En Venezuela, las devaluaciones nunca han sido parte de una estrategia de promoción de exportaciones. Siempre han respondido a los desequilibrios fiscales que aparecen como consecuencia de la caída de los precios del petróleo. Cada vez que se derrumba la renta petrolera y la economía entra en recesión, los dólares se venden más caros para compensar el deterioro del ingreso fiscal.
La devaluación del bolívar estimula momentáneamente las ventas en el exterior. El coeficiente de exportaciones con respecto al valor bruto de la producción manufacturera se eleva, pero vuelve a caer tan pronto se recupera la demanda interna y reaparece la sobrevaluación.
En períodos de recesión, la caída de la demanda interna ha sido parcialmente compensada con las exportaciones, contrarrestando así el desplome del consumo y la caída de las ventas en el mercado doméstico. Pero más allá de breves períodos de auge, las exportaciones privadas de nuevo se desinflan y nunca han registrado un crecimiento significativo y sostenido que valga la pena destacar.
Una tasa de cambio competitiva es una condición necesaria para estimular las exportaciones diferentes al petróleo. Pero no es suficiente para garantizar el desarrollo de un sólido sector exportador. Las experiencias de promoción de exportaciones exitosas demuestran que el tipo de cambio jugó un importante papel en el incremento de las exportaciones debido a que formó parte de un conjunto integral de políticas macroeconómicas, agrícolas, industriales y tecnológicas bien articuladas.
Devaluar no es suficiente para exportar. Tampoco la reducción de aranceles y de las barreras al comercio. Conquistar un espacio en los mercados internacionales exige competir con calidad, cantidad, precios y oportunidad de entrega. Pero también requiere la creación de un adecuado ambiente para la actividad productiva y exportadora que incluye servicios de agua, luz, gas, telecomunicaciones, plantas de tratamiento y otros servicios de apoyo a la producción; carreteras, autopistas, ferrovías, puertos y aeropuertos; la formación técnica y productiva de los trabajadores; las capacidades gerenciales, tecnológicas e innovativas; el funcionamiento de las aduanas y los organismos públicos que administran el marco legal que rige las operaciones e incentivos al comercio exterior. Cuando uno de esos eslabones falla se altera un sistema que debe funcionar cada vez mejor, y por lo tanto, se dificulta y entorpece el esfuerzo exportador.
El pobre desempeño de las exportaciones no tradicionales venezolanas no se debe a la ausencia de un tipo de cambio competitivo, sino a la falta de una política integral de promoción de exportaciones. No obstante, la corrección de la sobrevaluación estructural del bolívar es un requisito para superar el sesgo anti-exportador de la economía venezolana. La asignatura pendiente -además de encontrar una tasa cambiaria de equilibrio que evite el efecto negativo de la sobrevaluación estructural del bolívar-, sigue siendo la definición de políticas macroeconómicas, agrícolas, industriales y tecnológicas coherentes que hagan posible un desarrollo sostenido de la economía real. Sin producción nacional no es posible sustituir importaciones. Mucho menos exportar.
La devaluación del bolívar estimula momentáneamente las ventas en el exterior. El coeficiente de exportaciones con respecto al valor bruto de la producción manufacturera se eleva, pero vuelve a caer tan pronto se recupera la demanda interna y reaparece la sobrevaluación.
En períodos de recesión, la caída de la demanda interna ha sido parcialmente compensada con las exportaciones, contrarrestando así el desplome del consumo y la caída de las ventas en el mercado doméstico. Pero más allá de breves períodos de auge, las exportaciones privadas de nuevo se desinflan y nunca han registrado un crecimiento significativo y sostenido que valga la pena destacar.
Una tasa de cambio competitiva es una condición necesaria para estimular las exportaciones diferentes al petróleo. Pero no es suficiente para garantizar el desarrollo de un sólido sector exportador. Las experiencias de promoción de exportaciones exitosas demuestran que el tipo de cambio jugó un importante papel en el incremento de las exportaciones debido a que formó parte de un conjunto integral de políticas macroeconómicas, agrícolas, industriales y tecnológicas bien articuladas.
Devaluar no es suficiente para exportar. Tampoco la reducción de aranceles y de las barreras al comercio. Conquistar un espacio en los mercados internacionales exige competir con calidad, cantidad, precios y oportunidad de entrega. Pero también requiere la creación de un adecuado ambiente para la actividad productiva y exportadora que incluye servicios de agua, luz, gas, telecomunicaciones, plantas de tratamiento y otros servicios de apoyo a la producción; carreteras, autopistas, ferrovías, puertos y aeropuertos; la formación técnica y productiva de los trabajadores; las capacidades gerenciales, tecnológicas e innovativas; el funcionamiento de las aduanas y los organismos públicos que administran el marco legal que rige las operaciones e incentivos al comercio exterior. Cuando uno de esos eslabones falla se altera un sistema que debe funcionar cada vez mejor, y por lo tanto, se dificulta y entorpece el esfuerzo exportador.
El pobre desempeño de las exportaciones no tradicionales venezolanas no se debe a la ausencia de un tipo de cambio competitivo, sino a la falta de una política integral de promoción de exportaciones. No obstante, la corrección de la sobrevaluación estructural del bolívar es un requisito para superar el sesgo anti-exportador de la economía venezolana. La asignatura pendiente -además de encontrar una tasa cambiaria de equilibrio que evite el efecto negativo de la sobrevaluación estructural del bolívar-, sigue siendo la definición de políticas macroeconómicas, agrícolas, industriales y tecnológicas coherentes que hagan posible un desarrollo sostenido de la economía real. Sin producción nacional no es posible sustituir importaciones. Mucho menos exportar.
lo que escribes tiene una claridad meridiana incuestionable que comparto totalmente, entonces, donde esta el problema?... y que hay que hacer para actuar en consecuencia... lo tendran claro quienes planifican y toman decisiones.?
ResponderEliminar¿Tienes idea del impacto a corto plazo de una depreciación en la distribución del ingreso? ¿Quién se beneficia y quién se perjudica con exportaciones más baratas e importaciones más caras? Los sectores industriales cuya competitividad mejora con la subvaluación del bolívar son intensivos en capital, comparados con los sectores importadores afectados. ¿No? Si ese es el caso, entonces hay que demostrar que los beneficios a la larga a los sectores populares (en valor presente descontado) superan los costos a la corta. ¿No?
ResponderEliminarPana, supongo que los datos de tipo cambiario son fáciles de obtener. Si tienes también datos anuales de distribución del ingreso (que cubran un período largo, que incluya varias devaluaciones), envíamelos (en formato Excel) y les echo una revisadita econométrica rápida.
Suerte.