jueves, 31 de marzo de 2011

El crimen de experimentar con humanos

El mundo es estremecido por informaciones acerca del modo como se generan o aplican los descubrimientos científicos y tecnológicos. Recientemente se pudo conocer que EE.UU. experimentó con seres humanos en Guatemala al infectar a soldados y enfermos mentales con cáncer, neumonía y sífilis.

Los daños que sufren las personas y el medio ambiente como consecuencia de estas perversas prácticas repercute negativamente sobre la valoración social de la ciencia y favorece a los predicadores de la anti-ciencia que sustentan su dominio en la ignorancia de los pueblos. Es un crimen que tras el afán de lograr nuevos conocimientos se experimente con seres humanos sin reparar en los efectos indeseados que puedan dañar su integridad física, psíquica y moral. Semejante práctica es indmisible , incluso si contara con el consentimiento de los seres humanos que pudieran resultar afectados.

Cómo saber si la clonación podrá ser utilizada para reproducir individuos con tendencia criminal, tal como la clonación de nazis planteada hace algunos años en la película Los niños de Brasil; o este descubrimiento científico podrá ser aceptado como una alternativa para reproducir especies vivas a punto de extinción. Cómo saber si la alteración genética de las variedades vegetales podrá ser utilizada para hacerlas más resistentes a las plagas, evitar el uso de plaguicidas y la contaminación de los cultivos, aumentar y abaratar la producción de alimentos para derrotar el hambre en el mundo, o será convertida en un arma de dominación por las grandes potencias para arruinar a los pequeños productores y desarrollar especies depredadoras que dañen las plantaciones de los países competidores o enemigos políticos. Invenciones científicas e innovaciones tecnológicas son utilizadas para desarrollar armas químicas, bacteriológicas y nucleares, con el letal poder que han demostrado tener. Tales avances sólo deberían utilizarse para mejorar el bienestar de los pueblos.

No basta con evaluar el rigor técnico de los proyectos de investigación. Necesario es tener en cuenta la responsabilidad social del investigador, valorar su probidad intelectual, su integridad ética y moral. De la difusión y adopción de estos valores y principios dependerá el fortalecimiento de una práctica científica apegada al respeto de la dignidad humana.

La cooperación científica en los países de la ALBA

Por muy grandes que sean los recursos destinados a la investigación científica y tecnológica por parte de cada país de la ALBA, lo más probable es que el monto de estas inversiones se quede corto en comparación con las gigantescas economías de escala que se imponen para sostener una creciente actividad de investigación que genere conocimientos oportunos y de calidad.

La cooperación internacional en este campo constituye un proceso en pleno desarrollo el cual muestra entre sus principales rasgos el crecimiento acelerado de acuerdos de cooperación entre investigadores, grupos de investigación e instituciones de investigación. Estos comparten y complementan recursos en función de enfrentar retos y desafíos de interés común, cuya superación exige la generación de nuevos y mejores conocimientos los cuales no sería posible obtener con las capacidades parciales de cada país.

Los nuevos patrones para organizar la investigación científica en el mundo se apoyan cada vez más en el desarrollo de redes temáticas que facilitan el encuentro y cooperación en función de concertar programas y proyectos de investigación de gran escala. Esta estrategia permite acelerar la obtención de resultados, facilita el intercambio de conocimientos y propicia la transferencia y aprovechamiento de los resultados de la investigación a favor del desarrollo social y económico.

La cooperación internacional no depende sólo de la voluntad de cada país sino también de las capacidades reales que tengan en el ámbito del quehacer científico. La generación de sinergías que vayan mucho más allá de la simple suma de las capacidades humanas, de infraestructura e información, requiere el diseño de nuevos programas e instrumentos que estimulen el uso compartido de equipos, la conformación de grupos de investigación y, en definitiva, el desarrollo y consolidación de una nueva cultura de cooperación entre países.

Por eso, para estar en condiciones de acometer proyectos de envergadura, en lugar de asignar recursos a proyectos atomizados e individuales, hay que optar por promover acuerdos grannacionales que permitan complementar recursos y alcanzar un mayor rendimiento e impacto de las capacidades en las que se sustenta una actividad de investigación con pertinencia económica y social.

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