Víctor Álvarez R. / Premio Nacional de Ciencias
Las condiciones electorales deben ofrecer a todos los competidores las mismas oportunidades de ganar o perder, sin ventajismos a favor de alguno de los candidatos o partidos. Implica imparcialidad de los medios de comunicación públicos, no utilización de recursos del Estado a favor de una parcialidad política, regulación de las campañas electorales, fiscalización del origen de los gastos y observación internacional. En Venezuela se despliega una permanente persecución, encarcelamiento y exilio forzoso de líderes de la oposición, se abusa de la inhabilitación política para sacar de la contienda a candidatos ganadores, se ilegalizan partidos políticos o se les despoja de los nombres y símbolos para entregárselos a disidentes que le hacen el juego al gobierno.
Ciertamente, las condiciones electorales son muy
desventajosas, pero no anulan la enorme ventaja que otorgan las favorables condiciones
políticas derivadas del 80 % de rechazo a los candidatos del gobierno. La
fuerza electoral del
chavismo viene cayendo, el malestar nacional continúa creciendo, pero la
oposición se sigue absteniendo. En las Presidenciales
que se convocaron en 2013 luego de la muerte de Chávez, Nicolás Maduro casi
pierde con Henrique Capriles: obtuvo 7.587.579 votos frente a 7.363.980. La
diferencia fue de apenas 223.599 votos. A partir de entonces, el caudal
electoral del oficialismo se debilita. La dinámica entre
las Presidenciales de 2013 y 2018 revela que el voto de Maduro
baja en números absolutos, pero aumenta en números
porcentuales: en 2013 sacó 7.587.579 votos equivalente a 50,51% y en
2018 sacó 6.248.265 votos, equivalente a 66,51 %. Esto lo explica la abstención
de la oposición.
Las ventajosas condiciones políticas pueden ser más decisivas que las desventajosas
condiciones electorales, siempre y cuando se haga el trabajo de organización
política para capitalizar electoralmente este enorme descontento. Pero la dinámica
del voto opositor entre las Parlamentarias de 2015 y 2020 es
catastrófica: se derrumba en números absolutos y se
hunde en números porcentuales debido a que los partidos más
importantes decidieron abstenerse y los que participaron se presentaron divididos. La oposición venezolana
no logra capitalizar electoralmente el enorme rechazo al gobierno porque se
abstiene o postulan varios candidatos que dispersan los votos, facilitando el
triunfo de los candidatos oficialistas que a lo sumo mueven 20 % de los
votantes.
Muchos dirigentes de la oposición venezolana, en vez de sudar la
camiseta y gastar la suela recorriendo el país para movilizar electoralmente a
la ciudadanía que quiere un cambio de gobierno, siguen esperando que su ascenso
al poder sea el resultado del endurecimiento de las sanciones y de una mayor
presión internacional. No celebran primarias para elegir los candidatos
unitarios, no organizan su maquinaria electoral, no preparan los testigos que
defenderán los votos, no arman una fuerza de propaganda que promueva los
candidatos. Siguen desconectados
del sentir nacional y, en vez de ofrecer
al país opositor opciones de organización política, deciden abstenerse.
Y desde la contemplación pasiva de quienes se abstienen, nuevamente se allanará
el camino para que los candidatos del oficialismo ganen.
La intervención internacional, lejos de contribuir a unir a la
oposición, lo que ha hecho es dividirla aún más. “Debido a su rol en actos y decisiones que socavan la democracia o como
resultado de graves violaciones de derechos humanos”, la UE sancionó a 19 funcionarios
venezolanos entre quienes figura un rector de la oposición en el Consejo
Nacional Electoral (CNE) y dos diputados de la oposición que fueron
considerados como cómplices de una farsa electoral montada por el régimen. Muchos líderes sociales con arraigo popular que se quieren postular y
pueden ganar, han decidido inhibirse por temor a ser sancionados e incluidos en
una misma lista junto a funcionarios acusados de violar derechos humanos.
A fin de lograr candidaturas
unitarias para las próximas elecciones de gobernadores y alcaldes, lo que el 80
% de venezolanos que rechaza al gobierno de Nicolás Maduro espera de la comunidad
internacional no es una clasificación de la oposición en auténtica oposición, supuesta oposición y alacranes, sino una
mediación eficaz que facilite el entendimiento, no solo entre el gobierno y la
oposición, sino también entre las diferentes corrientes de la oposición,
incluyendo a los factores de izquierda que se desmarcan de la coalición
gobernante del Gran Polo Patriótico,.
Pero la UE no reconoce la Asamblea
Nacional electa en las Parlamentarias del 2020 y, siendo coherentes, tampoco
reconocerá sus actos. Esto anuncia un inminente desconocimiento, tanto del
nuevo CNE cuya elección está en marcha, como también de las próximas elecciones
de gobernadores y alcaldes previstas para diciembre de este año. La unidad de la oposición no se logrará exacerbando las
descalificaciones entre los diferentes partidos y dirigentes, ni desconociendo
cada elección que en Venezuela se realice. Eso no ayuda a retomar
la ruta electoral ni a reconstruir la confianza en el voto para aprovechar unas favorables condiciones políticas, mucho más decisivas
que las desventajosas condiciones electorales.
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