Por: Víctor Álvarez R.
El 2014 será uno de los pocos años en los que no
habrá elecciones ni de presidente, ni de gobernadores, ni de alcaldes, ni de
parlamentarios. El fallecimiento del líder de la Revolución Bolivariana habrá
sido asimilado por sus seguidores y opositores y, con la elección de nuevos
alcaldes, los niveles de gobierno central, estadal y municipal podrán recuperar
las dinámicas de coordinación que se ven
alteradas cada vez que hay un proceso electoral. Esto despeja el ambiente político y traerá viento a
favor para recuperar el clima de sana gobernabilidad que conviene al interés
nacional. Así será posible enfocarse en la recuperación de los equilibrios
macroeconómicos que requiere la reactivación y crecimiento estable de la economía.
La nueva
política económica
La economía venezolana hay que entenderla en su
condición rentística. Eso quiere decir que el país capta, a través de la venta
de petróleo, un cuantioso plusvalor internacional que no tiene como contrapartida
el esfuerzo productivo interno. Esta renta se distribuye en favor de los agentes
económicos y sociales, y es la fuente de recursos con la que –entre otras
cosas- cada fin de año se paga entre 90 a 120 días de aguinaldos, utilidades y
otros bonos a la inmensa masa laboral. Por eso tradicionalmente en estos meses
se produce la mayor alza de precios en Venezuela.
Como este significativo incremento en la capacidad
de compra no encuentra su debido respaldo en la producción interna, este
déficit entre oferta y demanda se cubre con las importaciones que se pagan con
un dólar preferencial. Pero el retraso de Cadivi en la liquidación de divisas
fue aprovechado para implantar una nueva
dinámica en la que los precios de venta se comenzaron a fijar no con base en el
precio del dólar subsidiado, sino según el precio de la divisa en el mercado
paralelo, el cual se desquició y llego a ser ocho veces más que la tasa
oficial.
Así vimos un desbordamiento sin precedentes en los
precios de los productos importados que tenía que ser combatido con drásticas medidas
administrativas de carácter coyuntural. Pero en 2014, la solución estructural
para derrotar la inflación tendrá que ser a través de un permanente estímulo y
crecimiento de la producción.
Si bien es cierto que la política económica en 2013
fue de contingencia, diseñada para encarar y corregir los desajustes y
desviaciones que se presentaron en un año tan atípico, de cara al 2014 la
definición más precisa de la política económica está plasmada en el Plan de la
Patria, en cuyo contenido se plantea una política económica orientada al
desarrollo de nuevas formas de propiedad social y hacia la transformación
estructural del capitalismo rentístico e importador en un nuevo modelo
productivo socialista y exportador.
La
escasez como oportunidad de inversión
Todavía estamos muy lejos de un nuevo modelo
económico sustentado en la agricultura, industria y construcción como los
sectores que proveen los bienes que resultan imprescindibles a la hora de satisfacer
las necesidades básicas y esenciales de la sociedad. Esta precariedad del
aparato productivo interno ofrece enormes oportunidades para la inversión nacional
y extranjera asociada a la transferencia de tecnología, la formación del
capital humano y la transformación de las abundantes fuentes de materias primas
e insumos básicos en productos de mayor valor agregado que sustituyan ese
enorme volumen de importaciones y, además, diversifiquen la oferta exportable para
reducir la dependencia del ingreso petrolero.
Venezuela cuenta con un enorme potencial para
sanear su economía. A diferencia del fallido socialismo del siglo XX que se
basó en la propiedad total y absoluta de Estado sobre los medios de producción
e inhibió el espíritu emprendedor y la libre iniciativa empresarial, en
Venezuela lo que se plantea para el 2014 es impulsar un nuevo sistema económico
comunal a través del desarrollo de nuevas formas de propiedad social bajo el
control de los trabajadores directos y de la comunidad organizada. A medida que
se desarrolle esta nueva economía, la dinámica interna se hará menos
dependiente del reparto de la renta petrolera, toda vez que la lógica de la
economía popular y comunal es la inversión social de los excedentes para crear
trabajo digno y bien remunerado, y así seguir ganándole la batalla al desempleo,
la pobreza y la exclusión social.
Hacia un
nuevo modelo productivo
A raíz de la crisis de la economía mundial que se
expresó en la quiebra masiva de bancos, aseguradoras, inmobiliarias y millares
de empresas que dejaron como saldo la destrucción de millones de empleos y
familias sin vivienda, la humanidad entera se está planteando una alternativa post-capitalista,
basada en nuevos principios de solidaridad, cooperación, complementación,
reciprocidad, equidad y sustentabilidad.
Por eso, para el 2014 la opción no es otra que la
de profundizar y acelerar la construcción de una nueva economía que libere al
ser humano de la explotación y a la naturaleza de la depredación, consecuencias
inevitables de una lógica centrada en las ansias ilimitadas de lucro y el consumismo
irracional. Y no se trata solo del ideal humanista de construir una sociedad
libre de pobreza y exclusión, sino que la propia supervivencia del sistema
capitalista le impone la necesidad de ejercer un mayor control y regulación de
su lógica autodestructiva, que finalmente termina revirtiéndose en contra de su
propio interés. @victoralvarezr
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