viernes, 27 de julio de 2012

Oportunidades y desafíos del ingreso de Venezuela al Mercosur

La política de sustitución de importaciones se ejecutó a través de bajos aranceles a la importación de materias primas y maquinarias, y altos aranceles a la importación de bienes de consumo final, con el fin de proteger la manufactura local de la competencia extranjera. Con la imposición de las políticas neoliberales se desmontó la protección otorgada por el Estado a la producción doméstica, dando inicio a una acelerada apertura comercial y desregulación de las inversiones extranjeras y flujo de capitales. En su formato inicial, el Mercosur se propuso crear un mercado común para la libre circulación de bienes, servicios y personas entre los países miembros. A través de un arancel externo común, los países acordaron abrirse e integrarse entre ellos y protegerse hacia fuera de la competencia de terceros.
La decisión de ingresar al Mercosur
Uno de los principios rectores de la política exterior del Gobierno Bolivariano ha sido enfrentar la agenda neoliberal del Consenso de Washington y profundizar la integración latinoamericana, como única vía para derrotar la estrategia anexionista de las grandes corporaciones transnacionales, interesadas en controlar las fuentes de energía y materias primas del continente y, a la vez, convertirlo en un mercado cautivo para sus exportaciones.
Desde el inicio de su primer gobierno en 1999, el Presidente Chávez anuncio la decisión de gestionar el ingreso de Venezuela al Mercosur. En 2002 se firma en Brasilia el acuerdo CAN-Mercosur y en 2004 Ecuador, Colombia y Venezuela ingresan como miembros asociados según los Acuerdos de Complementación Económica de ALADI. Abortando este proceso, Colombia y Perú deciden firmar primero un TLC con EE.UU., concediéndole a la gran potencia del norte mejores condiciones que a sus socios de la CAN. Esta decisión unilateral provocó la retirada de Venezuela del acuerdo andino y obligó al Gobierno Bolivariano a centrar el interés en el ingreso al Mercosur. En la Cumbre Presidencial celebrada en Montevideo en 2005, se aprueba el Acuerdo Marco con el que se inicia el ingreso formal de Venezuela al Mercosur. Se crea un Grupo Ad Hocpara negociar el Protocolo de Adhesióny convenir los cronogramas para la implementación de la normativa vigente. En 2006 se firmó en Caracas dicho protocolo, el cual entraría en vigor una vez que los parlamentos de los países miembros lo aprobasen. Pero el objetivo declarado del Gobierno venezolano de priorizar la lucha contra el desempleo, la pobreza y la exclusión social -por encima de la inercia neoliberal interesada en firmar los TLC-, desató férreas resistencias a la incorporación de Venezuela al Mercosur. Desde entonces el Senado de Paraguay se dedicó a impedir este proceso.

“Los gobiernos van de cumbre en cumbre mientras los pueblos van de abismo en abismo”
En cada cumbre presidencial Venezuela reclamó tiempo para abordar los problemas que realmente afectan la vida de los pueblos, tales como el desempleo, la pobreza y la exclusión social. “Los gobiernos van de cumbre en cumbre mientras los pueblos van de abismo en abismo” solía Chávez denunciar. Esta prioridad en lo social está en abierta contradicción con el objetivo de las transnacionales de explotar, sin mayores controles, las ventajas comparativas asociadas a la fuerza de trabajo barata y la abundancia de recursos naturales y energéticos de los países latinoamericanos. Es la idea neoliberal de la integración de los mercados la que se estrella con la propuesta de la integración de los pueblos. Esa y no otra fue la verdadera razón para impedir la incorporación de Venezuela. Tras la suspensión de Paraguay debido a la maniobra orquestada para derrocar al Presidente Lugo, fue posible remover el único obstáculo que impedía el ingreso de Venezuela como miembro pleno del Mercosur.
Las oportunidades en el Mercosur
Si bien los encuentros bilaterales con los países del Mercosur revelaron el potencial de un intercambio comercial inexplorado y desconocido, Venezuela no puede ir al Mercosur a presentarse solamente como un mercado abierto, dispuesto a comprar todo lo que se le ofrezca.
Venezuela es un país rico en recursos petrolíferos, gasíferos y minerales, pero pobre en capacidades tecnológicas para transformarlos en productos de mayor valor agregado. Lo más importante es saber aprovechar la oportunidad que se presenta para complementar capacidades y recursos en función de impulsar un nuevo tipo de integración económica basado en la transferencia de tecnología, calificación del talento humano nacional, asistencia técnica a la economía social e incorporación de un creciente valor agregado nacional en los proyectos de inversión. Solo así la integración de Venezuela al Mercosur contribuirá a transformar una economía rentista e importadora en un nuevo modelo productivo que permita generar trabajo digno y bien remunerado, sustituir eficientemente importaciones y diversificar exportaciones hacia los mercados que ofrece Mercosur.
El Gobierno del Presidente Chávez siempre se ha opuesto a cualquier acuerdo comercial que ponga en peligro el débil aparato productivo local y los empleos que allí se generan. Con acuerdos únicamente comerciales, que mantienen las causas estructurales de la explotación del ser humano y la depredación de la naturaleza, no será posible avanzar hacia una auténtica integración que se traduzca en una mejora de la calidad de vida y el bienestar de la gente. No se trata solo de una integración de los mercados. La integración más importante tiene que ser protagonizada por los pueblos. Solo así se podrá acortar la distancia entre los ciudadanos y sus gobiernos, y hacer de la integración latinoamericana un proceso irreversible, independiente de los intereses económicos que las corporaciones transnacionales pretenden imponer.
Los desafíos del ingreso al Mercosur
El ingreso de Venezuela al Mercosur plantea importantes desafíos que es necesario considerar para lograr una integración positiva, que potencie las capacidades y recursos que el país posee a partir de una relación ganar-ganar con los demás integrantes del acuerdo. Entre los desafíos más importantes se destacan:
·      Inestabilidad financiera y monetaria por la crisis capitalista global mundial, la cual inevitablemente repercute en los procesos de complementación económica debido a las manipulaciones de los tipos de cambio y los diferenciales de tasas de interés entre los países.
·         Condiciones y posiciones distintas y hasta contradictorias que pueden mediatizar o anular iniciativas y esfuerzos integradores, limitándolos a declaraciones de buenos propósitos pero sin resultados concretos.
·       Existencia de grandes asimetrías y disparidades debido a las diferencias en el tamaño de los países del Mercosur, desbalance en sus niveles de desarrollo económico, desigual dotación de recursos naturales, humanos, tecnológicos e infraestructura, todo lo cual no puede ser superado a través de la simple liberalización comercial.
·        Grandes cambios geopolíticos a escala internacional capaces de alterar radicalmente las relaciones internacionales y regionales, desafío que impone la necesidad de construir posiciones comunes en otros foros internacionales que repercuten sobre los procesos de integración latinoamericana, tales como OMC, G20, etc.
Esta compleja problemática no será resuelta por la dinámica del mercado, requiere la voluntad política de los gobernantes llamados a impulsar iniciativas solidarias que contribuyan a cerrar tales desequilibrios estructurales. Alcanzar con ellos una unidad de criterios que asegure coherencia en la acción es clave para que la integración de Venezuela al Mercosur contribuya a derrotar el desempleo, la pobreza, la desigualdad y la exclusión social, a partir de un proceso sustentado en el logro de la soberanía productiva e independencia económica, y no solo con base en la inversión social de la renta petrolera. Solo así podrá lograrse el carácter irreversible de la Revolución Bolivariana, al hacerla cada vez menos vulnerable del comportamiento errático del ingreso petrolero.

lunes, 23 de julio de 2012

¿Dónde está la esencia neoliberal en el programa de Capriles?

En la página 11 del documento que Capriles Radonski presentó como “Programa de Gobierno” se lee claramente:
“Avanzar gradual pero sostenidamente en el desmontaje de los controles y las legislaciones que ahuyentan a la inversión”
Recientemente, en declaraciones ofrecidas a Reuters, Ricardo Villasmil, coordinador de su programa de gobierno confirmó que:
“de llegar al poder, Capriles Radonski erradicaría el control a la compra-venta de divisas y mostró su desacuerdo con la existencia de controles de precios”
Ahora bien, qué controles desmontaría Capriles y cuáles serían las consecuencias que sufriría el pueblo trabajador:
1.   Para permitir a los capitalistas obtener crecientes ganancias, desmontarían el control de precios sobre los productos de primera necesitad, atizando así la inflación que devora el poder adquisitivo de los salarios.
2.   Para satisfacer la voracidad del sector financiero especulativo, liberarían las tasas de interés, con lo cual encarecerían los créditos hipotecarios y al consumo, muchas familias no podrían mantenerse al día en los pagos de sus viviendas o vehículos, y sus hipotecas y garantías serían ejecutadas, arrebatándoles sus bienes y dejándolas en la calle, tal como ha pasado en EE.EE. y Europa.
3.   Para satisfacer las ambiciones de los especuladores, erradicaría el control de cambios y prenderían fuego a la inflación, ya que el dólar se dispararía al precio del mercado paralelo, encareciendo las importaciones de materias primas, insumos, maquinarias, alimentos y medicinas que se hacen a 4.30. Semejante incremento en los precios perjudicaría sobre todo a quienes viven de un salario o ingreso fijo.
4.   Para atraer inversiones, los gobiernos neoliberales compiten ofreciendo los salarios más bajos, por eso Capriles eliminaría los aumentos de sueldos por decreto y hasta el salario mínimo, dejando que sea la oferta y demanda de trabajo en el mercado laboral la que defina el nivel de sueldos. Y ya sabemos que con esa ley de la selva los trabajadores llevan todas las de perder y los salarios no dejarían de bajar.
Ese “desacuerdo con los controles de precios” que se lee en el programa de Capriles y que fue confirmado por su asesor, es un verdadero peligro, una verdadera gota de cianuro que puede descalabrar y barrer con todas las conquistas de la Revolución Bolivariana en su lucha contra el desempleo, la pobreza y la exclusión social.
El programa de Capriles no es más que otra arremetida del neoliberalismo que favorece el interés del capital. Tal como se lee en su texto, pretende “el desmontaje de los controles y las legislaciones que ahuyentan a la inversión”.
¿Pero a quienes se refieren con eso de “la inversión”?
1.   La “inversión” son los capitalistas que no quieren controles ni de precios, ni de tasas de interés, ni del tipo de cambio, ni de salarios mínimos.
2.   Los neoliberales se oponen a que el Estado fije máximos ni mínimos de las variables económicas y se empeñan en que sea la mano insensible del mercado la que fije los precios de los bienes y servicios, del dinero, de las divisas, de la fuerza de trabajo.
3.   Rinden culto a las leyes de la oferta y la demanda que favorecen el afán de lucro de los capitalistas a costillas de la explotación del pueblo trabajador y de la depredación de la naturaleza.
4.   Esa “inversión” que Capriles quiere incentivar son las transnacionales extranjeras que NO quieren control de cambios y serían el verdadero gobierno de la oposición, porque Capriles mandaría obedeciendo a las transnacionales del imperio, no mandaría obedeciendo al pueblo.
5.   Esa “inversión” que el candidato de la oposición quiere atraer es la de los capitalistas explotadores y depredadores que no quieren que se fijen salarios mínimos y aborrecen los aumentos de sueldo por decreto, porque lo único que quieren es aumentar sus ganancias reduciendo al mínimo sus costos laborales, pagando salarios de hambre.
6.   Esa llamada “inversión” a la que Capriles quiere incentivar no es más que el capitalismo agonizante, y lo quiere revivir desempolvando el recetario neoliberal que expresa el interés de la burguesía más rancia, esa a la que NO le gusta un Estado fuerte que la controle.
7.   A los neoliberales no les gusta el Estado porque saben que mientras más ganancias obtiene el capital, más impuestos tienen que pagar para financiar el gasto social a favor de quienes menos tienen.
8.   Por eso quieren un Estado pequeño que les salga barato, que para mantenerlo no tengan que pagar muchos impuestos, un Estado reducido a la policía y el ejército para que los cuide. Por eso desmantelarían la estructura del Estado, eliminarían ministerios, institutos autónomos, privatizarían empresas públicas, reducirían brutalmente la nómina de funcionarios públicos y rematarían la mayoría de los activos de la República.
9.   Capriles lo ha dicho claramente en su programa de gobierno: “Detener inmediatamente las expropiaciones y negociar con los afectados con apego a derecho”
10.       Si gana lo privatizaría todo para complacer a sus “inversionistas”, que no son otros que las transnacionales del imperio que quieren adueñarse otra vez de Venezuela, y a los cuales Capriles les vendería a precio de gallina flaca la Electricidad de Caracas, CANTV, el Banco de Venezuela, la red de mercados bicentenarios,  TVes, Sidor, las cementeras, etc.
11.       Y como Capriles ha prometido que quiere “negociar con los afectados con apego a derecho”, tal como lo reconoce en su Programa de Gobierno, seguramente volvería al CIADI, para que sea el derecho del imperio el que le impongan a Venezuela y esos tribunales fallen en contra de la República.
12.       Por si fuera poco, también han dicho que anualmente van a incrementar en 400 mil barriles la producción diaria de petróleo de Venezuela para lanzarlas al mercado petrolero internacional, volviendo a la locura de la PDVSA de Luis Giusti, que incumplía descaradamente las cuotas que Venezuela tenía asignadas por la OPEP, provocando así el descalabro en los precios del petróleo, los cuales han llegado a superara la barrera de los 100 dólares, después de haber caído a 7-8 dólares en los tiempos de Giusti.
13.       Con eso quieren complacer el interés de las grandes potencias que tienen un modelo energético altamente ineficiente y necesitan abundante petróleo, bueno y barato, por eso quieren inundar el mercado internacional con petróleo venezolano, con lo cual descalabraría los precios, afectando el ingreso fiscal petrolero y dejando al gobierno sin recursos para financiar la inversión social.
14.         Se trata de una propuesta muy peligrosa que puede hacer retroceder al país a los alarmantes niveles de desempleo, pobreza, desigualdad y exclusión social que agobiaban al pueblo venezolano en los últimos años de la IV República. Su política petrolera haría inviable a su propio gobierno. Al inundar el mercado de petróleo violando las cuotas de la OPEP, tumbaría los precios del crudo y reduciría drásticamente el nivel de renta petrolera que ha servido para financiar las misiones sociales. Pareciera que no lo entiende y sería capaz de abortar un improbable gobierno suyo, solo para complacer el mandato de las grandes potencias consumidoras de petróleo.   
En el anuncio de esas medidas se aprecia claramenmte la esencia del neoliberalismo salvaje que tanto daño le hizo al pueblo venezolano y que ahora Capriles pretende de nuevo imponer. Pero nuestro pueblo está cada vez más consciente de la amenaza que representa el neoliberalismo y su candidato. Por eso hasta en las encuestas que más lo favorecen lo ven perdedor con una abrumadora desventaja entre 15 y 18 puntos.


miércoles, 18 de julio de 2012

“No es más feliz quien más tiene sino quien menos necesita”

ENTREVISTA FLASH A VICTOR ALVAREZ

1. ¿Qué recuerda de su infancia?
Los paseos con mi papá al río y las películas de lucha libre que veía con él de Santo, Blue Demon, Mil Máscaras, Huracán Ramírez; las partidas de béisbol, las patinatas con los amigos de la cuadra y el encuentro con los primos; los vecinos del pueblo que sacaban sus sillas a la acera para conversar en familia y saludar la gente, el taller de títeres en el Ateneo de Valera, los paseos a Isnotú para visitar el templo de José Gregorio Hernández.
2. ¿Practicó alguna disciplina artística?
Mi contacto con el arte siempre ha sido desde el placer de la contemplación. Pedro Quintero, mi profesor de educación Artística en segundo año de bachillerato, me abrió las puertas al caudal de sentimientos que se asoman a través del arte. Salvador Valero y su arte ingenuo corrió el telón para disfrutar la pintura, con Ramón Palomares descubrí en las gavetas de la alegría y el dolor la palabra sentida de la poesía, y en la adolescencia Alí Primera nos enseñó que la música también podía ser un arma de combate. El gusto por el teatro, la danza, la escultura y otras manifestaciones artísticas ha sido parte de ese proceso de crecimiento personal. Mi práctica ha sido más en el campo de la literatura.
3. ¿Cuál es el mejor libro que ha leído?
Tengo muchos libros en mi altar de los mejores, pero mi preferencia está en la literatura latinoamericana. He leído la obra de Martí, Rubén Dario, Vallejo, Mariátegui, Gabriela Mistral, Alfonsina Storni, Neruda, Cortázar, Borges, García Márquez, Benedetti, Isabel Allende y un larguísimo etcétera. Pero si me pones en una situación de “la vida o el título”,respondería así: novela, “Cien años de soledad” de García Márquez; poemario,“Los Versos del Capitán”, de Pablo Neruda; ensayo, los de José Carlos Mariátegui sobre la realidad latinoamericana.
4. ¿Cuál es su tipo de música predilecta?
Me gusta mucho la canción de autor y me la paso escuchando a Silvio, Pablo, Aute, Serrat, Sabina, Serrano, Ana Belén y Víctor Manuel, León Gieco, Alfredo Zitarrosa. La canción mensaje nunca falta, Víctor Jara, Alí Primera, Inti Illimani, Víctor Heredia. También escucho Jazz, Louis Armstrong, Charlie Parker, Duek Ellington, Dipsie Gillepsie, Sarah Vaughan, Ella Fitzgerald, Glenn Miller, entre otros.
5. ¿Cuál es su lugar favorito?
El esplendor de la montaña nublada, refugiarme en los nidales de nubes, no los cambio por la mejor playa del mundo.
6. ¿Práctica o practicó algún otro deporte? ¿Cuál?
De niño jugué béisbol organizado y en la adolescencia practiqué ciclismo, en mi juventud me incliné hacia el básquet. Fueron mis disciplinas aeróbicas. También práctico el juego ciencia, me gusta el ajedrez.
7. ¿Cuál fue el mejor consejo que recibió? ¿Aún lo aplica?
“Hijo, no es más feliz el que más tiene sino quien menos necesita, lo importante es llevar una vida íntegra y decente”. Me lo dio mi papá y lo convertí en un principio de vida.
8. ¿Qué siente por la Revolución?
La Revolución me inspira a ser útil, es el aliento de mi esperanza por una sociedad de justicia e igualdad, me da la vitalidad que necesito cada día para continuar la vida con la confianza y la alegría de que cada día hay más gente que puede sonreir y ser feliz. La Revolución le da sentido a mi vida.
9. ¿Qué ha hecho por la Revolución?
Toda mi vida he sido un militante de la Revolución socialista. La entiendo como un proceso social que necesita de pequeños y grandes aportes en todos los terrenos. Yo soy un trabajador de las ideas y mi labor se concentra en el plano de la reflexión teórica y la producción intelectual. Mi contribución está en la generación de un nuevo pensamiento crítico, comprometido y leal con la Revolución, que ayude a comprender y profundizar el proceso de transformación económica, política y social para hacer posible la transformación del capitalismo rentístico en un nuevo modelo productivo socialista.
10. ¿Cuál fue su mayor satisfacción profesional y personal?
Me sentí muy honrado cuando el Presidente Chávez me designó Ministro de Industrias y Presidente de la CVG, venía de cumplir otras tareas como Director del Consejo de Desarrollo Industrial, Viceministro de Industrias, Presidente de Bancoex, Director de Pdvsa. Recibí y valoré ese nombramiento como un reconocimiento a la contribución realizada desde esas responsabilidades. Los premios, menciones honoríficas y condecoraciones que he recibido por contribuir a la generación de un pensamiento crítico, revolucionario y transformador también me han dado muchas satisfacciones personales. En lo personal mis mayores satisfacciones están relacionadas con haber aprendido a disfrutar la grandeza de la vida cotidiana, al lado de mi consecuente y bella esposa, mis hijas, la familia ampliada y aquellos amigos que tengo muy bien escogidos y que son un verdadero homenaje a la virtud y los valores.
11. ¿Cómo, dónde y con quién se ve en 10 años?
Me veo consecuente con las buenas causas de la vida que siempre he enarbolado, comprometido con la construcción del socialismo en Venezuela, generando un nuevo conocimiento revolucionario y transformador, me veo haciendo todo esto al lado de mi familia, de mis camaradas y amigos. En 10 años estaremos mucho más cerca de la patria socialista, esa es una construcción que no termina, es un camino, un modo de vida.
12. ¿Cuándo fue la última vez que lloró?
Tengo tres hijas, dos de ellas muy pequeñas, de 5 y 6 años. Y como dijo el poeta: "cuando uno tiene un hijo quiere a todos los hijos del mundo". Hace poco lloré cuando vi un video con unas imágenes terribles de unos niños masacrados y quemados por unas bombas lanzadas por los invasores imperialistas en Afganistán e Irak, me explotó en el pecho un dolor muy fuerte y no pude contener el llanto.
13. ¿Cuál es su poeta y poema preferido?
Pablo Neruda y su poema “Siempre”, que está en “Los Versos del Capitán”. Habla del hombre que supera el fantasma de los celos históricos y recibe a su amada como una mujer nueva, sin criticarle su pasado, la acepta con toda su historia de aciertos y desaciertos y le dice “Tráelos todos/adonde yo te espero/ siempre estaremos solos,/siempre estaremos tú y yo/solos sobre la tierra/para comenzar la vida”. Es hermoso ese poema.
14. ¿Cuál es su película favorita?   
Me pasa igual que con los libros, tengo en mi altar muchas favoritas. “Los camaradas”, sobre el fragor de la lucha obrera, con Marcelo Mastroiani; “El ladrón de bicicletas”, “El hombre de Maisinicú”, una película cubana sobre un revolucionario inquebrantable, “Los Miserables”,basada en la novela de Víctor Hugo; “El cartero de Neruda”, “Corazón Valiente” sobre un mártir de la lucha por la independencia en Escocia que es despedazado con caballos tirando en dirección contraria sus extremidades y muere gritando “libertad”, “Los Puentes de Madisson”; ah, y por supuesto “Camila”, la historia de un amor prohibido entre la joven Camila O´Gorman y el cura Ladislao Gutiérrez en la época de la dictadura de Rosas en Argentina, lo dejaron todo por amor, huyeron pero los atraparon, ella estaba embarazada pero ambos fueron fusilados; a los inquisidores no les importó.     
15. ¿Alguna vez pensó que iba a ser periodista?
No pensé en estudiar para ser periodista pero siempre tuve una práctica como comunicador alternativo. En bachillerato, cuando estaba en el centro de estudiantes, asumía la responsabilidad de redactar las notas de prensa; siempre estaba en los medios, informando; a los 16 años coordinaba la publicación de una página cultural en un periódico local, desde los 18 años he sido columnista para periódicos y revistas nacionales e internacionales; dirigí un programa de economía en televisión, sigo escribiendo para periódicos y revistas impresas y electrónicas; desde hace dos años publico artículos de análisis y opinión mi blog; cumplo una permanente labor de comunicador en prensa, radio y televisión.        
16. ¿Qué le falta hacer por la Revolución?
Mucho con demasiado. Por lo pronto quisiera dar una contribución en el plano de la formación de los nuevos emprendedores socialistas que serán los portadores de las nuevas relaciones sociales de producción basadas en los principios de solidaridad, cooperación, complementación, reciprocidad, equidad y sustentabilidad. Con ese fin estoy trabajando en dos nuevos libros: “El Emprendedor Socialista” y “La Revolución de los Emprendedores”. Serán los constructores del nuevo modelo productivo socialista que se requieren para profundizar la transformación económica y asegurar así el carácter irreversible de la Revolución Bolivariana. Esa será mi próxima contribución, lo que no quiere decir que sea la última.
17. ¿Cuál personaje histórico admira?
Como todo militante socialista y partidario de la revolución admiro a Bolívar, Sucre, Martí, Sandino, Farabundo, Fabricio, el Ché, Fidel. Pero si por alguien siento ahora una profunda y creciente admiración es por el Comandante Chávez. Fuí uno de sus colaboradores y presencié de cerca, en la intimidad, más allá del fenómeno de masas, como a Chávez le duele profundamente el sufrimiento de su pueblo, siente como suyo el drama del desempleo, la pobreza y la exclusión. Admiro el descomunal tamaño de su compromiso con la gente humilde, su determinación de sacrificar su carrera militar, su familia, sus amigos, su vida personal, de comprometer su salud y hasta arriesgar y poner en peligro su vida por dedicarse a hacer la Revolución. Ese sacrificio es expresión de su grandeza humana. Admiro su genio político, su capacidad como estratega.
18. ¿Le habría gustado tener una vida similar a ese personaje de la historia?, ¿Por qué?
Admiramos a aquellas personas que son capaces de hacer lo que nosotros no podemos o no nos atrevemos. Nos asombramos con sus logros, sus conquistas, sus hazañas. Son personajes que nos inspiran a ser mejores seres humanos. ¡Qué más quisiera uno que ser también como ellos y poder dar un aporte extraordinario a la hermosa causa en la que uno cree!. La vida de Chávez es un ejemplo que inspira.  
19. Comparta alguna metáfora de lo que ha vivido
Cuándo estudié en la Universidad de La Habana las relaciones entre Venezuela y Cuba estaban congeladas, debido a la complicidad que hubo por parte de los desgobiernos de Venezuela de la época con los criminales responsables de la voladura del avión cubano. Compartí cinco años de estudio con estudiantes de muchos países del mundo que eran generosamente becados por la Revolución Cubana, la cual se quitaba el pan de la boca para dárselo a perseguidos y refugiados políticos, a luchadores de cualquier lugar de la tierra. Estábamos muy jóvenes y soñábamos con poder retribuir algún día tanto desprendimiento, tanta solidaridad. Ese sueño se cumplió con el triunfo de la Revolución Bolivariana y la hermosa página de solidaridad, cooperación y complementación que se está escribiendo. Y me queda la satisfacción de haber presenciado y participado en muchos de esos primeros encuentros entre Chávez y Fidel, en los que se echaron las bases de esta hermandad y solidaridad revolucionaria que se sigue cultivando. 
20. ¿Piensa usted en la muerte?
Si, claro, pienso en la muerte. Y esa fatalidad de la que nadie se escapa me hace valorar mucho más la vida, a intentar ser cada vez más útil a la humanidad, a mi patria, a mi familia, a mi Revolución. Por eso trato de no perder el tiempo, porque ¿qué no es la vida sino tiempo?. Perder el tiempo es perder la vida, perder el tiempo es la muerte en vida. Por eso siempre que felicito a alguien en su cumpleaños le digo: “y recuerda, la sabiduría está en llenar los años de vida y no la vida de años”.
21. ¿Ha pensado en su epitafio?
“Aquí descansa un hombre íntegro y decente que dedicó su vida a las causas buenas de la humanidad”
22. ¿Qué hecho de la historia de nuestro país le agrada. Le habría gustado participar en ello?
La historia de Venezuela es heróica, llena de grandes momentos en los que cualquiera quisiera haber participado, haber sido testigo. Pero si me tengo que referir a un hecho que al recordarlo realmente me estremece y me embarga de esa sensación de júbilo, de alegría, ese es la Victoria de abril del 2002 contra el golpe de Estado. Qué valentía, que coraje, qué heroísmo cuando el pueblo y la fuerza armada se unieron de manera espontánea, a pesar de la manipulación mediática, y tomaron las calles dispuestos a derramar su sangre, a entregar su vida en defensa de la Revolución Bolivariana y exigiendo la restitución del Presidente Chávez. Ese es un hecho heróico realmente hermoso que nunca me cansaré de conmemorar y celebrar.
23.- ¿Se arrepiente de algo en su vida?
No me arrepiento de lo que he hecho en mi vida, aunque si reconozco que muchas cosas las hubiese podido haber hecho mejor.
24.- En tres palabras, ¿cómo se define?
Soñador, perseverante, íntegro.

jueves, 12 de julio de 2012

Libro "Claves para la industrialización socialista" recibe Mención Honorífica del Premio Internacional Libertador

(Prensa CIM) El Jurado encargado de calificar las obras recibidas para el concurso del Premio Internacional Libertador al Pensamiento Crítico, en su edición 2011, acordó otorgarlo a la obra: "Del reencuentro de Marx con América Latina. En la época de la degradación civilizatoria mundial", del mexicano Jorge Veraza Urtuzuastegui.
Igualmente, el jurado otorgó Menciones Honoríficas del Premio Internacional Libertador al Pensamiento Crítico a las siguientes obras: "Claves para la industrialización socialista", del venezolano Víctor Alvarez, investigador del Centro Internacional Miranda CIM; "Bajo el imperio del capital", del argentino Claudio Katz; "Siembra de Concreto,cosecha de ira", del mexicano Luis Hernández Navarro;  "De CristóbalColón a Hugo Chávez", del venezolano Gerónimo Pérez Rescaniere, y "Los inicios de la tradición iberoamericana de derechos humanos", del mexicano Alejandro Rosillo.La alta calidad de las mismas mereció los elogios y reconocimiento unánime del jurado integrado por Ignacio Ramonet (España/Francia), Mónica Bruckman (Perú), Fernando Martínez Heredia (Cuba), Luis Britto García y Germán Yépez Colmenares (Venezuela).
"Claves para la industrialización socialista" es un análisis crítico del proceso de industrialización en las condiciones del capitalismo rentístico venezolano. El autor cuestiona la sustitución ineficiente de importaciones que condena a los trabajadores y consumidores a adquirir productos de inferior calidad y precios superiores a los importados, pero al mismo tiempo se opone a la apertura neoliberal que somete a los productores locales a una feroz competencia con las importaciones procedentes de las principales potencias industrializadas. Como alternativa entre estas dos opciones extremas, fundamenta la importancia de las políticas industriales y tecnológicas en el contenido de la política económica para profundizar la reactivación, reconversión y reindustrialización del aparato productivo nacional, en el marco de los cambios estructurales en la economía mundial, caracterizados por una incesante relocalización industrial, el auge de las industrias del conocimiento y las tensiones entre los procesos de globalización e integración latinoamericana.
Álvarez, investigador del Centro Internacional Miranda (CIM), define la industrialización socialista como un proceso llamado a sustituir la industrialización basada en la explotación del trabajo ajeno, el uso intensivo de materias primas y energía, la depredación del ambiente y los desequilibrios territoriales, por un nuevo tipo de industrialización basado en diferentes formas de propiedad social, la aplicación de nuevos principios para la justa remuneración del trabajo productivo y la inversión social de los excedentes, el uso intensivo de información y conocimientos científicos y tecnológicos, la preservación del ambiente y el desarrollo armónico y proporcional de las regiones. Con este fin, propone un conjunto de principios rectores de la industrialización socialista e identifica diferentes formas de intervención del Estado para orientar un proceso que no puede quedar sometido a las fuerzas ciegas del mercado. Argumenta que la industrialización socialista debe apoyarse en un Estado en manos de los trabajadores y de la comunidad, sin mediaciones burocráticas de ningún tipo. Solo así será posible impulsar un nuevo tipo de desarrollo industrial, capaz de asegurar una creciente producción de los bienes y servicios que se requieren para satisfacer plenamente las necesidades básicas y esenciales de la sociedad.

miércoles, 4 de julio de 2012

Foro de Sao Paulo. De la desindustrialización neoliberal a la industrialización socialista



XVIII Encuentro del Foro de Sao Paulo
II Seminario sobre Gobiernos Progresistas y de Izquierda
Caracas, 5 de julio de 2012


Venezuela: de la desindustrialización neoliberal

 a la industrialización socialista



Víctor Álvarez R.

Contenido









El extractivismo es un modelo de acumulación basado en la obtención de una renta por la explotación de recursos naturales y energéticos. Lleva a la dependencia de los países ricos en materias primas pero pobres en tecnología, los cuales se limitan a vender tales recursos en lugar de transformarlos industrialmente. Es un modelo depredador del ambiente toda vez que agota los yacimientos o los extrae a un ritmo superior a la tasa de reposición (Acosta, 2011).
Es un modelo de enclave con una actividad aislada del resto de la economía y poco impacto sobre desarrollo endógeno. Coexisten sistemas de alta y baja productividad, baja densidad de empresas industriales por cada mil habitantes, poca diversificación e integración industrial. La mala asignación de los factores productivos distorsiona la dinámica económica. El comercio y los servicios tienden a cobrar más importancia que la agricultura y la industria, que son los sectores en los que descansa la soberanía productiva, toda vez que son los que proveen los bienes que se requieren para satisfacer las necesidades de la población.
Los países con fuerte arraigo extractivista dependen de la captación de renta y no del esfuerzo productivo para satisfacer sus necesidades. La abundancia de divisas tiende a sobrevaluar la moneda nacional. Así resulta más rentable importar que producir. Los productores se transforman en importadores y desplazan a la producción nacional: importan porque no producen y no producen porque importan. La crisis estalla cada vez que los precios del recurso natural se desploman, no ingresa la misma cantidad de divisas y se impone la obligación de devaluar, generando así inflación, desempleo, pobreza y exclusión.
2.  La mentalidad rentista: ¿Qué hacer con la renta petrolera?
La certificación de cuantiosas reservas crea una ilusión de prosperidad. Desde que apareció el petróleo en Venezuela ha sido mucho más fácil devorar la renta comprándole al resto del mundo lo que bien pudiéramos estar generando internamente con nuestro propio esfuerzo productivo. De allí que la mentalidad rentista sea aquella que pretende generar ingresos sin tener que trabajar. Así pues, en los países con modelos extractivistas-rentistas, el ingreso no es fruto de su esfuerzo productivo sino de la explotación de una herencia de la naturaleza. Esta abundante renta permite comprarle al resto del mundo lo que deberían estar produciendo internamente (Mommer, 2004).
La alternativa al rentismo pasa por un profundo cambio cultural. Hay que sustituir la mentalidad rentista que procura captar la mayor renta posible para consumirla, por una nueva cultura de la inversión y del  trabajo. Pero esta inversión no puede ser sólo en infraestructura, también es clave la inversión social y la inversión en ciencia y tecnología. Todas son imprescindibles para poder transformar los recursos naturales que ahora exportamos sin mayor valor agregado, en una producción industrial que permita sustituir importaciones y diversificar la oferta exportable para generar nuevas fuentes de divisas que nos hagan menos dependientes del ingreso petrolero.
Venezuela posee las reservas de crudos más grandes del mundo (OPEP, 2011). De allí la importancia de sembrar el petróleo para impulsar el desarrollo de un sólido aparato productivo, sustituir importaciones, diversificar la oferta exportable y lograr la soberanía productiva que nos permita vivir de nuestro propio esfuerzo productivo y conjurar los traumas que genera el comportamiento errático de la renta petrolera.
La renta petrolera debe tener varios destinos. La “siembra del petróleo” no debe ser vista solo como inversión en autopistas, ferrovías, metros, puentes, centrales termo o hidroeléctricas y demás obras de infraestructura. Este enfoque “desarrollista” fue el que predominó en la IV República anterior a la Revolución Bolivariana, y por eso la inversión de la renta favoreció a las empresas contratistas a las que se les adjudicaban las obras, mientras el desempleo, la pobreza y la exclusión social causaba estragos en la mayoría empobrecida de la población. La inversión en infraestructura es necesaria más no suficientes.
En su determinación por acabar con estos flagelos sociales, la Revolución Bolivariana invierte un porcentaje creciente de la renta petrolera para garantizar el derecho de todos los venezolanas/os al trabajo, alimentación, educación, salud, vivienda, ciencia, tecnología, cultura, deporte, etc. Otro porcentaje significativo es invertido en el Fondo de Desarrollo Nacional (FONDEN) y distintos fondos de desarrollo nacional y patrimonial que minimizan el impacto negativo del comportamiento errático que a lo largo de la historia han tenido los precios del petróleo.
La política de sustitución de importaciones se caracterizó por la transferencia de una parte de la renta petrolera al capital industrial a través de créditos a bajas tasas de interés y largo plazo, protección arancelaria y para-arancelaria, incentivos fiscales, financieros, cambiarios, compras gubernamentales, suministro de materias primas, capacitación de la fuerza de trabajo, asistencia técnica, etc. La inversión pública en la infraestructura básica y servicios de apoyo a la actividad industrial y la creación de un mercado interno a través del incremento de la nómina pública que demanda los bienes producidos por la industria nacional también apoyaron y facilitaron este proceso de acumulación (Álvarez, 2011).
La creación de un mercado cautivo a favor de la producción nacional se logró a través de restricciones cuantitativas, de un régimen de licencia previa, aranceles sobre el valor y volumen de las importaciones, notas o barreras para-arancelarias que prohibían o sometían a licencia previa buena parte de los renglones de importación; aplicación de cupos de importación, todo lo cual restringía la competencia externa en el mercado interno.
La Revolución Bolivariana heredó un sector industrial ineficiente, incapaz de sobrevivir sin la sobreprotección estatal; con unas estructuras de mercado oligopólicas y con altos niveles de capacidad ociosa, cuyo efecto final se manifestó en la imposición de una carga sobre los trabajadores y consumidores, quienes se vieron obligados a pagar mayores precios por artículos de menor calidad.
Con el fin de lograr la soberanía productiva, hay que reimpulsar el proceso de industrialización para sustituir eficientemente el alto volumen de importaciones de productos manufacturados que aún se realiza, así como para diversificar la oferta exportable y generar nuevas fuentes de divisas que nos haga menos dependientes del ingreso petrolero. Pero esta vez hay que hacerlo reorientando los incentivos públicos hacía las empresas de la economía social llamadas a producir valores de uso que satisfagan las necesidades básicas y esenciales de la población, en condiciones de excelente calidad y bajos costos; así como generar un creciente excedente para financiar la inversión social y comunitaria (Álvarez, 2010).
Al contrario de la escasez de divisas que obligó a muchos países a promover la industrialización, en Venezuela se ha realizado en condiciones de un abundante ingreso en divisas provenientes de las exportaciones petroleras. Es la necesidad de legitimar el régimen político de la democracia representativa y la presión por encontrar nuevas formas de acumulación, las razones que en su momento llevan a impulsar la industrialización como un gran proyecto modernizador de interés nacional (Álvarez, 2011).
Por eso, la industrialización por sustitución de importaciones fue un proceso subsidiado por el Estado de la IV República, el cual transfirió parte de la renta petrolera a la burguesía industrial a través de incentivos arancelarios, fiscales, financieros, cambiarios, compras gubernamentales, suministro de materias primas, capacitación técnica, inversiones en infraestructura y servicios de apoyo a la actividad industrial, asistencia técnica., etc. Los abundantes subsidios y la elevada protección de la que gozó la inversión industrial permitieron asegurar altos niveles de ganancia y rentabilidad en un mercado cautivo, resguardado de la competencia de productos importados. Pero los rezagos en calidad, productividad y competitividad de la industria nacional condenaron a los trabajadores a comprar productos más caros y de inferior calidad que los importados.
Y así como se impuso un modelo de protección indiscriminada e irracional que ciertamente hizo posible un mayor grado de industrialización de la economía venezolana, se pasó luego a un proceso de apertura indiscriminada del mercado interno y liberalización generalizada de las importaciones, las cuales comenzaron a desplazar a la producción nacional y a erosionar la generación de empleos productivos.
En lugar de reeditar el proteccionismo a ultranza o la apertura extrema, se trata ahora de reimpulsar la industrialización para transformar el capitalismo rentístico en un nuevo modelo productivo socialista, que asegure la soberanía productiva y erradique las causas estructurales del desempleo, la pobreza y la exclusión social.
La reactivación de la economía nacional no será gracias a la mano invisible del mercado sino obra de una sabia y oportuna actuación del Estado. Lograr y mantener la reactivación de la economía pasa por concentrar el impacto de los incentivos públicos en los sectores con mayor efecto multiplicador: los de más peso en la estructura del PIB que han sufrido una mayor contracción. En Venezuela, la manufactura es el sector que más aporta en la conformación del PIB (15 %) (BCV, 2011).
Por su peso específico en el PIB, cualquier crecimiento o contracción de la industria repercutirá en la dinámica general de la economía y el empleo. La manufactura tiene un gran impacto sobre las cadenas productivas. Hacia atrás demanda materias primas a la agricultura, pesca, forestal, minería, etc. Hacia adelante ofrece bienes intermedios y finales para el desarrollo de otros sectores. Demanda también servicios de apoyo, agua, gas, electricidad, telecomunicaciones, financiamiento, infraestructura, redes de distribución y comercialización. Si crece la industria crecen también estos sectores.
Solo a través de un firme reimpulso a la industrialización transformaremos la economía rentista e importadora en un nuevo modelo productivo capaz de sustituir eficientemente el alto volumen de importaciones, diversificar la oferta exportable y ser cada vez menos vulnerables a los traumas que ocasionan los altibajos del ingreso petrolero. En este sentido, la política económica del Gobierno Bolivariano se propone ir más allá de la simple reactivación económica para plantearse, fundamentalmente, la transformación de una economía rentista en un nuevo modelo productivo socialista.
La idea de lograr el desarrollo a través de un creciente grado de industrialización sigue siendo una gran aspiración en la mayoría de los países de la periferia. Asocian la industrialización al logro de objetivos de modernidad, progreso y bienestar. Otros entienden el desarrollo como la construcción de autopistas, ferrovías, metros, puentes, centrales hidroeléctricas y demás obras de infraestructura.
Generalmente, el impetuoso ritmo que alcanza la actividad industrial viene acompañado por la emanación de gases con efecto invernadero; efluentes líquidos que se vierten en ríos, lagos y mares; y la acumulación de desechos sólidos que terminan siendo una bomba de tiempo. Esto es causa del calentamiento global y de un daño irreparable a la biodiversidad, con su secuela de millares de víctimas debido a las sequías, desertificación y catástrofes ambientales. Por su parte, la inversión en infraestructura es necesaria más no suficiente. El desarrollo tiene que ser sobre todo un proceso que garantice el derecho al trabajo, alimentación, educación, salud, vivienda, ciencia, tecnología, cultura, deporte y demás condiciones en las que se sustenta la calidad de vida, bienestar y felicidad de la gente.
El verdadero desarrollo humano integral solo será alcanzable a partir de un nuevo acuerdo social, político y económico que garantice las condiciones básicas para lograr la mayor suma de felicidad posible para el pueblo. Se trata de construir los grandes consensos en el marco de una sociedad diversa y plural para alcanzar objetivos comunes de bienestar colectivo. Estos acuerdos deben tener como principio rector una relación armoniosa entre los seres humanos y la naturaleza, así como la distribución equitativa de la riqueza generada con el esfuerzo productivo de todos. Se trata de saber vivir para lograr el progreso humano integral, en armonía con la naturaleza y no en conflicto con ella.
En la lógica del capital, el desarrollo se mide a través del PIB. Pobre de aquel país cuyo gobierno no muestre la eficacia de su política económica para incentivar el consumo privado como fuerza motriz del crecimiento económico. Cada caída de la demanda se traduce en una disminución de las ventas y, en consecuencia, en una merma de las ganancias que se materializan en cada transacción.
Desde esa lógica perversa y alienante se le hace el juego a la reproducción del capital. Cada vez que cae el PIB, los gobiernos suelen ofrecer incentivos a la inversión privada, convencidos de que la reactivación de la economía pasa por la recuperación de la demanda agregada, sustentada en la inversión pública y sobre todo en el consumo privado.
Exacerbar el consumismo mercantil para recuperar las ventas y facilitar un ascendente nivel de ganancias que estimule la inversión resulta ser la panacea para reactivar la economía y, supuestamente, generar los empleos que se requieren para combatir la pobreza y la exclusión social. Una paradójica e insostenible noción de desarrollo que se logra al precio de profundizar la explotación del trabajo asalariado y depredar cada vez más la naturaleza (Álvarez, 2012). 
Los recursos naturales son cada vez más limitados, la Tierra no tiene forma de ser ampliada y está cada vez más degradada. La voracidad del crecimiento capitalista se satisface extrayendo de la naturaleza todo cuanto le sea útil para producir mercancías que puedan ser vendidas para lograr más y más ganancias. Según el índice Planeta vivo de la ONU, en menos de 40 años la biodiversidad sufrió una merma del 30% y desde 1998 las emisiones de gases de efecto invernadero se han incrementado en 35 % (ONU, 2011). Es hora de pensar en una nueva noción del desarrollo socialista que supere la lógica del capital, basada en el crecimiento ilimitado del PIB.
La industrialización socialista es un proceso planificado del crecimiento y desarrollo de las capacidades productivas y tecnológicas dedicadas a transformar materias primas en insumos básicos, bienes intermedios y productos de consumo final, con el fin de satisfacer fundamentalmente las necesidades básicas y esenciales de la población.
Es la fuerza motriz para impulsar la transformación de una economía rentista, que casi todo lo importa y poco produce, en una nueva economía independiente y soberana. Es la única estrategia posible para transformar el modelo primario-exportador que impusieron las grandes potencias industrializadas y nos condenó a ser exportadores de petróleo y materias primas por un nuevo modelo productivo capaz de sustituir eficientemente importaciones, diversificar la oferta exportable y, de esta manera, ahorrar y generar nuevas fuentes de divisas que nos hagan menos dependientes del ingreso petrolero.
La industrialización socialista es un componente fundamental de una política económica diseñada para avanzar hacia el logro de los objetivos de seguridad y soberanía alimentaria y productiva. Es la mejor manera de generar empleos verdaderamente fructíferos, cuya remuneración tenga como contrapartida la producción de una abundante oferta de bienes y servicios destinados a satisfacer las necesidades básicas y esenciales del pueblo trabajador.
Además, al satisfacer la demanda interna con producción nacional se evita que los ajustes en el tipo de cambio -que encarecen el componente importado y repercuten en la estructura de costos-, desborden las presiones inflacionarias. Por eso requiere un manejo inteligente de la política macroeconómica y microeconómica; es decir, la fijación de un tipo de cambio que exprese la verdadera productividad de la economía no petrolera; una política arancelaria y fiscal que desaliente las importaciones y favorezca la producción nacional; así como incentivos monetarios y financieros para la inversión productiva.
La industrialización socialista está llamada a superar una menguada y cada vez más cuestionada idea del desarrollo ligada a una promesa de bienestar, felicidad y calidad de vida que, en la práctica, ha reducido esta gran aspiración humana a parámetros mercantiles de crecimiento económico y consumo (Fundación Rosa Luxemburg, 2011).
La idea del desarrollo industrial queda totalmente desdibujada si se sustenta en las mismas prácticas depredadoras de la naturaleza que ha puesto en riesgo la supervivencia del planeta. La industrialización socialista plantea la necesidad de construir alternativas que salgan del patrón impuesto por las grandes potencias a los países de la periferia, el cual los ha condenado al papel de extractores de materias primas y recursos energéticos en un mercado mundial regido por lógicas neoliberales
Durante décadas la noción de país industrializado fue equivalente a la de país desarrollado, pero en la actualidad, la mayoría de esas potencias se han desindustrializado al trasladar buena parte de su actividad manufacturera a China y otros países asiáticos. Los altos costos laborales y la creciente conciencia ecologista en las otrora potencias industrializadas explican la relocalización de su  actividad fabril.
La noción del desarrollo limitada al crecimiento del PIB, inversiones,  consumo, exportaciones, reservas internacionales, ganancias, etc. no ha podido cumplir con la promesa de mejorar la calidad de vida, el bienestar y la felicidad de todos los ciudadanos. El desarrollo no puede ser un fin cuantitativo sino un proceso cada vez más cualitativo, que trascienda las necesidades materiales e incluya la satisfacción de las necesidades intelectuales, emocionales y espirituales de la gente.
La industrialización socialista marca clara distancia con el sesgo economicista del desarrollo, el cual se basa en la explotación de los trabajadores y en la depredación de la naturaleza, consecuencia inevitable de la exacerbación del consumismo capitalista que tiene a agotar los yacimientos de energía y los recursos naturales.
Y, lo más importante, la industrialización socialista tiene que basarse en nuevas formas de propiedad social que liberen al trabajador asalariado de la explotación del capital y creen nuevas formas de democracia económica a través de las cuales sean los propios trabajadores quienes construyan los acuerdos básicos para remunerar su esfuerzo productivo e invertir los excedentes, en función de resolver los problemas de los trabajadores, la comunidad y la propia empresa de propiedad colectiva.