jueves, 14 de mayo de 2015

¿Retaliación o estrategia para aislar a Venezuela?


Víctor Álvarez R.

Premio Nacional de Ciencias


Se ha dicho que la declaración de Venezuela como “amenaza extraordinaria e inusual” y la “declaración de emergencia nacional” en los EE.UU. son una retaliación desproporcionada e injusta ante las recientes acciones del gobierno de Venezuela en su relación con los EE.UU. Caracas acusó a Washington de propiciar un golpe militar, redujo a 17 personas su personal diplomático en Venezuela y prohibió la entrada a siete políticos norteamericanos, incluidos varios congresistas en funciones.

La declaración de un país como una “amenaza inusual y extraordinaria no puede catalogarse simplemente como un protocolo legal para poder dictar sanciones económicas a unos funcionarios que se extralimitaron y cometieron excesos. En otros países contra los que se han aprobado leyes y órdenes similares se les ha aplicado sanciones más severas. Además de Cuba están Irán, Irak, Libia, Siria, Ucrania, Zimbawe, Nicaragua y Colombia. Las sanciones económicas que se pueden aplicar según la Ley de Poderes Económicos Internacionales de Emergencia permiten regular o prohibir cualquier transacción económica:

ü  Transferencias o créditos bancarios

ü  Importación o exportación de monedas y valores

ü  Operaciones de adquisición, tenencia, uso, transferencia, préstamo

ü  Transporte, importación o exportación de cualquier tipo de derechos.

Por lo tanto, enmiendas a esa Ley pueden incluir restricciones a la importación/exportación de bienes a o desde Venezuela, por lo que no hay que descartar  la posibilidad de un bloqueo comercial o el embargo del patrimonio de Venezuela en EE.UU., sobre todo si eventualmente el país no pudiese pagar a tiempo las indemnizaciones por expropiaciones que ha dictaminado el CIADI. En consecuencia, la declaración abre el camino para una escalada  de sanciones ya no a funcionarios o autoridades de los organismos de seguridad venezolanos, sino en contra del gobierno y del propio Estado.

Campaña de desprestigio internacional

Adicionalmente, la propia denominación de Ley para la defensa de Derechos Humanos en Venezuela facilita la campaña mediática que prepara a la opinión pública internacional para que acepte y respalde las sanciones. Si las instituciones venezolanas se presentan como transgresoras de tratados internacionales, este pretexto sirve para aplicar sanciones que sean respaldadas por otros países.

Desde esta perspectiva, las sanciones impuestas no son acciones aisladas a un grupo de seis militares y una fiscal, sino que forman parte de una sofisticada estrategia para hacer ver al Estado venezolano como un Estado forajido, con instituciones corrompidas. Las sanciones impuestas serán presentadas por los medios internacionales no como castigo a unos funcionarios que presuntamente cometieron excesos en el desempeño de sus funciones, sino como pruebas de la supuesta política represiva que aplica el gobierno y como evidencia de la descomposición que sufren las instituciones que ellos representan. De no ser por ese propósito, no habría sido necesario catalogar a Venezuela como una amenaza a la seguridad de los EE.UU.

Quienes critican al Gobierno de Venezuela argumentan que, en lugar de criminalizar a los líderes de la oposición, un Estado democrático debe garantizar su participación en la vida política del país, así como los derechos humanos de quienes declaran formar parte de la oposición. Las detenciones y excesos policiales que se han cometido, en lugar de bajar la creciente tensión política que vive el país, acumulan una masa crítica de eventos que facilita la campaña internacional en contra del gobierno. En el mundo económico se encarceló a los directivos de la cadena de tiendas “Farmatodo”, de la red de supermercados “Día a Día” y dueños, gerentes o directivos de otras empresas que han sido acusadas de acaparamiento y especulación. Se considera que la presunción de inocencia ha sido vulnerada al privar de libertad a las personas acusadas, toda vez que el encarcelamiento es de hecho una medida punitiva y no una medida cautelar.

Objetivo: el aislamiento internacional

Todo eso se junta y es proyectado internacionalmente como el recrudecimiento de la represión y la violación de los derechos humanos en Venezuela. En momentos tan difíciles, el respeto de los derechos y libertades fundamentales, así como un diálogo constructivo y respetuoso entre gobierno y oposición es lo que más puede ayudar a Venezuela a evitar una grave crisis de gobernabilidad que ponga en peligro la continuidad democrática.

De cara a la legitimidad de las elecciones parlamentarias, en lugar de añadir más tensiones de lado y lado, gobierno y oposición están llamados a restablecer el diálogo político a partir de una responsabilidad compartida en la adopción de un cuerpo básico de medidas económicas que permitan superar los actuales problemas de escasez e inflación, abriendo la participación activa y protagónica de todas las fuerzas políticas en defensa de la democracia y el Estado de Derecho.

Se impone acordar una agenda de interés nacional respaldada por gobierno y oposición, con el fin de asegurar la urgente solución de los principales problemas que afectan a la población venezolana. Ambos sectores acordarían las medidas necesarias para sanear la económica y evitar una crisis de gobernabilidad que obligue a declarar un estado de excepción y suspender las elecciones parlamentarias.

La solidaridad de Unasur

En este empeño por aislar a Venezuela, el país está recibiendo un creciente apoyo de los gobiernos latinoamericanos a través de la Aba y Unasur, el cual seguramente será ratificado en la Próxima Cumbre de las Américas, prevista para el mes de abril en Panamá. La presencia de Unasur como facilitador del diálogo y distensión nacional hoy más que nunca es necesaria para impedir la desestabilización contra un gobierno que ha sido uno de los principales promotores de la nueva integración latinoamericana que hoy pretende ser debilitada y desarticulada.

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