jueves, 14 de mayo de 2015

La VII Cumbre de las Américas


Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

La presencia de Cuba fue el hecho más importante en la VII Cumbre de las Américas. Simbólicamente, es un triunfo de la resistencia de América Latina sobre las pretensiones del imperialismo de intimidar y someter con sus sanciones a los demás países de la región. Otro hecho relevante fue la solidaridad continental que recibió Venezuela al ser declarada como una “amenaza extraordinaria e inusual”. Los países de América Latina y el Caribe, lejos de hacerse eco de la fallida pretensión de aislar a Venezuela, se pronunciaron y sumaron a la campaña #ObamaDerogaElDecretoYa que se convirtió en un clamor continental.

En Venezuela, una sociedad fatigada y descontenta por los crecientes problemas de escasez, acaparamiento y especulación supo poner como primera prioridad la defensa del interés nacional. La campaña para recoger 10 millones de firmas fortaleció el sentimiento nacionalista y unió a partidarios del gobierno, chavismo descontento, Ni-Ni e importantes expresiones de la oposición.

A EE.UU. le sigue preocupando la inspiración e influencia bolivariana en la nueva integración latinoamericana. Por eso, ahora que los precios del petróleo han bajado, Washington quiere sacar provecho a las dificultades que tendrá el gobierno venezolano para mantener los convenios de cooperación energética. Esta pretensión la anticipó el Secretario de Estado, John Kerry, cuando afirmó que "Si Petrocaribe llegara a caer debido a los acontecimientos en Venezuela, podríamos acabar con una grave crisis humanitaria en nuestra región".

Como se sabe, Venezuela exporta 100.000 barriles diarios a los países de Petrocaribe por un monto de más de 4.000 millones de dólares. De esa factura, 40 % se paga en bienes y servicios y el 60% se financia a 15-20 años a 2% de interés. Esa política de cooperación tan solidaria y generosa fue imperceptible para la población venezolana en un contexto de altos precios del petróleo y abundancia de divisas. Pero ahora que los precios del petróleo han colapsado y el ingreso petrolero se ha reducido a un tercio del que había cuando se lanzó el acuerdo de cooperación energética, el país ya no puede soportar el sacrificio que representa recibir como parte de pago mercancías que se pueden producir internamente y posponer a 20 años el cobro de las divisas que necesita para cubrir el componente importado, pagar la deuda externa y las indemnizaciones pendientes por las expropiaciones realizadas.

Ciertamente, Venezuela ha venido disminuyendo sus envíos a países de Petrocaribe, incluso a Cuba, razón por la cual el ofrecimiento de Obama no será rechazado por Caricom al representar una posibilidad de contar con abastecimiento a mediano y largo plazo, en caso de que la crisis petrolera se prolongue. Pero tal ofrecimiento luce inviable y antieconómico,  ya que EE.UU. -a pesar del aumento de los crudos de lutitas-, todavía tiene una situación deficitaria: consumen 18,5 millones b/d, pero solo producen 11. Y económicamente es inviable si se tiene en cuenta que -para recibir el gas del Norte- habrá que armar toda una infraestructura y eso implica costos que tendrían que asumir las naciones del Caricom.  En todo caso, la vuelta de EE.UU. a zonas geopolíticas ganadas por Venezuela compite con estos acuerdos de cooperación energética que, en esencia, son pactos geopolíticos que no se limitan al suministro de petróleo, sino que se extienden a la ayuda económica, social y comercial, y a la adopción de posiciones comunes en los foros internacionales.

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