Víctor
Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
La presencia
de Cuba fue el hecho más importante en la VII Cumbre de las Américas.
Simbólicamente, es un triunfo de la resistencia de América Latina sobre las
pretensiones del imperialismo de intimidar y someter con sus sanciones a los
demás países de la región. Otro hecho relevante fue la solidaridad continental que
recibió Venezuela al ser declarada como una “amenaza extraordinaria e inusual”.
Los países de América Latina y el Caribe, lejos de hacerse eco de la fallida
pretensión de aislar a Venezuela, se pronunciaron y sumaron a la campaña
#ObamaDerogaElDecretoYa que se convirtió en un clamor continental.
En
Venezuela, una sociedad fatigada y descontenta por los crecientes problemas de
escasez, acaparamiento y especulación supo poner como primera prioridad la
defensa del interés nacional. La campaña para recoger 10 millones de firmas fortaleció
el sentimiento nacionalista y unió a partidarios del gobierno, chavismo
descontento, Ni-Ni e importantes expresiones de la oposición.
A EE.UU. le sigue
preocupando la inspiración e influencia bolivariana en la nueva integración
latinoamericana. Por eso, ahora que los precios del petróleo han bajado,
Washington quiere sacar provecho a las dificultades que tendrá el gobierno
venezolano para mantener los convenios de cooperación energética. Esta pretensión
la anticipó el Secretario de Estado, John Kerry, cuando afirmó que "Si
Petrocaribe llegara a caer debido a los acontecimientos en Venezuela, podríamos
acabar con una grave crisis humanitaria en nuestra región".
Como se
sabe, Venezuela exporta 100.000 barriles diarios a los países de Petrocaribe
por un monto de más de
4.000 millones de dólares. De esa factura, 40 % se paga en bienes y servicios y
el 60% se financia a 15-20 años a 2% de interés. Esa política de cooperación
tan solidaria y generosa fue imperceptible para la población venezolana en un
contexto de altos precios del petróleo y abundancia de divisas. Pero ahora que
los precios del petróleo han colapsado y el ingreso petrolero se ha reducido a
un tercio del que había cuando se lanzó el acuerdo de cooperación energética,
el país ya no puede soportar el sacrificio que representa recibir como parte de
pago mercancías que se pueden producir internamente y posponer a 20 años el
cobro de las divisas que necesita para cubrir el componente importado, pagar la
deuda externa y las indemnizaciones pendientes por las expropiaciones realizadas.
Ciertamente, Venezuela ha venido disminuyendo sus envíos a países
de Petrocaribe, incluso a Cuba, razón por la cual el ofrecimiento de Obama no
será rechazado por Caricom al representar una posibilidad de contar con
abastecimiento a mediano y largo plazo, en caso de que la crisis petrolera se
prolongue. Pero tal ofrecimiento luce inviable y antieconómico, ya que EE.UU. -a pesar del aumento de los
crudos de lutitas-, todavía tiene una situación deficitaria: consumen 18,5
millones b/d, pero solo producen 11. Y económicamente es inviable si se tiene
en cuenta que -para recibir el gas del Norte- habrá que armar toda una
infraestructura y eso implica costos que tendrían que asumir las naciones del
Caricom. En todo caso, la vuelta de
EE.UU. a zonas geopolíticas ganadas por Venezuela compite con
estos acuerdos de cooperación energética que, en esencia, son pactos geopolíticos que
no se limitan al suministro de petróleo, sino que se extienden a la ayuda
económica, social y comercial, y a la adopción de posiciones comunes en los
foros internacionales.
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