miércoles, 19 de febrero de 2014

Dólar preferencial y precio de la gasolina: dos subsidios antipopulares que favorecen a los que más tienen


Por: Víctor Álvarez R.


El Vicepresidente Jorge Arreaza abrió las puertas para abordar el debate nacional sobre un precio justo para la gasolina. Este tema, junto al verdadero precio del dólar, serán dos grandes asuntos que en el 2014 habrá que encarar con la mayor sensatez y responsabilidad. Sobre todo si se tiene en cuenta que hay subsidios que aparentemente favorecen a los que menos tienen pero, cuando se profundiza en el análisis, se toma conciencia de que benefician sobre todo a los que más tienen.

El subsidio a la gasolina

El subsidio a la gasolina es una de esas medidas que aparentemente favorece a los sectores populares pero que, en realidad, facilita una distribución regresiva del ingreso que perjudica a los más humildes. Si se destinan cuantiosos recursos públicos para subsidios indirectos que benefician a pobres y ricos por igual, se comete una injusticia redistributiva porque los que más tienen no necesitan ese subsidio. En consecuencia, es el tipo de subsidio que termina convirtiéndose en una medida reaccionaria y antipopular.

Un debate honesto y educativo permitirá comprender que el bajo precio del combustible beneficia sobre todo a las familias que tienen dos, tres o más vehículos; mientras que los que no tienen carro se ven obligados a desplazarse en un sistema de transporte público cada vez más deficiente y, por lo tanto, en nada se benefician de una gasolina irracionalmente barata. De allí la necesidad de sincerar el precio del combustible para redistribuir ese ingreso desde los sectores que más carros tienen, hacia los sectores que no tienen un vehículo propio. Eso sería mucho más progresista, justo y equitativo.  

No se trata de subir el precio al nivel internacional ni de aplicar aumentos de forma brusca que provoquen malestar y protestas populares. Se trata de iniciar una consulta democrática para que sea la ciudadanía la que conscientemente tome la decisión de sincerar el precio del combustible y activar una fuente de recursos que pueda ser invertido en modernizar la flota de transporte público, mejorando así las precarias condiciones en las que se trasladan quienes no poseen vehículo.

Para que no quede dudas que el ajuste del precio de la gasolina puede ser una medida progresista y popular, se podrían transferir las bombas de gasolina a las Comunas para que éstas destinen el incremento del combustible a crear empresas de transporte público y ampliar el número de unidades en circulación, imprimiendo un poderoso impulso a la nueva economía comunal. También se podría destinar parte de estos fondos a la creación de empresas comunales de aseo urbano bajo el control de las comunidades organizadas, y así resolver de una vez por todas el problema de la basura. Si el destino del aumento se deja claro, el pueblo venezolano respaldará mayoritariamente la decisión de sincerar el precio de la gasolina, toda vez que resultará ser el más favorecido.

El subsidio al dólar

El subsidio al dólar es otra medida que terminó favoreciendo ampliamente a los poderosos grupos económicos que lograron dominar los mecanismos para tener acceso a la divisa preferencial. Con el pretexto de los retrasos de Cadivi a la hora de liquidar las divisas, se activó un mercado paralelo para especular con la demanda insatisfecha, originando una creciente brecha entre la tasa de cambio oficial y la cotización de la divisa en el mercado ilegal. Al imponerse ésta última como la tasa marcadora en la formación del precio de venta al público -incluso de los productos importados a la tasa de cambio oficial-, se anuló el efecto antiinflacionario de la política cambiaria, a la vez que aseguró exorbitantes ganancias especulativas a aquellos grupos que resultaron favorecidos con la asignación de la divisa a la tasa preferencial, pero que no transfirieron este beneficio a la gran masa de consumidores.

En esta dinámica, el propio Estado termina transfiriendo a poderosos grupos importadores buena parte de la renta petrolera que es propiedad de la Nación. No olvidemos que el canje de bolívares por dólares no es otra cosa que el intercambio de capacidades de compra externa e interna. El Estado percibe y administra el 95 % del ingreso en divisas, buena parte de la cual pone en manos privadas a un precio menor que el que indica el mercado. A través del intercambio desigual en el canje de divisas, el Estado transfiere la renta petrolera que es propiedad de la Nación a quienes importan con la divisa barata, para luego vender a un precio calculado con base en el precio del dólar paralelo. Así se recrudece la distribución regresiva del ingreso a favor de los que reciben un dólar subsidiado para importar, en detrimento de los consumidores que pagan por esos mismos bienes un precio calculado según el nivel del dólar paralelo.  

Es necesario un debate honesto y responsable que permita desmistificar estos dos subsidios que a lo largo de los años se han presentado como medidas que favorecen a las grandes mayorías pero que, en realidad, terminan siendo dos mecanismos para profundizar una distribución regresiva del ingreso que resulta abiertamente favorable a quienes más tienen, mientras que los que menos tienen en poco o nada se benefician, ni del subsidio a la gasolina, ni del subsidio al dólar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario