viernes, 12 de agosto de 2016

Misión Abastecimiento Soberano y muerte de los CLAP

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
A solo unas semanas de haber lanzado los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), el presidente de la República, Nicolás Maduro, lanzó la Gran Misión de  Abastecimiento Soberano y Seguro. El ministro para la Defensa, (G/J) Vladimir Padrino López -a cuyo mando quedan los demás ministros de la producción- será el encargado de activar esta misión cívico-militar.
La designación del Ministro de Defensa para dirigir esta nueva Misión revela que la política económica sigue siendo de contingencia, enfocada en combatir los problemas de escasez, acaparamiento y especulación a través de operativos de fiscalización, control, multas y penas de cárcel, sin mayores actuaciones en materia de políticas macroeconómicas y sectoriales. Al no corregir los desequilibrios macroeconómicos que castigan la producción y desquician los precios–, el Gobierno ataca el problema como si de un delito se tratara, cuando la escasez y la inflación tienen su raíz en un clima adverso a la inversión productiva y en las distorsiones fiscales, monetarias y cambiarias que no han sido corregidas.
La escasez era guerra avisada, la inevitable consecuencia de una larga sobrevaluación de la tasa de cambio que estimuló toda clase de importaciones baratas que barrieron con el aparato productivo nacional. Solo faltaba que colapsaran los precios del petróleo para que quedara al descubierto el deplorable estado de una agricultura e industria, ahogadas por importaciones, expropiaciones y rígidos controles que desalentaron la inversión. La construcción del nuevo modelo productivo soberano resultó ser pura retórica y las empresas estatizadas terminaron secuestradas y quebradas por el burocratismo, el pseudosindicalismo y la corrupción.  
Voluntarismo e improvisación
Una de las principales críticas que se le hace al Gobierno en el manejo de la crisis alimentaria es el alto grado de voluntarismo e improvisación. Su errático manejo se debe a la improvisación en el diseño de las políticas, planes y programas. Es la consecuencia inevitable de la debilidad institucional, el reflejo de la baja calificación técnica de los titulares de los cargos públicos que carecen de formación y experiencia como planificadores y decisores.
En su afán de derrotar la llamada guerra económica, el Gobierno lanzó una ofensiva plagada de regulaciones y controles que propician la corrupción, sin comprender que la escasez, el acaparamiento, la especulación y el contrabando son la consecuencia inevitable de los incentivos perversos que ofrece el régimen de cambios múltiples, los ineficientes subsidios y los rígidos controles de precios.
La intervención gubernamental degeneró en mecanismos de control y racionamiento que no han resuelto el problema. Ni el control de precios, ni los captahuellas, ni la compra por cédula, ni la prohibición a los buhoneros de vender alimentos subsidiados, ni las guías para transporte, ni el cierre de la frontera, pudieron evitar el contrabando de extracción y la creciente escasez de alimentos.
La muerte prematura de los CLAP
En este errático accionar, la más reciente improvisación la constituyen los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). Distribuir bolsas de comida casa por casa y a todos los hogares venezolanos requiere una colosal capacidad logística que ninguna empresa privada ha sido capaz de desarrollar en décadas. Mucho menos lo puede lograr en cuestión de semanas un Estado burocrático e ineficiente, sin personal calificado ni entrenado, sin organización ni métodos, sin infraestructura ni redes de almacenamiento y transporte, sin los mecanismos de control que mantengan a raya a la corrupción.
A través de los CLAP se pretendió distribuir casa por casa los productos de la canasta alimentaria. Según el INE, en Venezuela hay 30 millones de habitantes que conforman 7 millones de familias. Para estimar la cobertura de los CLAP convengamos que cada familia tiene en promedio 4,3 miembros (30.000.000/7.000.000). Una persona consume en promedio 1 kilo de alimento diario, para un total de 30 kilos/mes. Si multiplicamos esta cantidad por 4,3 miembros, resulta que cada familia requiere aproximadamente 130 kilos/mes. Las bolsas CLAP contienen 10 kilos de comida y la promesa es que lleguen a los hogares con una frecuencia quincenal. Si esta meta se logra, cada familia recibiría 20 kilos/mes, lo que representa un déficit de 110 kilos/mes. Estos sencillos cálculos revelan que los CLAP apenas cubren el 15 % de las necesidades mensuales de alimentos de una familia promedio. Hasta ahora, la bolsa de alimentos ha sido recibida por el 20 % de las familias, equivalente a 6 millones de personas. 24 millones de venezolanos solo han visto por fotos la bolsa de comida. Los CLAP terminaron siendo otro desacierto gubernamental para abordar la grave crisis de escasez de alimentos y por eso ahora son discretamente sepultados con la Misión Abastecimiento Soberano y Seguro.
El burocratismo estatal y la débil organización comunal no garantizan la cobertura de 7 millones de hogares a lo largo y ancho del territorio nacional. Ni siquiera la descomunal inversión que a lo largo de más de una década se hizo en la redes de Mercal, Pdval y Bicentenario, ni con la expropiación e intervención de cadenas de alimentos como Cada, Éxito y Día a Día, se logró cubrir el 40% de la población. Hasta ahora, ningún intento gubernamental por sustituir los canales de distribución y comercialización del mercado ha servido para garantizar una creciente y amplia cobertura en la distribución de alimentos. La gran mayoría de los hogares canaliza su acceso a los alimentos a través de las redes tradicionales de distribución y comercialización conformada por mercados municipales, bodegas, abastos y supermercados que hoy están diezmadas por el cerco de la Sundde y por la falta de proveedores.
La corrupción
Cuando no se había olvidado aún el caso de Pudreval y están frescas las imágenes de los gerentes de los Abastos Bicentenario presos, los escándalos en torno a la corrupción en los CLAP no se hicieron esperar. Las bolsas de comida son vendidas por los buhoneros por el triple de su valor y ya hasta en Colombia se consiguen. Con frecuencia, los distribuidores aplican un “tumbao" y entregan la bolsa incompleta para luego revender los productos que le sacan. Huelga decir que las bolsas no contienen todos los productos para una dieta balanceada e incluyen productos que las familias no quieren.
Los CLAP fueron muy mal recibidos por vastos sectores de la población. En la práctica, las acciones gubernamentales para controlar el reparto de alimentos y medicinas operan como un instrumento de dominación y control, ya que para tener acceso a la bolsa de comida hay que registrarse en unas listas de la Unión Nacional de Mujeres, UBCH, Frente Francisco de Miranda y Consejos Comunales, y este registro desemboca en un mecanismo de exclusión social de quienes no quieren participar de esas fórmulas de control gubernamental.
Por todo esto, los CLAP son ahora sustituidos por la Misión Abastecimiento Soberano y Seguro. Murieron al nacer. No pudieron resolver la escasez, el acaparamiento, ni la especulación porque el problema no es de distribución sino de producción. Y mientras no se sustituya la política de contingencia por una verdadera política de reactivación económica y promoción de inversiones, las descomunales colas para conseguir alimentos y medicinas seguirán atormentando a la población.
Venezuela a las puertas de una conmoción social
Los mecanismos para racionar el acceso a los alimentos y medicinas no contribuyen a alejar al país de la crisis humanitaria y de una conmoción social. Así lo comprueba el incremento de las protestas, saqueos a supermercados y asalto de camiones que transportan alimentos a lo largo y ancho del país. Según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), en mayo se documentaron 52 saqueos y 36 intentos de saqueo, y continúan los actos violentos en contra de locales comerciales, abastos, supermercados y transportes.
El OVCS realiza un seguimiento de la conflictividad a través de las noticias que aparecen en los medios de comunicación. También utiliza fuentes de organismos oficiales y organizaciones no gubernamentales. Con base en la observación directa no participante sobre los fenómenos estudiados, registró en mayo de 2016 al menos 641 protestas en todo el país, equivalente a 21 diarias, 37 % más que en mayo de 2015 cuando el número de protestas llegó a 469. El acumulado hasta mayo alcanza 2.779 protestas populares, masivas, espontáneas, y protestas por alimentos, servicio de agua potable y electricidad. La gente protesta en rechazo a la escasez de alimentos (172 protestas = 27 %); por vivienda digna con servicios básicos (144 protestas = 22 %); en defensa de sus derechos laborales (112 protestas = 18 %); mayor seguridad ciudadana, derecho a la justicia (86 protestas = 13 %); y, derecho a la educación (56 protestas = 9 %).Las 172 protestas registradas en rechazo a la escasez de alimentos representan 320% más con respecto a mayo 2015, cuando se realizaron 41 protestas. Estas aumentan mes a mes y son protagonizadas principalmente por vecinos.
Mientras las élites políticas apuestan a exterminarse y no se ponen de acuerdo en un programa mínimo de medidas económicas para reactivar la producción y aliviar los graves problemas de escasez, el malestar social crece y pone al país a las puertas de una conmoción social. @victoralvarezr

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