Aumento salarial vs. inflación: con una mano da y con la otra quita
El BCV acaba de informar que la inflación en el mes de agostó fue de 1,6%. El total acumulado en los ocho meses del año en curso llega a 19,9%, con lo cual queda anulado el aumento salarial de 20% que fue aplicado a partir del 1° de mayo.
En los próximos meses, la inflación que se acumule hasta diciembre erosionará aún más el salario real que se tenía antes del último aumento. Gracias al tradicional aumento de todos los años, en 2010 nominalmente ganaremos más; pero, debido a que la inflación es mayor que el aumento salarial, realmente podremos adquirir menos bienes y servicios que en el 2009. En términos netos, a pesar del aumento salarial, al ser mayor el aumento de precios habremos perdido un importante porcentaje del poder adquisitivo que antes teníamos.
Cuando los precios suben los salarios no lo hacen de inmediato. El factor trabajo reacciona con retraso y cuando por fin logra una compensación salarial ya ha transferido buena parte de su ingreso a los factores que dominan la producción y los precios. Y esto seguirá siendo así mientras el promedio interanual de la inflación supere el porcentaje del aumento salarial.
Cuando los precios suben los salarios no lo hacen de inmediato. El factor trabajo reacciona con retraso y cuando por fin logra una compensación salarial ya ha transferido buena parte de su ingreso a los factores que dominan la producción y los precios. Y esto seguirá siendo así mientras el promedio interanual de la inflación supere el porcentaje del aumento salarial.
Baja la inflación pero suben los precios
El BCV y el Gobierno Nacional consideran que la inflación ha entrado en una fase de desaceleración. La inflación promedio anual de CAP II fue de 44,0%, la de Caldera II 60% y con Chávez de 22,6%.
El Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) registró en el mes de julio una variación intermensual de 1,4%, menor que la observada en junio que fue de 2,1%. El resultado de 1,6 % en agosto, si bien fue menor al 2,2 % del mismo mes en 2009, repuntó en comparación con el 1,4 % de julio de este año. Aunque la de agosto es la segunda menor tasa intermensual en los últimos 17 meses, aún no se puede hablar de una tendencia hacia la baja. Los precios no dejan de crecer: siguen subiendo pero a un ritmo apenas menor.
Veamos: la variación anualizada al mes de julio 2010 desaceleró de 31,3% a solo 30,5 %. Entre los meses de agosto de 2009-2010, los precios acumulan un alza de 29,9%, mayor que el 26,7% registrado entre los mismos meses de 2008-2009. La variación acumulada en los primeros 7 meses de 2010 fue de 18,0 %, superior al 13,1 % hasta julio 2009; y el reciente dato de 19,9 % es mayor al 15,6% acumulado hasta agosto de 2009. Una lectura correcta de los propios datos oficiales indican que las presiones inflacionarias aún no han sido conjuradas.
La inflación no es mayor gracias a los precios de los bienes y servicios que están controlados y debido a la recesión por la que ha atravesado la economía nacional a lo largo de 5 trimestres. Pero a pesar del control precios, de los subsidios, de la sobrevaluación del tipo de cambio y de la recesión, la inflación no para. En productos de procedencia nacional llega a 21,5% y en productos de procedencia importada es de 15,2%.
El Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) registró en el mes de julio una variación intermensual de 1,4%, menor que la observada en junio que fue de 2,1%. El resultado de 1,6 % en agosto, si bien fue menor al 2,2 % del mismo mes en 2009, repuntó en comparación con el 1,4 % de julio de este año. Aunque la de agosto es la segunda menor tasa intermensual en los últimos 17 meses, aún no se puede hablar de una tendencia hacia la baja. Los precios no dejan de crecer: siguen subiendo pero a un ritmo apenas menor.
Veamos: la variación anualizada al mes de julio 2010 desaceleró de 31,3% a solo 30,5 %. Entre los meses de agosto de 2009-2010, los precios acumulan un alza de 29,9%, mayor que el 26,7% registrado entre los mismos meses de 2008-2009. La variación acumulada en los primeros 7 meses de 2010 fue de 18,0 %, superior al 13,1 % hasta julio 2009; y el reciente dato de 19,9 % es mayor al 15,6% acumulado hasta agosto de 2009. Una lectura correcta de los propios datos oficiales indican que las presiones inflacionarias aún no han sido conjuradas.
La inflación no es mayor gracias a los precios de los bienes y servicios que están controlados y debido a la recesión por la que ha atravesado la economía nacional a lo largo de 5 trimestres. Pero a pesar del control precios, de los subsidios, de la sobrevaluación del tipo de cambio y de la recesión, la inflación no para. En productos de procedencia nacional llega a 21,5% y en productos de procedencia importada es de 15,2%.
Aumento del salario real y reactivación económica
La inflación erosiona el poder adquisitivo, contrae el consumo privado y es una de las causas de la actual recesión que padece la economía venezolana. Al no haber suficiente demanda, la racionalidad capitalista -en lugar de aumentar los sueldos para reanimar el consumo-, lo que hace es bajar el nivel de producción y reducir las nóminas, con lo cual empeoran aún más la situación. El empeño por trasladar a los precios -de forma inmediata y en una mayor proporción-, cualquier aumento de sueldos termina revirtiéndose contra la propia lógica del capital de aumentar las ventas para maximizar sus ganancias.
Los asalariados, al tener mayores necesidades insatisfechas, cuando reciben un aumento de sueldos tienden a gastarlo todo, no tienen capacidad de ahorro y su propensión al consumo es mayor que la de los capitalistas, los cuales tienen sus necesidades básicas y no básicas satisfechas. Por eso, cualquier aumento de los sueldos mueve la economía y ayuda a vencer la recesión. Cuando se castiga el salario se castiga la actividad económica y se provoca estancamiento y recesión.
El salario no es sólo un costo de producción más: es la principal fuerza motriz del consumo privado y de la demanda agregada. Los aumentos de sueldos serán la fuerza motriz de la reactivación económica, siempre y cuando no sean trasladados de inmediato y en una mayor proporción a los precios. Solo así se podrá aumentar el poder de compra de la gran mayoría de los hogares para satisfacer sus necesidades básicas y esenciales y relanzar la economía en un círculo virtuoso de más empleo-mejores salarios-mayor demanda-crecimiento económico sostenido.
Los asalariados, al tener mayores necesidades insatisfechas, cuando reciben un aumento de sueldos tienden a gastarlo todo, no tienen capacidad de ahorro y su propensión al consumo es mayor que la de los capitalistas, los cuales tienen sus necesidades básicas y no básicas satisfechas. Por eso, cualquier aumento de los sueldos mueve la economía y ayuda a vencer la recesión. Cuando se castiga el salario se castiga la actividad económica y se provoca estancamiento y recesión.
El salario no es sólo un costo de producción más: es la principal fuerza motriz del consumo privado y de la demanda agregada. Los aumentos de sueldos serán la fuerza motriz de la reactivación económica, siempre y cuando no sean trasladados de inmediato y en una mayor proporción a los precios. Solo así se podrá aumentar el poder de compra de la gran mayoría de los hogares para satisfacer sus necesidades básicas y esenciales y relanzar la economía en un círculo virtuoso de más empleo-mejores salarios-mayor demanda-crecimiento económico sostenido.
La pugna por la distribución del ingreso
El resultado de la pugna por la distribución del ingreso entre trabajo y capital se expresa en el saldo neto del intercambio entre aumento de salarios por inflación. En dependencia de cuál sea mayor estaremos en presencia de una distribución progresiva o regresiva del ingreso.
El factor trabajo reclama aumentos de sueldos para compensar el poder adquisitivo que ha perdido como consecuencia de la inflación. Por su parte, el factor capital registra tales aumentos como un incremento en los costos de producción. Para no afectar su margen de ganancias, el factor capital inmediatamente lo traslada al precio de venta, generalmente en mayor proporción. Los trabajadores en cambio tienen que esperar hasta el próximo 1° de mayo o hasta la nueva contratación colectiva (en promedio cada dos años) para que se produzca una nueva compensación salarial.
Cuando los precios suben los salarios no lo hacen de inmediato. El factor trabajo reacciona con retraso y cuando por fin logra una compensación salarial ya ha sido despojado de buena parte de su ingreso. El ajuste salarial, además de ser tardío, no compensa la pérdida del poder adquisitivo. Al ser menor el aumento de los sueldos en comparación con la inflación, se produce una transferencia neta del ingreso de los trabajadores que viven de un sueldo fijo a favor del factor capital, el cual controla el 70 % del PIB y fija la mayoría de los precios.
La inflación promedio anual sigue siendo superior al aumento de sueldos que suele ser de 20%. En esas condiciones, el salario mínimo se rezaga y termina quedándose por debajo del costo de la canasta alimentaria. Solo en alimentos la inflación en el período agosto 2009/agosto 2010 supera el 40 %. El salario mínimo es de Bs. F. 1.223,89 pero se requieren Bs. F. 2.484,73 para comprar la canasta alimentaria. Y esto a quien más afecta es a las familias que viven de un salario mínimo. El impacto de la inflación sobre el Estrato I (más pobre) entre agosto 2009 y agosto 2010 es de 33,9%, mientras que en los más ricos es de 28%.
Una inflación mayor que el incremento salarial es uno de los factores que explica la distribución regresiva del ingreso que se observa en la economía venezolana. En 1998 al trabajo le tocaba el 39.7% del nuevo valor creado, superior al 36.2 % del que se apoderaba el capital; diez años después su participación cayó a 32.8 %, mientras que la del capital subió a 48.8%. Es así como los ricos se hacen cada vez más ricos mientras los pobres se hacen cada vez más pobres.
Y ante la pesadilla de la voraz inflación –que no solo vuelve sal y agua el aumento de 20% sino que se traga también un porcentaje del ingreso real anterior-, no faltará quien reclame en su angustioso afán: “no me suban más el sueldo pero paren la inflación”.
El factor trabajo reclama aumentos de sueldos para compensar el poder adquisitivo que ha perdido como consecuencia de la inflación. Por su parte, el factor capital registra tales aumentos como un incremento en los costos de producción. Para no afectar su margen de ganancias, el factor capital inmediatamente lo traslada al precio de venta, generalmente en mayor proporción. Los trabajadores en cambio tienen que esperar hasta el próximo 1° de mayo o hasta la nueva contratación colectiva (en promedio cada dos años) para que se produzca una nueva compensación salarial.
Cuando los precios suben los salarios no lo hacen de inmediato. El factor trabajo reacciona con retraso y cuando por fin logra una compensación salarial ya ha sido despojado de buena parte de su ingreso. El ajuste salarial, además de ser tardío, no compensa la pérdida del poder adquisitivo. Al ser menor el aumento de los sueldos en comparación con la inflación, se produce una transferencia neta del ingreso de los trabajadores que viven de un sueldo fijo a favor del factor capital, el cual controla el 70 % del PIB y fija la mayoría de los precios.
La inflación promedio anual sigue siendo superior al aumento de sueldos que suele ser de 20%. En esas condiciones, el salario mínimo se rezaga y termina quedándose por debajo del costo de la canasta alimentaria. Solo en alimentos la inflación en el período agosto 2009/agosto 2010 supera el 40 %. El salario mínimo es de Bs. F. 1.223,89 pero se requieren Bs. F. 2.484,73 para comprar la canasta alimentaria. Y esto a quien más afecta es a las familias que viven de un salario mínimo. El impacto de la inflación sobre el Estrato I (más pobre) entre agosto 2009 y agosto 2010 es de 33,9%, mientras que en los más ricos es de 28%.
Una inflación mayor que el incremento salarial es uno de los factores que explica la distribución regresiva del ingreso que se observa en la economía venezolana. En 1998 al trabajo le tocaba el 39.7% del nuevo valor creado, superior al 36.2 % del que se apoderaba el capital; diez años después su participación cayó a 32.8 %, mientras que la del capital subió a 48.8%. Es así como los ricos se hacen cada vez más ricos mientras los pobres se hacen cada vez más pobres.
Y ante la pesadilla de la voraz inflación –que no solo vuelve sal y agua el aumento de 20% sino que se traga también un porcentaje del ingreso real anterior-, no faltará quien reclame en su angustioso afán: “no me suban más el sueldo pero paren la inflación”.
Excelente articulo, dice la pura verdad y analizada a la perfección. Es injusto para muchos que aumenten el suelo 10% y al otro día los precios de todos los productos aumenten 20% y mas!, es decir el aumento no va a ningún lado y lo peor no hay nadie que controle las subidas de precios.
ResponderEliminarNos dicen “vayan a bicentenario, mercal, pdval” pero eso no esta hecho para toda la población, no todos podemos calarnos un día completo en una cola cuando se trabaja o estudia todo el día. Tienen que haber ciertos controles por parte del estado, no puede ser que todo aumente semanalmente!
Siga así con estos artículos, son muy educativos!
Lamentablemente, en mi propia empresa yo no puedo subirme el sueldo desde hace como dos años, y la inflación sigue viento en popa! :(
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