Fidel Castro concedió recientemente una entrevista al periodista Jeffrey Goldberg de la revista “The Atlantic” y ante la pregunta de si el modelo socialista de la isla es exportable, el líder histórico de la Revolución respondió: “El modelo cubano ya no funciona ni para nosotros”, agregando que “el Estado ha tenido un rol demasiado grande en la vida económica del país”"
El Socialismo del SXX, tras el ideal humanista de derrotar la pobreza y la exclusión social, estatizó prácticamente todos los medios de producción. En nombre de eliminar la explotación del trabajo ajeno y asegurar la inversión social de las ganancias, procedió a expropiar desde una bodega, hasta una siderúrgica, pasando por talleres mecánicos, peluquerías, farmacias, empresas de refinación de petróleo, redes de clínicas y consultorios privados, cadenas de hoteles, restaurantes y cines, líneas de aviación, etc.
Parte de las lecciones más importantes del intento fallido por construir el SSXX son las siguientes:
1) Implantación de un capitalismo monopolista de Estado que inhibió el espíritu emprendedor y las capacidades creadoras del pueblo, criminalizó la iniciativa empresarial y frenó el desarrollo de las fuerzas productivas, todo lo cual se tradujo en una permanente escasez, racionamiento y especulación de los productos que se requieren para satisfacer las necesidades básicas.
2) Entronización de poderosas élites de la burocracia estatal y la nomenclatura partidista que, en la práctica, derivaron en una burguesía funcional; castas explotadoras que se apropiaron de parte importante del plustrabajo social, ya no por el imperio de la propiedad privada sobre los medios de producción, sino por los privilegios asociados a los altos cargos que disfrutaban en la estructura del Estado.
3) Agotamiento de la identificación y compromiso del ciudadano de a pié con un modelo organizativo y funcional del Estado y la sociedad, mediatizado por un ineficaz burocratismo y creciente control del partido que se extendió de forma cada vez más intrusiva a todos los campos de la vida social.
En el SSXX, la propiedad estatal no fue percibida como propiedad de todo el pueblo, toda vez que terminó siendo secuestrada por élites burocráticas que la administraron con ineficiencia o como si de una propiedad privada se tratara. Las nefastas consecuencias de ese modelo provocaron una creciente insatisfacción social que finalmente causó la implosión de la URSS y el bloque “socialista” de Europa oriental. Pero esto no quiere decir que haya triunfado el capitalismo, el cual tampoco ha sido capaz de enfrentar con éxito los flagelos de la pobreza, la contaminación ambiental y la degradación moral.
La construcción de un nuevo modelo productivo de amplia y creciente inclusión social no puede quedar entrampada en el maniqueísmo de la propiedad privada vs. la propiedad estatal. La economía crecerá de manera sostenida solo si está en manos de quiénes están más interesados en producir una abundante oferta de bienes y servicios destinados a satisfacer sus crecientes necesidades. Por eso, el pueblo emprendedor es el llamado a conformar un nuevo tejido empresarial, capaz de generar un creciente excedente para ser invertido como ganancia social y así dar respuesta a los problemas más acuciantes de los trabajadores y la comunidad.
El Socialismo del SXX, tras el ideal humanista de derrotar la pobreza y la exclusión social, estatizó prácticamente todos los medios de producción. En nombre de eliminar la explotación del trabajo ajeno y asegurar la inversión social de las ganancias, procedió a expropiar desde una bodega, hasta una siderúrgica, pasando por talleres mecánicos, peluquerías, farmacias, empresas de refinación de petróleo, redes de clínicas y consultorios privados, cadenas de hoteles, restaurantes y cines, líneas de aviación, etc.
Parte de las lecciones más importantes del intento fallido por construir el SSXX son las siguientes:
1) Implantación de un capitalismo monopolista de Estado que inhibió el espíritu emprendedor y las capacidades creadoras del pueblo, criminalizó la iniciativa empresarial y frenó el desarrollo de las fuerzas productivas, todo lo cual se tradujo en una permanente escasez, racionamiento y especulación de los productos que se requieren para satisfacer las necesidades básicas.
2) Entronización de poderosas élites de la burocracia estatal y la nomenclatura partidista que, en la práctica, derivaron en una burguesía funcional; castas explotadoras que se apropiaron de parte importante del plustrabajo social, ya no por el imperio de la propiedad privada sobre los medios de producción, sino por los privilegios asociados a los altos cargos que disfrutaban en la estructura del Estado.
3) Agotamiento de la identificación y compromiso del ciudadano de a pié con un modelo organizativo y funcional del Estado y la sociedad, mediatizado por un ineficaz burocratismo y creciente control del partido que se extendió de forma cada vez más intrusiva a todos los campos de la vida social.
En el SSXX, la propiedad estatal no fue percibida como propiedad de todo el pueblo, toda vez que terminó siendo secuestrada por élites burocráticas que la administraron con ineficiencia o como si de una propiedad privada se tratara. Las nefastas consecuencias de ese modelo provocaron una creciente insatisfacción social que finalmente causó la implosión de la URSS y el bloque “socialista” de Europa oriental. Pero esto no quiere decir que haya triunfado el capitalismo, el cual tampoco ha sido capaz de enfrentar con éxito los flagelos de la pobreza, la contaminación ambiental y la degradación moral.
La construcción de un nuevo modelo productivo de amplia y creciente inclusión social no puede quedar entrampada en el maniqueísmo de la propiedad privada vs. la propiedad estatal. La economía crecerá de manera sostenida solo si está en manos de quiénes están más interesados en producir una abundante oferta de bienes y servicios destinados a satisfacer sus crecientes necesidades. Por eso, el pueblo emprendedor es el llamado a conformar un nuevo tejido empresarial, capaz de generar un creciente excedente para ser invertido como ganancia social y así dar respuesta a los problemas más acuciantes de los trabajadores y la comunidad.
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