Por: Víctor
Álvarez R.
La
Embajada de los EEUU en Venezuela posteó que: “En respuesta a las acciones antidemocráticas de los representantes de
Maduro, Estados Unidos ha revocado el alivio de las sanciones para el sector
minero de Venezuela. El alivio para los sectores de petróleo y gas venezolano
se renovará en abril sólo si los representantes de Maduro cumplen con sus
compromisos”.
La
OFAC emitió la Licencia 43a que modifica la Licencia 43 publicada el 18 de
octubre de 2023 y reimpone las sanciones que prohíben hacer negocios con la empresa
estatal del oro, Minerven. Reimponer las sanciones es justamente lo que quieren
los adversarios geopolíticos de EEUU que son aliados de Maduro, los cuales le
ofrecen no dejarlo solo para preservar el control de los espacios vacíos que dejan
los EEUU y la UE a raíz de las sanciones. Turquía e Irán celebran la
reimposición de las sanciones porque les permite ampliar su presencia en la
explotación y comercialización del oro venezolano. Reimponer las sanciones
mantendrá a Venezuela en la órbita de los rivales geopolíticos de EEUU. Con su
apoyo, Maduro juega duro y ratifica la inhabilitación de MCM.
La oposición pide elecciones libres y el gobierno pide elecciones libres de sanciones. Si en abril se reimponen las sanciones petroleras, se le dará al régimen el argumento perfecto para posponer las elecciones. Maduro ya pasó sus días más difíciles de aislamiento internacional, encontró nuevos aliados que lo ayudarán a resistir las sanciones. Lograr unas elecciones competitivas obliga a pensar en medidas más efectivas. La estrategia tiene que ser ofrecer incentivos para mejorar las condiciones electorales a fin de realizar unos comicios a tono con los estándares internacionales. Esta es una estrategia más inteligente y eficaz que apelar nuevamente a la política del garrote que no dio resultados para forzar un cambio en el mando político. Si la habilitación de MCM no se convierte en un punto de honor y la Administración Biden ratifica que “el enfoque estadounidense es en un proceso que restaure la democracia y no en un candidato particular”, entonces será posible mejorar la amplia gama de condiciones electorales incluidas en el Acuerdo de Barbados, tales como:
ü Anuncio de la fecha definitiva para las
elecciones presidenciales en el segundo semestre de 2024.
ü Actualizar y depurar el registro
electoral permanente (REP) nacional e internacionalmente.
ü Jornadas de inscripción y establecimiento
de puntos de inscripción/actualización.
ü Operativos de cedulación en todo el
país.
ü Auditorías, observación internacional y
acompañamiento de observadores locales.
ü Cese a la persecución y violencia
política.
ü
Compromiso
con un discurso y clima político favorable al desarrollo en paz del proceso
electoral.
ü
Respetar
y cumplir el marco legal electoral y decisiones del CNE.
ü
Garantizar
la seguridad, libertad de circulación y reunión de los candidatos.
ü
Reconocimiento
del derecho de los actores a disponer de mecanismos de financiamiento.
ü Equilibrio en medios de comunicación nacionales
y cobertura electoral por medios internacionales.
ü
Promover
a todos los candidatos y partidos a que cumplan con los requisitos de ley.
ü
Reconocimiento
público de los resultados de los comicios presidenciales.
Si
la revisión anunciada por el Departamento de Estado encuentra en la mejora de las
condiciones electorales antes mencionadas los contrapesos necesarios para mantener
la flexibilización de las sanciones, EEUU seguirá comprando el petróleo venezolano
a precios de mercado y así Maduro no necesitará los auxilios financieros de
Rusia, China, Irán o Turquía. Pero con la reimposición de las sanciones,
Venezuela es lanzada nuevamente a los brazos de los enemigos geopolíticos de
EEUU.
Según
las encuestas, MCM tiene una intención de voto superior al 50 %. Un sucesor
escogido por ella preservaría una intención de voto cercana al 40%. Un
candidato con este nivel de respaldo sería una opción triunfadora frente a la
candidatura de Nicolás Maduro, que apenas registra una aceptación de 25%. El TSJ habilitó a otros precandidatos
que tienen ambiciones personales, a quienes el propio gobierno les puede
financiar sus campañas para dividir el voto opositor y de paso montar la escena
de unas elecciones con muchos competidores. Con
menos de 25% de respaldo de la candidatura oficialista, cualquier precandidato
con ambiciones presidencialistas se puede sentir capaz de ganar, si logra
pescar suficientes votos en el 75% de electores descontentos con el gobierno.
El oficialismo tratará de impedir la inscripción de cualquier candidato al que
las encuestas le atribuyan probabilidad de ganar. Esto advierte que la lista de
potenciales inhabilitados puede aumentar.
En
Nicaragua, Daniel Ortega inhabilitó a los 7 candidatos que registraban un
respaldo ganador en las encuestas, pero compitieron contra él 6 candidatos zancudos, el equivalente a lo
que en Venezuela se denominan alacranes.
Eran parte de la comparsa electoral que contribuyeron a dispersar el voto
opositor, pero ninguno representaba una verdadera amenaza. Tengamos en cuenta que en unas elecciones donde no hay segunda vuelta, gana la mayor de las
minorías. Por lo tanto, cabe la probabilidad de que con apenas 25% de respaldo
y una oposición dividida que llame a la abstención, Maduro puede resultar
electo en unos comicios con unas condiciones electorales básicas, cuyo
resultado pueda ser reconocido nacional e internacionalmente.
A
fin de que un eventual triunfo suyo sea reconocido por la Casa Blanca y se
levanten definitivamente las sanciones, a Maduro le interesa que las presidenciales
en Venezuela se realicen antes de las de EEUU. Con Joe Biden reelecto, Maduro podrá
conjurar la amenaza de Donald Trump en la Casa Blanca, quien no lo reconocería
como presidente de Venezuela. La flexibilización de las sanciones contribuiría
a mejorar las condiciones económicas y sociales del país, lo cual aliviaría la
incesante migración venezolana que genera problemas internos en los EEUU. En
este escenario, Biden podrá capitalizar electoralmente el mérito de haber
resuelto el conflicto venezolano, recuperado para el mercado estadounidense el
petróleo que Pdvsa vende en los mercados asiáticos, mostrar avances en la
solución del problema migratorio, y haber alejado la amenaza rusa, china e
iraní del hemisferio.
Mientras no se defina cuál es el candidato que la
Plataforma Unitaria (PU) puede inscribir en el CNE, el gobierno ganará tiempo y
maniobrará para provocar más divisiones y la abstención que necesita para
convertir en mayoría su precario apoyo electoral. MCM insiste en mantener su
candidatura hasta el final. Dice que “sin mi candidatura, no habrá elecciones
libres” y sus seguidores le hacen coro: “o es MCM o no es nadie”. Otros dirigentes de la PU como el
gobernador de Barinas, Sergio Garrido, afirman que “No nos detendremos por María Corina, si no es ella buscaremos otro
candidato”. La inhabilitación de MCM ratificada por el TSJ alienta la tesis
de que la PU no debe seguir perdiendo tiempo y esperar hasta el último
día de inscripción para anunciar al nuevo candidato. Se corre el riesgo de que el CNE anuncie la fecha de elecciones para
mitad de año y fije un lapso muy corto para inscribir las candidaturas. Esto dejaría
a los partidos de la PU sin tiempo para escoger una candidatura de consenso que
pueda inscribir en las presidenciales de 2024. Aferrarse a una candidatura que
no puede correr en la carrera presidencial es poner en peligro lo que sí se
puede lograr: capitalizar electoralmente
el enorme rechazo al gobierno para lograr un cambio en el mando político del
país por la vía electoral y pacífica.
Escuche el análisis completo en el nuevo podcast de Pedagogía Económica y Electoral https://t1p.de/37cx4
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