Por: Víctor Álvarez R.
El Vicepresidente Jorge Arreaza
abrió las puertas para abordar el debate nacional sobre un precio justo para la
gasolina. Este tema, junto al verdadero precio del dólar, serán dos grandes asuntos
que en el 2014 habrá que encarar con la mayor sensatez y responsabilidad. Sobre
todo si se tiene en cuenta que hay subsidios que aparentemente favorecen a los
que menos tienen pero, cuando se profundiza en el análisis, se toma conciencia de
que benefician sobre todo a los que más tienen.
El subsidio a la
gasolina
El subsidio a la gasolina es una de
esas medidas que aparentemente favorece a los sectores populares pero que, en
realidad, facilita una distribución regresiva del ingreso que perjudica a los
más humildes. Si se destinan cuantiosos recursos
públicos para subsidios indirectos que benefician a pobres y ricos por igual,
se comete una injusticia redistributiva porque los que más tienen no necesitan ese
subsidio. En consecuencia, es el tipo de subsidio que termina convirtiéndose en una medida reaccionaria y
antipopular.
Un debate honesto y educativo permitirá comprender que
el bajo precio del combustible beneficia sobre todo a las familias que tienen
dos, tres o más vehículos; mientras que los que no tienen carro se ven
obligados a desplazarse en un sistema de transporte público cada vez más
deficiente y, por lo tanto, en nada se benefician de una gasolina
irracionalmente barata. De allí la necesidad de sincerar el precio del
combustible para redistribuir ese ingreso desde los sectores que más carros
tienen, hacia los sectores que no tienen un vehículo propio. Eso sería mucho
más progresista, justo y equitativo.
No se trata de subir el precio al nivel internacional ni de aplicar aumentos de forma brusca que provoquen malestar y protestas
populares. Se trata de iniciar una consulta democrática para que sea la
ciudadanía la que conscientemente tome la decisión de sincerar el precio del
combustible y activar una fuente de recursos que pueda ser invertido en modernizar la flota de transporte público, mejorando
así las precarias condiciones en las que se trasladan quienes no poseen
vehículo.
Para que no quede dudas que el ajuste del precio de la gasolina puede
ser una medida progresista y popular, se podrían transferir las bombas de
gasolina a las Comunas para que éstas destinen el incremento del combustible a crear
empresas de transporte público y ampliar el número de unidades en circulación,
imprimiendo un poderoso impulso a la nueva economía comunal. También se podría destinar
parte de estos fondos a la creación de empresas comunales de aseo urbano bajo
el control de las comunidades organizadas, y así resolver de una vez por todas
el problema de la basura. Si el destino del aumento se deja claro, el pueblo
venezolano respaldará mayoritariamente la decisión de sincerar el precio de la
gasolina, toda vez que resultará ser el más favorecido.
El subsidio al dólar
El subsidio al dólar es otra medida que terminó
favoreciendo ampliamente a los poderosos grupos económicos que lograron dominar
los mecanismos para tener acceso a la divisa preferencial. Con el pretexto de los retrasos de
Cadivi a la hora de liquidar las divisas, se activó un mercado paralelo para
especular con la demanda insatisfecha, originando una creciente brecha entre la
tasa de cambio oficial y la cotización de la divisa en el mercado ilegal. Al imponerse
ésta última como la tasa marcadora en la formación del precio de venta al
público -incluso de los productos importados a la tasa de cambio oficial-, se anuló
el efecto antiinflacionario de la política cambiaria, a la vez que aseguró
exorbitantes ganancias especulativas a aquellos grupos que resultaron favorecidos
con la asignación de la divisa a la tasa preferencial, pero que no
transfirieron este beneficio a la gran masa de consumidores.
En esta
dinámica, el propio Estado termina transfiriendo a poderosos grupos
importadores buena parte de la renta petrolera que es propiedad de la Nación.
No olvidemos que el canje de bolívares por dólares no es otra cosa que el intercambio
de capacidades de compra externa e interna. El Estado percibe y administra el
95 % del ingreso en divisas, buena parte de la cual pone en manos privadas a un
precio menor que el que indica el mercado. A través del intercambio desigual en
el canje de divisas, el Estado transfiere la renta petrolera que es propiedad
de la Nación a quienes importan con la divisa barata, para luego vender a un
precio calculado con base en el precio del dólar paralelo. Así se recrudece la
distribución regresiva del ingreso a favor de los que reciben un dólar
subsidiado para importar, en detrimento de los consumidores que pagan por esos
mismos bienes un precio calculado según el nivel del dólar paralelo.
Es necesario
un debate honesto y responsable que permita desmistificar estos dos subsidios
que a lo largo de los años se han presentado como medidas que favorecen a las
grandes mayorías pero que, en realidad, terminan siendo dos mecanismos para
profundizar una distribución regresiva del ingreso que resulta abiertamente
favorable a quienes más tienen, mientras que los que menos tienen en poco o
nada se benefician, ni del subsidio a la gasolina, ni del subsidio al dólar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario