Víctor Álvarez R.
María Corina Machado, Benjamín Rausseo, Manuel
Rosales, Eduardo Fernández, Antonio Ecarri, Luis Eduardo Martínez, Francisco
Rodríguez, Manuel Isidro Molina, Javier Bertucci, Leocenis García, Daniel
Ceballos, Elsa Castillo, José Brito, Juan Carlos Alvarado y Seir Contreras son
nombres que suenan en la carrera presidencial. ¿Cuáles alianzas pueden
esperarse entre esta amplia gama de aspirantes? ¿Quién puede retirar su
candidatura para apoyar otra?
La Plataforma Unitaria Democrática, heredera de las
glorias electorales de la MUD, se sigue considerando la oposición mayoritaria
con base en los resultados de las Parlamentarias de 2015. No se midieron en las
Parlamentarias de 2020 y en las Megaelecciones de 2021 el emergente sector de
la Alianza Democrática-Fuerza Vecinal obtuvo una votación equivalente. Pero la
PUD -que cuenta con el reconocimiento y apoyo de EEU-, se arroga la condición
de auténtica oposición y mira con desprecio
al otro sector. Los consideran alacranes,
traidores, colaboracionistas y vendidos al gobierno.
Con tantos insultos y descalificaciones es difícil
imaginar un candidato único y unitario. Estos sectores vilipendiados y despreciados prefieren
seguir siendo oposición en otro gobierno de Maduro, que ser el socio maltratado
y excluido en un eventual gobierno liderado por la PUD. Y la PUD prefiere
seguir siendo la oposición con apoyo internacional, que someterse a un gobierno
de una oposición a la que considera falsa, colaboracionista y vendida al
régimen.
Las contradicciones antagónicas y los arraigados odios entre las diferentes oposiciones impiden postular un candidato único y unitario. Lo más probable es que cada una compita con su respectivo candidato. Prefieren presentarse divididos y salir derrotados que ver ganando la elección presidencial a su competidor por el liderazgo de la oposición. Inhabilitada MCM, más que la firme determinación de derrotar electoralmente al candidato oficialista, pareciera que con la proliferación de candidatos lo que está planteado es una disputa por la conducción política de la oposición para imponer sus candidatos en las Megaelecciones de diputados, gobernadores, alcaldes, legisladores regionales y concejales previstas para 2025. Será, entonces, en las Presidenciales de 2024 cuando se cuenten los votos y se defina cuál es la oposición mayoritaria.
El país descontento con el gobierno y la oposición mira
con desencanto el torneo de insultos entre los partidos y dirigentes políticos
que deberían estar consagrados a la unidad nacional. Semejante espectáculo no
estimula a votar. Todo lo contrario, exacerba la apatía electoral y la
abstención que el oficialismo necesita para convertir en mayoría su decadente
caudal electoral y lograr que Nicolás Maduro sea reelecto Presidente de la
República hasta el 2030.
Todos
los precandidatos de la oposición que dividen al país descontento -en lugar de
estarse frotando las manos por la inhabilitación de MCM-, deberían retirarse de
la carrera presidencial y dejar que el clamor nacional se escuche y escoja al candidato
único y unitario. Un verdadero líder no se obstina en imponer su candidatura a
riesgo de perderlo todo. Comprende a tiempo las trampas y obstáculos insalvables
que le impone su adversario y traza nuevos caminos. Actúa con sensatez y deja
de insistir en lo que ya es imposible lograr: Solo con un candidato único y unitario será posible
capitalizar electoralmente el enorme descontento con el actual gobierno, a fin
de lograr un cambio en el mando político por la vía democrática, electoral y
pacífica.
Escuche el análisis completo en el nuevo podcast de
#PedagogíaElectoral https://podcasters.spotify.com/pod/show/pedagogiaeconomicaconvict/episodes/El-mito-de-la-unidad-en-la-oposicin-no-habr-candidato-nico-y-unitario-e2h2b3c
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