Por: Víctor Álvarez R.
La solución a los
problemas de inflación y escasez que afectan a los venezolanos la encontramos
en el art. 320 de la CRBV, donde se establece que: “El ministerio de finanzas y
el BCV contribuirán a la armonización de la política fiscal con la política
monetaria, facilitando el logro de los objetivos macroeconómicos. En el
ejercicio de sus funciones, el BCV no estará subordinado a directivas del Poder
Ejecutivo y no podrá convalidar o financiar políticas fiscales deficitarias”.
Cerrar el déficit fiscal
La primera decisión pasa
por retomar la sana práctica de ajustar el presupuesto público a las
posibilidades reales de un financiamiento que no genere inflación. Para un gobierno en déficit suele ser una tentación buscar
financiamiento rápido en el BCV, a través de la emisión de bonos u otras
obligaciones que coloca en el instituto emisor. Pero si esta práctica se prolonga,
las consecuencias pueden ser nefastas, toda vez que la expansión de la liquidez
monetaria -sin respaldo en la producción de bienes y servicios-, se traduce en
un deterioro del poder de compra de la moneda, lo cual se expresa en una
creciente inflación.
En toda economía, sea
capitalista o socialista, hay una norma básica que se debe respetar para evitar
que los precios se desquicien: preservar el
equilibrio entre el mercado monetario y el mercado de bienes y servicios. No
obstante, los datos del BCV revelan que, al cierre de 2013, los
créditos a PDVSA totalizaban Bs. 407.827 millones que, sumados a Bs. 21.254
millones por créditos a otras empresas públicas, se traduce en una enorme inyección
de dinero que no está respaldado por un aumento equivalente en la producción. No
es difícil de entender: el exceso de
dinero a la caza de unos bienes cada vez más escasos es un factor propagador de
la inflación.
Ahora bien, cerrar el déficit fiscal y
eliminar las emisiones de dinero inorgánico pasa por entender que PDVSA no
aguanta más una tasa de cambio de 6.30 Bs/$. No le rinden los bolívares para
pagar una nómina de más de 100 mil trabajadores, mantener al día el pago a
proveedores, sostener las misiones sociales y cumplir con sus obligaciones
fiscales. La sobrevaluación del bolívar y el anclaje cambiario están generando
problemas en el flujo de caja de PDVSA que la obligan a endeudarse con el BCV,
el cual emite dinero sin respaldo que atiza la inflación. Esta desproporción se
aprecia claramente en la relación liquidez
monetaria/reservas internacionales, que supera ampliamente el tipo de cambio
oficial.
Reactivar la producción
La inflación hay que
atacarla reactivando el aparato productivo para generar una abundante oferta de
bienes y servicios. Pero el subsidio al dólar oficial se traduce en un subsidio
a las importaciones, las cuales desplazan y arruinan la producción nacional. Los
retrasos en la liquidación de divisas afectan el ritmo de la producción,
generando desabastecimiento y escasez que de inmediato es aprovechada por
quienes se dedican a las nefastas prácticas del acaparamiento, la especulación
y el contrabando de extracción. Reactivar el aparato productivo interno pasa
por fijar una tasa de cambio que exprese la verdadera productividad de la
agricultura y la industria, sin que esta necesaria medida sea tergiversada por
quienes se oponen al gobierno para sacarle provecho político. Un debate
responsable contribuye a sincerar el precio del dólar. Si no se hace pronto, las
consecuencias sobre la producción nacional, la escasez, el acaparamiento y la especulación
serán mucho peores.
Oferta complementaria de divisas
Con la reforma de la Ley
de Ilícitos Cambiarios se podrá generar una oferta complementaria de divisas en
las subastas del SICAD. Esta vendría de tres fuentes principales: 1) La
repatriación de $ 16.000 millones, equivalente al 10% de los depósitos de
origen venezolano en el exterior que -según datos del BCV-, alcanzan los $
160.000 millones; 2) La recuperación de las exportaciones no petroleras al
nivel de 2006-07, cuando alcanzaron los $ 7.000 millones; 3) Un ingreso en
divisas por visitantes internacionales en torno a los $ 2.000 millones (apenas
el 25% de lo que gastaron los turistas venezolanos en el exterior). En total,
se estaría inyectando una oferta complementaria de $ 25.000 millones que,
sumados al presupuesto oficial de divisas de casi $ 43.000, totalizaría una
oferta de $ 68.000 millones, cantidad más que suficiente para satisfacer
holgadamente las necesidades de divisas del país, cerrar la brecha cambiaria y
aliviar las presiones inflacionarias y especulativas.
En lo inmediato, para recuperar las reservas
operativas que permitan liquidar oportunamente las divisas que requiere la
buena marcha de la producción nacional, se impone centralizar en el BCV los
depósitos públicos que se encuentran en el exterior, los cuales alcanzan los $
130.000 millones; así como depositar en el instituto emisor el total de las
exportaciones petroleras.
Al restablecer los
equilibrios fiscales y monetarios y corregir las distorsiones cambiarias, se
despejarán las presiones inflacionarias, propiciando mejores condiciones para generar
una abundante oferta de bienes y servicios destinados a satisfacer las
necesidades básicas y esenciales de la gente. Cumplir con los mandatos
constitucionales es la verdadera clave para derrotar la escasez, el acaparamiento
y la especulación. @victoralvarezr
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