miércoles, 28 de abril de 2010

Venezuela: ¿Hacia dónde va el modelo productivo?

Prensa CIM

Víctor Álvarez, ex Ministro de Industrias Básicas y Minería y ex presidente de la CVG, presentó en la sede del Centro Internacional Miranda (CIM), su más reciente libro “Venezuela: ¿Hacia dónde va el modelo productivo?”, en el que hace un análisis crítico de las políticas y estrategias implementadas por el Gobierno de Chávez para transformar el capitalismo rentístico en un nuevo modelo productivo socialista.

¿Qué es el modelo productivo socialista?

El ex ministro, ahora nuevamente en su labor de investigador y analista económico, se plantea responder ¿Qué quiere decir nuevo modelo productivo socialista?, ¿Cuáles han sido los avances en su construcción?, ¿Cómo profundizar el desarrollo de nuevas formas de propiedad social y empoderamiento popular sobre el control y gestión de los procesos de producción?, ¿Qué retos aún quedan pendientes para concretar la construcción de un nuevo modelo productivo socialista de amplia y creciente participación popular?

Alvarez ofrece un balance crítico sobre lo que se ha hecho y queda por hacer y nos invita a debatir sobre las estrategias más adecuadas para avanzar en la construcción de un nuevo modelo de desarrollo que sea capaz de erradicar las verdaderas causas del desempleo, la pobreza y la exclusión social.

En el siglo XXI ya no es lo mismo socialismo que revolución

El autor argumenta que en el siglo XXI ya no es lo mismo socialismo que revolución. Sostiene que un gobierno socialista es aquel que prioriza lo social y garantiza el derecho de los ciudadanos al empleo, la alimentación, la educación, la salud y la vivienda con el fin de lograr su desarrollo humano integral. Mientras que un gobierno capitalista es aquel que prioriza al capital, impulsa la apertura comercial y la liberalización de las inversiones, privatiza las empresas del Estado, desregula los mercados financieros, libera los precios y las tasas de interés, flexibiliza las condiciones de despido y ofrece todo tipo de incentivos a la inversión del capital. El ex ministro es tajante al afirmar que un gobierno revolucionario es aquel que transfiere el poder económico al pueblo, traspasa la propiedad de los medios de producción a los trabajadores directos y a la comunidad, favoreciendo su organización y capacitación para dirigir y controlar, de manera directa, la producción de los bienes y servicios que requieren para satisfacer sus necesidades básicas y esenciales.

Para acabar con la pobreza hay que darle el poder a los pobres

El investigador del Centro Internacional Miranda plantea que una auténtica Revolución Socialista no se limita a asegurar el acceso gratuito de los pobres a la educación, la salud y demás derechos sociales. Tiene que ir más allá de la inversión social de la renta petrolera y plantearse la transformación radical del régimen de propiedad sobre los medios de producción y de las relaciones sociales de producción. Una auténtica Revolución Socialista coloca los medios de producción bajo propiedad social y sustituye las relaciones de explotación y subordinación por las de solidaridad y cooperación.

Alvarez plantea que el carácter realmente revolucionario del nuevo modelo productivo que se construya en Venezuela dependerá del empoderamiento de los pobres sobre los procesos de producción y comercialización de los bienes y servicios que necesitan para garantizar su supervivencia. Esto exige ir mucho más allá de la propiedad estatal y, más bien, promover nuevas formas de propiedad social que sean una auténtica expresión del poder popular. Recuerda que en el socialismo del siglo pasado, la propiedad estatal fue secuestrada por élites burocráticas que sustituyeron y desplazaron al pueblo en el control y la dirección de los procesos de producción e inversión social de los excedentes.

El ser humano y no la ganancia como corazón del modelo productivo

Víctor Alvarez explica que cuando se habla del modelo productivo inmediatamente nos trasladamos al ámbito de lo económico. Vienen a nuestra mente categorías como inversión, ventas, ganancia, rentabilidad, etc. Cuando más nos acercamos al ser humano lo hacemos en términos de empleo, salarios o productividad del trabajo.

La lógica del capital confunde el fin con los medios. Este sesgo economicista con frecuencia lleva a ignorar y desconocer al ser humano como el centro y razón de ser de la actividad productiva. Bajo esta lógica, las empresas se crean con el fin de valorizar el capital a través de la ganancia; y el medio es la explotación de la naturaleza, de la fuerza de trabajo y la exacerbación del consumismo para la producción y venta masiva de mercancías.

Sostiene el ex presidente de la CVG que esta escueta visión productivista, economicista o mercantilista es precisamente la que hay que superar para extender la mirada hacia los demás ámbitos en los que pueden encontrarse nuevas claves para la masiva inclusión social y el desarrollo humano integral.

¿Hacia dónde va el modelo productivo?

Lo que resulta un incuestionable logro del Gobierno Bolivariano –continúa Alvarez- es la significativa reducción de la tasa de desempleo y del porcentaje de personas en situación de pobreza. El desempleo cayó a solo 7 % en diciembre de 2009, después de haber alcanzado el extremo de 20.3 % en febrero de 2003. El porcentaje de personas pobres se redujo de 62.1 en el 2003 a 25% en el 2008. Asimismo, el porcentaje de personas en situación de pobreza extrema cayó de 29 % en el 2003 a menos de 10 % para el cierre del 2009. Sin lugar a dudas, Venezuela está ganando la batalla contra la pobreza y la exclusión social.

Sin embargo, la asignatura pendiente sigue siendo avanzar en la transformación de la economía capitalista en un nuevo modelo productivo socialista a través del cual se erradiquen de manera definitiva las causas estructurales que generan desempleo, pobreza y exclusión social. Con base en el análisis de los datos oficiales del BCV y el INE, Víctor Alvarez plantea que, a pesar de la creciente crítica del Gobierno Bolivariano al capitalismo como un modelo productivo generador de desempleo, pobreza y exclusión, luego de once años de Revolución, el peso de la economía capitalista lejos de disminuir más bien ha aumentado. Su participación sigue siendo mayoritaria y, por lo tanto, define la naturaleza capitalista del actual modelo productivo venezolano

El peso del sector privado de la economía pasó de 64.7 % en 1998 a 71 % en el año 2008. Y aunque el BCV en su último Informe Anual señala que: “La participación del sector público en el PIB subió en 2009 a 30,3%, desde 29% en el año anterior” esta cifra sigue siendo inferior al peso de 35.3% que tenía el sector público en 1998. Estos datos revelan que entre 1998-2009 la economía venezolana se ha hecho más capitalista, lo cual es totalmente contradictorio con los objetivos que se ha planteado el Gobierno Bolivariano de construir un nuevo modelo productivo socialista. En la Venezuela de 2010, tanto el crecimiento del PIB como el nivel de empleo están fuertemente marcados por el abrumador peso que todavía tiene el sector capitalista en la economía, siento este el que define la naturaleza explotadora y depredadora del modelo productivo que aún impera en Venezuela.

El socialismo rentista venezolano

Alvarez explica que la lucha por lograr una mejor distribución del ingreso no tiene como escenario el sector capitalista de la economía, sino que se traslada a la pugna por capturar la mayor parte de la renta petrolera. La inversión social de esta renta a través de las Misiones ha permitido compensar una distribución regresiva del ingreso en el sector privado de la economía, donde la participación del capital se ha incrementado en desmedro de lo que reciben los trabajadores. En 1998 a estos les tocaba el 39.7% del valor creado, superior al 36.2 % que le tocaba al capital. Diez años después, la participación de los trabajadores cayó a 32.8 % mientras que la de los capitalistas subió a 48.8%.

Estos datos son una clara demostración del capitalismo salvaje que aún predomina en Venezuela, el cual no se aprecia en toda su crudeza debido a la inversión social de la renta petrolera. Sin embargo, cuando el ingreso petrolero se derrumba, quedan al descubierto los potenciales conflictos distributivos entre capital y trabajo y es muy probable que se intensifiquen los conflictos obrero-patronales a través de reclamos, marchas, paros y huelgas para lograr compensar -a través de mejoras en los sueldos y beneficios laborales- el impacto que deja la caída de la renta petrolera. Por eso, la rivalidad en la distribución del ingreso puede hacerse más cruenta si los precios del petróleo muestran un comportamiento errático y la economía no se reactiva en el muy corto plazo. Por lo tanto, concluye Alvarez, transferir el poder económico al pueblo y traspasar la propiedad de los medios de producción fundamentales a los trabajadores y a la comunidad para liberarlos de la explotación del capital, es el gran reto que en adelante tiene planteado la Revolución Bolivariana.

La economía social está estancada

Bautizó su libro "Venezuela: ¿Hacia dónde va el modelo productivo?"
Advierte poco avance de las empresas de producción social
Jean Carlos Manzano Giménez
jmanzano@cadena-capriles.com
Los esfuerzos para movilizar el país hacia una economía social no han sido suficientes y este sector se encuentra estancado tanto en su participación en el Producto Interno Bruto (PIB) como en el mercado laboral, según concluye Víctor Álvarez en su libro Venezuela: ¿Hacia dónde va el modelo productivo?, bautizado el día de ayer en el Centro Internacional Miranda (CIM).
Álvarez, economista y ex ministro de Industrias Básicas, considera que el avance de la economía social no se corresponde con los esfuerzos legales y de formación que realiza el Gobierno desde que decidió orientar al país dentro del esquema socialista.
El trabajo de Álvarez, producto de su investigación dentro del Centro Internacional Miranda, analiza las cifras oficiales que revelan el estado de la economía social en el país, es decir, aquellas empresas gestionadas por los trabajadores, también conocidas como empresas de producción y propiedad social (EPS).
Según cifras del Banco Central de Venezuela, citadas por Álvarez, en 1998 la economía social representaba 0,5% del PIB, número que se movió a 1,6% en 2008, mientras la "economía capitalista" pasó de 64,7% a 69,3% en el mismo período.
Entre 2005 y 2008 se formó a casi un millón de venezolanos en las misiones Ché Guevara y Vuelvan Caras, para la conformación de cooperativas y otras EPS. Este sector de la economía sólo está conformado por 201.773 trabajadores, con un crecimiento de unos 21.000 nuevos empleados en el mismo lapso, lo que evidencia "un estancamiento de la economía social que se supone es la liberalizadora de la explotación capitalista", aseguró Álvarez.
Agregó que es necesario marcar una diferencia con la economía pública, que administra el Gobierno, ya que esta corre el riesgo de "ser secuestrada por la burocracia, como ocurrió con el socialismo del siglo XX".
En ese sentido, es partidario de "transferir los medios de producción a los trabajadores y así la gente se va a sentir identificada con ese modelo", pero también considera vital que el Gobierno decida cuáles sectores de la economía quedarán de forma definitiva bajo su control y cuáles asumirán las empresas privadas.
El economista define su libro como una "crítica al capitalismo rentístico venezolano" y plantea "las razones para transformarlo en un nuevo modelo productivo socialista".
"Es necesaria una revisión crítica y autocrítica de lo que se ha venido haciendo", asegura Álvarez y aspira a que su libro sea un aporte para esta evaluación, no sólo académicamente sino en el propio Gobierno.
42%
de las cooperativas creadas a través de la Misión Che Guevara, no están operativas en la actualidad, según datos recopilados por Víctor Álvarez.

11 años sin definir una política industrial

Roberto Deniz
EL UNIVERSAL

http://www.eluniversal.com/2010/04/26/eco_art_11-anos-sin-definir_1876363.shtml

"Quiero que se convierta en una verdadera zona industrial del socialismo". Esa fue la orden que lanzó Hugo Chávez para justificar la decisión de intervenir el área industrial de San Francisco, estado Zulia.

El anuncio presidencial descubre el objetivo del Gobierno nacional en materia industrial: levantar un nuevo modelo de producción. Sin embargo, una década después del arribo de Chávez al poder varios indicadores revelan el deterioro del aparato productivo y el incremento del rentismo petrolero.

Según las cifras del Banco Central de Venezuela (BCV) en 1999 las exportaciones petroleras suponían 79,83% de los ingresos nacionales. Diez años después la dependencia se acentuó, ya que en 2009 ese segmento significó el 94,54% de los recursos percibidos.

El propio Chávez advertía en 1999 la necesidad de fortalecer y diversificar la producción. "No podemos seguir dependiendo únicamente de esa variable exógena que es el precio del barril de petróleo", dijo el 2 de febrero de 1999 ante la Asamblea Nacional (AN).

En el que fue su discurso de asunción al poder también propuso crear "un nuevo motor nacional" y un proyecto de "largo plazo" que hoy lucen como metas incumplidas.

"Aquí en Venezuela no hay política industrial", afirma Ángel García, economista y profesor del Cendes de la UCV, para justificar el desplome de la industria local.

El año pasado el Producto Interno Bruto (PIB) registró una contracción de 3,3%, pero en el sector manufacturero la contracción fue mayor, ya que cayó 6,4%. Aunque las señales de fatiga eran claras desde hace unos cuantos trimestres, en el último del 2009 la manufactura evidenció el impacto más fuerte y cerró con un bajón de 6,9%.

Víctor Álvarez, ex ministro de Industrias Básicas y Minería y actual investigador del Centro Internacional Miranda (CIM), cree que lejos de un respaldo del tejido productivo, en los últimos años ocurrió un debilitamiento.

"Yo lo atribuyo fundamentalmente a la falta de una política económica coherente, especialmente diseñada, bien articulada para impulsar el sector industrial".

La desindustrialización del país también queda reflejada al desagregar el PIB. A finales de la década de los noventa el aporte de la manufactura rondaba el 18%, pero en 2009 sólo fue el 15,4% del PIB.

El número de industrias también ha descendido. En 1998 el territorio nacional contaba con 11.198 establecimientos industriales, pero hoy la cifra es de 7.800, lo que supone una densidad industrial de 0,3 empresas por cada mil habitantes, según apunta Álvarez.

Este indicador coloca a Venezuela por detrás de países de la región como Colombia, donde el índice es de 1,2 industrias por cada mil habitantes, y de México que presenta 1,7.

"Hemos optado por el camino fácil de usar la renta petrolera para comprarle al resto del mundo lo que deberíamos estar produciendo en el país", agrega Álvarez.

José Manuel Puente, profesor del IESA y especialista en políticas públicas, identifica otra señal alarmante en la radiografía del aparato industrial. En 2009 las exportaciones no petroleras alcanzaron los 3.326 millones de dólares, es decir, 44,65% menos que en 2008.

Ese rendimiento del año pasado es menor, incluso, al reportado en 1999, año en el que las exportaciones distintas al petróleo se situaron en poco más de 4.000 millones de dólares.

"Las cifras oficiales están diciendo que ha habido una destrucción masiva del aparato industrial, del aparato manufacturero y del aparato transable de la economía", sentencia Puente.

Errores y desaciertos
A juicio de los especialistas los errores del Gobierno han sido muchos, pero confluyen en que el desacierto más grave ha estado en el manejo de la política cambiaria.

"Muchos dejaron de producir para convertirse en importadores porque la propia política los indujo a descubrir que en el negocio importador había un mejor negocio que en la producción", sostiene Álvarez.

Puente añade otros dos elementos: un entorno de "hiper-regulaciones" y la política de expropiaciones e intervención estatal de la economía.

Sobre esta participación creciente del Estado en la economía y el ensayo de fórmulas como las cooperativas y las empresas de producción social, García destaca que son esquemas plagados de riesgos y de ineficiencias.

"En la empresa privada hay un propietario, que es el que puede ganar, pero también perder, éste tiene incentivos para monitorear, para tratar de que la empresa sea lo más productiva posible. Mientras que en un proceso productivo basado en la cooperativa, en la administración pública, en la propiedad estatal no hay esos incentivos porque en caso de haber pérdidas se las traspasan a la sociedad a través del mecanismo de los impuestos".

Desde el ámbito privado la sensación es que el "cerco" estatal cada vez se cierra más. La encuesta de coyuntura del cuarto trimestre de 2009, elaborada por Conindustria, reseñaba que la capacidad utilizada de las empresas apenas era de 54,04%, cifra similar a la de 2004 cuando la economía aún resentía los efectos del paro.

Puente considera un "error" el intento de "prescindir" del sector privado en materia industrial. "El modelo planteado hasta ahora está generando terribles costos, terribles resultados y está llevando a la economía y a la sociedad venezolana a un triste destino".

Por su parte, Álvarez estima vital que el Gobierno defina los sectores en los que participará exclusivamente el Estado, los del sector privado y los de la llamada "economía social".

"Los tres sectores son imprescindibles, no se puede prescindir de ninguno de ellos porque de lo contrario sería reeditar la fracasada experiencia de aquellos países que optaron por el absolutismo del Estado o por el fundamentalismo del mercado".

E ste criterio del investigador del CIM se asemeja, precisamente, a la oferta que Chávez hizo nada más asumía la Presidencia. "El proyecto nuestro no es un proyecto estatista. No, tampoco es extremo al neoliberalismo. No, estamos buscando un punto intermedio: tanto Estado como sea necesario y tanto mercado como sea posible", dijo el 2 d e febrero de 1999.


viernes, 23 de abril de 2010

La riqueza de las naciones

Con frecuencia oímos decir que un país es rico porque tiene inmensos yacimientos de petróleo, gas, hierro, carbón, etc. Pero para otros países, la falta de estas riquezas naturales, lejos de ser una restricción, más bien ha sido un acicate para su desarrollo. Ejemplos claros son los de Japón y China. Con base en el fortalecimiento de sus capacidades tecnológicas lograron desarrollar una portentosa industria manufacturera que ha invadido al mundo. A la luz de esa experiencia es posible afirmar que poseer riquezas naturales es una condición necesaria más no suficiente para la prosperidad de una nación, de la misma forma como carecer de estas no tiene que ser un obstáculo insalvable.
El comportamiento errático de los precios del petróleo, lejos de ser un desequilibrio pasajero, es una señal de los cambios estruc¬turales que ocurren en la economía mundial. Estos son impulsados cada vez más por la generación y uso de nuevos conocimientos y tecnologías. De la ventaja comparativa basada en riquezas naturales se ha pasado a un nuevo paradigma económico cuya fortaleza se deriva del desarrollo del talento humano, las capacidades para la investigación científica y tecnológica y la ampliación de redes para lograr un uso inteligente de la información y el conocimiento.
El significado que una vez tuvie¬ron los recursos naturales y el petróleo barato para el viejo modelo productivo es semejante al que hoy tienen la tecno¬logía, la información y el conoci¬miento para el nuevo modelo de desarrollo. El futuro ya no es como antes y la riqueza de Venezuela no dependerá de perforar nuevos pozos y vender más petróleo. Es hora de reconocer que el modelo sustentado en el consumo voraz de la renta petrolera impidió el desarrollo de un sólido aparato productivo nacional. Por eso, superar el capitalismo rentístico pasa por ejecutar políticas industriales y tecnológicas que conviertan el desarrollo de la materia gris en la principal materia prima de un nuevo modelo productivo que haga posible la independencia económica y el desarrollo humano integral.

¿Conviene eliminar gobernaciones y alcaldías?

Leí en un periódico la propuesta de un grupo de candidatos del PSUV a la AN para eliminar las gobernaciones y alcaldías. Argumentan que los estados y municipios son una rémora de la IV República y deben ser sustituidos por las comunas como la nueva expresión del poder popular.
Más allá de lo polémico de este planteamiento y del rechazo que pueda generar en gobernadores y alcaldes, por muy diferentes que sean nuestras ideas, la esencia del socialismo democrático se tiene que expresar en la coexistencia respetuosa y pacífica. La libertad la necesitan sobre todo los que piensan de otra manera para que así puedan opinar con sinceridad y sin temor. No es una señal de debilidad del proceso sino su principal fortaleza. Para construir una sociedad de seres humanos libres y críticos, la libertad tiene que ser un derecho de todos y no un privilegio exclusivo de quienes están en el poder.
León Trotsky, al alertar sobre las desviaciones en la URSS, donde la nomenklatura y el burocratismo desplazaron el poder popular por los intereses del partido y la burocracia, señaló que estos métodos solo “(…) conducen a esto: primero la organización del partido sustituye al conjunto del partido; después, el Comité Central sustituye a la organización, y finalmente, un solo ‘dictador’ sustituye al Comité Central”.
En el interior del país estas tensiones entre la estructura burocrática heredada y las nuevas formas de poder popular aún no han sido conjuradas. Tanto los poderes públicos como las organizaciones políticas intentan subordinar a sus intereses los instrumentos de organización popular y comunal. Si la propuesta de los candidatos a la AN se hace para enfrentar las desviaciones caudillistas que aún persisten en muchos estados y municipios, desconcentrar el poder represado en gobernaciones y alcaldías y, sobre esta base, profundizar el poder popular a través de la consolidación de los Consejos Comunales para que empiecen a gobernar los que hasta ahora han sido gobernados, entonces ¡bienvenida sea!.

Venezuela: ¿Socialismo o Revolución?

“Para acabar con la pobreza hay que darle el poder a los pobres”. Esas han sido las más sabias palabras del Presidente Chávez. No se trata solo de distribuir la renta petrolera para asegurar el acceso gratuito de los pobres a la educación, la salud y demás derechos sociales. Se trata de empoderarlos para que asuman la propiedad y el control de la producción de los bienes y servicios que necesitan para garantizar su supervivencia.

En el siglo XXI ya no es lo mismo socialismo que revolución. Un gobierno socialista es aquel que prioriza lo social y garantiza el derecho de los ciudadanos al empleo, la alimentación, la educación, la salud, la vivienda, etc. Mientras que un gobierno capitalista es aquel que prioriza al capital y ofrece todo tipo de incentivos a los inversionistas nacionales o extranjeros. Para un gobierno socialista lo primero es luchar contra el desempleo, la pobreza y la exclusión social. Para un gobierno capitalista la prioridad está en ofrecer plenas garantías e incentivos al capital para que pueda obtener crecientes ganancias y así recuperar en el menor tiempo posible su inversión.

Un gobierno revolucionario transfiere el poder económico a los pobres, les transfiere la propiedad de los medios de producción, los organiza y capacita para que dirija y controlen directamente la actividad económica. Por eso, una auténtica Revolución Socialista consiste en la transformación radical del régimen de propiedad sobre los medios de producción y de las relaciones sociales de producción. La Revolución Socialista coloca los medios de producción bajo propiedad social y sustituye las relaciones de explotación y subordinación por las de solidaridad y cooperación.

Actualmente, Venezuela profundiza su transición a un nuevo orden económico y social que empieza a perfilar con más claridad sus rasgos socialistas. Pero el carácter revolucionario e irreversible de este proceso dependerá del empoderamiento de los pobres como los constructores de las nuevas relaciones socialistas de producción. Esto exige ir mucho más allá de la propiedad estatal y promover nuevas formas de propiedad social y comunitaria que sean una auténtica expresión del poder popular. Como se sabe, en el socialismo del siglo pasado, la propiedad estatal fue secuestrada por élites burocráticas que sustituyeron y desplazaron al pueblo en el control y dirección de los procesos de producción e inversión social de los excedentes.

No queda duda de que el Gobierno de Venezuela es Socialista. Esto se expresa en su firme voluntad de reconocer una deuda social acumulada por décadas, la cual viene siendo cancelada a partir de una política de amplia y creciente inclusión social, fundamentada en la reorientación del uso de la renta petrolera en función de una sostenida recuperación del bienestar y la felicidad de todas las personas. Lo que todavía está pendiente en Venezuela es profundizar la construcción del Nuevo Modelo Productivo Socialista que se requiere para garantizar la irreversibilidad de la Revolución. Para esto, hay que modificar de manera radical las relaciones capitalistas de producción que prevalecen en la economía nacional, en la cual aún predomina la propiedad privada y el capitalismo de Estado, siendo apenas incipiente y todavía minoritaria la participación de la economía social. Sin lugar a dudas, “Para acabar con la pobreza hay que darle el poder a los pobres”.