miércoles, 19 de febrero de 2014

El impacto económico de la Ley de Precios Justos

Por: Víctor Álvarez R.

Generalmente, el control de precios se aplica a los productos de consumo final, pero no sobre los precios de la fuerza de trabajo, materias primas,  maquinarias, etc. que se requieren para producirlos. Si los componentes del costo aumentan de manera incesante, pero los precios se dejan congelados, llega un momento en que los costos superan el precio regulado y así ni siquiera las empresas de la economía solidaria podrían producir. Cuando la rigidez de los controles genera pérdidas, se desestimula la producción y reaparecen los problemas de escasez, caldo de cultivo perfecto para que surjan las perversas prácticas del acaparamiento y la especulación. De allí la importancia de revisar periódicamente la estructura de costos y mantener actualizados los criterios con los cuales se fijan los precios. Si esto se tiene claro por parte de los administradores de la ley, y se actúa de manera consciente, flexible y oportuna, no tiene por qué castigarse la producción, ni causar escasez, acaparamiento o especulación. 

Impacto en la eficiencia

No todos los productores tienen el mismo costo, unos son muy competitivos y otros muy ineficientes. Estos últimos argumentarán que es injusto fijar el precio con base en los costos de los productores más competitivos. Pero si el PVP se fija con base en los altos costos de las empresas ineficientes, entonces se castigará al consumidor y se facilitará la obtención de ganancias extraordinarias a los productores que tienen menores costos.

Para favorecer al consumidor, la Ley establece que los precios se fijarán con base en los costos de los productores más eficientes. Pero en lugar de penalizar a los rezagados, más bien se les debe ayudar a mejorar su productividad, calidad y competitividad a través de incentivos de política agrícola, industrial y tecnológica, evitando así que quiebren o sean cerrados. En Venezuela es muy baja la densidad empresarial, predominan los monopolios y oligopolios, por eso se tiende a cartelizar y aumentar los precios de forma desmesurada. El aumento de la producción nacional requiere una política que estimule la creación de miles de empresas de la economía solidaria, sin fines de lucro pero sin vocación de pérdida, que compitan con las empresas capitalistas y las obliguen a bajar sus precios.

Impacto sobre la especulación

No hay que confundir inflación con especulación. La inflación es un fenómeno económico que se manifiesta en un alza generalizada de los precios, debido a un aumento en los costos o por una expansión de la demanda derivada del aumento del consumo privado o del gasto del gobierno. Mientras que la especulación es una práctica ilegal que se concreta en la venta por encima del precio controlado, o en fraudes cometidos con el fin de obtener ganancias exorbitantes. Cuando ocurren aumentos de salarios, en el valor de las materias primas, maquinarias, etc., el incremento en los costos termina trasladándose a los precios. Pero cuando una empresa que recibe dólares preferenciales crea empresas de maletín, simula que son sus proveedoras, a través de ellas importa con sobreprecio, deja afuera el monto de dólares preferenciales equivalente a las mercancías que no ingresó y fija el PVP con base en el dólar paralelo para obtener escandalosas ganancias, allí se está cometiendo un delito de especulación y fraude a la Nación.

A la luz de esta diferencia, queda claro que la Ley de Precios Justos puede ser más útil para enfrentar la especulación que para abatir la inflación. Si la Sundee fiscaliza las empresas que reciben dólares del Cencoex o Sicad, habrá más transparencia en los verdaderos costos, se sabrá lo que se importa con dólar preferencial y, por lo tanto, no se puede vender como si se importara al dólar Sicad o paralelo. Pero la estrategia antiinflacionaria implica estimular la producción, corregir el déficit fiscal, prohibir la emisión de dinero sin respaldo y fijar una tasa de cambio que exprese la verdadera productividad del aparato productivo. Aumentar la oferta nacional de bienes y eliminar las presiones de demanda que surgen del financiamiento monetario del déficit fiscal, son condiciones elementales para derrotar la inflación.

El impacto sobre las Pymes

Una de las debilidades de las pymes se expresa en el crónico retraso de su contabilidad, información exigida por la Sundee en cada fiscalización. Este rezago que pudiera ser considerado solo como un ilícito administrativo, si no se reglamenta debidamente y se deja a la discrecionalidad del funcionario, puede dar origen a sanciones penales. En el caso del acaparamiento, para evitar cálculos arbitrarios que conduzcan a multas y penas injustas, se debe aprobar una providencia que deje claro cuál es el nivel de inventario razonable, de acuerdo a las particularidades de cada eslabón de la cadena. De allí la importancia de ofrecer programas de asistencia técnica a las pymes y de establecer normas transparentes que eviten decisiones sin sustento.

El impacto de esta Ley dependerá de la eficiencia con la que se aplique. Si se administra bien tendremos muy satisfechos a la mayoría de los consumidores que viven de un ingreso fijo, los cuales encontrarán en el mercado una abundante oferta de bienes y servicios de buena calidad y precios solidarios. A su vez, los empresarios tendrán asegurado a lo largo de toda la cadena de producción, distribución y comercialización un margen razonable de ganancias y podrán seguir operando en un mercado con un creciente poder de compra. @victoralvarezr

¿Qué hacer para derrotar la inflación?

Por: Víctor Álvarez R.

La solución a los problemas de inflación y escasez que afectan a los venezolanos la encontramos en el art. 320 de la CRBV, donde se establece que: “El ministerio de finanzas y el BCV contribuirán a la armonización de la política fiscal con la política monetaria, facilitando el logro de los objetivos macroeconómicos. En el ejercicio de sus funciones, el BCV no estará subordinado a directivas del Poder Ejecutivo y no podrá convalidar o financiar políticas fiscales deficitarias”.

Cerrar el déficit fiscal

La primera decisión pasa por retomar la sana práctica de ajustar el presupuesto público a las posibilidades reales de un financiamiento que no genere inflación. Para un gobierno en déficit suele ser una tentación buscar financiamiento rápido en el BCV, a través de la emisión de bonos u otras obligaciones que coloca en el instituto emisor. Pero si esta práctica se prolonga, las consecuencias pueden ser nefastas, toda vez que la expansión de la liquidez monetaria -sin respaldo en la producción de bienes y servicios-, se traduce en un deterioro del poder de compra de la moneda, lo cual se expresa en una creciente inflación.

En toda economía, sea capitalista o socialista, hay una norma básica que se debe respetar para evitar que los precios se desquicien: preservar el equilibrio entre el mercado monetario y el mercado de bienes y servicios. No obstante, los datos del BCV revelan que, al cierre de 2013, los créditos a PDVSA totalizaban Bs. 407.827 millones que, sumados a Bs. 21.254 millones por créditos a otras empresas públicas, se traduce en una enorme inyección de dinero que no está respaldado por un aumento equivalente en la producción. No es difícil de entender: el exceso de dinero a la caza de unos bienes cada vez más escasos es un factor propagador de la inflación.

Ahora bien, cerrar el déficit fiscal y eliminar las emisiones de dinero inorgánico pasa por entender que PDVSA no aguanta más una tasa de cambio de 6.30 Bs/$. No le rinden los bolívares para pagar una nómina de más de 100 mil trabajadores, mantener al día el pago a proveedores, sostener las misiones sociales y cumplir con sus obligaciones fiscales. La sobrevaluación del bolívar y el anclaje cambiario están generando problemas en el flujo de caja de PDVSA que la obligan a endeudarse con el BCV, el cual emite dinero sin respaldo que atiza la inflación. Esta desproporción se aprecia claramente en la relación liquidez monetaria/reservas internacionales, que supera ampliamente el tipo de cambio oficial.

Reactivar la producción

La inflación hay que atacarla reactivando el aparato productivo para generar una abundante oferta de bienes y servicios. Pero el subsidio al dólar oficial se traduce en un subsidio a las importaciones, las cuales desplazan y arruinan la producción nacional. Los retrasos en la liquidación de divisas afectan el ritmo de la producción, generando desabastecimiento y escasez que de inmediato es aprovechada por quienes se dedican a las nefastas prácticas del acaparamiento, la especulación y el contrabando de extracción. Reactivar el aparato productivo interno pasa por fijar una tasa de cambio que exprese la verdadera productividad de la agricultura y la industria, sin que esta necesaria medida sea tergiversada por quienes se oponen al gobierno para sacarle provecho político. Un debate responsable contribuye a sincerar el precio del dólar. Si no se hace pronto, las consecuencias sobre la producción nacional, la  escasez, el acaparamiento y la especulación serán mucho peores.

Oferta complementaria de divisas

Con la reforma de la Ley de Ilícitos Cambiarios se podrá generar una oferta complementaria de divisas en las subastas del SICAD. Esta vendría de tres fuentes principales: 1) La repatriación de $ 16.000 millones, equivalente al 10% de los depósitos de origen venezolano en el exterior que -según datos del BCV-, alcanzan los $ 160.000 millones; 2) La recuperación de las exportaciones no petroleras al nivel de 2006-07, cuando alcanzaron los $ 7.000 millones; 3) Un ingreso en divisas por visitantes internacionales en torno a los $ 2.000 millones (apenas el 25% de lo que gastaron los turistas venezolanos en el exterior). En total, se estaría inyectando una oferta complementaria de $ 25.000 millones que, sumados al presupuesto oficial de divisas de casi $ 43.000, totalizaría una oferta de $ 68.000 millones, cantidad más que suficiente para satisfacer holgadamente las necesidades de divisas del país, cerrar la brecha cambiaria y aliviar las presiones inflacionarias y especulativas.

En lo inmediato, para recuperar las reservas operativas que permitan liquidar oportunamente las divisas que requiere la buena marcha de la producción nacional, se impone centralizar en el BCV los depósitos públicos que se encuentran en el exterior, los cuales alcanzan los $ 130.000 millones; así como depositar en el instituto emisor el total de las exportaciones petroleras.   

Al restablecer los equilibrios fiscales y monetarios y corregir las distorsiones cambiarias, se despejarán las presiones inflacionarias, propiciando mejores condiciones para generar una abundante oferta de bienes y servicios destinados a satisfacer las necesidades básicas y esenciales de la gente. Cumplir con los mandatos constitucionales es la verdadera clave para derrotar la escasez, el acaparamiento y la especulación. @victoralvarezr

Política cambiaria para la transformación productiva


Por: Víctor Álvarez R.


Desde que se implantó el control de cambios, la adquisición de divisas quedó sujeta a las condiciones establecidas por los convenios cambiarios y las providencias de Cadivi. El artículo 27 del Convenio Cambiario N° 1 estableció la venta obligatoria al BCV -al tipo de cambio oficial-, de todas las divisas originadas por las exportaciones de bienes, servicios o tecnologías.

La Ley de Ilícitos Cambiarios fue aprobada en 2005 para castigar a quienes negociaban divisas fuera del control. En 2008 se reformó para añadir la prohibición de divulgar cotizaciones diferentes a la paridad oficial. La otra reforma se hizo en 2010 para elevar los controles y las sanciones. El artículo 21 establece que: “Los exportadores que incumplan la obligación de vender al Banco Central de Venezuela la totalidad o parte de las divisas obtenidas lícitamente dentro de los cinco días hábiles bancarios contados a partir de la fecha de su disponibilidad material, serán sancionados con multa del doble al equivalente en bolívares del monto de la respectiva operación”.

Necesario más no suficiente

En reconocimiento a los gastos derivados de la actividad de exportación, Cadivi autorizó la retención de un porcentaje que inicialmente fue de 10% y actualmente es de 40%. Esta retención es destinada a cubrir los gastos externos del comercio internacional, pero los exportadores también incurren en costos internos, los cuales crecen de manera sostenida debido a la persistente inflación. Esto hace que los 6.30 Bs/$ que el BCV cancela a los exportadores por el 60% restante de divisas, resulte insuficiente para cubrir los crecientes costos internos de mano de obra, materias primas, maquinarias y equipos, transporte, servicios y alquileres. Incluso las divisas para el componente importado tendrían que comprarlas al precio de 14 o más que fijen las subastas del Sicad, para luego tener que venderlas a Bs. 6.30 al BCV, lo cual resulta totalmente absurdo y terminaría por liquidar lo poco que queda de exportaciones no petroleras.

Para activar una oferta complementaria de divisas no petroleras era necesario modificar la Ley de Ilícitos Cambiarios, así como el artículo 11 del  Convenio Cambiario N° 14 y la Providencia N° 113 de Cadivi. Con base en este nuevo marco legal y regulatorio, los exportadores podrán obtener un mayor ingreso en bolívares por cada dólar exportado, en función de cubrir los crecientes costos en moneda nacional, lo cual sin duda se traducirá en un aumento del ingreso en divisas por exportaciones no petroleras.

La transformación productiva  

La transformación de una economía rentista e importadora en un nuevo modelo productivo exportador comenzará a concretarse a medida que las necesidades en divisas de los diferentes sectores económicos, puedan ser cubiertas por el ingreso que ellos mismos generen con sus exportaciones de bienes y servicios con un creciente valor agregado nacional. De allí la importancia de avanzar hacia una nueva política cambiaria que determine el precio de la divisa en un nivel que exprese la verdadera productividad del aparato productivo nacional, y evite el fenómeno de la sobrevaluación que ha causado el sesgo anti-exportador y pro-importador de la economía venezolana. Esta transformación productiva requiere medidas complementarias para mejorar la eficiencia del régimen cambiario, lo cual implica:

1.    Sustituir el anclaje cambiario por un sistema de bandas que se aproxime a una tasa de cambio que exprese la competitividad real de la agricultura e industria nacionales, y permita eliminar trámites innecesarios para asegurar un acceso transparente, oportuno y suficiente a las divisas.

2.    Reactivar las subastas del SICAD o mecanismo equivalente, con una frecuencia al menos semanal, priorizando los sectores que sustituyan importaciones y diversifiquen la oferta exportable, en lugar de poner a competir a productores e importadores en la misma subasta.

3.    Estimular la transformación productiva adjudicando a los fabricantes las divisas a la postura más cercana a la tasa oficial, y a los importadores a las mejores posturas en la puja por el monto subastado. 

4.    Estimular las exportaciones no petroleras autorizando subastar el ingreso en divisas equivalente al valor agregado, del 60% que deben reintegrar a la tasa oficial, para obtener un mayor ingreso en Bs. que permita cubrir los costos nacionales, recuperar la competitividad y activar un mercado de divisas no petrolero que ayude a cerrar la brecha entre la tasa oficial y el paralelo.

Las medidas económicas que faltan

Por: Víctor Álvarez R.

El funcionamiento de Cadivi no impidió que más de $ 20 mil millones fueran defraudados a la Nación. Esto finalmente llevó a su liquidación. Sus funciones serán absorbidas por un Centro Nacional de Comercio Exterior que debe entrar en funciones cuanto antes, con el fin de evitar que se repita la experiencia del año pasado, cuando se eliminó el Sitme sin tener a tiro el funcionamiento del Sicad. Solo así se podrá evitar la incertidumbre que atiza la especulación cambiaria y acrecienta la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo. 

Sin liquidez interna, pero con depósitos externos

Sin liquidez de dólares, el Sicad está condenado a un desempeño semejante al de Cadivi, y no podrá convocar con frecuencia las subastas de divisas provenientes de la renta petrolera. Solo la oferta privada derivada de la reforma de la Ley de ilícitos cambiarios impedirá que se acreciente la brecha entre la tasa de cambio oficial y el paralelo. Para evitar esto, Pdvsa debe suministrar oportunamente y en cantidades suficientes los dólares al BCV, el cual confronta problemas de liquidez, mientras que los depósitos públicos en el exterior superan los $ 130 mil millones. Recuperar el nivel de las reservas operativas implica centralizar en el instituto emisor todos estos fondos en dólares, lo cual ayudará a superar la actual crisis liquidez.  

Eliminar los intermediarios especuladores

El Presidente Nicolás Maduro designó una Comisión para investigar a fondo los ilícitos cambiarios en Cadivi-Sitme y castigar a los responsables. Estos fraudes se facilitaron porque el mecanismo terminó controlado por los operadores cambiarios, donde funcionarios de la banca privada en contubernio con funcionarios públicos, lograron manipular el acceso a las divisas. Esta complicidad facilitó la captura de la renta petrolera a través de la sobrefacturación de importaciones, subfacturación de exportaciones, registro de deuda externa inexistente, importaciones ficticias por empresas de maletín y la especulación cambiaria en el mercado ilegal.

El adecuado funcionamiento del control de cambios y la drástica reducción del dólar paralelo exige abatir esta red de cómplices. Esto pasa por activar la contraloría social apoyada en un uso intensivo de las TIC, para que cualquier ciudadano pueda saber quiénes son los beneficiarios de las divisas, los montos asignados, y el destino que le dan a los recursos a través de los canales de distribución, comercialización y financiamiento. Ojalá el Centro Nacional de Comercio Exterior y la banca pública se conviertan en factores claves de ese nuevo modelo organizativo, y tramiten de manera transparente las solicitudes de divisas, desterrando a los especuladores cambiarios que manipulan el precio de la divisa en el mercado ilegal.

Sincerar la tasa de cambio

Pdvsa es una de los más afectadas por la sobrevaluación del bolívar, toda vez que la tasa de 6.30 Bs/$ no le rinde para pagar una nómina de más de 100 mil empleados, mantener al día el pago a proveedores y financiar las misiones sociales. La propia declaración de ISR de la compañía petrolera se verá afectada y, con ello, su aporte al fisco.

Autorizar a Pdvsa a subastar en el Sicad, si bien puede aliviarle temporalmente los problemas de flujo de caja, no deja de generar una gran distorsión macroeconómica, toda vez que se mantiene la sobrevaluación de la moneda. Esto no solo afecta las finanzas de Pdvsa y su aporte al fisco, sino que mantiene un fuerte estímulo a las importaciones que inhiben el crecimiento de la agricultura e industria, que son precisamente los sectores económicos llamados a sustituir importaciones y diversificar la oferta exportable para generar nuevas fuentes de divisas. De allí la necesidad de fijar una tasa de cambio que exprese la verdadera productividad del aparato productivo nacional.

La reforma fiscal

En Venezuela el déficit fiscal ronda el 15% del PIB, mientras que la evasión del ISR supera el 60% y el IVA que no se entrega al fisco llega al 30%. Para disminuir el déficit fiscal el Gobierno puede devaluar; aumentar el ISR, IVA, o aranceles; reactivar el IDB o el impuesto a los activos empresariales; aumentar la gasolina y las tarifas de luz, agua y gas; con tal de no tener que reducir el gasto público y afectar la inversión social. Unas opciones afectan al factor capital y otras repercuten sobre el factor trabajo. Hasta ahora, la baja presión fiscal ha sido uno de los mecanismos más utilizados para distribuir la renta petrolera y estimular el capitalismo rentístico venezolano. La transformación de la cultura rentista -que vive del petróleo-, en una nueva cultura del trabajo y tributaria, pasa por una profunda reforma fiscal que peche con crecientes impuestos a quienes más tienen para redistribuir estos en favor de quienes menos tienen.

Pragmáticos vs radicales

Para acometer las medidas que están pendientes, hace falta una unidad de criterios que permita lograr coherencia en el accionar de la política económica. Las contradicciones que se observan expresan las tendencias que subyacen en el gobierno, una comprometida con la transformación del capitalismo rentístico en un nuevo modelo productivo socialista, otra tratando de mantener operativo al sector capitalista privado, ante los infructuosos intentos que se han realizado para promover la economía comunal y el control obrero. En este equilibrio inestable, mientras los pragmáticos procuran salvar al gobierno, los radicales tratan de salvar la revolución. @victoralvarezr

¿Cómo transformar la economía rentista e importadora en un nuevo modelo productivo exportador?


Por: Víctor Álvarez R.

El año 2013 concluyó con una clara victoria política para las fuerzas que impulsan la transformación del capitalismo rentístico en un nuevo modelo productivo socialista. Los resultados del 8-D mostraron una recuperación del voto bolivariano, dando así al traste con los pronósticos que anunciaban el descalabro de las fuerzas revolucionarias y con el empeño de convertir las elecciones municipales en un plebiscito para sacar a Nicolás Maduro de Miraflores.

Esa victoria política despeja el panorama para tomar las medidas pendientes que permitan hacer del 2014 el año de la victoria económica. Sobre todo si se toma en cuenta que éste será uno de los pocos años en los que no habrá elecciones ni de presidente, ni de gobernadores, ni de alcaldes, ni de parlamentarios y, por tanto, se aliviará el peso del costo político que en cada año electoral lleva a posponer las decisiones económicas.

En el 2014, la mentalidad rentista que en los últimos años se vio exacerbada por la significativa recuperación de los precios del petróleo y por el aumento de la regalía, tiene que abrirle paso a una nueva cultura sustentada en el valor del trabajo. Para impulsar esta transformación es necesario:

Superar las patologías del capitalismo rentístico

El genoma económico del capitalismo rentístico es portador de potenciales patologías que es necesario comprender para evitar su desarrollo. Solo así se estará en condiciones de diagnosticar correctamente los problemas para mantenerlos bajo control.

La primera alteración en el ADN de una economía rentista la encontramos en un ingreso en divisas que no es fruto del esfuerzo productivo. Este súbito ingreso confiere una capacidad de compra superior al valor agregado por la actividad interna. La inyección de la renta internacional a la circulación nacional origina una demanda que no puede ser abastecida por el precario aparato productivo local. Y entre producir e importar, se suelen apelar al expediente fácil de comprarle al resto del mundo lo que con esfuerzo y constancia debería producirse nacionalmente.
 
Abandonar anclaje cambiario

Debido a la presión inflacionaria que ejerce el desequilibrio entre la pujante demanda y la rigidez de la oferta, se recurre al anclaje cambiario como instrumento de política antiinflacionaria. Al congelar el precio oficial de la divisa se abaratan las importaciones que se hacen con ese dólar subsidiado, las cuales desplazan la producción nacional.

Ante el incentivo de un dólar subsidiado, empresarios, instituciones y ciudadanos de a pie se lanzan tras la captura de un cupo de Cadivi. Así, se recrudece la demanda de dólares que se depositan en la banca internacional, a la espera de las cuantiosas ganancias que se amasan con cada devaluación. Mientras la tasa oficial se mantenga fija y la brecha con el paralelo crezca cada vez más, se exacerbará la insaciabilidad de un dólar subsidiado. Corregir esta problemática requiere evolucionar del anclaje cambiario hacia un nuevo sistema con ajustes periódicos en el precio oficial del dólar.

En el 2014, la crítica al cadivismo como expresión de la cultura rentista tiene que abrirle paso a una nueva política cambiaria dinámica y flexible, que cierre la brecha con el mercado paralelo y logre la estabilidad de la tasa de cambio. Es así como se podrá alcanzar un precio del dólar que exprese la verdadera productividad de la economía, estimule la repatriación de capitales, la sustitución de importaciones y la diversificación de las exportaciones no petroleras.
 
Reindustrializar la economía

La manufactura tiene un gran efecto multiplicador sobre los demás sectores económicos. “Aguas arriba” demanda materias primas a la agricultura, pesca, forestal, minería, etc. “Aguas abajo” ofrece bienes intermedios e insumos industriales para el desarrollo de otros sectores. Además, demanda servicios de apoyo, agua, electricidad, telecomunicaciones, financiamiento, infraestructura, redes de distribución y comercialización. Cuando crece la industria crece toda la economía. Por lo tanto, se impone reivindicar en la agenda de la política económica, un espacio relevante para las políticas industriales y tecnológicas, en función de profundizar la reindustrialización del aparato productivo y así poder alcanzar la soberanía alimentaria y productiva.

Si bien es cierto que a través del Plan Plena Soberanía Petrolera se ha reivindicado la soberanía nacional sobre el petróleo, todavía se sigue exportando petróleo crudo y gas líquido para luego importarlo con valor agregado. De allí que el 2014 tiene que ser el año del impulso definitivo a la industrialización de los hidrocarburos. A través de una política de  industrialización se podrá sustituir buena parte de las importaciones que aún hacemos y diversificar la oferta exportable, activando una oferta complementaria de divisas y que alivie la presión que recae sobre las reservas internacionales, propicie la convergencia de los diferentes tipos de cambio y erradique así la fuente de distorsiones que hasta ahora se ha traducido en la creciente brecha entre el precio oficial de la divisa y la cotización que alcanza en el mercado paralelo. @victoralvarezr

Dólar preferencial y precio de la gasolina: dos subsidios antipopulares que favorecen a los que más tienen


Por: Víctor Álvarez R.


El Vicepresidente Jorge Arreaza abrió las puertas para abordar el debate nacional sobre un precio justo para la gasolina. Este tema, junto al verdadero precio del dólar, serán dos grandes asuntos que en el 2014 habrá que encarar con la mayor sensatez y responsabilidad. Sobre todo si se tiene en cuenta que hay subsidios que aparentemente favorecen a los que menos tienen pero, cuando se profundiza en el análisis, se toma conciencia de que benefician sobre todo a los que más tienen.

El subsidio a la gasolina

El subsidio a la gasolina es una de esas medidas que aparentemente favorece a los sectores populares pero que, en realidad, facilita una distribución regresiva del ingreso que perjudica a los más humildes. Si se destinan cuantiosos recursos públicos para subsidios indirectos que benefician a pobres y ricos por igual, se comete una injusticia redistributiva porque los que más tienen no necesitan ese subsidio. En consecuencia, es el tipo de subsidio que termina convirtiéndose en una medida reaccionaria y antipopular.

Un debate honesto y educativo permitirá comprender que el bajo precio del combustible beneficia sobre todo a las familias que tienen dos, tres o más vehículos; mientras que los que no tienen carro se ven obligados a desplazarse en un sistema de transporte público cada vez más deficiente y, por lo tanto, en nada se benefician de una gasolina irracionalmente barata. De allí la necesidad de sincerar el precio del combustible para redistribuir ese ingreso desde los sectores que más carros tienen, hacia los sectores que no tienen un vehículo propio. Eso sería mucho más progresista, justo y equitativo.  

No se trata de subir el precio al nivel internacional ni de aplicar aumentos de forma brusca que provoquen malestar y protestas populares. Se trata de iniciar una consulta democrática para que sea la ciudadanía la que conscientemente tome la decisión de sincerar el precio del combustible y activar una fuente de recursos que pueda ser invertido en modernizar la flota de transporte público, mejorando así las precarias condiciones en las que se trasladan quienes no poseen vehículo.

Para que no quede dudas que el ajuste del precio de la gasolina puede ser una medida progresista y popular, se podrían transferir las bombas de gasolina a las Comunas para que éstas destinen el incremento del combustible a crear empresas de transporte público y ampliar el número de unidades en circulación, imprimiendo un poderoso impulso a la nueva economía comunal. También se podría destinar parte de estos fondos a la creación de empresas comunales de aseo urbano bajo el control de las comunidades organizadas, y así resolver de una vez por todas el problema de la basura. Si el destino del aumento se deja claro, el pueblo venezolano respaldará mayoritariamente la decisión de sincerar el precio de la gasolina, toda vez que resultará ser el más favorecido.

El subsidio al dólar

El subsidio al dólar es otra medida que terminó favoreciendo ampliamente a los poderosos grupos económicos que lograron dominar los mecanismos para tener acceso a la divisa preferencial. Con el pretexto de los retrasos de Cadivi a la hora de liquidar las divisas, se activó un mercado paralelo para especular con la demanda insatisfecha, originando una creciente brecha entre la tasa de cambio oficial y la cotización de la divisa en el mercado ilegal. Al imponerse ésta última como la tasa marcadora en la formación del precio de venta al público -incluso de los productos importados a la tasa de cambio oficial-, se anuló el efecto antiinflacionario de la política cambiaria, a la vez que aseguró exorbitantes ganancias especulativas a aquellos grupos que resultaron favorecidos con la asignación de la divisa a la tasa preferencial, pero que no transfirieron este beneficio a la gran masa de consumidores.

En esta dinámica, el propio Estado termina transfiriendo a poderosos grupos importadores buena parte de la renta petrolera que es propiedad de la Nación. No olvidemos que el canje de bolívares por dólares no es otra cosa que el intercambio de capacidades de compra externa e interna. El Estado percibe y administra el 95 % del ingreso en divisas, buena parte de la cual pone en manos privadas a un precio menor que el que indica el mercado. A través del intercambio desigual en el canje de divisas, el Estado transfiere la renta petrolera que es propiedad de la Nación a quienes importan con la divisa barata, para luego vender a un precio calculado con base en el precio del dólar paralelo. Así se recrudece la distribución regresiva del ingreso a favor de los que reciben un dólar subsidiado para importar, en detrimento de los consumidores que pagan por esos mismos bienes un precio calculado según el nivel del dólar paralelo.  

Es necesario un debate honesto y responsable que permita desmistificar estos dos subsidios que a lo largo de los años se han presentado como medidas que favorecen a las grandes mayorías pero que, en realidad, terminan siendo dos mecanismos para profundizar una distribución regresiva del ingreso que resulta abiertamente favorable a quienes más tienen, mientras que los que menos tienen en poco o nada se benefician, ni del subsidio a la gasolina, ni del subsidio al dólar.

¿Qué hacer con la economía en un año sin elecciones?

Por: Víctor Álvarez R.

El 2014 será uno de los pocos años en los que no habrá elecciones ni de presidente, ni de gobernadores, ni de alcaldes, ni de parlamentarios. El fallecimiento del líder de la Revolución Bolivariana habrá sido asimilado por sus seguidores y opositores y, con la elección de nuevos alcaldes, los niveles de gobierno central, estadal y municipal podrán recuperar las dinámicas  de coordinación que se ven alteradas cada vez que hay un proceso electoral. Esto  despeja el ambiente político y traerá viento a favor para recuperar el clima de sana gobernabilidad que conviene al interés nacional. Así será posible enfocarse en la recuperación de los equilibrios macroeconómicos que requiere la reactivación y crecimiento estable de la economía.

La nueva política económica

La economía venezolana hay que entenderla en su condición rentística. Eso quiere decir que el país capta, a través de la venta de petróleo, un cuantioso plusvalor internacional que no tiene como contrapartida el esfuerzo productivo interno. Esta renta se distribuye en favor de los agentes económicos y sociales, y es la fuente de recursos con la que –entre otras cosas- cada fin de año se paga entre 90 a 120 días de aguinaldos, utilidades y otros bonos a la inmensa masa laboral. Por eso tradicionalmente en estos meses se produce la mayor alza de precios en Venezuela.

Como este significativo incremento en la capacidad de compra no encuentra su debido respaldo en la producción interna, este déficit entre oferta y demanda se cubre con las importaciones que se pagan con un dólar preferencial. Pero el retraso de Cadivi en la liquidación de divisas fue aprovechado para implantar una  nueva dinámica en la que los precios de venta se comenzaron a fijar no con base en el precio del dólar subsidiado, sino según el precio de la divisa en el mercado paralelo, el cual se desquició y llego a ser ocho veces más que la tasa oficial.

Así vimos un desbordamiento sin precedentes en los precios de los productos importados que tenía que ser combatido con drásticas medidas administrativas de carácter coyuntural. Pero en 2014, la solución estructural para derrotar la inflación tendrá que ser a través de un permanente estímulo y crecimiento de la producción.

Si bien es cierto que la política económica en 2013 fue de contingencia, diseñada para encarar y corregir los desajustes y desviaciones que se presentaron en un año tan atípico, de cara al 2014 la definición más precisa de la política económica está plasmada en el Plan de la Patria, en cuyo contenido se plantea una política económica orientada al desarrollo de nuevas formas de propiedad social y hacia la transformación estructural del capitalismo rentístico e importador en un nuevo modelo productivo socialista y exportador. 

La escasez como oportunidad de inversión

Todavía estamos muy lejos de un nuevo modelo económico sustentado en la agricultura, industria y construcción como los sectores que proveen los bienes que resultan imprescindibles a la hora de satisfacer las necesidades básicas y esenciales de la sociedad. Esta precariedad del aparato productivo interno ofrece enormes oportunidades para la inversión nacional y extranjera asociada a la transferencia de tecnología, la formación del capital humano y la transformación de las abundantes fuentes de materias primas e insumos básicos en productos de mayor valor agregado que sustituyan ese enorme volumen de importaciones y, además,  diversifiquen la oferta exportable para reducir la dependencia del ingreso petrolero.

Venezuela cuenta con un enorme potencial para sanear su economía. A diferencia del fallido socialismo del siglo XX que se basó en la propiedad total y absoluta de Estado sobre los medios de producción e inhibió el espíritu emprendedor y la libre iniciativa empresarial, en Venezuela lo que se plantea para el 2014 es impulsar un nuevo sistema económico comunal a través del desarrollo de nuevas formas de propiedad social bajo el control de los trabajadores directos y de la comunidad organizada. A medida que se desarrolle esta nueva economía, la dinámica interna se hará menos dependiente del reparto de la renta petrolera, toda vez que la lógica de la economía popular y comunal es la inversión social de los excedentes para crear trabajo digno y bien remunerado, y así seguir ganándole la batalla al desempleo, la pobreza y la exclusión social.

Hacia un nuevo modelo productivo

A raíz de la crisis de la economía mundial que se expresó en la quiebra masiva de bancos, aseguradoras, inmobiliarias y millares de empresas que dejaron como saldo la destrucción de millones de empleos y familias sin vivienda, la humanidad entera se está planteando una alternativa post-capitalista, basada en nuevos principios de solidaridad, cooperación, complementación, reciprocidad, equidad y sustentabilidad.

Por eso, para el 2014 la opción no es otra que la de profundizar y acelerar la construcción de una nueva economía que libere al ser humano de la explotación y a la naturaleza de la depredación, consecuencias inevitables de una lógica centrada en las ansias ilimitadas de lucro y el consumismo irracional. Y no se trata solo del ideal humanista de construir una sociedad libre de pobreza y exclusión, sino que la propia supervivencia del sistema capitalista le impone la necesidad de ejercer un mayor control y regulación de su lógica autodestructiva, que finalmente termina revirtiéndose en contra de su propio interés.  @victoralvarezr

¿Cómo se origina la especulación cambiaria?


Por: Víctor Álvarez R.


En una economía capitalista normal, el valor agregado se distribuye bajo la forma de salarios y ganancias. Sin embargo, en presencia de una renta internacional, los montos absolutos y las proporciones de las remuneraciones al trabajo y el capital pueden resultar considerablemente alterados, toda vez que la renta captada por el Estado es luego distribuida entre los factores económicos y sociales internos.

De allí que, al distribuir la renta, tanto la ganancia capitalista como los salarios de los trabajadores se verán incrementados por encima de los niveles que en sentido estricto les corresponden, de acuerdo a los niveles de producción y productividad internos. Las proporciones en las que se repartirá la renta entre capital y trabajo dependerán de la orientación política que muestren los gobernantes que logren controlar el poder ejecutivo y la estructura del Estado.

La sobrevaluación de la tasa de cambio


La tasa de cambio equivale al monto de bolívares entregado por cada unidad de la divisa extranjera. Así, entre dos economías normales (sin la distorsión del ingreso rentístico) la tasa de cambio suele estar determinada por sus productividades relativas, toda vez que en su proceso de intercambio comercial, lo que pasa de un país a otro son bienes y servicios que resultan de sus niveles de productividad, cuya expresión monetaria es la tasa de cambio.

Ahora bien, cuando el 95 % del ingreso en divisas proviene de una renta internacional -y no de exportar bienes con valor agregado nacional- encontrar una  tasa de cambio que exprese la productividad de la economía real no es una tarea fácil. El Estado-propietario recibe unos dólares del resto del mundo que no tienen una contrapartida en el esfuerzo productivo interno, por lo que su decisión de repartirlos a través del mercado suele cumplirse a una tasa de cambio que se fija sin tener en cuenta la productividad real del aparato productivo.

En consecuencia, un abundante ingreso rentístico crea condiciones objetivas que facilitan la sobrevaluación de la moneda nacional. Esto se manifiesta en una tasa oficial barata cuyo nivel solo se modificará en situaciones de escasez de divisas y déficit fiscal. Por lo tanto, en la sobrevaluación de la tasa de cambio se encuentra uno de los mecanismos más importantes para distribuir la renta internacional en favor de los agentes económicos y sociales internos.

La privatización de la renta petrolera

El canje de bolívares por dólares no es otra cosa que el intercambio de capacidades de compra externa e interna. Según sea la tasa de cambio oficial, el Estado propietario del 95 % del ingreso en divisas pone en manos privadas la renta que es propiedad pública. Si vende los dólares baratos, entonces entrega más poder de compra externo del que recibe a través de unos bolívares que no compran lo mismo en el mercado interno. Por eso, la sobrevaluación de la tasa de cambio permite comprar barato afuera, lo que resulta más caro adentro.

A través del intercambio desigual en el mercado de divisas, el Estado transfiere la renta petrolera a quienes compran la divisa barata. Pero la consecuencia no deseada es que este dólar subsidiado facilita la importación ventajosa de toda clase de bienes que inhiben y desplazan la producción nacional, perjudicando así el logro de los objetivos de soberanía alimentaria y productiva. Cuando esta tensión se recrudece por un mal manejo de la política cambiaria, el crecimiento de la agricultura e industria nacionales se frena debido a la creciente y prolongada sobrevaluación de la tasa de cambio.

La especulación cambiaria

En una economía rentista, debido a la presión inflacionaria que ejerce el desequilibrio entre la pujante demanda y la rigidez de la oferta, se recurre al anclaje cambiario como instrumento de política antiinflacionaria. La situación hace crisis cuando cae la renta petrolera o se retrasa la liquidación oportuna de divisas. Se activa, entonces, un mercado paralelo hacia el cual se desplaza la demanda insatisfecha, originando una creciente brecha entre la tasa de cambio oficial y la cotización de la divisa en el mercado ilegal. Esta última cotización se termina convirtiendo en la tasa de cambio que se aplica para el cálculo del precio de venta al público, incluso de los productos que se importan a la tasa de cambio oficial. Esta práctica a todas luces especulativa, termina anulando el efecto antiinflacionario de la política cambiaria, a la vez que asegura exorbitantes ganancias a aquellos agentes económicos que resultan favorecidos con la asignación de la divisa a la tasa preferencial, pero que defraudan a la Nación y especulan en contra del consumidor.

Esta es la razón de la reciente ola especulativa, la cual es catalizada cada vez que los salarios nominales crecen por encima de la productividad, o cuando se decretan aumentos y pagos de utilidades, bonos y otros emolumentos, sin tomar en cuenta la evolución de la producción nacional. De allí el alza de los precios en los meses en que se liquidan las utilidades o se pagan los aguinaldos. Esta inyección de recursos confiere una adicional capacidad de compra a la gran masa laboral, tras cuya captura se lanzan los sectores económicos que manipulan los precios, convirtiendo la inflación y la especulación en los mecanismos a través de los cuales el factor capital recaptura la renta y logra una distribución del ingreso que le resulta abiertamente favorable. @victoralvarezr