Víctor Álvarez R. / Pedagogía Económica
Las sanciones petroleras prohíben a las empresas estadounidenses extraer y comercializar el petróleo venezolano, así como la compra de insumos y diluentes para mejorar y refinar los crudos nacionales. Para evadir las sanciones petroleras, el gobierno venezolano recurre a transacciones secretas con aliados a los cuales concede grandes descuentos para que se arriesguen a exportar el petróleo venezolano, y les acepta elevados sobreprecios en los fletes para que transporten el crudo venezolano a los mercados asiáticos.
Las
sanciones financieras bloquean e inmovilizan depósitos de la República; los
tenedores privados de bonos de Pdvsa y la República no los pueden negociar ni
transferir; bancos estadounidenses han cerrado unilateralmente las cuentas de
empresas, organizaciones y personas venezolanas, lo cual impide recibir y
realizar transferencias bancarias, gestionar créditos y otras operaciones
financieras.
Las
sanciones comerciales prohíben a cualquier empresa estadounidense
-o extranjera con operaciones en territorio de EEUU- realizar operaciones de
compra-venta de bienes y servicios con empresas del gobierno venezolano. Pdvsa, Hidroven, Corpoelec, Pdvsa Gas, Cantv y demás
empresas públicas han perdido sus tradicionales proveedores estadounidenses. Así se han roto las redes de suministro y cadenas de valor internacional en las
que Venezuela estaba incorporada. Ciudadanos estadounidenses ni siquiera pueden comprar
un boleto de Conviasa porque eso sería hacer negocios prohibidos con el
gobierno venezolano.
La justicia estadounidense considera un
delito grave colaborar con el gobierno venezolano para evadir las sanciones. Quienes sean descubiertos corren el
riesgo de ser acusados de conspiración y terminar sancionados, multados y hasta
encarcelados. Como suele
ser difícil saber si a través de un intermediario se está llevando a cabo alguna
triangulación con una empresa pública venezolana, los proveedores
internacionales prefieren no correr el riesgo y rompen unilateralmente sus
relaciones económicas y comerciales con Venezuela.
Pero después de varios años de sanciones financieras, comerciales y petroleras, los hechos indican que estas medidas no funcionaron para forzar el cambio en el mando político con el que justificaron su aplicación. Por el contrario, la sobreaplicación de las sanciones ha causado graves daños colaterales a las familias, empresas privadas, organizaciones humanitarias y de derechos humanos, agravando aún más las precarias condiciones de vida de los sectores más empobrecidos y vulnerables de Venezuela.
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