Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
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“El capitalismo de clientes” https://youtu.be/k3ReLIRB_mo
La necesidad de
sobrevivir a las sanciones económicas obliga al gobierno a ser pragmático y
olvidarse del socialismo estatista que no dio resultados. El Estado ya no puede
sostener empresas públicas en bancarrota que no facturan ni siquiera para pagar
la nómina y solo pueden sostenerse gracias a las transferencias que reciben del
BCV. Éstas son emisiones de dinero sin respaldo que exacerban una voraz
hiperinflación, destruye los presupuestos de hogares, empresas e instituciones,
aumenta el malestar social y genera un costo político-electoral que el gobierno
no quiere pagar en las próximas elecciones de gobernadores y alcaldes.
Para mantenerse en el poder, el oficialismo está
repensando el modelo económico basado en el control del Estado sobre la
industria petrolera y otros sectores de la economía. Según el contenido de la
Ley Antibloqueo y del Mensaje Presidencial a la Asamblea Nacional, el gobierno está
dispuesto a dar un viraje a la política nacionalista y estatista, cediendo la
operación de las empresas mixtas a sus socios privados y privatizando buena
parte de las empresas públicas que terminaron quebradas por el burocratismo y la
corrupción.
Al referirse al proceso
de privatización en Rusia, el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz
escribió: “El resultado (…) fue que un puñado de amigos y socios de Yeltsin se
convirtieron en multimillonarios, pero el país fue incapaz de pagar a los
jubilados su pensión de 15 dólares mensuales”.
El capitalismo de clientes es
un modelo de expoliación en el que solo unos poderosos grupos privilegiados,
conectados con el poder político, logran monopolizar el acceso a los incentivos
de las políticas públicas.
A diferencia de un modelo económico que crea capacidades productivas y
tecnológicas, el capitalismo de clientes no busca estimular las fuerzas
productivas, sino el saqueo de los recursos públicos y el despojo de la
empresa privada. No
destina recursos a construir grandes emporios económicos, no invierte en
capital humano ni en el fortalecimiento de capacidades tecnológicas e
innovativas. Su interés no es generar prosperidad sino acumular jugosas
ganancias en negocios de alto riesgo.
El capitalismo de clientes surge en un contexto de restricciones
presupuestarias y su modalidad es prestar auxilios financieros de alto costo
para oxigenar a un gobierno asfixiado por el bloqueo y aprovechar así el remate
de activos públicos subvaluados por los estragos de la crisis.
La apertura del mercado interno, el levantamiento de los
contrales de cambio y de precios, la desregulación y liberalización de la
economía, la privatización de empresas públicas y la creciente dolarización transaccional
y financiera significan que las sanciones están generando unos efectos que los
sancionadores no buscaron ni calcularon: un cambio económico sin cambio político está
en marcha en Venezuela.
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