viernes, 22 de mayo de 2015

Control de cambios: de los buenos propósitos a los malos resultados


Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

Hace 12 años el Ministerio de Finanzas y el Banco Central de Venezuela, a través del Convenio Cambiario Nº 1, aprobaron una política de control de cambios y decidieron centralizar en el instituto emisor la compra y venta de divisas en el país, con base en los siguientes considerandos:

·        Que la disminución de la oferta de divisas de origen petrolero y la demanda extraordinaria de divisas, ha afectado negativamente el nivel de las reservas internacionales y el tipo de cambio, lo cual podría poner en peligro el normal desenvolvimiento de la actividad económica en el país.

·        Que se ha evidenciado una sustancial reducción de las exportaciones de la industria petrolera nacional, lo cual ha afectado significativamente las cuentas de la nación.

·        Que es necesario adoptar medidas destinadas a lograr la estabilidad de la moneda, asegurar la continuidad de los pagos internacionales del país y contrarrestar movimientos inconvenientes de capital.

A los largo de estos doce años el país recibió los ingresos más altos en toda su historia. La renta petrolera entre 2003-2014 supera los $ 750 millardos, en comparación con $ 347 millardos que el país recibió entre 1959-1998, cuando era impensable que los precios del petróleo llegaran ni siquiera a 50 $/barril. Pero justo ahora, cuando los precios del petróleo se han desplomado, queda al descubierto que el control de cambios no aseguró el ahorro de divisas necesario para encarar el actual contexto de restricciones presupuestarias. Los propios datos del BCV demuestran que ninguno de los buenos propósitos atribuidos al control de cambios se cumplió. Por el contrario:

·        El control de cambios no pudo detener la fuga de capitales. Según datos del BCV, la salida de capitales entre 2003-2014 ascendió a $ 176 millardos, toda vez que el anclaje cambiario estimula una exagerada demanda de divisas preferenciales que ha mermado las reservas internacionales, las cuales apenas alcanzan para cubrir un trimestre de importaciones

·        El control de cambios no estabilizó el precio de la divisa. La TCO se devaluó de 1,6 Bs/$ en 2003 a 6,3 Bs./$ en 2014, equivalente al 400 %. Como la demanda insatisfecha se desplaza al mercado paralelo esta cotización sube y llegó a superar los 200 bolívares, mientras que el Simadi no baja de 170 Bs/$, equivalente a 26 veces la tasa Cencoex. Semejante brecha es un perverso incentivo para los cazadores de rentas que logran capturar el dólar barato para luego venderlo más caro.

·        El control de cambios disolvió el poder de compra del bolívar. Lejos de proteger el valor del otrora bolívar fuerte, con cada macro devaluación la capacidad adquisitiva del bolívar se disolvió. La enorme brecha entre los diferentes tipos de cambio alteran y corrompen el sistema de precios, toda vez que -ante la incertidumbre de tener acceso a la tasa Cencoex o Sicad-, los costos de reposición se calculan con base en el dólar paralelo, que sigue siendo la base de cálculo para la fijación del PVP de muchos bienes.

·        El control de cambios instauró una ruinosa sobrevaluación. Al anclar la TCO y no corregir el diferencial inflacionario entre Venezuela y sus principales socios comerciales, el poder de compra externo de bolívar se ha sobrevaluado, lo que facilita toda clase de importaciones que arruinan la producción nacional. Además castiga la competitividad cambiaria de las exportaciones no petroleras, lo cual agrava aún más la vulnerabilidad externa y debilita las reservas internacionales.

·        El control de cambios causa la desindustrialización. El anclaje cambiario implanta una tendencia importadora que desplaza la producción agrícola e industrial que no pueden competir con importaciones subsidiadas con un dólar oficial barato. La caída de la producción y de las exportaciones no petroleras conducen a la desindustrialización y reprimarización de la economía. El desmantelamiento del tejido productivo y funcionariza la fuerza de trabajo que tiende a vivir de ingresos que no son fruto del esfuerzo productivo.

·        El control de cambios estimuló la dolarización. Las transacciones de bienes de valor se calculan y realizan con base en el dólar paralelo. Adicionalmente, el auge inflacionario obliga a preservar el poder de compra de los ahorros comprando dólares y esta presión de demanda encarece aún más el paralelo.

El Ministerio de Finanzas y el BCV, al fijar conjuntamente la tasa de cambio, toman decisiones que repercuten e influyen sobre los costos de los productos importados, los flujos de inversión nacional y extranjera, el comportamiento del PIB, la remuneración en bolívares de los exportadores, la capacidad de pago de la deuda externa, el nivel de reservas internacionales, etc.

Al complicar el control de cambios con el régimen de cambios múltiples, se estimularon y multiplicaron las prácticas de sobrefacturación de importaciones, subfacturación de exportaciones, empresas de maletín y “raspacupos” que defraudan a la nación con sobreprecios e importaciones ficticias debido a la falta de transparencia con la que se asignan las divisas, las licencias de importación y los CNP, CIP.

Si se quieren resultados distintos no se pueden seguir haciendo las cosas de la misma manera. Es hora de abandonar el régimen de cambios múltiples y de evolucionar hacia un tipo de cambio único que exprese la verdadera productividad del aparato productivo nacional. Es así como se podrán erradicar los incentivos perversos a la especulación cambiaria y la corrupción, estabilizar la tasa de cambio, recuperar el poder de compra del bolívar y fortalecer las reservas internacionales. El control de cambios luce totalmente agotado y debe ser superado.

De la maldición de la abundancia a la bendición de la escasez

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

Los países que se dedican a la extracción y exportación de petróleo, minerales y materias primas reciben una caudalosa renta que les permite importar lo que deberían producir internamente para satisfacer sus necesidades. Es como si a través de las importaciones estuvieran condenados a devolverle al resto del mundo el plusvalor internacional que captan por la exportación de petróleo y otros  recursos naturales.

China y el extractivismo-rentista

China se ha convertido en la gran fábrica del mundo y tiene la mirada puesta en los recursos naturales de América Latina. A través de inversión directa, licitaciones o acuerdos con gobiernos latinoamericanos, el gigante asiático invierte cuantiosos recursos para asegurarse las materias primas y recursos energéticos que necesita para sostener su impetuoso crecimiento. También invierte en grandes obras de infraestructura para facilitar su comercio y transporte. En Nicaragua, por ejemplo, China está financiando la construcción de un canal interoceánico para acortar las distancias entre los países del Atlántico y el Caribe. Desde 2008 le ha desembolsado a Venezuela más de 50.000 millones de dólares para financiar una amplia gama de proyectos, incluyendo la extracción de petróleo en la Faja Petrolífera del Orinoco. Venezuela paga a China con la exportación de 524.000 barriles diarios de crudo y derivados, volumen que se plantea aumentar a un millón de barriles por día en 2016.

Si bien es cierto que la demanda china de minerales, materias primas agrícolas, insumos básicos, petróleo y recursos energéticos ha contribuido a que el impacto de la crisis económica global no golpee con tanta fuerza a Venezuela, limitarse a ser un simple proveedor de materias primas y energía a la gran potencia asiática sería prolongar el modelo extractivista que impiden una solución estructural al problema del subdesarrollo y la pobreza.

El extractivismo es un modelo de acumulación a través del cual se impone un proceso de división internacional del trabajo determinado por las demandas de materias primas y energía de las grandes potencias industrializadas. En este esquema, unos países se limitan a ser simples proveedores de materias primas y energía, mientras que otros dominan los procesos de transformación industrial. El modelo extractivista no se limita solo a los minerales o al petróleo, sino que se extiende al extractivismo agrario, forestal y pesquero, actividades que proveen a los países industrializados de las materias primas que luego les compramos como productos de consumo final a un precio mucho mayor.   

En Venezuela, el PIB se ha sustentado en el comercio importador, los servicios financieros y las telecomunicaciones, pero se han rezagado la agricultura e industria, que son precisamente los sectores que proveen a una sociedad de los alimentos, vestido, calzado, medicinas, maquinarias y equipos que resultan insustituibles a la hora de satisfacer las necesidades básicas y esenciales. Nuestro país sufre la paradoja de ser un país rico en materias primas pero pobre en tecnologías para transformarlas en productos de mayor valor agregado.

Superar el extractivismo y su secuela de subdesarrollo y pobreza implica condicionar el financiamiento y la inversión a procesos de transferencia de tecnología, calificación del talento humano nacional, asistencia técnica a la Pymes y máxima incorporación de contenido nacional en los proyectos de inversión. De lo contrario seguiremos atrapados en el círculo vicioso de aumentar la extracción de petróleo para captar una mayor renta y así seguir importando cada vez más, en lugar de encarar el desabastecimiento y la escasez a través de un sostenido impulso a la agricultura e  industria. Al no contar con una economía fuerte que garantice la soberanía alimentaria y productiva, se apela a la renta para importarlo todo. Esto inhibe la diversificación del aparato productivo que, por el contrario, se contrae aún más en los períodos de auge rentístico, toda vez que las importaciones baratas que se hacen con un dólar subsidiado desplazan la producción nacional y nos condenan a depender cada vez más de otros países que reciben nuestro petróleo a cambio de sus productos terminados.

Caída de los precios del petróleo: una bendición para la industria

La caída de los precios del petróleo, al agudizar la escasez de divisas, es al mismo tiempo una enorme oportunidad para relanzar la industrialización de la economía venezolana. Ya no se cuenta con la abundante renta petrolera que propició la sobrevaluación de la tasa de cambio y entronizó una prolongada tendencia a comprarle al resto del mundo lo que bien pudiera producirse en Venezuela. En adelante, las necesidades básicas del consumo interno tendrán que ser cubiertas con productos nacionales.

Toca ahora asumir el reto de levantar una nueva economía capaz de sustentarse en los ingresos que pueda generar su propia actividad productiva, en lugar de seguir dependiendo de las divisas provenientes de la renta petrolera. Los problemas relacionados con la liquidación oportuna de divisas que restringen la capacidad de importación deben ser vistos como una gran oportunidad para relanzar y reimpulsar el desarrollo industrial. No hay que esperar a que reboten los precios del petróleo y se produzca un nuevo auge de la renta, toda vez que la abundancia de dólares es lo que ha pospuesto una y otra vez la industrialización de la economía venezolana.  

Impulsar la manufactura nacional es una necesidad que hoy más que nunca debemos reconocer, sobre todo si tenemos en cuenta el efecto multiplicador que el desarrollo de este sector es capaz de ejercer sobre otras actividades económicas orientadas a generar la oferta de bienes, servicios y empleos destinados a satisfacer las necesidades de la sociedad. Sin lugar a dudas, industrializar la economía venezolana es la clave para transformar la economía rentista e importadora en un nuevo modelo productivo exportador.

La política industrial en la agenda económica

La industrialización no puede ser un proceso que se deje a merced de la mano invisible del mercado, sino un esfuerzo bien planificado que asegure la rápida reactivación de las capacidades productivas y tecnológicas que están cerradas u operando a media máquina. El objetivo de alcanzar la industrialización debe ser un componente fundamental de la política económica orientada al logro de los objetivos de seguridad y soberanía alimentaria y productiva. Esto exige una adecuada coordinación y armonización de la política macroeconómica con las políticas sectoriales, particularmente la agrícola, industrial y tecnológica. El punto de partida radica en desalentar las importaciones para favorecer la producción nacional a través de un tipo de cambio que exprese la verdadera productividad de la economía no petrolera, una política arancelaria y tributaria que proteja el esfuerzo productivo nacional, y una gama de incentivos fiscales, financieros, compras gubernamentales y suministro de materias primas para estimular la inversión productiva y fortalecer las capacidades tecnológicas e innovativas.

Industrializar la economía es la mejor manera de generar empleos no inflacionarios, cuya remuneración tenga como contrapartida la producción de una abundante oferta de bienes y servicios destinados a satisfacer las necesidades básicas y esenciales de la sociedad. Al satisfacer la demanda interna con producción nacional se evita que los ajustes en el tipo de cambio -que encarecen el componente importado y repercuten en la estructura de costos-, desborden las presiones inflacionarias. Es la única estrategia posible para transformar el modelo primario-exportador que nos condenó a ser exportadores de petróleo y materias primas, en un nuevo modelo productivo capaz de sustituir eficientemente importaciones, diversificar la oferta exportable, ahorrar y generar nuevas fuentes de divisas para ser menos dependientes de la renta petrolera.

Los países que han alcanzado un creciente grado de bienestar social han reconocido la importancia de la industria como la fuerza motriz del desarrollo económico. En su proceso de transformación productiva, el crecimiento del sector manufacturero con frecuencia ha sido mayor que la velocidad de crecimiento del PIB, convirtiéndose así en el sector dinamizador del desarrollo económico, lo cual se expresa en un aumento del grado de industrialización, es decir, de la contribución de la industria en la conformación del PIB, en comparación con el aporte de los demás sectores económicos. Según los indicadores internacionales, un país ha logrado su grado de industrialización cuando el sector manufacturero aporta al menos el 20% del PIB. En Venezuela la industria contribuye con apenas el 13 %. Sin lugar a dudas, este el gran reto que el país tiene plateado para superar los problemas de desabastecimiento, escasez, acaparamiento y especulación que tanto malestar generan en la población. 

Medidas cambiarias: necesarias mas no suficientes

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Sin mayor valor agregado el presidente del BCV, Nelson Merentes y el Ministro de Finanzas, Rodolfo Marco Torres ratificaron lo que el presidente Nicolás Maduro ya había adelantado en su presentación de la Memoria y Cuenta 2014. En aquella oportunidad informó que se mantendría la tasa de cambio de 6,30 Bs/$ para alimentos y medicinas; que fusionarían el Sicad 1 y 2 para atender las demás necesidades de la economía;  y, que se activaría un tercer mecanismo para la libre compra-venta de divisas entre privados a través de los operadores de la banca, bolsas públicas y privadas y casas de cambio. Merentes y Torres ratificaron que la tasa de cambio Cencoex se mantendrá a 6,30 Bs/$ para los sectores de alimentación y salud, aunque esta vez se especificó qué las subastas en el Sicad único comenzarán en 12 Bs/$, incluyendo el cupo de viajeros y electrónico que se mantienen en $ 3.000 y $ 300, respectivamente. No se informó cuál será el nivel de partida de la tasa de cambio en el Sistema Marginal de Divisas (Simadi), denominación oficial del tercer mercado.

¿De dónde vendrán las divisas?

Cencoex  y Sicad unificado se alimentarán con divisas provenientes de la renta petrolera y tanto la tasa de cambio como el monto de las divisas serán suministrados y administrados por el gobierno. Pero en el tercer mercado se espera que sea la oferta de divisas privadas las que nutran las operaciones de compra-venta. En el Simadi podrán participar personas naturales y jurídicas que tengan cuentas en divisas en la banca nacional, habrá una restricción diaria de $ 300 máximo para la compra, pero sin límites para la venta, y la tasa  de cambio se irá ajustando según sea la oferta y demanda diaria de divisas. 

Al activar un tercer mercado sin mediaciones del BCV y dejar que sean los mecanismos de oferta y demandas de divisas los que fijen la tasa de cambio, el gobierno espera que se desplacen hacia el Simadi las transacciones que actualmente son realizadas en el mercado paralelo. La posibilidad de negociar en este nuevo mecanismo títulos en moneda extranjera y el regreso de las casas de bolsa sugiere una variante del dólar permuta, a través del cual -utilizando como base títulos denominados en moneda extranjera-, se podrán realizar compras de divisas a la tasa que fije el tercer mercado.

¿Seguirá PDVSA condenada a vender divisas subsidiadas?

El ingreso de Pdvsa seguirá siendo la principal fuente de divisas para el Cencoex y el Sicad. A pesar del colapso de los precios del petróleo, la menor cantidad de dólares será compensada por la mayor cantidad de bolívares que se derivan a raíz de la aprobación de los Convenios Cambiarios N° 30 y 32.

El CC 30 autoriza que "La liquidación de las operaciones de venta de divisas efectuadas por Pdvsa al BCV a los fines de la entrega de bolívares de las contribuciones de la Ley que crea la Contribución Especial por Precios Exorbitantes del Petróleo, se hará a cualesquiera de los tipos de cambio oficial vigente". Si alguna lógica tiene esta medida es la de vender a un precio superior a 6,30 Bs/$ el monto en divisas que Pdvsa entrega al Fonden en su equivalente en bolívares, para que así el gobierno obtenga ingresos adicionales que alivien su déficit fiscal.   

Recordemos que el Fonden es el instrumento a través del cual el gobierno ejecuta un presupuesto paralelo, distinto al que anualmente aprueba la Asamblea Nacional. El Presidente de la República es el único administrador del Fonden, el cual se alimenta de las reservas internacionales excedentarias y de los ingresos que generan los precios extraordinarios del petróleo, por encima de $ 80 el barril.

Pdvsa transfiere una parte de ese excedente en dólares para que el gobierno pague a contratistas y proveedores extranjeros. Pero como el Fonden también necesita bolívares para hacer pagos en moneda nacional, ese monto que recibe en bolívares en adelante lo recibirá se convertirá a una tasa que al menos será el doble de la tasa de 6,30 Bs/$. Así el gobierno dispondrá de más bolívares, incluso si vende menos dólares.

Impacto fiscal

El gasto del gobierno no deja de crecer, la nómina es cada vez mayor y ante el aumento de sueldos y nuevos programas sociales anunciados por el presidente Maduro en su Mensaje Anual a la Asamblea Nacional, la presión sobre los desembolsos de la Tesorería tiene que aliviarse de alguna manera que no sea por la vía de nuevas emisiones de dinero sin respaldo por parte del BCV. Como los ingresos del Fonden finalmente los utiliza el gobierno, el incremento en bolívares que se deriva del CC 30 aliviará el déficit fiscal, más no el déficit de Pdvsa. Este Convenio no aplica para las divisas que genera Pdvsa por la exportación de petróleo, ya que lo único que podría vender son los ingresos correspondientes a los financiamientos, ventas de activos, dividendos, cobros de deudas y por servicios prestados. Por lo tanto, el resto del ingreso en divisas que Pdvsa percibe por la exportación de hidrocarburos los seguirá vendiendo al BCV a la tasa de 6,3 Bs/$.

Con el CC 30 quien sale ganando es el Fonden, toda vez que aumenta sus ingresos al vender a la tasa Sicad los dólares que antes vendía a la tasa Cencoex. Es el Convenio Cambiario N° 32 el que favorece a Pdvsa, toda vez que en su contenido se establece que: "A partir de la entrada en vigencia del presente Convenio Cambiario, la liquidación de las operaciones de venta de divisas efectuadas por Petróleos de Venezuela y sus empresas filiales al Banco Central de Venezuela, derivadas de financiamientos, instrumentos financieros y cobros de deuda, provenientes de actividades u operaciones de exportación y/o venta de hidrocarburos efectuadas en el marco de Acuerdos de Cooperación Energética, se hará a cualesquiera de los tipos de cambio oficiales a que se contraen los Convenios Cambiarios vigentes". 

El CC 32 autoriza a la compañía petrolera a vender los ingresos procedentes de los convenios de cooperación energética a cualquiera de las tasas oficiales. Asumiendo que Pdvsa vende al BCV la totalidad de las divisas derivadas de los  240 mil barriles que diariamente despacha a través de los convenios de cooperación energética, podrá obtener prácticamente el doble de bolívares que antes recibía a la tasa de 6,30 Bs/$.   

El impuesto cambiario

Con los CC 30 y 32, se concreta un gradual pero sostenido incremento del tipo de cambio al que Pdvsa puede vender sus divisas al BCV, lo cual antes solo era posible a la artificial tasa de 6,30 Bs/$.

Si bien es cierto que en cada año electoral los votantes han sido acostumbrados a recibir cuantiosos beneficios derivados del reparto de la otrora abundante renta petrolera, ante el actual colapso de los precios el gobierno no cuenta con tantos recursos y esta restricción presupuestaria seguramente repercutirá en un alto índice de abstención y reducción de su caudal electoral. Los CC 30 y 32, así como las recientes medidas cambiarias, sugieren que en el presente año electoral, el financiamiento de los nuevos programas sociales que fueron anunciados por el presidente Nicolás Maduro se financiarán con las ganancias cambiarias que se deriven de vender el ingreso en divisas a una tasa de cambio mayor.

Nacionalización del comercio exterior y estatización de los canales de distribución

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

La SUNDDE abrió un procedimiento a la cadena Farmatodo, acusándola de incurrir en una "operación morrocoy" para causar malestar e irritación en la población. Los directivos de esta cadena estuvieron detenidos en el SEBIN para explicar la razón de las largas colas en las puertas de sus locales. Farmatodo atiende semanalmente a más de 2.5 millones de clientes a través de 167 farmacias ubicadas a lo largo y ancho del territorio nacional. El gobierno también anunció la ocupación de la  cadena de tiendas Día a Día que vende alimentos y productos de higiene en los sectores populares.

La hermenéutica o explicación de estas medidas hay que buscarla en los recientes anuncios hechos por el gobierno en materia de política cambiaria. En lugar de abandonar el régimen de cambios múltiples y fijar una sola tasa a un nivel que exprese la verdadera productividad del aparato productivo nacional, el gobierno optó por mantener el Régimen de Cambios Múltiples y la tasa de 6,30 Bs/$, a la cual seguramente solo tendrá acceso el gobierno como único importador de alimentos y medicinas. En consecuencia, las medidas contra las cadenas Farmatodo y Día a Día pueden interpretarse como un primer paso hacia la nacionalización del comercio exterior, lo cual requiere a su vez la estatización de los canales de distribución y comercialización.  

El Presidente Nicolás Maduro reconoció que el contrabando de extracción alcanzó el 32% de los productos importados con dólar preferencial o subsidiados por el gobierno nacional. Al referirse una vez más a la guerra económica, denunció que quienes conspiran contra la Revolución Bolivariana pretenden “colapsar el sistema de abastecimiento de la Nación mediante actividades de acaparamiento, especulación y caotización de precios”[1]. Y en una reciente entrevista, Luis Britto García, miembro del Consejo de Estado, recomendó que "El Estado venezolano debería asumir el control de las importaciones como parte de las medidas para contrarrestar la guerra económica"[2]. Al recordar que las empresas de maletín defraudaron a la Nación a través de importaciones ficticias por más de 60 mil millones de dólares en varios años, Britto García afirmó que si el Gobierno Nacional sigue entregando divisas a las empresas privadas "le estarán abriendo la sepultura al proyecto socialista".

Colas y caotización de los precios

Ante la creciente inflación que devora el poder adquisitivo de los salarios, las personas que viven de un ingreso fijo se anticipan y hacen largas colas para comprar toda clase de bienes antes de que suban de precio nuevamente. Y a la expectativa inflacionaria se suma ahora la creciente escasez que induce a comprar más de lo acostumbrado. La incertidumbre de poder encontrar los productos cuando realmente se necesitan refuerza las presiones de demanda, agravando aún más la escasez que sirve de caldo de cultivo para las perversas prácticas del acaparamiento y la especulación en las redes de comercio informal, lo que no ocurre en las cadenas de tiendas con máquinas registradoras supervisadas por el SENIAT.

Debido a la presión inflacionaria que ejerce el desequilibrio entre la pujante demanda y la rigidez de la oferta, el gobierno  apeló al anclaje cambiario como instrumento de política antiinflacionaria. Si bien esto funcionó en los primeros años, el esquema hizo crisis al caer la renta petrolera y retrasarse la liquidación oportuna de divisas. A partir de entonces se activó un mercado que capta la demanda insatisfecha de divisas, originando una creciente brecha entre la tasa de cambio oficial y el mercado paralelo.

Con la implantación del régimen de cambios múltiple, surgieron más incentivos perversos a los cazadores de rentas que buscan capturar los dólares de Cencoex y Sicad I, para luego venderlos más caros en el mercado paralelo. Esta práctica -a todas luces especulativa-, termina anulando el efecto antiinflacionario de la política cambiaria, a la vez que asegura exorbitantes ganancias a los especuladores y corruptos que resultan favorecidos con la asignación de la divisa a la tasa preferencial, pero fijan el PVP con base en el paralelo. Al confundir la inflación con la especulación, el gobierno intenta combatir la caotización de los precios con controles, multas y penas de cárcel que atacan la manifestación del problema pero no erradican sus verdaderas causas.

El control de precios también contribuye a agravar el problema del desabastecimiento. Al congelar el PVP del producto final pero dejar liberados los precios de las materias primas, insumos, maquinarias, fuerza de trabajo, etc., llega un momento en el que los crecientes costos superan a los precios controlados y, al provocar pérdidas, se desestimula la producción, generando la escasez que propicia el acaparamiento y la especulación. Por si fuera poco, los millardarios subsidios a productos de la canasta básica que no llegan al consumidor alteran aún más los precios relativos, lo cual empeora el círculo vicioso del contrabando de extracción, escasez, acaparamiento, especulación, corrupción y dolarización de la economía con base en la cotización del mercado paralelo.

Comprender la naturaleza de la crisis

Las colas en Farmatodo y Día a Día se quedan cortas en comparación con las descomunales filas que diariamente se observan en la red de Farmapatria o Bicentenarios, que suelen estar con muchos anaqueles vacíos y cajas registradoras sin personal. Esta realidad confirma que son muchos los diagnósticos equivocados y, en consecuencia, muchas las políticas equivocadas que se han adoptado.

El gobierno identifica al contrabando, escasez, acaparamiento y especulación como expresión de la guerra económica desplegada por quienes lo quieren derrocar. Pero al no reconocer su cuota de responsabilidad, no logra comprender ni identificar las medidas que tiene al alcance de la mano para superar esta problemática. El análisis superficial del problema y el impacto exagerado que se le atribuye a la llamada guerra económica, reduce la acción gubernamental a medidas muy efectistas pero poco efectivas, toda vez que se agotan en reforzar las regulaciones de precios, extender los controles biométricos, fijar cupos máximos de venta, dosificar las colas según el número de la cédula de identidad o intervenir cadenas de distribución y comercialización. De esta forma solo ataca la manifestación superficial del problema más no está yendo a su raíz. Al prolongar las distorsiones del régimen de cambios múltiples, los rígidos controles de precios y los ineficientes subsidios, el propio gobierno crea las condiciones para que se multipliquen los negocios fraudulentos. Son los autogoles del gobierno los que facilitan nuevos ataques de los conspiradores, contrabandistas y corruptos que lo quieren derrocar.

La caotización de los precios comprueba el agotamiento de los controles de cambio y de precios como instrumentos de política antiinflacionaria. Ya no rinde ningún fruto el enorme sacrificio fiscal que se hace a través de una tasa oficial tan baja, ni los cuantiosos subsidios a bienes y servicios que no han servido para mantener a raya la inflación. De allí la necesidad de reconocer el impacto que han tenido los errores de política económica en la destrucción del sistema de precios relativos. Mientras el gobierno no corte por lo sano y corrija las graves distorsiones que generan tanto el régimen de cambios múltiples, como los rígidos controles de precios y los ineficientes subsidios que estimulan la caída de la producción, el contrabando de extracción y la escasez, se mantendrán las verdaderas causas de las largas colas que tanto malestar están generando en la población.



[1] http://www.correodelorinoco.gob.ve/caracas/maduro-si-se-rompen-fronteras-racionalidad-iremos-al-pueblo/

¿Quién pagará el aumento de la gasolina?


Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
En Venezuela, más de uno piensa que el aumento de la gasolina puede terminar siendo el detonante de fuertes protestas populares, semejantes a las del Caracazo. Como se recordará, aquellos conflictos estallaron como respuesta al programa de ajuste neoliberal que afectó severamente a los trabajadores y agravó los flagelos de la pobreza y la exclusión social.

Según el informe oficial que el gobierno venezolano presentó a la SEC (Security and Exchange Commission), ente que se encarga de supervisar y regular los mercados financieros en los EE.UU., para el año 2013 el número de pobres creció en términos absolutos y relativos. Teniendo como fuente al INE, el informe oficial a la SEC revela que el porcentaje de pobres se mantuvo estable hasta 2011, bajó a 21,2% en 2012, pero volvió a subir hasta 27,3% en 2013.

Estos datos son corroborados en el más reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en el cual se indica que Venezuela registra un incremento en su índice de pobreza de 25,4% a 32,1%. Y estos datos ponen al gobierno a pensar si este es el momento oportuno para sincerar el precio de la gasolina. Sobre todo, tomando en cuenta el costo político que se le suele atribuir a este tipo de medidas en un año electoral, como es el caso de 2015 cuando se elegirá una nueva Asamblea Nacional.

¿Quién gana con el subsidio a la gasolina?

El subsidio a la gasolina es una medida que lejos de favorecer a los sectores populares, en realidad origina una distribución regresiva del ingreso en favor de quienes más tienen.  Al destinar cuantiosos recursos públicos para subsidios indirectos que benefician a pobres y ricos por igual, se comete una injusticia redistributiva, ya que los que más tienen no necesitan que se les subsidie nada.

El costoso subsidio a la gasolina beneficia sobre todo a las familias que tienen dos, tres o más vehículos; mientras que los que no tienen carro y nunca van a una estación de servicio -pero se ven obligados a utilizar un sistema de transporte público cada vez más deficiente-, en nada se benefician de una gasolina prácticamente regalada.  

¿Cuánto cuesta el subsidio?

En Venezuela, un litro de gasolina de 95 octanos cuesta Bs. 0,097, algo más de un centavo de dólar a la tasa de 6,30 Bs/$. En EE.UU o la Unión Europea puede llegar a costar 2 $/litro. En países con gobiernos progresistas y de izquierda como Bolivia, Ecuador, Uruguay o Nicaragua, el galón de 3.78 litros cuesta $ 3.90, por encima de 1 $/litro. En estos últimos países que tienen precios solidarios para la población, llenar un tanque de 60 litros cuesta $ 60. Aquí, 60 litros x 0,097 Bs/litro sale en solo Bs 5,82, menos de 1 $ a la tasa de cambio de 6,30 Bs/$.

Si asumimos como referencia el precio del combustible en países con gobiernos progresistas, esto equivale en Venezuela a un subsidio de $ 60 cada vez que se llena el tanque, lo cual ocurre en promedio una vez a la semana. Si multiplicamos $ 60 por 52 semanas, resulta que por cada vehículo el propietario recibe $ 3.120 de subsidio anual. Y si multiplicamos $ 3.120 por 4 millones de vehículos particulares que circulan en el territorio nacional, el costo de oportunidad –o lo que se deja de percibir- asciende a $ 12.480 millones.

Por si fuera poco, el Ministerio de Petróleo y Minería ha reconocido que más de cien mil barriles diarios pierde Venezuela debido al contrabando de extracción. Cien mil barriles por 365 días al año por 90 $/barril que en promedio fue el precio del petróleo hasta el año pasado, indica que el país perdió anualmente $ 3.285 millones por contrabando de gasolina.

¿Decidirá el gobierno aumentar la gasolina?

Por los supuestos impactos sociales y costos políticos que se le atribuyen al aumento de la gasolina, el gobierno una y otra vez ha convocado un debate para sincerar el precio de los combustibles, sin llegar a tomar ninguna decisión. Si el gobierno nuevamente la pospone, la determinación de un precio justo para la gasolina y el destino de los recursos que por este aumento se generen, podría ser sometido a un referendo consultivo popular, tal como lo plantea el artículo 71 de la CRBV.

Si se deja claro que un porcentaje de la recaudación por el aumento se destinará a la modernización y ampliación de la flota de transporte público en todo el país, y que el precio de los pasajes no se incrementará, la ciudadanía respaldará masivamente la decisión de sincerar el precio de la gasolina, toda vez que se trata de reorientar hacia la inversión social un subsidio regresivo que favorece sobre todo a los que más tienen y que además se ha convertido en el principal incentivo para el contrabando de extracción.

¿Cuánto debería costar el litro?

Según la Ley Orgánica de Precios Justos, un precio justo es aquel que permite cubrir los costos y obtener una ganancia máxima de 30%. Según datos de PDVSA, el costo de refinación es 2,75 Bs/litro y los costos de transporte y distribución rondan 0,35 Bs/litro, para un total de Bs 3,10 en costos. Si a esto sumamos 0,90 céntimos -equivalente al 30% de ganancia-, esto indica que el precio justo de la gasolina no debería bajar de 4 Bs/litro.

¿Y ahora cuánto costará el dólar?


Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

La considerable caída de los precios del petróleo sorprendió al gobierno sin ahorros. El nivel de reservas internacionales es muy crítico y no se acumularon recursos en el Fondo de Estabilización Macroeconómica para encarar los tiempos de escasez. Sin embargo, el gobierno tiene un importante margen de maniobra que -bien identificado e inteligentemente aprovechado-, puede ayudar a compensar el descalabro del ingreso petrolero y evitar un mayor impacto económico y social.

Para empezar, el gobierno puede derrotar el contrabando y la especulación si corrige las distorsiones cambiarias, de precios y los ineficientes subsidios que alimentan los millardarios negocios de especuladores, contrabandistas y corruptos. El producto más caro es el que no se consigue, de qué vale un PVP congelado por debajo del costo si así nadie produce y los bienes esenciales no se consiguen. Es la abismal brecha de precios entre Venezuela y los países vecinos una de las causas más importantes que explica el contrabando de extracción y la escasez.

El impacto de las medidas cambiarias

El Presidente Nicolás Maduro anunció un sistema cambiario que atenderá tres mercados, dejando claro que se mantendrá la tasa de 6,30 Bs/$ para alimentos y salud; pero sin precisar en cuánto quedará la única tasa Sicad para las demás importaciones, ni el precio de la divisa que regirá para el nuevo mercado que se activará a través de las casas de bolsa.

En este último mercado las personas naturales y jurídicas podrán realizar directamente operaciones de compra-venta de divisas, sin intermediación del BCV. El objetivo es estimular una creciente oferta de divisas no petroleras que erradique el dólar paralelo. Pero el logro de este esquivo objetivo dependerá de que no se frene artificialmente la tasa de cambio, como terminó pasando con el Sicad 2. Al inicio, el precio de la divisa en ese tercer mercado seguramente quedará muy alto -por encima del actual Sicad 2-, pero a medida que aumente la oferta de divisas proveniente de la inversión extranjera, la repatriación de capitales, el turismo internacional y las exportaciones no petroleras, este mercado irá encontrando su nivel de equilibrio.

La unificación de los SICAD

Para el análisis del segundo mercado, es importante subrayar que la tasa Cencoex está extremadamente sobrevaluada, Sicad 1 muy sobrevaluado y Sicad 2 luce subvaluada, en comparación con la tasa de cambio de equilibrio que se ubica en torno a 40 Bs/$. En consecuencia, el Sicad unificado tendría que comenzar en un punto intermedio entre las actuales tasas de Sicad 1 y 2. Sobre todo porque ante un bajo nivel de reservas internacionales y el actual exceso de liquidez, un Sicad único al nivel de Sicad I no resultaría confiable ni sostenible y las presiones de demanda en el mercado cambiario harían muy difícil aislar los factores especulativos.

La razón por la cual se espera que la nueva tasa Sicad unificada se deslice gradualmente hacia el límite de Sicad II es que -a medida que el gobierno levante más bolívares por cada dólar que venda en el segundo mercado-, podrá compensar -en términos de bolívares-, el descalabro del ingreso en divisas: menos dólares se venderán más caros. Y al vender los dólares a una tasa mayor, PDVSA podrá aliviar sus finanzas y no tendrá que recurrir a nuevos endeudamientos con el BCV. Así, el instituto emisor recibirá menos presiones para emitir dinero sin respaldo, cuestión que favorecerá la desaceleración de la liquidez monetaria, cuyo desmesurado crecimiento ha desquiciado la inflación.

La suerte del dólar paralelo

Al despejarse la incertidumbre sobre la tasa de cambio, se espera un aumento en la oferta de divisas privadas y un punto de inflexión en el dólar paralelo, el cual tenderá a la baja, tal como ocurrió cuando se reformó la Ley de Ilícitos Cambiarios. Para entonces se activó el Sicad 2 y el paralelo cayó de casi 100 Bs/$ a menos de 70 Bs/$.
Si la sumatoria de la oferta pública y privada de divisas en los tres mercados satisface la demanda, ya no habrá razones para precios tan altos del paralelo y este tenderá a bajar hasta desaparecer. Así, quienes especulan en el mercado cambiario procurarán vender sus divisas antes de que el paralelo caiga a su mínimo nivel.
Pero si la oferta en Simadi es insuficiente la demanda insatisfecha se trasladará al mercad paralelo, cuya cotización seguirá subiendo cada vez más.

¿Quiénes serán los perdedores?

Si se aprendieron bien las lecciones que dejó el anclaje cambiario, el Sicad único no debería ser una tasa de cambio fija, sino permitir su flotación en un sistema de bandas o aplicar un crawling peg con pequeños y periódicos ajustes que eviten la tendencia a la sobrevaluación. Así, la nueva tasa Sicad se iría acercando gradualmente a un nivel que exprese la verdadera productividad del aparato productivo, facilitando la sustitución de importaciones, la diversificación de exportaciones y la transformación de la economía rentista e importadora en un nuevo modelo productivo exportador.

Muy afectadas quedarán las industrias locales de alimentos y fármacos que no podrán competir con unas importaciones subsidiadas a una tasa tan baja de 6,30 Bs/$. Los fabricantes nacionales tienen que contabilizar un crecimiento de los costos domésticos que corren a razón de 56,3 % y casi 70 % en los últimos dos años y así no podrán competir con importaciones tan baratas. Aunque se logre contener la presión alcista de los precios en estos dos sectores fundamentales de la canasta básica, el efecto no deseado es que para lograr la meta antiinflacionaria, se castigarán dos sectores clave en los que se sustenta el logro de la soberanía alimentaria y productiva.  @victoralvarezr

jueves, 14 de mayo de 2015

"ENTREVISTA. "El control de cambios ya no tiene justificación económica y solo se usa como medio de dominación política"

 
                                                                                    
 

“El control de cambios ya no tiene justificación económica y sólo se usa como medio de dominación política”
Por: Mario Villegas
Edición 951 - 04/24/2015

Desde que en el gabinete del presidente Hugo Chávez fue Ministro de Industrias Básicas y Minería, a la vez que presidente de la Corporación Venezolana de Guayana (años 2005 al 2006), Víctor Álvarez se ha rehusado a aceptar ningún otro cargo público. Ya antes había sido presidente del Banco de Comercio Exterior, director de PDVSA y director ejecutivo del Consejo de Desarrollo Industrial.
-Si de algo salí convencido de esos cargos fue de la cantidad de dogmas, mitos y tabúes que tenían encarcelada a mucha de la dirigencia más importante del país -confiesa.
-¿Incluido el presidente Chávez?
-Sí, también, preso o comprometido con muchas ideas viejas. Mi propósito era construir el socialismo del siglo XXI pero con ideas nuevas y es a eso a lo que me he dedicado desde las bases y movimientos sociales.
Álvarez es economista, investigador, profesor universitario, escritor, articulista, conferencista y asesor, así como un convencido militante de la Revolución Bolivariana y del Partido Socialista Unido de Venezuela, desde cuya condición asume sin dobleces posturas muy críticas respecto al manejo gubernamental de la crisis económica que vive el país.
-¿Colapsó el modelo económico instaurado por Chávez o fracasó la gestión de quienes hasta ahora lo han conducido?
-Lo que ha fracasado es el neorrentismo socialista como expresión del modelo extractivista impuesto en Venezuela desde que apareció el petróleo. Ese modelo se manifestó primero a través del capitalismo rentístico, donde la renta petrolera se destinó a impulsar la transformación de la economía agraria en una economía industrial. Ese capitalismo rentístico fracasó y abrió paso a una nueva expresión del mismo modelo extractivista, que es la que yo denomino neorrentismo socialista, donde el énfasis de la distribución de la renta ha sido para financiar la inversión social
-¿Y ese  no es, dicho en otras palabras, el modelo adoptado por Chávez?
-Sí, correcto. En esencia lo que fracasa es el mismo modelo extractivista. No por casualidad, los problemas económicos de la Cuarta República terminaron siendo los mismos en la Quinta. Ahora los tenemos en una escala superior pues la renta es mucho más cuantiosa.
Control de cambios
-¿Es indispensable mantener el control de cambios?
-El control de cambios es una medida coyuntural, temporal, que los países se ven obligados a adoptar en situaciones muy específicas, cuando hay una fuga desmesurada de divisas que amenaza con liquidar las reservas internacionales, cuando esa caída en las reservas deteriora el respaldo de la moneda nacional y pierde poder de compra y se desatan procesos inflacionarios. Esa situación se vivió en Venezuela en 2002 pero desapareció en 2005 y ya en 2006 prácticamente no había razones económicas para mantener el control de cambios.
-¿Existen hoy esas razones?
-Hoy puede que tengamos una baja en el nivel de las reservas internacionales pero el control de cambios se ha mantenido no tanto por razones económicas sino porque finalmente se utilizó como un instrumento de dominación política. Al final han sido nefastos los efectos generados por el control de cambios en su peor expresión, que es el régimen de cambios múltiples, donde coexiste una tasa de cambios muy barata con una muy alta, incentivo perfecto para los cazadores de renta que siempre logran capturar los dólares baratos de Cencoex para venderlos en el paralelo o en el propio Simadi.
-¿A qué plazo debería ser liquidado?
-Si el control de cambios fuese liquidado hoy mismo y el gobierno, en lugar de rematar a 6,30 o a 12 bolívares, vendiera las divisas al precio del Simadi, este empezaría a bajar y el gobierno obtendría los recursos para asegurar las misiones y programas sociales. Es falso que mantener tasas preferenciales tenga  efectos antiinflacionarios. En 2014, la inflación en el sector alimentos fue de 102%, muy superior al promedio de 68% global. El anclaje cambiario está agotado como política antiinflacionaria y no tiene ningún sentido porque ya ese impacto ha sido transferido.
-¿Fue un acierto recortar el cupo en divisas para viajes al exterior?
-Ese cupo es parte de la cultura rentista. La renta petrolera llegó a ser tan grande que no solo alcanzó para la inversión social y los proyectos de los sectores económicos, sino también para financiar los gustos y lujos de las clases medias y altas. Esa medida populista y clientelar se pudo mantener en época de abundancia pero es insostenible ahora que el país va a recibir un tercio del ingreso petrolero de hace dos años. Son privilegios perversos y distorsiones que deben ser corregidos en la transición a la Venezuela post rentista.
 Fedecámaras y misiones
-¿Cómo interpretar el anuncio del presidente Nicolás Maduro de que radicalizará la revolución?
-Si algo necesita el país es un entendimiento entre el sector privado y el público. Ese empeño de destruir la economía capitalista sin haber creado antes una economía comunal, alternativa, socialista o al menos estatal que funcione, terminó siendo el atajo perfecto para esta situación de caída de la producción, desabastecimiento, escasez, acaparamiento y especulación. Se ha desestimulado la inversión privada y los vacíos que esta ha dejado no han sido suplidos y compensados oportunamente por la inversión en la economía social o en la pública, aparte de que lo que hay de economía pública no funciona.
-¿Significa que hay o no guerra económica?
-Cuando uno analiza la causa de la escasez, el acaparamiento y la especulación encuentra que el 70% se debe al agotamiento, desviaciones y errores de la política económica, mientras que 30% se debe a aquellos sectores que adversan al gobierno y juegan a la desestabilización. Quiere decir que el gobierno tiene en  sus manos el 70% de la solución para ganar la guerra económica si toma las medidas fiscales, monetarias, financieras, cambiarias y de precios que debe tomar. Dejaría desarmados a quienes lo atacan, lo quieren desestabilizar y tumbar.
-¿Es necesario dialogar con Fedecámaras y el sindicalismo?
-Es urgente el diálogo con los sectores productivos y laborales. Y hay que reconocer a los gremios que el sector empresarial reconoce. El movimiento empresarial no pone en tela de juicio a Fedecámaras, a Conindustria, a Consecomercio. Son las cámaras que los sectores empresariales se han dado, son sus interlocutores, y si el gobierno quiere hablar con el sector productivo tiene que reconocer a esos interlocutores. Y si el sector privado quiere hablar con el gobierno tiene que reconocer a los interlocutores que este decida.
-¿Están en peligro las misiones sociales?
-Por supuesto que están en peligro si no se recupera el ingreso y si el gobierno no toma las medidas para compensar el descalabro de la renta petrolera. Una muy importante es el aumento de la gasolina.
-¿Por qué no se ha aumentado la gasolina?
-Porque el gobierno sigue preso de tabúes y supersticiones, de creencias limitantes. Le sigue atribuyendo a ese aumento la posibilidad de detonar un conflicto social en momentos en que hay malestar porque la gente está agotada, fatigada de padecer las colas, la escasez, de ver cómo su poder adquisitivo se ha vuelto sal y agua. Otra creencia limitante es la de que el aumento de la gasolina tendría un alto costo político en un año en que se va a elegir la nueva Asamblea Nacional. Paradójicamente, este aumento los podría salvar porque con los 12.400 millones de dólares que el Estado deja de recibir hoy se podría conjurar el peligro que hay sobre las misiones, los programas sociales, reducir el déficit fiscal y sanear las finanzas de PDVSA.
No necesitamos ir al FMI
-¿Ir al Fondo Monetario puede ser una opción para el chavismo gobernante?
-Venezuela no necesita ir al FMI pues tiene un importante margen de maniobra. Si hace lo que tiene que hacer y cuando lo tiene que hacer, puede corregir los desequilibrios que hoy están afectando a la economía nacional y tienen enorme impacto social. Los países van al FMI cuando ya no tienen más nada que buscar. Solo la inacción, la inercia gubernamental y el deterioro de la situación podrían llevar a aplicar un paquete a la usanza del FMI. Si el gobierno no reacciona, no actúa y no hace lo que tiene que hacer, será él mismo el que nos lleve al FMI, y ya sabemos que aun con todo el maquillaje que se les ha dado, los programas del FMI tienen un enorme costo social.
-¿Por qué el BCV no ha dado a conocer las cifras de inflación de este año?
-Porque se ha optado por ocultar el problema creyendo que de esa manera el problema no existe o se resuelve.
Las tres R de Chávez
-¿No teme que por sus posturas críticas se le acuse de contra- revolucionario?
-Mis posiciones, mis críticas y mis demandas son desde la izquierda, son resultado de largos procesos de investigación y expresan el interés y el sentir de los trabajadores, de los sectores populares. Lo que soy es un investigador que se enfrenta a la realidad con un método científico.
-Y si, por el contrario, el Presidente lo invitara a ocupar un cargo ministerial ¿Lo aceptaría?
-No. El aporte que quiero dar es generar un conocimiento revolucionario que permita transformar la economía y la sociedad venezolana para erradicar las causas estructurales del desempleo, la pobreza y la exclusión social. No soy gobiernero para nada, sobre todo porque la revolución en la que creo se hace desde los movimientos sociales y los nuevos procesos de organización económica y productiva, y ahí es donde estoy trabajando.
-¿Pero no hay duda de su apoyo al Presidente?
-Por supuesto, lo que más quisiera es que el gobierno del presidente Maduro fuera exitoso, corrigiera todas las desviaciones y errores que están minando su base de apoyo social y político y erosionando al socialismo como opción humana y como opción para el país. Al final de cuentas, todos estos problemas que el gobierno se empeña en atribuir a la guerra económica son en gran medida producto del desacierto y errores de sus políticas. Si tuviera la humildad de reconocerlos y tomara las decisiones que debe tomar, muchos de estos problemas que hoy sufre la población no existirían. Ahora, creo que el gobierno está muy preso del legado de Chávez, quien dejó un conjunto de medidas como los controles cambiarios y de precios, los convenios de cooperación energética y las reformas al BCV y el Fonden, que en su momento dieron resultado pero que al paso de los años se han agotado. Estoy seguro que Chávez hace rato hubiese aplicado sus tres R y corregido buena parte de estos problemas, así como supo hacerlo en su momento. Aquí creen que eliminar el control de cambios, flexibilizar los controles de precios y corregir lo que ya no funciona es traicionar la herencia de Chávez.
Su recetario
Preguntado sobre el recetario que aplicaría para reflotar la economía nacional, Víctor Álvarez lo enuncia de esta manera:
-Equilibrar la gestión fiscal. Convertir los fondos que en el neorrentismo socialista creamos para gastar dinero, en fondos para ahorrar recursos que nos permitan encarar los tiempos de escasez, como el Fondo de Estabilización Macroeconómica.
-Restablecer la autonomía del BCV en la emisión de dinero y el manejo de las reservas internacionales. Las reformas al BCV condujeron a financiar los proyectos del gobierno con emisiones de dinero sin respaldo y efectos inflacionarios.
-Revisar la cooperación energética con otros países, porque esa política tan solidaria y generosa era imperceptible en condiciones de abundante ingreso rentístico, pero ahora el país no está en condiciones de hacer ese enorme sacrificio.
-Despejar la amenaza de default y evitar el embargo de activos del país en el exterior. Iniciar una agresiva estrategia de recompra de nuestra deuda, cuyos tenedores rematan al 40% porque sienten que Venezuela no va a poder honrarla. Así se reducen los pagos de capital e intereses y se alivian los compromisos.
-Reducir el gasto militar. El decreto de Obama ha exacerbado las reacciones militaristas en el país, pero aunque nos armemos hasta los dientes seríamos barridos en una semana. Demostremos que somos un país de paz y ahorrémonos esos recursos.
-Reorientar las importaciones del estado en favor de la producción nacional. El gobierno gasta de 8 a 10 mil millones de dólares para comprar a otros países alimentos y medicinas que podrían producirse aquí y significar un gran ahorro.
-Reestructurar el componente en divisas de todas las obras contratadas a empresas brasileras, iraníes y bielorrusas, países que si son verdaderamente amigos y solidarios deberían recibir los bonos de nuestra deuda como parte de pago.
-Eliminar el control de cambios, el cual ya no tiene justificación económica y es usado como instrumento de dominación política.
-Aumentar el precio de la gasolina.
-Propiciar un entendimiento entre el sector productivo privado y el sector público.