Por: Víctor Álvarez R.
En una economía capitalista normal, el
valor agregado se distribuye bajo la forma de salarios y ganancias. Sin
embargo, en presencia de una renta internacional, los montos absolutos y las proporciones
de las remuneraciones al trabajo y el capital pueden resultar considerablemente
alterados, toda vez que la renta captada por el Estado es luego distribuida
entre los factores económicos y sociales internos.
De allí que, al distribuir la renta,
tanto la ganancia capitalista como los salarios de los trabajadores se verán
incrementados por encima de los niveles que en sentido estricto les
corresponden, de acuerdo a los niveles de producción y productividad internos.
Las proporciones en las que se repartirá la renta entre capital y trabajo
dependerán de la orientación política que muestren los gobernantes que logren
controlar el poder ejecutivo y la estructura del Estado.
La
sobrevaluación de la tasa de cambio
La tasa de cambio equivale al monto de bolívares entregado por cada
unidad de la divisa extranjera. Así, entre dos economías normales (sin la
distorsión del ingreso rentístico) la tasa de cambio suele estar determinada
por sus productividades relativas, toda vez que en su proceso de intercambio
comercial, lo que pasa de un país a otro son bienes y servicios que resultan de
sus niveles de productividad, cuya expresión monetaria es la tasa de cambio.
Ahora bien, cuando el 95 % del
ingreso en divisas proviene de una renta internacional -y no de exportar bienes
con valor agregado nacional- encontrar una
tasa de cambio que exprese la productividad de la economía real no es
una tarea fácil. El Estado-propietario recibe unos dólares del resto del mundo
que no tienen una contrapartida en el esfuerzo productivo interno, por lo que
su decisión de repartirlos a través del mercado suele cumplirse a una tasa de
cambio que se fija sin tener en cuenta la productividad real del aparato
productivo.
En consecuencia, un abundante ingreso rentístico crea
condiciones objetivas que facilitan la sobrevaluación de la moneda nacional.
Esto se manifiesta en una tasa oficial barata cuyo nivel solo se modificará en
situaciones de escasez de divisas y déficit fiscal. Por lo tanto, en la
sobrevaluación de la tasa de cambio se encuentra uno de los mecanismos más
importantes para distribuir la renta internacional en favor de los agentes
económicos y sociales internos.
La privatización de la renta petrolera
El canje de bolívares por dólares no
es otra cosa que el intercambio de capacidades de compra externa e interna.
Según sea la tasa de cambio oficial, el Estado propietario del 95 % del ingreso
en divisas pone en manos privadas la renta que es propiedad pública. Si vende
los dólares baratos, entonces entrega más poder de compra externo del que
recibe a través de unos bolívares que no compran lo mismo en el mercado
interno. Por eso, la sobrevaluación de la tasa de cambio permite comprar barato
afuera, lo que resulta más caro adentro.
A través del intercambio desigual en
el mercado de divisas, el Estado transfiere la renta petrolera a quienes
compran la divisa barata. Pero la consecuencia no deseada es que este dólar
subsidiado facilita la importación ventajosa de toda clase de bienes que
inhiben y desplazan la producción nacional, perjudicando así el logro de los
objetivos de soberanía alimentaria y productiva. Cuando esta tensión se
recrudece por un mal manejo de la política cambiaria, el crecimiento de la
agricultura e industria nacionales se frena debido a la creciente y prolongada
sobrevaluación de la tasa de cambio.
La especulación cambiaria
En una economía rentista, debido a la
presión inflacionaria que ejerce el desequilibrio entre la pujante demanda y la
rigidez de la oferta, se recurre al anclaje cambiario como instrumento de
política antiinflacionaria. La situación hace crisis cuando cae la renta
petrolera o se retrasa la liquidación oportuna de divisas. Se activa, entonces,
un mercado paralelo hacia el cual se desplaza la demanda insatisfecha,
originando una creciente brecha entre la tasa de cambio oficial y la cotización
de la divisa en el mercado ilegal. Esta última cotización se termina
convirtiendo en la tasa de cambio que se aplica para el cálculo del precio de
venta al público, incluso de los productos que se importan a la tasa de cambio
oficial. Esta práctica a todas luces especulativa, termina anulando el efecto
antiinflacionario de la política cambiaria, a la vez que asegura exorbitantes
ganancias a aquellos agentes económicos que resultan favorecidos con la
asignación de la divisa a la tasa preferencial, pero que defraudan a la Nación
y especulan en contra del consumidor.
Esta es la razón de la reciente ola
especulativa, la cual es catalizada cada vez que los salarios nominales crecen
por encima de la productividad, o cuando se decretan aumentos y pagos de
utilidades, bonos y otros emolumentos, sin tomar en cuenta la evolución de la
producción nacional. De allí el alza de los precios en los meses en que se
liquidan las utilidades o se pagan los aguinaldos. Esta inyección de recursos confiere
una adicional capacidad de compra a la gran masa laboral, tras cuya captura se
lanzan los sectores económicos que manipulan los precios, convirtiendo la
inflación y la especulación en los mecanismos a través de los cuales el factor
capital recaptura la renta y logra una distribución del ingreso que le resulta abiertamente
favorable. @victoralvarezr
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