jueves, 14 de mayo de 2015

¡Amenaza extraordinaria e inusual!


Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

El gobierno de EE.UU. declaró a Venezuela como una amenaza extraordinaria e inusual. ¿Por qué Obama toma esta decisión después de reconocer que el empeño por aislar a Cuba durante más de 50 años, lejos de doblegar la Revolución, estimuló la solidaridad con el pueblo cubano y la condena de los EE.UU. en la ONU?.

Subyace en esta decisión la preocupación de Washington por la influencia que Venezuela ha ejercido en la integración latinoamericana a través de la palanca petrolera. Ahora que los precios del petróleo se han desplomado y Venezuela tendrá limitaciones para mantener al mismo nivel los convenios de cooperación energética, el gobierno de los EE.UU. va por la estocada final que dé al traste con la "petro-diplomacia bolivariana" y su gran influencia sobre los países que forman parte de PetroCaribe, Alba, Unasur y Celac.

Adicionalmente, como  el reinicio de las relaciones diplomáticas no significa el fin automático del bloqueo contra Cuba, el cual es un mandato de las leyes Torricelli y Helms-Burton que solo pueden ser derogadas por el Congreso, Obama quiere despejar las complicadas negociaciones con los republicanos que controlan la mayoría parlamentaria para levantar las sanciones contra Cuba, a cambio de sanciones más severas contra Venezuela. Por eso, justificar la declaración de “amenaza extraordinaria e inusual” como un requisito formal para imponer sanciones a funcionarios de otro país, es en realidad un pretexto para imponer por la vía rápida sanciones más severas, allanando los requisitos que impone el Congreso. En esencia, se trata de una acción para hacer ver al Estado venezolano como un Estado forajido, con instituciones corrompidas. Las sanciones impuestas serán presentadas por los medios internacionales no como castigo a unos funcionarios aislados, sino como evidencia de la descomposición que sufren las instituciones que ellos representan. De no ser por este oscuro propósito, no habría sido necesario catalogar a Venezuela como una amenaza a la seguridad de los EE.UU.

Esta acción sabotea la gestión de diálogo emprendida por Unasur y puede entorpecer la solución democrática de las tensiones internas. Se trata de una maniobra para obligar al gobierno a declarar un estado de emergencia que lleve a suspender las elecciones parlamentarias. Esto sería aprovechado para desatar una campaña de desprestigio internacional, haciendo ver la medida como una arbitrariedad que conculca los derechos democráticos de los venezolanos. Por eso, el gobierno no puede caer en la trampa de suspender las elecciones. La presencia de Unasur como facilitador del diálogo y distensión nacional hoy más que nunca es necesaria para impedir la desestabilización contra un gobierno que ha sido uno de los principales promotores de la nueva integración latinoamericana que hoy pretende ser debilitada y desarticulada.

El gobierno no puede permitir que a la crisis económica se le añada una crisis política. Los problemas económicos tienen que ser encarados a través de la unificación cambiaria, sincerar el precio de la gasolina, restablecer la autonomía del BCV en la emisión de dinero y administración de divisas y corregir la rigidez de los controles de precios. Si con el petróleo a 90 $/b hubo escasez de divisas, al caer a menos de 60 $/b los problemas de escasez, acaparamiento y especulación se agravarán sin el gobierno sigue posponiendo las medidas que urge aplicar. Es hora de romper la inercia y actuar para evitar una crisis de gobernabilidad.

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