Víctor Álvarez R.
Premio Nacional de Ciencias
Venezuela atraviesa
por una prolongada crisis económica, política y social que requiere la
participación consciente de sus ciudadanos para superarla. No se trata solo de
un cambio político, también se requiere un cambio en el modelo económico, lo
cual implica la transformación de la cultura rentista por una nueva cultura
tributaria, sustentada en el valor del trabajo y la inversión productiva.
Cualquier gobierno que sustituya al régimen de
Maduro recibirá un país en ruinas. Desde el inicio tendrá que aplicar drásticas
medidas para corregir los graves desequilibrios macroeconómicos que causan la
escasez e hiperinflación. Y a las medidas de ajuste económico suele atribuirse un
impacto social y un costo
político. Para aliviar el déficit fiscal y erradicar su financiamiento
con emisiones de dinero inflacionario, el nuevo gobierno tendría que sincerar
las tarifas de los servicios públicos de electricidad, agua, gas y
telecomunicaciones, lo cual no sería bien recibido en un país castigado por una
prolongada escasez y voraz hiperinflación. Por si fuera poco, también tendría
que sincerar el precio de la gasolina.
Macri
heredó del kirchnerismo unas tarifas de los servicios públicos tan bajas que su
recaudación no permitía cubrir los costos de mantenimiento. Para corregir el
déficit fiscal y aliviar las presiones inflacionarias, tomó la decisión de
sincerar las tarifas de los servicios públicos, pero la clase media urbana, las
pymes y los trabajadores sintieron que sobre sus espaldas recaía el mayor peso
del ajuste. El
creciente descontento social se expresó en un costo político-electoral que abortó
las reformas económicas y llevó al reemplazo del gobierno que impulsó las
mismas.
En Ecuador, la reducción del
subsidio a la gasolina -con su impacto en las tarifas de transporte público-,
se anunció luego de aprobar una ley que ofreció generosas exoneraciones de
impuestos a las grandes inversiones de capital. En Chile, el aumento en las
tarifas del Metro fue la gota que rebosó el vaso y dejó al descubierto el
enorme descontento social acumulado a lo largo de varios años.
La viabilidad de una transición política en
Venezuela, sin marchas y contramarchas, tiene que mirarse en el espejo de estos
países. Los problemas económicos heredados después de largos períodos de
gobiernos populistas no pueden corregirse
cargando el costo del ajuste sobre la población más vulnerable. El creciente
descontento que se genera terminará restaurando al viejo orden que ya se creía
definitivamente superado.
Hasta ahora, la atención nacional ha estado
muy enfocada en el debate político y no se está prestando suficiente atención a
la viabilidad económica y social de la transición política. A fin de facilitar
este proceso, es necesario elevar el conocimiento económico en la sociedad venezolana
para que pueda comprender las causas de la escasez, hiperinflación, desempleo,
pobreza y demás problemas económicos que los azotan y, sobre esta base,
identificar y apoyar las alternativas de política económica más convenientes
para mejorar su calidad de vida y grado de bienestar.
Quienes aspiran a gobernar el país están
emplazados a fortalecer la conciencia económica de la sociedad venezolana a fin de facilitar la viabilidad
social, económica y política de las reformas económicas que el país necesita.
Así será posible crear el consenso y apoyo necesario en torno a las medidas
correctas, el orden lógico en el que deben ser aplicadas, así como la velocidad
adecuada para asegurar la buena marcha del programa de reformas.
La lección está clara: quienes
en Venezuela predican que sin cambios políticos no habrá cambios económicos y
aspiran gobernar al país para darle un viraje al modelo rentista y populista,
plagado de subsidios y gratuidades indebidas que se pagan con el impuesto
inflacionario, tendrán que prestar más interés y atención a la distribución de
los costos que generan los ajustes macroeconómicos. Si no se prevén las debidas
compensaciones, y si las medidas no se comunican y explican bien, el rechazo de
los sectores afectados puede dar al traste con el programa de reformas
económicas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario