lunes, 7 de julio de 2025

Municipales del 27-J: ¿Cuáles son y dónde están los buenos candidatos?


Víctor Álvarez R. / Director de Pedagogía Electoral

Los partidos políticos exigen elecciones competitivas, pero una oposición dividida, sin buenos candidatos, sin un programa atractivo que motive a votar, y sin una maquinaria capaz de defender los votos en cada mesa electoral, es incompetente para capitalizar electoralmente la ventaja comparativa que le otorga el enorme rechazo al gobierno y salir victoriosa en unas elecciones competitivas.

¿Quiénes son los líderes del país descontento? ¿Acaso los abstencionistas que reciben apoyo internacional? ¿Acaso los que se postulan a las elecciones y se ganan el respaldo del electorado a pesar del ventajismo oficialista? ¿Acaso los que negocian y buscan acuerdos con el gobierno?

La oposición venezolana está dividida en varias tendencias antagónicas que parecen más interesadas en descalificarse entre ellas mismas que en hacer causa común para enfrentar al gobierno. Al utilizar el pretexto de la falta de condiciones electorales para no participar ni volverse a contar, le hacen el juego a la estrategia divisionista y abstencionista del régimen y así desperdician la oportunidad de ganar que ofrece el enorme rechazo a los candidatos oficialistas.

Los abstencionistas alegan que no pueden participar porque sus candidatos están inhabilitados, presos o en el exilio. Pero cuando les quitan la inhabilitación y pueden participar, entonces los consideran alacranes y traidores. La oposición abstencionista teme caer derrotada al presentarse dividida por no haber sido capaz  de subordinar al interés nacional sus intereses políticos particulares y ambiciones personales.

Tan así es, que el sector de la oposición que decidió participar en las elecciones parlamentarias y regionales del 25 de mayo se presentó dividido, con varios candidatos para cada cargo en disputa. Una vez más, la abstención y división de la oposición convirtieron en mayoría a la minoría oficialista, cuyos candidatos arrasaron con 23 de las 24 gobernaciones y 256 de los 285 diputados a la Asamblea Nacional. 

Priorizar la restitución de los derechos políticos por encima de los derechos sociales es un error que suelen cometer los partidos y dirigentes que no se conectan con el clamor nacional. Se enfocan en denunciar la persecución, encarcelamiento y exilio forzoso de sus líderes; denuncian el uso de la inhabilitación política para sacar de la contienda a sus candidatos; cuestionan la ilegalización de partidos y el despojo de siglas y símbolos para entregárselos a disidentes que le hacen el juego al gobierno; denuncian el ventajismo oficialista al utilizar los medios públicos a favor de sus candidatos; pero no se conectan con los problemas de la gente.

Si bien es cierto que la exigencia de mejorares condiciones electorales es de mucha relevancia para los partidos políticos y sus candidatos, también es cierto que esta exigencia no es la prioridad para una población azotada por el deterioro de la salud y la educación; por el colapso de los servicios públicos de agua, electricidad, gas doméstico y telecomunicaciones. El elector de a pie se siente más atraído por propuestas sensatas y viables para mejorar la recolección de la basura, la iluminación de las calles, la seguridad ciudadana y el cuidado de los espacios públicos para el esparcimiento y la recreación.

Estos son los problemas que amargan la vida de la gente y deberían ser la prioridad del discurso electoral. La gente quiere soluciones concretas para sus problemas concretos, pero esta dirigencia tiene la polaridad invertida. En vez de organizarse y prepararse para competir y ganar por paliza las siguientes elecciones parlamentarias, de gobernadores y alcaldes, se quedaron enfrascados en exigir la publicación de los resultados desglosados de las Presidenciales del 28 de julio de 2024, llamaron a la abstención y convirtieron en mayoría a la decadente minoría oficialista.

En Venezuela las condiciones electorales son muy desventajosas, pero no anulan la enorme ventaja que otorgan las favorables condiciones políticas derivadas del enorme rechazo al gobierno y sus candidatos. La clave está en hacer el trabajo de organización y movilización política para capitalizar electoralmente este enorme descontento.

Mejorar las condiciones electorales es una condición necesaria más no suficiente para recuperar la confianza en el voto y estimular una masiva participación. Aunque se logren condiciones electorales a tono con los estándares internacionales y se asegure un proceso electoral limpio y competitivo, la gente no se sentirá estimulada a votar por candidatos que no tienen una oferta electoral sintonizada con sus problemas más urgentes e importantes.

Los electores no se sienten estimulados a votar cuando escuchan el torneo de insultos entre los dirigentes políticos que siguen echándose la culpa de la tragedia electoral de la oposición. Quienes quieran capitalizar electoralmente el malestar nacional no pueden ser figuras desprestigiadas, con malos antecedentes. Estos no movilizan a nadie ni contribuyen a vencer la abstención. Los malos candidatos representan una amenaza para recuperar la confianza en la institución del voto.

En las elecciones municipales del 27 de julio se elegirán 335 alcaldes y 2.471 concejales. Como electores, interesados en mejorar las condiciones de vida en nuestros municipios, tenemos que identificar los mejores candidatos para votar y votar bien.  Si dedicamos un poco de tiempo a revisar las postulaciones, encontraremos buenos candidatos, reconocidos luchadores sociales, distinguidos ciudadanos, de buena trayectoria, que han dedicado gran parte de su vida a la organización y participación ciudadana, tienen autoridad política y moral, y son capaces de generar un amplio respaldo y animar a votar.

En las Municipales del 27 de julio, los electores podrán escoger un liderazgo más conectado con el sentir de la gente. Quien gane será un nuevo referente, no porque lo haya decidido la dirigencia centralista que solo le interesa la Presidencia de la República, sino porque los ciudadanos en cada municipio decidieron mantenerse en la ruta electoral, y con su voto recuperar espacios de resistencia y lucha institucional.

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