Víctor
Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
En
febrero de este año, la designación de Miguel Pérez Abad como Vicepresidente
del Área Económica en sustitución del dogmático sociólogo Luis Salas se
interpretó como una señal de cambio y apertura por parte del Presidente Nicolás
Maduro. En su pasantía de 7 meses por el Gobierno Pérez Abad se
enfocó en:
ü Flexibilizar
el control de precios para que pudieran reflejar los costos de producción y una
ganancia razonable que permitiera reactivar la producción.
ü Liberar la
tasa de cambio Dicom para incentivar la inversión extranjera, la repatriación
de capitales y las exportaciones no petroleras.
ü Incentivar
la participación del capital privado en los programas de un gobierno sometido a
severas restricciones económicas y presupuestarias.
Las reacciones posteriores a la destitución de Pérez Abad
confirman las férreas resistencias que predominan en el gobierno para
flexibilizar los rígidos controles y ampliar los grados de libertad para que
los mecanismos del mercado rijan la dinámica económica.
Con la destitución de Pérez Abad, las voces críticas en
el gobierno quedaron silenciadas. Atrás quedaron los planteamientos del Ministro
de Petróleo, Eulogio Del Pino, en la 38° Asamblea de la Cámara Petrolera de
Venezuela (CPV) cuando reconoció que fue un error la medida de estatización que
se tomó en 2009 contra empresas de servicios y contratistas de Pdvsa. Ante la
sentencia de los dogmáticos, ya no es posible “… ir a un nuevo modelo con mayoría del sector privado y eso pasa por
un reconocimiento de errores: creo que lo que se hizo en el Lago de Maracaibo
tuvo muchos errores, debemos reconocerlo y hemos ido a un esquema en el cual a
todos aquellos empresarios, que aún quieran continuar, vamos a devolverle sus
actividades”, tal como lo había planteado Eulogio del Pino.
Recordemos que en aquella Asamblea de la CPV un auditorio
eufórico ovacionó las palabras del Presidente de Pdvsa quien entusiasmado por
los aplausos agregó: ”En la Faja del
Orinoco, tenemos firmados acuerdos con 20 empresas mixtas con una modalidad que
rige esta nueva estrategia que estamos llevando adelante porque son compañías
en la cual la parte privada tiene 80% y PDVSA 20%. ¿Qué significa ese 20%?
Primero, permite una lista prioritaria de pagos; y segundo, le da seguridad
desde el punto de vista de impuestos y permisología. Nuestra participación
accionaria es para dar confianza”.
La
reacción de la nomenklatura gubernamental no se hizo esperar. El dirigente
nacional del PSUV, diputado Elías Jaua, fue el primero en disparar contra
Eulogio del Pino al escribir por la red social twitter: “¿Será que olvida que hay un Plan de la Patria aprobado por el voto
popular y hecho ley de la República? ¡Viva Chávez!”. Rafael Ramírez, ex
Presidente de Pdvsa y actual embajador ante la ONU, quién se sintió aludido por
la autocrítica de Eulogio del Pino, también le salió al paso y escribió: “La política petrolera de Chávez es
correcta. La nacionalización le devolvió el petróleo al pueblo. ¡Es su
legado!”.
¡No me defiendas, compadre!
En
defensa de Eulogio del Pino solo salió el hasta entonces Vicepresidente del
Área Económica, Miguel Pérez Abad, quien en una entrevista concedida al portal El Estímulo
admitió la posibilidad de ejecutar un “Plan de
devolución de empresas no estratégicas” al sector privado: “Hay
algunas empresas que están totalmente paradas, que fueron abandonadas y no
pudieron ser recuperadas y, bueno, esos activos de la República que tienen un
propietario, en este caso un propietario privado, estamos mirando para ver
quiénes quieren recuperar sus empresas”.
El
primer vicepresidente del PPSUV, diputado Diosdado Cabello, alzó su voz para
llamarle la atención a aquellos que cuestionaban las expropiaciones ordenadas
por Chávez: “Yo quiero informar desde el
Zulia, para los que les encanta hablar: las líneas estratégicas del Plan de la
Patria siguen intactas, nosotros no vamos a devolver aquí ni una sola de las
empresas que la revolución ha tomado”, fustigó Cabello en un mitin
del PSUV realizado en Maracaibo.
Amedrentado por la lapidaria reacción del ala dogmática
del PSUV, Eulogio del Pino intervino en un acto en el estado Falcón, junto a Diosdado
Cabello y Elías Jaua, pero esta vez desdijo su discurso ante la Cámara
Petrolera: “Han tomado unas declaraciones
en un medio escuálido, las han armado y han tratado de hacer ver que ahora
estamos tratando de privatizar la industria. ¿Cómo es posible que lleguen a
esos extremos? Es parte de la estrategia de división y de generar dudas entre
nuestros trabajadores petroleros, que han sido reivindicados por esta
revolución como nunca antes”.
Para congraciarse con la enfurecida dirigencia del PSUV y
evitar ser defenestrado, del Pino pronunció un discurso acomodaticio ante las
masas de trabajadores presentes en el acto: “Hay
un número de trabajadores del lago (de Maracaibo) que saben muy bien cómo se
recuperó, como estaban en esos portones y ahora tienen un trabajo digno, un
trabajo por sus conquistas sociales y ahora están tratando de decir: No, ahora
PDVSA va a devolver las empresas, reprivatizar y llamar a esa canalla que los
hacía esclavos porque los empleaba y al mes los botaba sin consideración.
Tratan de decir: Ahora van a devolver las empresas. ¡Por favor!”.
Nicolás Maduro
le puso punto final a la diatriba al sentenciar: “Que nadie se confunda ni confunda a nadie, el camino no es el
capitalismo ni las privatizaciones, ni entregarle el país a la derecha ni a la
oligarquía, el camino es más socialismo, más revolución, más poder popular, ese
es el camino nuestro”.
La reacción de los
mercados
El desenlace de esta pugna
entre las tendencias reformistas y dogmáticas en el gobierno de Nicolás Maduro no
ha sido bien recibida por los mercados. Según Bloomberg, los operadores
de primas de riesgo crediticio consideran que estos cambios aumentan la
probabilidad de que Venezuela declaré un default en el pago de su deuda
externa. Por eso, el costo de asegurar los bonos venezolanos ante un eventual impago
subió 5,83 puntos en esa semana.
Los
tenedores de la deuda venezolana se sentían cómodos con Pérez Abad. Los
inversionistas lo tenían como un interlocutor válido que lejos de apelar a
dogmas y consignas comprendía los problemas económicos que tenían que ser
resueltos para recuperar la cotización de los bonos de la deuda venezolana en
los mercados. Sin embargo, la decisión de sustituir al empresario revierte la
tendencia de los últimos meses, cuando el valor de los seguros y derivados
financieros de la deuda venezolana se había reducido como reflejo de la
recuperación de los precios del petróleo, de las expectativas de nuevos
ingresos en divisas a raíz de la apertura del Arco Minero a la inversión
extranjera y de la voluntad política del gobierno de priorizar el pago de la
deuda externa.
Marchas y contramarchas
caracterizan la gestión gubernamental: la anulación del ajuste de las tarifas
de telecomunicaciones, las tensiones debido a la solicitud de Sudeban para
que los bancos entreguen las base de datos de sus clientes, el estira y encoge
con el aumento del pasaje urbano e inter-urbano, los mensajes contradictorios
al sector privado nacional e inversionistas extranjeros, los llamados al
diálogo político en medio de un discurso insolente y ofensivo, revelan las
contradicciones en un gobierno en el que los debilitados sectores reformistas y
los fortalecidos sectores radicales pugnan por imponerse.
Esto comprueba una vez más que el gobierno de la economía
carece de liderazgo y la coordinación de políticas macroeconómicas y
sectoriales brilla por su ausencia. Cada ministro maneja su área (fiscal,
monetaria, cambiaria, precios o sectorial) como si fuera un feudo, sin unidad
de criterios que asegure coherencia en la acción del gobierno en materia
económica. Prevalece la inercia y cuando se toman medidas estas carecen de una
visión de conjunto y su impacto termina mediatizado o anulado.
La destitución de Pérez Abad es un triunfo de los
sectores más dogmáticos y retrógrados del gobierno que no comprenden la
naturaleza de la crisis económica que sacude a Venezuela. En lugar de
identificar las causas internas de la caída del PIB, la escasez, el
acaparamiento, la especulación y la inflación, se obstinan en atribuir esta
problemática a una guerra económica
desplegada por factores externos que conspiran contra el gobierno para provocar
la caída de Nicolás Maduro.
Pero la economía no responde a
consignas ideológicas sino a incentivos. Radicalizar posturas a favor de
los controles y la estatización aleja la inversión y cierra la posibilidad de
reactivar la producción para enfrentar la grave escasez que pulveriza la base
de apoyo social del gobierno. Por su incapacidad para entender la naturaleza de
la crisis actual, las torpezas de la nomenklatura oficialista que pretende
atornillar a Nicolás Maduro en la silla presidencial se revertirán contra él y terminarán
cavándole su propia fosa. @victoralvarezr
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