Víctor Álvarez R. / Director de Pedagogía Electoral
A un mes del arrase de los candidatos oficialistas
en las elecciones parlamentarias y regionales del 25 de mayo, el CNE anunció elecciones de
alcaldes y concejos municipales para el 27 de julio. En estos nuevos comicios se elegirán 335 alcaldes y 2.471 concejales; de estos, 982 son electos nominalmente en 596
circuitos interparroquiales, y 1.420 en 335 listas cerradas por representación
proporcional.
Actualmente, de los 335 alcaldes, 111 son de la
oposición, 58 de la MUD y 53 de otras tendencias opositoras. Entre los 2.471
concejales, 954 son de oposición, 479 son de la MUD y 475 de otros partidos de
la oposición.
Estaba
cantado que el oficialismo se apresuraría a convocar las elecciones municipales
para terminar de rematar a una oposición que aún no se repone del trauma
poselectoral que sufrió después del inesperado y sorprendente resultado anunciado
por el CNE en las Presidenciales del 28 de julio de 2024, contrario a las
encuestas, mediciones a boca de urna, y las actas en manos de los testigos de
la oposición.
Una vez más, la
convocatoria apresurada de las elecciones deja a la oposición desconcertada y
sin capacidad de respuesta. El oficialismo no da tregua para que su dividido y
extenuado rival reflexione y decida capitalizar el rechazo a la gestión de
gobierno. La división y debilidad de oposición es aprovechada para una nueva
arremetida que los deje fuera de juego.
¿Tiene la oposición
suficientes fortalezas para defender las 111 alcaldías y 954 concejales que aún
tiene y lograr un mejor desempeño en las Municipales del 27 de julio de 2025?
No hay candidatos
para tantos cargos
Entre las organizaciones habilitadas para participar figuran 36 nacionales, 10 regionales y 8 de los pueblos indígenas. Si compiten separadas, cada organización política debe postular:
·
335 candidatos a alcaldes,
·
335 candidatos a concejales por lista,
·
1.420 por circuitos interparroquiales.
Esta cantidad sube
a 2.840 candidatos, considerando los suplentes.
Adicionalmente, se
eligen 69 concejales de los pueblos indígenas.
La suma de 335
alcaldes y 2.471 concejales principales equivale a 2.806 cargos. Si esta cantidad
se multiplica por 36 partidos nacionales, estos deberían postular al menos 89.291
candidatos.
Y si sumamos los
10 partidos regionales y las de 8 de representación indígena, el número de candidatos
se hace más grande.
Dada la debilidad
y falta de presencia en muchos estados y municipios, los partidos de la
oposición no tienen tantos candidatos para postular. De allí la importancia de
las alianzas y acuerdos unitarios para mantener vigente el registro electoral.
Para muchos
partidos de la oposición se trata de un problema existencial. Partido que no
participe en las elecciones municipales, partido que prácticamente desaparece
del ecosistema político. Las organizaciones que no
participen en las Municipales del 27 de julio darán una razón adicional para
anular su registro en el CNE como organizaciones políticas activas.
En las elecciones parlamentarias y regionales del 25 de mayo, la
abstención facilitó la barrida de los candidatos oficialistas que se llevaron
23 de las 24 gobernaciones y 256 de las 285 diputaciones en disputa. Un nuevo llamado a la abstención en las Municipales
del 27 de julio tendrá un costo político muy alto para los partidos que están
intentando reconstruirse. Si pierden los 111 alcaldes que ahora tienen, también
perderán los 954 concejales que son líderes locales con una estrecha
vinculación con el pueblo y los electores.
La autodisolución de la oposición puede acelerarse con la división de
los que participan, tal como ocurrió en los comicios del 25 de mayo cuando la oposición participacionista dispersó el voto del
país descontento en cuatro pedazos:
* Alianza Democrática, 344.422 votos (6,25 %)
* Alianza Un Nuevo Tiempo - Única, 285.501 votos (5,18 %)
* Alianza Lápiz
y otros: 181.926 votos (3,02%)
* Fuerza Vecinal 141.566 votos (2,57 %)
Estos partidos de la
oposición participacionista no solo enfrentaron al ventajismo oficialista,
también tuvieron que sufrir los ataques de la oposición abstencionista que los
descalificaron y estigmatizaron como colaboracionistas y traidores. Por si
fuera poco, la oposición participacionista no fueron capaz de postular
candidaturas unitarias, armar una maquinaria electoral para defender los votos,
ni presentar una oferta electoral atractiva que motivara al electorado. La
falta de unidad de los partidos de oposición desalentó a los electores y agravó
la apatía electoral. Una vez más, los
diferentes bloques de la oposición apostaron a su propio fracaso y dieron muestras
de falta de visión estratégica y capacidad para impulsar alianzas
tácticas.
Para evitar la desaparición y silencio institucional
del país descontento, hay que apoyar la reelección de los actuales 111 alcaldes
y 954 concejales que aún tiene la oposición; y, adicionalmente, llamar a votar
por los mejores candidatos en municipios claves donde los partidos de la
oposición están presentes y pueden complementar capacidades y recursos para
movilizar a los electores y capitalizar electoralmente el rechazo a los candidatos
oficialistas.
La abstención inercial
no es una política de cambio. La narrativa de una oposición que dice ser
mayoritaria porque ganó una elección -pero no la ratifica en la próxima- se
desvanece cuando es incapaz de revalidar el respaldo popular que dice tener. Más
que la respuesta consciente a una línea de acción política, la alta abstención
electoral en los comicios del 25 de mayo también es el reflejo del descontento,
apatía, desconfianza y hartazgo de la gente con los políticos y con el sistema
político.
En cualquier caso,
cada vez que se impone la abstención, es el régimen el que gana espacios de poder
e impone su hegemonía. La abstención no representa ningún avance en la
construcción de una fuerza política que sea reconocida y respetada nacional e
internacionalmente. Por el contrario, es un retroceso que aleja al país
descontento del cambio político deseado. Si se repite la abstención en las Municipales
del 27 de julio, los candidatos oficialistas se llevarán la mayoría de las 335
alcaldías y las 2.471 concejalías en disputa y el malestar
nacional habrá perdido la oportunidad de preservar y aumentar sus espacios de
resistencia y lucha institucional para mejorar las condiciones de vida en los
municipios y parroquias que es donde vive la gente.
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