Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
A solo unas semanas de
haber lanzado los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), el
presidente de la República, Nicolás Maduro, lanzó la Gran Misión de Abastecimiento Soberano y Seguro. El ministro
para la Defensa, (G/J) Vladimir Padrino
López -a cuyo mando quedan los demás ministros de la producción- será el
encargado de activar esta misión
cívico-militar.
La designación del
Ministro de Defensa para dirigir esta nueva Misión revela que la política económica
sigue siendo de contingencia, enfocada en combatir los problemas de escasez,
acaparamiento y especulación a través de operativos de fiscalización, control,
multas y penas de cárcel, sin mayores actuaciones en materia de políticas
macroeconómicas y sectoriales. Al no corregir los desequilibrios macroeconómicos
que castigan la producción y desquician los precios–,
el Gobierno ataca el problema como si de un delito se tratara,
cuando la escasez y la inflación tienen su raíz en un clima adverso a la
inversión productiva y en las distorsiones fiscales, monetarias y cambiarias
que no han sido corregidas.
La
escasez era guerra avisada, la inevitable
consecuencia de una larga sobrevaluación de la tasa de cambio que estimuló toda
clase de importaciones baratas que barrieron con el aparato productivo
nacional. Solo faltaba que colapsaran los precios del petróleo para que quedara
al descubierto el deplorable estado de una agricultura e industria, ahogadas
por importaciones, expropiaciones y rígidos controles que desalentaron la
inversión. La construcción del nuevo modelo productivo soberano resultó ser
pura retórica y las empresas estatizadas terminaron secuestradas y quebradas
por el burocratismo, el pseudosindicalismo y la corrupción.
Voluntarismo e improvisación
Una de las principales
críticas que se le hace al Gobierno en el manejo de la crisis alimentaria es el
alto grado de voluntarismo e improvisación. Su errático manejo se debe a la
improvisación en el diseño de las políticas, planes y programas. Es la
consecuencia inevitable de la debilidad institucional, el reflejo de la baja
calificación técnica de los titulares de los cargos públicos que carecen de
formación y experiencia como planificadores y decisores.
En su afán de derrotar
la llamada guerra económica, el
Gobierno lanzó una ofensiva plagada de
regulaciones y controles que propician la corrupción, sin comprender que
la escasez, el acaparamiento, la especulación y el contrabando son la
consecuencia inevitable de los incentivos perversos que ofrece el régimen de
cambios múltiples, los ineficientes subsidios y los rígidos controles de
precios.
La intervención gubernamental degeneró en mecanismos de control y
racionamiento que no han resuelto el problema. Ni el control de precios, ni los
captahuellas, ni la compra por cédula, ni la prohibición a los buhoneros de
vender alimentos subsidiados, ni las guías para transporte, ni el cierre de la
frontera, pudieron evitar el contrabando de extracción y la creciente escasez
de alimentos.
La muerte prematura de los CLAP
En este errático
accionar, la más reciente improvisación la constituyen los Comité Locales de
Abastecimiento y Producción (CLAP). Distribuir
bolsas de comida casa por casa y a todos los hogares venezolanos requiere una
colosal capacidad logística que ninguna empresa privada ha sido capaz de
desarrollar en décadas. Mucho menos lo puede lograr en cuestión de semanas
un Estado burocrático e ineficiente, sin personal calificado ni entrenado, sin
organización ni métodos, sin infraestructura ni redes de almacenamiento y
transporte, sin los mecanismos de control que mantengan a raya a la corrupción.
A través de los CLAP se
pretendió distribuir casa por casa los productos de la canasta alimentaria. Según
el INE, en Venezuela hay 30 millones de habitantes que conforman 7 millones de familias.
Para estimar la cobertura de los CLAP convengamos que cada familia tiene en promedio
4,3 miembros (30.000.000/7.000.000). Una persona consume en promedio 1 kilo de
alimento diario, para un total de 30 kilos/mes. Si multiplicamos esta cantidad
por 4,3 miembros, resulta que cada familia requiere aproximadamente 130 kilos/mes.
Las bolsas CLAP contienen 10 kilos de comida y la promesa es que lleguen a los
hogares con una frecuencia quincenal. Si esta meta se logra, cada familia
recibiría 20 kilos/mes, lo que representa un déficit de 110 kilos/mes. Estos sencillos
cálculos revelan que los CLAP apenas cubren el 15 % de las necesidades
mensuales de alimentos de una familia promedio. Hasta ahora, la bolsa de
alimentos ha sido recibida por el 20 % de las familias, equivalente a 6 millones
de personas. 24 millones de venezolanos solo han visto por fotos la bolsa de comida.
Los CLAP terminaron siendo otro
desacierto gubernamental para abordar la grave crisis de escasez de
alimentos y por eso ahora son discretamente sepultados con la Misión
Abastecimiento Soberano y Seguro.
El burocratismo estatal
y la débil organización comunal no garantizan la cobertura de 7 millones de
hogares a lo largo y ancho del territorio nacional. Ni siquiera la descomunal
inversión que a lo largo de más de una década se hizo en la redes de Mercal,
Pdval y Bicentenario, ni con la
expropiación e intervención de cadenas de alimentos como Cada, Éxito y Día a
Día, se logró cubrir el 40% de la población. Hasta ahora, ningún intento
gubernamental por sustituir los canales de distribución y comercialización del
mercado ha servido para garantizar una creciente y amplia cobertura en la
distribución de alimentos. La gran mayoría de los hogares canaliza su acceso a
los alimentos a través de las redes tradicionales de distribución y
comercialización conformada por mercados municipales, bodegas, abastos y supermercados
que hoy están diezmadas por el cerco de la Sundde y por la falta de proveedores.
La corrupción
Cuando no se había olvidado
aún el caso de Pudreval y están frescas las imágenes de los gerentes de los
Abastos Bicentenario presos, los escándalos en torno a la corrupción en los
CLAP no se hicieron esperar. Las bolsas de comida son vendidas por los
buhoneros por el triple de su valor y ya hasta en Colombia se consiguen. Con
frecuencia, los distribuidores aplican un “tumbao" y entregan la bolsa incompleta
para luego revender los productos que le sacan. Huelga decir que las bolsas no
contienen todos los productos para una dieta balanceada e incluyen productos
que las familias no quieren.
Los CLAP fueron muy mal
recibidos por vastos sectores de la población. En la práctica, las acciones
gubernamentales para controlar el reparto de alimentos y medicinas operan como
un instrumento de dominación y control, ya que para tener acceso a la bolsa de
comida hay que registrarse en unas listas de la Unión Nacional de Mujeres,
UBCH, Frente Francisco de Miranda y Consejos Comunales, y este registro
desemboca en un mecanismo de exclusión social de quienes no quieren participar
de esas fórmulas de control gubernamental.
Por todo esto, los CLAP son
ahora sustituidos por la Misión Abastecimiento Soberano y Seguro. Murieron al
nacer. No pudieron resolver la escasez, el acaparamiento, ni la especulación
porque el problema no es de distribución sino de producción. Y mientras no se
sustituya la política de contingencia por una verdadera política de
reactivación económica y promoción de inversiones, las descomunales colas para
conseguir alimentos y medicinas seguirán atormentando a la población.
Venezuela a las puertas de una conmoción social
Los mecanismos para
racionar el acceso a los alimentos y medicinas no contribuyen a alejar al país
de la crisis humanitaria y de una conmoción social. Así lo comprueba el
incremento de las protestas, saqueos a supermercados y asalto de camiones que
transportan alimentos a lo largo y ancho del país. Según el Observatorio Venezolano de Conflictividad
Social (OVCS), en mayo se documentaron 52 saqueos y 36 intentos de
saqueo, y continúan los actos violentos en contra de locales comerciales,
abastos, supermercados y transportes.
El OVCS realiza un seguimiento de la conflictividad a
través de las noticias que aparecen en los medios de comunicación. También
utiliza fuentes de organismos oficiales y organizaciones no gubernamentales. Con
base en la observación directa no participante sobre los fenómenos estudiados, registró en mayo de 2016 al menos 641 protestas en todo el país, equivalente a 21
diarias, 37 % más que en mayo de 2015 cuando el número de protestas llegó a
469. El acumulado hasta mayo alcanza 2.779 protestas populares, masivas,
espontáneas, y protestas por alimentos, servicio de agua potable y
electricidad. La gente protesta en rechazo a la escasez de alimentos (172
protestas = 27 %); por vivienda digna con servicios básicos (144 protestas = 22
%); en defensa de sus derechos laborales (112 protestas = 18 %); mayor seguridad
ciudadana, derecho a la justicia (86 protestas = 13 %); y, derecho a la
educación (56 protestas = 9 %).Las 172 protestas registradas en rechazo a la
escasez de alimentos representan 320% más con respecto a mayo 2015, cuando se
realizaron 41 protestas. Estas aumentan mes a mes y son protagonizadas principalmente
por vecinos.
Mientras las élites
políticas apuestan a exterminarse y no se ponen de acuerdo en un programa
mínimo de medidas económicas para reactivar la producción y aliviar los graves
problemas de escasez, el malestar social crece y pone al país a las puertas de
una conmoción social. @victoralvarezr
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