tasa mucho menor, el auge inflacionario se desacelerará y muchos precios tenderán a bajar. La posterior liberación del mercado cambiario completaría los efectos positivos que ha mostrado la tasa flexible Dicom. Para generar nuevas fuentes de divisas que compensen el colapso del ingreso petrolero y alivien las presiones sobre el dólar paralelo se requiere:

ü  Unificación cambiaria a una tasa que exprese la verdadera productividad de la agricultura e industria

ü  Superar el control de cambios como instrumento de dominación política

ü  Políticas tecnológicas para fortalecer la competitividad del sector transable

La caotización de los precios

Los rígidos controles de precios desestimulan la producción y generan los problemas de escasez que atormentan a la sociedad venezolana.Para corregir estas distorsiones y restaurar el mecanismo de formación de precios se requiere:

ü  Erradicar los incentivos perversos que distorsionan la formación de los precios (asignación de $ preferenciales que se “desvían” y no se reflejan en el PVP)

ü  Sustituir ineficientes subsidios indirectos que no llegan a la población y estimulan contrabando de extracción agravando la escasez

ü  Restaurar los mecanismos de mercado para la formación de precios (el Gobierno no tiene la capacidad institucional para actualizar todos los precios)

ü  Asegurar precios que permitan recuperar los costos de producción y generar excedentes para financiar la reproducción ampliada y remunerar la inversión.

Políticas sectoriales

En los últimos tres años, los grandes ausentes en la Agenda de la Política Económica han sido las políticas sectoriales, particularmente las políticas agrícola, industrial, comercial, tecnológica y de competitividad. El Poder Ejecutivo cuenta con una amplia gama de instrumentos para armar potentes y eficaces políticas sectoriales, tales como: incentivos arancelarios, fiscales, financieros y  cambiarios; compras gubernamentales y suministro de insumos básicos al sector transformador; incentivos para fortalecer capacidades tecnológicas y para la capacitación técnica y gerencial; apoyo a las exportaciones a través de la inteligencia de mercados,  promoción,  financiamiento; inversiones para mejorar la infraestructura y servicios de apoyo a la producción. Con una combinación inteligente de estos incentivos es posible diseñar políticas sectoriales para atraer importantes flujos de inversión para reactivar la producción.

Agenda Legislativa Mínima para la Reactivación

Desde su instalación el 5 de enero, la AN parece más preocupada por interrumpir el mandato de Nicolás Maduro que por impulsar una Agenda Legislativa Económica para salir de la crisis. El Gobierno atiza esta confrontación al someter y subordinar a otros poderes públicos a las directrices del gobierno y contraviene el principio básico de la separación e independencia de los poderes públicos. Esta conflictividad lejos de crear un clima de confianza para invertir en Venezuela, desincentiva y aleja al inversor. Un clima de confianza se genera:

ü  Con marco legal claro y estable que ofrezca seguridad jurídica y garantías a las inversiones y a la  propiedad

ü  Con instituciones sólidas y transparentes que erradiquen la discrecionalidad y arbitrariedad del burocratismo

ü  Con la reinstitucionalización del Banco Central de Venezuela, Tribunal Supremo de Justicia, Consejo Nacional Electoral, Fiscalía General de la República, Contraloría General de la República y Defensoría del Pueblo.

En lugar de leyes aisladas, sin una visión de conjunto que ataque la problemática económica desde una perspectiva coherente e integral, Gobierno y Oposición están llamados a consensuar una Agenda Legislativa Mínima que contribuya a la reactivación productiva, la cual debería contemplar al menos la actualización de las siguientes leyes: Ley Orgánica de Precios Justos, Ley Promoción de Inversiones, Ley de Promoción de la PYME, Ley del Mercado de Capitales, Ley de Pro Competencia, Ley Anti-dumping, Ley Orgánica de Ciencia y Tecnología, Ley de Concesiones, Ley del INCE, Ley del Trabajo, Ley de Ilícitos Cambiarios, Ley ISR, IVA, Código Orgánico Tributario y leyes que crean los fondos parafiscales.

Un Gobierno de Consenso permitirá complementar esfuerzos entre los poderes ejecutivo y legislativo para aprovechar el margen de maniobra que aún tiene el país para salir de la crisis con sus propios medios. Al tomar las medidas económicas antes mencionadas y adecuar el marco legal, se creará un ambiente favorable a la reactivación productiva. Esto permitirá superar los problemas de escasez, acaparamiento, especulación e inflación, conjurar la amenaza de una conmoción social y reconstruir la calidad de vida y bienestar de la sociedad venezolana. La clave es: diálogo y consenso para sustentar una estrategia ganar-ganar.

La economía no responde a consignas sino a incentivos

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

En febrero de este año, la designación de Miguel Pérez Abad como Vicepresidente del Área Económica en sustitución del dogmático sociólogo Luis Salas se interpretó como una señal de cambio y apertura por parte del Presidente Nicolás Maduro. En su pasantía de 7 meses por el Gobierno Pérez Abad se enfocó en:  

ü  Flexibilizar el control de precios para que pudieran reflejar los costos de producción y una ganancia razonable que permitiera reactivar la producción.

ü  Liberar la tasa de cambio Dicom para incentivar la inversión extranjera, la repatriación de capitales y las exportaciones no petroleras.

ü  Incentivar la participación del capital privado en los programas de un gobierno sometido a severas restricciones económicas y presupuestarias.

Las reacciones posteriores a la destitución de Pérez Abad confirman las férreas resistencias que predominan en el gobierno para flexibilizar los rígidos controles y ampliar los grados de libertad para que los mecanismos del mercado rijan la dinámica económica.

Con la destitución de Pérez Abad, las voces críticas en el gobierno quedaron silenciadas. Atrás quedaron los planteamientos del Ministro de Petróleo, Eulogio Del Pino, en la 38° Asamblea de la Cámara Petrolera de Venezuela (CPV) cuando reconoció que fue un error la medida de estatización que se tomó en 2009 contra empresas de servicios y contratistas de Pdvsa. Ante la sentencia de los dogmáticos, ya no es posible “… ir a un nuevo modelo con mayoría del sector privado y eso pasa por un reconocimiento de errores: creo que lo que se hizo en el Lago de Maracaibo tuvo muchos errores, debemos reconocerlo y hemos ido a un esquema en el cual a todos aquellos empresarios, que aún quieran continuar, vamos a devolverle sus actividades”, tal como lo había planteado Eulogio del Pino.

Recordemos que en aquella Asamblea de la CPV un auditorio eufórico ovacionó las palabras del Presidente de Pdvsa quien entusiasmado por los aplausos agregó: ”En la Faja del Orinoco, tenemos firmados acuerdos con 20 empresas mixtas con una modalidad que rige esta nueva estrategia que estamos llevando adelante porque son compañías en la cual la parte privada tiene 80% y PDVSA 20%. ¿Qué significa ese 20%? Primero, permite una lista prioritaria de pagos; y segundo, le da seguridad desde el punto de vista de impuestos y permisología. Nuestra participación accionaria es para dar confianza”.

La reacción de la nomenklatura gubernamental no se hizo esperar. El dirigente nacional del PSUV, diputado Elías Jaua, fue el primero en disparar contra Eulogio del Pino al escribir por la red social twitter: “¿Será que olvida que hay un Plan de la Patria aprobado por el voto popular y hecho ley de la República? ¡Viva Chávez!”. Rafael Ramírez, ex Presidente de Pdvsa y actual embajador ante la ONU, quién se sintió aludido por la autocrítica de Eulogio del Pino, también le salió al paso y escribió: “La política petrolera de Chávez es correcta. La nacionalización le devolvió el petróleo al pueblo. ¡Es su legado!”.

¡No me defiendas, compadre!

En defensa de Eulogio del Pino solo salió el hasta entonces Vicepresidente del Área Económica, Miguel Pérez Abad, quien en una entrevista concedida al portal El Estímulo admitió la posibilidad de ejecutar un “Plan de devolución de empresas no estratégicas” al sector privado: “Hay algunas empresas que están totalmente paradas, que fueron abandonadas y no pudieron ser recuperadas y, bueno, esos activos de la República que tienen un propietario, en este caso un propietario privado, estamos mirando para ver quiénes quieren recuperar sus empresas”.

El primer vicepresidente del PPSUV, diputado Diosdado Cabello, alzó su voz para llamarle la atención a aquellos que cuestionaban las expropiaciones ordenadas por Chávez: “Yo quiero informar desde el Zulia, para los que les encanta hablar: las líneas estratégicas del Plan de la Patria siguen intactas, nosotros no vamos a devolver aquí ni una sola de las empresas que la revolución ha tomado”, fustigó Cabello en un mitin del PSUV realizado en Maracaibo.

Amedrentado por la lapidaria reacción del ala dogmática del PSUV, Eulogio del Pino intervino en un acto en el estado Falcón, junto a Diosdado Cabello y Elías Jaua, pero esta vez desdijo su discurso ante la Cámara Petrolera: “Han tomado unas declaraciones en un medio escuálido, las han armado y han tratado de hacer ver que ahora estamos tratando de privatizar la industria. ¿Cómo es posible que lleguen a esos extremos? Es parte de la estrategia de división y de generar dudas entre nuestros trabajadores petroleros, que han sido reivindicados por esta revolución como nunca antes”.

Para congraciarse con la enfurecida dirigencia del PSUV y evitar ser defenestrado, del Pino pronunció un discurso acomodaticio ante las masas de trabajadores presentes en el acto: “Hay un número de trabajadores del lago (de Maracaibo) que saben muy bien cómo se recuperó, como estaban en esos portones y ahora tienen un trabajo digno, un trabajo por sus conquistas sociales y ahora están tratando de decir: No, ahora PDVSA va a devolver las empresas, reprivatizar y llamar a esa canalla que los hacía esclavos porque los empleaba y al mes los botaba sin consideración. Tratan de decir: Ahora van a devolver las empresas. ¡Por favor!”.

Nicolás Maduro le puso punto final a la diatriba al sentenciar: “Que nadie se confunda ni confunda a nadie, el camino no es el capitalismo ni las privatizaciones, ni entregarle el país a la derecha ni a la oligarquía, el camino es más socialismo, más revolución, más poder popular, ese es el camino nuestro”.

La reacción de los mercados

El desenlace de esta pugna entre las tendencias reformistas y dogmáticas en el gobierno de Nicolás Maduro no ha sido bien recibida por los mercados. Según Bloomberg, los operadores de primas de riesgo crediticio consideran que estos cambios aumentan la probabilidad de que Venezuela declaré un default en el pago de su deuda externa. Por eso, el costo de asegurar los bonos venezolanos ante un eventual impago subió 5,83 puntos en esa semana.

Los tenedores de la deuda venezolana se sentían cómodos con Pérez Abad. Los inversionistas lo tenían como un interlocutor válido que lejos de apelar a dogmas y consignas comprendía los problemas económicos que tenían que ser resueltos para recuperar la cotización de los bonos de la deuda venezolana en los mercados. Sin embargo, la decisión de sustituir al empresario revierte la tendencia de los últimos meses, cuando el valor de los seguros y derivados financieros de la deuda venezolana se había reducido como reflejo de la recuperación de los precios del petróleo, de las expectativas de nuevos ingresos en divisas a raíz de la apertura del Arco Minero a la inversión extranjera y de la voluntad política del gobierno de priorizar el pago de la deuda externa.

Marchas y contramarchas caracterizan la gestión gubernamental: la anulación del ajuste de las tarifas de telecomunicaciones, las tensiones debido a la solicitud de Sudeban para que los bancos entreguen las base de datos de sus clientes, el estira y encoge con el aumento del pasaje urbano e inter-urbano, los mensajes contradictorios al sector privado nacional e inversionistas extranjeros, los llamados al diálogo político en medio de un discurso insolente y ofensivo, revelan las contradicciones en un gobierno en el que los debilitados sectores reformistas y los fortalecidos sectores radicales pugnan por imponerse.

Esto comprueba una vez más que el gobierno de la economía carece de liderazgo y la coordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales brilla por su ausencia. Cada ministro maneja su área (fiscal, monetaria, cambiaria, precios o sectorial) como si fuera un feudo, sin unidad de criterios que asegure coherencia en la acción del gobierno en materia económica. Prevalece la inercia y cuando se toman medidas estas carecen de una visión de conjunto y su impacto termina mediatizado o anulado. 

La destitución de Pérez Abad es un triunfo de los sectores más dogmáticos y retrógrados del gobierno que no comprenden la naturaleza de la crisis económica que sacude a Venezuela. En lugar de identificar las causas internas de la caída del PIB, la escasez, el acaparamiento, la especulación y la inflación, se obstinan en atribuir esta problemática a una guerra económica desplegada por factores externos que conspiran contra el gobierno para provocar la caída de Nicolás Maduro.

Pero la economía no responde a consignas ideológicas sino a incentivos. Radicalizar posturas a favor de los controles y la estatización aleja la inversión y cierra la posibilidad de reactivar la producción para enfrentar la grave escasez que pulveriza la base de apoyo social del gobierno. Por su incapacidad para entender la naturaleza de la crisis actual, las torpezas de la nomenklatura oficialista que pretende atornillar a Nicolás Maduro en la silla presidencial se revertirán contra él y terminarán cavándole su propia fosa. @victoralvarezr

Programa de Ajuste Económico con viabilidad política y social

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

Varias son las iniciativas en marcha que elaboran planes de ajuste económico desde distintas perspectivas e intereses. Felipe Pérez Martí, ex Ministro de Planificación de Hugo Chávez, desde hace tres años promueve un intenso debate en el foro por internet “¿Qué hacer”, un espacio abierto para construir acuerdos básicos entre  economistas, políticos, profesionales y líderes sociales, De este foro ha surgido tanto un diagnóstico de los problemas más importantes de la economía y sociedad venezolanas, así como una propuesta con medidas concretas para corregir los desequilibrios macroeconómicos y reactivar el aparato productivo
http://que-hacer.org.ve/wiki/Qu%C3%A9_Hacer,_Versi%C3%B3n_6._Resumen_Ejecutivo

La Comisión de Finanzas de la AN realizó una serie de consultas para elaborar un cuerpo básico de propuestas a ser presentadas al gobierno y al país para superar la crisis, promover el crecimiento económico sostenido, bajar la inflación y mejorar la inclusión social. Este proceso de consultas fue coordinado por una Subcomisión dirigida por el diputado José Guerra quien sistematizó las diez propuestas más importantes para detener el deterioro, superar la crisis económica y evitar un mayor impacto social. Es un documento que sigue abierto a nuevas contribuciones https://www.lapatilla.com/site/?s=10+propuestas+para+superar+la+crisis

El Secretario General de UNASUR, Ernesto Samper, y el expresidente de República Dominicana, Leonel Fernández, entregaron al gobierno venezolano un documento con un diagnóstico y conjunto de recomendaciones para reactivar la economía y superar los problemas de escasez de alimentos, medicinas, etc. que agobian a la sociedad venezolana. En una rueda de prensa el expresidente Fernández adelantó algunas recomendaciones, entre ellas: la unificación cambiaria, un mecanismo de subsidios directos a los hogares pobres y un plan de abastecimiento de alimentos y medicinas para todos. 

No podemos insertar el link del documento porque el gobierno aún no lo ha publicado. Lo único que se sabe del mismo es lo que adelantó el expresidente Fernández y la defensa que ha hecho el economista Francisco Rodríguez, ex Economista Jefe del Bank of America,  quien coordinó el trabajo técnico del documento de Unasur. Rodríguez ha sugerido al gobierno hacer público el documento y promover un debate abierto en torno a la búsqueda de las mejores soluciones para superar la crisis: “Si el gobierno venezolano efectivamente decide seguir las recomendaciones de Unasur, un debate público y transparente sobre ellas abriría un espacio para que economistas de diversas tendencias puedan plasmar sus observaciones, críticas y recomendaciones, fortaleciendo así la calidad de la política económica que surja de ese debate. Así es como debe funcionar la transparencia en la conducción de los asuntos públicos y es lo que uno esperaría del gobierno de un movimiento que coloca al concepto de democracia participativa en un lugar central de su discurso político”.

La propuesta de Unasur ha atizado el debate entre los diferentes grupos de economistas que formulan sus propuestas para superar la crisis. El primero en reaccionar fue Ricardo Hausmann, quien actualmente dirige un grupo de expertos en Harvard que trabaja en un plan económico para un gobierno de transición. Aun cuando todavía no se conoce el documento de Unasur, Hausmann cuestionó la propuesta diciendo que “lo anunciado dista mucho de ser un programa coherente y creíble. Hay temas que no se abordan y que son centrales para enfrentar la crisis”, y menciona la programación fiscal, la estrategia de financiamiento externo y la interdependencia entre la liberación cambiaria y el control de precios, asuntos claves en el marco de un programa de estabilización macroeconómica.

El economista Miguel Ángel Santos, quien forma parte del Grupo de Harvard liderado por Ricardo Hausmann, ha circulado un documento que lleva como título Bases para el diseño de un programa de reconstrucción nacional”. Este diagnóstico sirve de base para la elaboración del programa de ajuste que actualmente elaboran y el cual consideran que debería ser implementado por un gobierno de transición.  

Los economistas Orlando Ochoa y Francisco Rodríguez colaboran con el gobernador Henri Falcón sobre las medidas económicas que debería adoptar un Gobierno de Unidad Nacional y recientemente lo acompañaron en la presentación pública que hizo en el Consejo de las Américas.

Y quien suscribe ha venido trabajando en una Agenda Económica para un Gobierno de Consenso …http://dialogo-consenso-sustentabilidad.weebly.com/1/post/2016/06/premio-nacional-de-ciencias-por-victor-alvarez-r.html …, a la luz de un enfoque de economía política que tome en cuenta las relaciones de poder y no se limite a aplicar el menú de medidas que recomiendan los libros de texto para corregir los desequilibrios macroeconómicos. Racionalidad económica, sagacidad política y sensibilidad social son las claves para identificar las medidas que tendrá que tomar un nuevo gobierno para enderezar el rumbo de la economía sin agravar el malestar social. Es la única manera de evitar que se cometan ingenuidades o torpezas que terminen restaurando el (des) orden anterior. Por lo tanto, la viabilidad de un  programa de estabilización económica con viabilidad política y social -además de la pertinencia, relevancia, secuencia y velocidad de las medidas- también tiene que tomar en cuenta:   

ü  Diálogo permanente con la resistencia activa del chavismo que se opondrá al desmontaje de los controles y políticas emblemáticas del Legado de Chávez.

ü  Comunicación y construcción del respaldo político para adoptar las medidas que permitan corregir los desequilibrios macroeconómicos y sectoriales.

ü  Fortalecer las instituciones con venezolan@s notables que pongan freno a la disputa entre grupos de poder por colonizar y controlar los poderes públicos.

ü  Compromiso social para evitar que el costo del ajuste lo paguen los sectores más vulnerables de la población.

ü  Manejo inteligente de las restricciones presupuestarias para financiar los programas e incentivos compensatorios.

ü  Activar mecanismos para administrar la próxima crisis de abundancia en función de aislar el impacto negativo de los auges de la renta petrolera sobre la economía y sociedad venezolanas. @victoralvarezr

¿Cuáles son las medidas clave para reactivar la economía?

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Uno de las patologías más dañinas del último auge rentístico fue la prolongada sobrevaluación de la tasa de cambio. El dólar abundante y barato estimuló toda clase de importaciones, expropiaciones y estatizaciones que barrieron con el aparato productivo interno. La descapitalización y desindustrialización desembocaron en un severo proceso de reprimarización de la economía que la hizo muy vulnerable del comportamiento errático de los precios del petróleo.

Además de la urgente estabilización macroeconómica se requiere una profunda reforma estructural para diversificar la economía. Esto implica armonizar la política macroeconómica con las políticas agrícola, industrial, comercial y tecnológica. Para construir el apoyo social y político a las medidas necesarias para estabilizar la economía, lo primero que hay que aplicar es un Programa de Emergencia enfocado en asegurar el abastecimiento suficiente y oportuno de alimentos y medicinas en el corto plazo. Una vez estabilizada la economía, toca aplicar las medidas para reconstruir el aparato productivo y fortalecer sus capacidades tecnológicas e innovativas. Este es un proceso que lleva tiempo y solo es posible a través de un plan bien pensado, con medidas pertinentes, aplicadas en la secuencia lógica y al ritmo adecuado. No se trata de un programa de shock donde todas las medidas se aplican de golpe y porrazo.

El Programa de Estabilización Económica debe reestablecer el funcionamiento de los mecanismos del mercado en la formación de los precios. Los rígidos controles no impidieron que Venezuela sufra la inflación más alta del mundo. El control de cambios tampoco evitó la fuga de capitales, la caída de las reservas internacionales ni la pulverización del bolívar. Las expropiaciones aceleraron la caída de la producción y agravaron la escasez.

Estos desincentivos se expresan en la contracción del PIB y la caída de la recaudación fiscal. El financiamiento monetario del déficit fiscal ha desquiciado el comportamiento de los precios. Pero al unificar el régimen cambiario y sincerar el precio de la gasolina se corrigen 2/3 del déficit fiscal. Si se reactiva el cobro de peajes, se racionaliza el arancel de aduanas y se ajustan las tarifas de servicios públicos, el déficit fiscal se reduce a niveles manejables.

Para compensar el impacto de estas medidas sobre los ingresos, los ineficientes subsidios a los productos y al productor deben ser sustituidos por subsidios directos en dinero a los hogares pobres y así puedan adquirir los bienes y servicios a precios que a su vez permitan recuperar los costos y asegurar una ganancia razonable. Esto coadyuvará a levantar el control de cambios, liberar los precios y ejecutar una política de promoción de inversiones y estímulo a la competencia para generar una abundante oferta que compita en calidad y precios.

Como la formación de precios se hace con base en el dólar paralelo, la unificación cambiaria no tendrá mayor impacto inflacionario y la desaceleración de los precios se logrará al reactivar la producción y mantener bajo control el déficit fiscal. Abatir la inflación implica coordinar la política macroeconómica con las políticas sectoriales para reactivar la agricultura e industria, cerrar el déficit fiscal y erradicar su financiamiento con emisiones de dinero sin respaldo. Esto pasa por reestablecer la autonomía del BCV en la emisión de dinero y en el manejo de las reservas internacionales.

La política monetaria y financiera se debe manejar con prudencia y sensatez. Si se liberan las tasas de interés antes de que la inflación haya sido abatida, como las tasas de interés persiguen la inflación, los altos costos financieros harían inviable la reactivación agrícola e industrial.  Por si fuera poco, debido a la pesada carga de la deuda pública interna, liberar las tasas de interés sentenciaría la inviabilidad fiscal del Programa de Ajuste. Por lo tanto, en la secuencia lógica primero habría que corregir el déficit fiscal, erradicar el financiamiento monetario y abatir la inflación para que luego sea viable la liberalización de los mercados financieros.

La actividad económica responde a incentivos, no al hostigamiento que sufre a través de rígidos controles, multas y penas de cárcel. Las empresas invierten siempre y cuando puedan vender a un precio que les permita recuperar los costos de producción y obtener una ganancia razonable. Al sustituir la política de controles, multas y penalizaciones que ahorcan al productor por una nueva política de incentivos basada en el respeto a los derechos de propiedad, la devolución de las empresas expropiadas y la liberalización de los mercados, se enviará una señal clave para estimular un creciente flujo de inversión nacional y extranjera que ayude a reactivar la producción.

Una vez más quedó claro que los períodos de bonanza petrolera que desatan la arrogancia de los gobernantes de turno no son eternos y no pueden sostener de manera indefinida a los gobiernos interventores y controladores que originan. Con el colapso de los precios del petróleo al intervencionismo estatal le toca  hacerse a un lado para poder crear un ambiente que estimule la inversión, reactivar la producción y superar los problemas de escasez e inflación que atormentan a la población. La Reforma Estructural de la economía pasa, entonces, por transformar al Estado empresario en un Estado promotor. Las empresas que no puedan mantener sus operaciones sin los créditos adicionales del gobierno deben ser reconvertidas para fortalecer sus capacidades productivas y tecnológicas. Con este fin hay que incentivar la inversión privada a través de un nuevo marco legal e institucional que garantice los derechos de propiedad y la imparcialidad de la justicia, promueva la competencia, impida el abuso de las posiciones de dominio, las prácticas desleales de comercio, el dumping y los subsidios.

Finalmente, la reforma laboral también tendrá que esperar a la reactivación y reconversión de la economía. De lo contrario, la conflictividad sindical abortará el ajuste económico y la reforma estructural. Solo con un aparato productivo en crecimiento se generarán nuevas y mejores oportunidades de empleo en el sector privado. La generación de empleo productivo ayudará a desburocratizar la población económicamente activa y a aliviar sin traumas la nómina de las empresas públicas. Así, éstas podrán iniciar un proceso de desestatización y privatización con participación accionaria de los trabajadores y de nuevos inversionistas. @victoralvarezr

jueves, 25 de agosto de 2016

viernes, 12 de agosto de 2016

¿Cuál fue el error de Pérez Abad?

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Insinuar que las empresas expropiadas podían ser devueltas o privatizadas le costó el cargo a Miguel Pérez Abad. El ex Vicepresidente de Economía provocó la reacción del ala dogmática al afirmar que “el Gobierno venezolano no descarta la devolución de empresas que fueron expropiadas o de algunas que están ocupadas temporalmente”. Desde Panamá -donde firmó el contrato de compra de alimentos- Pérez Abad dijo que: “En los seis meses del Consejo Nacional de Economía Productiva, casos de industrias expropiadas, algunas paralizadas o en bajo rendimiento, han sido identificadas y hemos logrado avanzar con el sector privado para reanimar esas industrias. En otras empresas que no son estratégicas, no son medulares y tienen poca importancia, puede haber un plan de devolución y entrega dependiendo del caso”.

El primero en escarmentar con la destitución de Pérez Abad fue Eulogio del Pino. El 26 de julio el Ministro de Petróleo planteó en la Asamblea de la Cámara Petrolera de Venezuela (CPV) que: “Debemos ir a un nuevo modelo con mayoría del sector privado y eso pasa por un reconocimiento de errores: creo que lo que se hizo en el Lago de Maracaibo tuvo muchos errores, debemos reconocerlo y hemos ido a un esquema en el cual a todos aquellos empresarios, que aún quieran continuar, vamos a devolverle sus actividades”. Pero la reacción del ala dogmática del PSUV fue tan tajante que el Presidente de Pdvsa de inmediato reculó y ante la presencia de Diosdado Cabello y Elías Jaua en un acto en Falcón desdijo su discurso ante la CPV: “Han tomado unas declaraciones en un medio escuálido, las han armado y han tratado de hacer ver que ahora estamos tratando de privatizar la industria. ¿Cómo es posible que lleguen a esos extremos? Es parte de la estrategia de división y de generar dudas entre nuestros trabajadores petroleros, que han sido reivindicados por esta revolución como nunca antes”.

La reacción del ala dogmática no se hizo esperar. El primero en contestar fue Elías Jaua, quien cuestionó a Eulogio del Pino porque sus propuestas de devolver o privatizar las empresas públicas se alejan de las directrices del gobierno: “¿Será que olvida que hay un Plan de la Patria aprobado por el voto popular y hecho Ley de la República? ¡Viva Chávez!”, escribió en la red social twitter.

Rafael Ramírez, ex Presidente de Pdvsa y actual embajador ante la ONU, quién se sintió aludido por la autocrítica de Eulogio del Pino, también le salió al paso y escribió: “La política petrolera de Chávez es correcta. La nacionalización le devolvió el petróleo al pueblo. ¡Es su legado!”.

Con su mazo dando, Diosdado Cabello fulminó las pretensiones reformistas de Pérez Abad y Eulogio del Pino: “Nosotros no vamos a devolver aquí ni una sola de las empresas que la Revolución ha tomado por estar conspirando”.

El veredicto final lo dio el Presidente Maduro, quien ratificó que se mantiene la política de control del Estado sobre las industrias nacionalizadas: “Que nadie se confunda, el camino no es el capitalismo, ni las privatizaciones, ni entregarle el país a la derecha ni la oligarquía, el camino es más socialismo, más revolución”.

El dogma de la propiedad estatal

El intento por impulsar en Venezuela el nuevo socialismo del siglo XXI reeditó los mismos errores que se cometieron en el socialismo del siglo XX. La excesiva extensión de la propiedad estatal sobre los medios de producción terminó siendo un caldo de cultivo para el fermento y reproducción de poderosas élites burocráticas y corruptas que secuestran la propiedad pública y la administran en su propio beneficio. Al imponer la propiedad estatal total y absoluta sobre las empresas expropiadas, la Revolución Bolivariana fracasó en su promesa de promover nuevas formas de propiedad social en manos de los trabajadores directos y de la comunidad organizada, quienes no se sienten copropietarios sociales de unas empresas que son 100 % propiedad estatal.

Si evaluamos el desempeño de las empresas expropiadas a la luz de los indicadores de escasez de cemento, acero, cabillas, aluminio, atún, harina de maíz, lácteos, café, botellas, envases plásticos, agua potable, energía eléctrica, gas doméstico y la gama de productos y servicios, obviamente que la mayoría de estas empresas no pasa la prueba. Por el contrario, sus crecientes pérdidas representan una pesada carga para un presupuesto nacional cada vez más deficitario debido al colapso los ingresos fiscales.

Adicionalmente, si evaluamos su desempeño a la luz de las nuevas relaciones sociales de producción que estas empresas estaban llamadas a instaurar para empoderar a los trabajadores sobre los procesos de producción, distribución y comercialización, entonces el balance es mucho peor. Esas empresas terminaros secuestradas y quebradas por el burocratismo y la corrupción que desplazaron a los trabajadores y les arrebataron su conducción. El control obrero y la autogestión no fracasaron porque los trabajadores nunca dirigieron  esas empresas. Por lo tanto, no se les puede responsabilizar de su fracaso.

Causas de la bancarrota de las empresas estatizadas

Las erradas políticas económicas y una pésima gerencia empresarial se combinaron para hacer fracasar a esas empresas. Los severos controles de precios las obligan a vender por debajo del costo de producción, y esto no les permite generar ingresos ni siquiera para pagar la nómina. Por eso dependen de los créditos adicionales, pero con el colapso de los precios del petróleo y la caída de la recaudación de ISR e IVA, el gobierno no les puede transferir más recursos.

La sobrevaluación de la tasa de cambio propició toda clase de importaciones baratas que arruinaron la producción nacional. El propio gobierno las quebró al obligadas a vender a los canales de comercialización estatales al mismo precio de los productos que importa con un dólar sobrevaluado y subsidiado.

La otra causa de la bancarrota es la pésima gerencia. Su dirección se entregó a gente sin formación ni experiencia. Al convertirse en un botín para la corrupción, terminaron saqueadas en la voraz pugna entre los grupos de poder que se disputan su control. Y mientras sean un instrumento del populismo clientelar, sus nóminas se mantendrán sobresaturadas. Así, el desaguadero de la corrupción y los excesivos costos sentencian su inviabilidad económica y financiera.

Se confundió estatización con socialización

Al confundirse estatización con socialización, la propiedad de las empresas expropiadas no pasó a manos de los trabajadores ni de las comunidades. Al imponerse la propiedad estatal, estas empresas terminaron secuestradas y quebradas por el burocratismo, el pseudosindicalismo y la corrupción. Los trabajadores fueron desplazados por esas camarillas y mafias y por eso no se sintieron copropietarios sociales ni dolientes de esas empresas.

Aparte de las empresas que estaban productivas en manos privadas y con la estatización terminaron quebradas, otras expropiaciones fueron un negocio redondo que indujeron los dueños de esas industrias en complicidad con funcionarios del gobierno. Muchas empresas estaban cerradas porque no pudieron competir con las importaciones baratas que inundaron al país gracias al dólar subsidiado que otorgó el propio gobierno. Pero en torno a esas empresas obsoletas, verdadera chatarra tecnológica, se construyó un falso discurso revolucionario que levantaba las banderas de su rescate y recuperación para generar empleo y ponerlas a producir. Con esa farsa, se declararon de utilidad pública, se expropiaron, sus antiguos dueños cobraron jugosas indemnizaciones y de paso se desprendieron de un muerto que les ocasionaba grandes costos.

¿Desestatizar o privatizar?

El error de Pérez Abad y del Pino fue proponer la devolución o privatización de las empresas expropiadas, en lugar de impulsar su desestatización a través de la democratización de la propiedad. Si hubiesen promovido nuevas formas de propiedad social que empoderaran a los trabajadores y comunidades organizadas -dejando claro que las ganancias que correspondan a la participación accionaria del Consejo de Trabajadores o Comunas en lugar de ser repartidos como dividendos individuales serían la fuente de financiamiento de proyectos de interés común-, seguramente su suerte habría sido otra y hoy tendrían la ovación y el respaldo del pueblo, aunque se echasen de enemigos a los burócratas y corruptos que ya no podrían seguir saqueando la expresas expropiadas.

No se trata de privatizar sino de desestatizar a través de nuevas formas de propiedad social. La desestatización aliviará las presiones y exigencias en cada contratación colectiva, ya que las justas reivindicaciones y demandas comunitarias serían financiadas con la inversión social de los dividendos que corresponden a los Consejos de Trabajadores y Comunas. De esta forma, los trabajadores –en lugar de resistirse a la desestatización y reeditar el clima de conflictividad laboral que se repite en las empresas estatales y privadas-, estarían cada vez más interesados en mejorar el desempeño económico y financiero en las empresas donde sí se sienten verdaderos copropietarios sociales.

Por su parte, los inversionistas privados también saldrían beneficiados con esta nueva cultura de responsabilidad laboral y despertarían interés en otros inversionistas quienes estarían dispuestos a arriesgar sus recursos en empresas en las que los trabajadores saben que de la paz laboral y del esfuerzo productivo dependerá no solo el pago de sus salarios, sino también los dividendos que se destinarán a financiar sus programas de interés laboral y social. @victoralvarezr

La destitución de Pérez Abad y las que vienen

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Las propuestas de unificación cambiaria, flexibilización del control de precios y devolución de las empresas expropiadas le costaron el cargo a Miguel Pérez Abad, toda vez que fueron consideradas como una traición al legado de Chávez. Al ex Vicepresidente de Economía ya le habían recortado la rienda con la designación de Vladimir Padrino López al frente de la Misión Abastecimiento Soberano y Seguro, a cuyo mando quedaron subordinados los demás ministros del área económica.

Al afirmar que “debemos tener listo el sistema de flotación implantado totalmente en los próximos 60 días”, el ex Vicepresidente de Economía comenzó a cavar su fosa. Con esta medida erradicaría el incentivo perverso que ha permitido a los cazadores de renta, especuladores y corruptos amasar escandalosas fortunas al capturar los dólares baratos para después venderlos más caros. Su inclinación por dejar que el juego de la oferta y la demanda fijara la cotización del dólar fue desvirtuado como una desviación neoliberal y una concesión a los que sacaron divisas a la tasa preferencial de 2,15, 4,30, 6,30 y 10 Bs/$ y ahora quieren vendarlas a una mayor tasa. Ni siquiera lo salvó su argumento de unificar las tasas Dipro y Dicom para destinar las ganancias cambiarias a financiar las tarjetas de alimentación a 2,5 millones de familias y así sustituir sin traumas los ineficientes subsidios indirectos al productor por subsidios directos a las familias pobres.

Reformistas vs dogmáticos

Las tensiones en el oficialismo se acentuaron a raíz de los anuncios hechos por el ala reformista. Por un lado, Pérez Abad provocó la reacción del ala dogmática al afirmar que “el gobierno venezolano no descarta la devolución de empresas que fueron expropiadas o de algunas que están ocupadas temporalmente”. Desde Panamá -donde se encontraba para la firma del contrato de compra de alimentos- Pérez Abad dijo que: “En los seis meses del Consejo Nacional de Economía Productiva, casos de industrias expropiadas, algunas paralizadas o en bajo rendimiento, han sido identificadas y hemos logrado avanzar con el sector privado para reanimar esas industrias. En otras empresas que no son estratégicas, no son medulares y tienen poca importancia, puede haber un plan de devolución y entrega dependiendo del caso”.

Por otro lado, el ministro de Petróleo y Presidente de Pdvsa consideró un error las expropiaciones en 2009 de las empresas de servicios conexos que operaban las embarcaciones para el transporte de los empleados, gabarras y grúas en el Lago de Maracaibo y adelantó que Pdvsa está dispuesta a devolver las empresas a sus antiguos dueños o nuevos inversionistas. En la XXXVIII Asamblea de la Cámara Petrolera planteó que: “Debemos ir a un nuevo modelo con mayoría del sector privado y eso pasa por un reconocimiento de errores. Creo que lo que se hizo en el lago de Maracaibo tuvo muchos errores, debemos reconocerlo y hemos ido a un esquema en el cual a todos aquellos empresarios, que aún quieran continuar, vamos a devolverle sus actividades”.

Estas posiciones fueron el detonante de las reacciones del ala dogmática. El primero en contestar fue Elías Jaua, quien a través de su cuenta en Twitter cuestionó a del Pino porque sus propuestas de privatizar las empresas públicas se alejan de las directrices del Plan de la Patria, legado sagrado del fallecido presidente Hugo Chávez. Por su parte, Nicolás Maduro dejó claro que se mantenía la política de control del Estado sobre las industrias nacionalizadas: “Que nadie se confunda, el camino no es el capitalismo, ni las privatizaciones, ni entregarle el país a la derecha ni la oligarquía, el camino es más socialismo, más revolución”. Mientras que Diosdado Cabello afirmó que “Nosotros no vamos a devolver aquí ni una sola de las empresas que la Revolución ha tomado por estar conspirando”.

Las destituciones que vienen

Nicolás Maduro tiene al alcance de la mano medidas de alto impacto para enderezar el rumbo de la economía, aliviar el malestar social y evitar el costo político de su inacción, pero ha preferido dejarse guiar por asesores externos que no comprenden la naturaleza de la crisis venezolana y ha designado ministros que prolongan las ineficaces políticas que desmantelaron el aparato productivo y constituyen la principal causa del desabastecimiento, escasez, acaparamiento y especulación que han puesto al país con las reservas de petróleo más grandes del mundo a las puertas de una crisis humanitaria.

Las tensiones en el gobierno se recrudecieron con el aumento de las tarifas de telecomunicaciones. Luego de haber autorizado la Vicepresidencia Económica el ajuste, intempestivamente el presidente Maduro suspendió la medida. En la antesala del Referendo Revocatorio, los detractores de Pérez Abad intrigaron sobre el costo de una medida que no estaba siendo debidamente calculado por la falta de olfato político del Vicepresidente de Economía. El propio Pérez Abad reconoció que “Las decisiones sobre las telecomunicaciones y el régimen laboral muestran que el potencial de retroceso de cualquier medida tendente hacia una mayor flexibilidad de precios sigue siendo enorme”.

Maduro juró defender el Legado de Chávez preservando incólumes todas y cada una de las decisiones heredadas del líder histórico de la Revolución Bolivariana. Así fue disecando una a una sus políticas: los controles de cambio y de precios quedaron petrificados, el dólar barato fosilizado, la gasolina sigue siendo regalada, las empresas expropiadas están quebradas, el Fonden es un cascarón vacío. La defenestración de Pérez Abad es una victoria de la tendencia dogmática que considera la eliminación de los controles y expropiaciones como una traición al legado de Chávez. Su sustitución por Carlos Faría como nuevo Ministro de Industria y Comercio, lejos de ser un indicio de rectificación de los errores cometidos, es una señal de que la política económica seguirá por el camino equivocado. Miguel Pérez Abad junto a Rodolfo Medina, Ministro de Finanzas, y Eulogio del Pino, Ministro de Petróleo, conformaron la tendencia reformista que bregó por corregir las desviaciones y errores de la política económica. Ahora Medina y del Pino se quedan solos con una espada de Damocles que pende sobre sus cabezas. Una nueva declaración en contra del Legado de Chávez y también serán defenestrados. @victoralvarezr