viernes, 1 de abril de 2016

La gira de Obama y la integración latinoamericana

Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, realizó una histórica visita a Cuba para reconstruir las relaciones con la Isla, después de casi sesenta años de Revolución. Obama no fue recibido en el aeropuerto por el Jefe de Estado. Raúl Castro envió a su Canciller. Tampoco los cubanos molestaron al inusual visitante con consignas de “Cuba si, yanquis no”. Esta vez, el Presidente de la principal potencia del mundo no fue tratado como el enemigo imperial que tradicionalmente se ha encarnado en la figura del mandatario estadounidense. Con esta visita, EE. UU. está dejando de ser para el régimen cubano el peligroso enemigo del Norte para convertirse de ahora en adelante en un país vecino con el que se puede coexistir.  

En su discurso en el Gran Teatro de la Habana Alicia Alonso, Obama se pronunció en contra del embargo comercial a Cuba. A los largo de más de medio siglo, la cruda realidad que afecta al pueblo cubano ha sido atribuida al bloqueo económico imperialista. Tanto así que el día de la llegada de Obama, el diario oficial Granma tituló en primera página: “El bloqueo es el principal obstáculo al desarrollo”. Reconociendo el terrible impacto que ha tenido el embargo comercial sobre la economía cubana y la calidad de vida de sus ciudadanos, el bloqueo también ha servido para justificar el anacronismo de un modelo económico basado en el absolutismo de la propiedad estatal que conculcó por décadas el derecho al emprendimiento individual por considerarlo el germen de la restauración capitalista. Esto inhibió el desarrollo de las fuerzas productivas, burocratizó la fuerza de trabajo y desembocó en una de las principales causas de la crónica escasez que ha azotado al pueblo cubano.

La política de apertura y distensión de Obama hacia Cuba tiene en EE.UU. poderosos enemigos internos, particularmente en la fracción republicana en el Congreso, quienes cuestionan lo que consideran una grave debilidad y entrega del Presidente de los EE.UU. Es previsible que a raíz de su reciente visita a Cuba, la oposición republicana se radicalizará con el fin de lograr notables compensaciones a cambio del levantamiento formal del embargo a Cuba por el que Obama públicamente se pronunció en su discurso en el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso.

Recordemos que el reinicio de las relaciones diplomáticas no significa el fin automático del bloqueo contra Cuba -el cual es un mandato de las leyes Torricelli y Helms-Burton, las cuales solo pueden ser derogadas por el Congreso. Para allanar el levantamiento del embargo comercial, Obama quiere lograr el apoyo de los republicanos que controlan la mayoría parlamentaria a cambio de sanciones más severas contra Venezuela. Por eso ratifica y prolonga la vigencia del Decreto que declara a Venezuela como “amenaza inusual y extraordinaria”; y en adelante, Washington no desaprovechará ningún pretexto para aplicar las sanciones que esta declaración permite. Sobre todo, si por esa vía logra el apoyo parlamentario que necesita para derogar las leyes que soportan el bloqueo económico a Cuba.

A medida que se desmonte el Bloqueo, el gobierno cubano no podrá justificar los errores de las políticas internas. Por esta razón, Cuba acelera la modernización de su modelo económico. El parlamento cubano aprobó un nuevo marco legal para la inversión extranjera y los ministros del gobierno han desplegado una intensa actividad por países de Europa y Asia para promover las nuevas oportunidades de inversión. Esto también ha influido en el interés que tienen las transnacionales estadounidenses de no terminar desplazadas por las inversiones europeas o asiáticas. De allí su interés de normalizar las relaciones diplomáticas y propiciar un mayor flujo de inversiones para aprovechar las oportunidades que la isla ofrece en la extracción de níquel, energía, infraestructura y turismo.

Con el petróleo a un precio por debajo del estimado en el Presupuesto 2016, Venezuela parece condenada a sufrir el agravamiento de los problemas de escasez que viene arrastrando desde el año 2013. Para evitar un creciente malestar social que desemboque en una nueva derrota en las elecciones de gobernadores previstas para diciembre de 2016, el gobierno está emplazado a adecuar los acuerdos de cooperación energética a las nuevas restricciones presupuestarias.

De hecho, Cuba está recibiendo mucho menos de los 100 mil barriles diarios de petróleo que hasta hace poco disfrutó y esto tendría un impacto semejante al que sufrió la isla en 1991, cuando colapsó el bloque socialista y dejó de recibir el 100% del petróleo que le enviaba la URSS. Sin energía el descalabro de la economía cubana fue inevitable y engendró una severa crisis social que se expresó en el éxodo de miles de cubanos en pequeñas balsas artesanales que con frecuencia naufragaban en las aguas del Mar Caribe.

Una crisis semejante es la que ahora el gobierno de Raúl Castro quiere evitar. Con la revisión de los convenios de cooperación energética Cuba está recibiendo un menor volumen de petróleo y esto se ha reflejado en una reducción de los médicos y técnicos cubanos.

A EE.UU. le ha preocupado sobremanera la influencia y liderazgo que Venezuela ha ejercido en la integración latinoamericana. Ahora que los precios del petróleo se han desplomado, Washington saca cuentas y tiene la certeza de que Venezuela no podrá mantener al mismo nivel los convenios de cooperación energética y poco a poco irá recortando el suministro y adecuando las condiciones de pago a las actuales restricciones presupuestarias. Por eso ofreció el año pasado a los países de Caricom compensar las dificultades de PetroCaribe con un programa de cooperación energética, en un intento por disminuir la influencia del Gobierno venezolano en la integración latinoamericana y caribeña. @victoralvarezr

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