viernes, 15 de octubre de 2010

¿Proletariado o “Pobretariado”: cuál es el sujeto social de la Revolución Bolivariana?

La Revolución Bolivariana triunfó con la promesa de convocar una Asamblea Nacional Constituyente que asumiera la tarea de redactar una nueva Constitución para refundar la República e impulsar un nuevo proyecto nacional que erradicara las causas estructurales del desempleo, la pobreza y la exclusión social.
Al calor de este proceso, una y otra vez se ha planteado la pregunta sobre ¿Cuál es la clase protagónica que impulsa y lidera la Revolución Bolivariana?, ¿Cuál es la clase social cuyo liderazgo convoca tras de sí el masivo apoyo social que se requiere para impulsar las grandes transformaciones que liberen a las grandes mayorías del desempleo, la pobreza y la exclusión social?. En otras palabras, ¿Cuál es el sujeto social que se convierte en la fuerza motriz de la Revolución Bolivariana?.
Más allá de la clase obrera
A mediados del siglo XIX, cuando Marx y Engels dedicaron todo su esfuerzo intelectual a estudiar, comprender y explicar la naturaleza del capitalismo, la clase social mayoritaria sobre la cual recaía el yugo de la explotación era, sin lugar a dudas, la clase obrera. En las condiciones del capitalismo industrializado de entonces, las largas jornadas de trabajo y el despojo que los trabajadores fabriles sufrían a manos de los capitalistas dejaban claro que la clase obrera estaba llamada a protagonizar y liderar la lucha por liberarse y a la vez liberar a toda la sociedad de los estragos del capitalismo salvaje. El crecimiento vertiginoso de los asalariados en la industria manufacturera y la intensa explotación de la que eran víctimas les convertía en la clase revolucionaria, llamada a ser la fuerza motriz impulsora de una nueva sociedad, libre de explotación y pobreza.
Eran los tiempos en los que el pujante capitalismo industrial se expandía a lo largo y ancho de Europa, derrotaba al feudalismo y barría con otras formaciones económicos-sociales precapitalistas para imponerse como el modo de producción predominante. Las jornadas de 12, 14 y 16 horas de trabajo diarias y las penurias que sufrían los obreros de la época generaban tal grado de descontento que anunciaba como inminente e inevitable el estallido de la revolución proletaria. En esas condiciones resultaba lógico que la clase obrera protagonizará las luchas por sustituir las relaciones de explotación por nuevas relaciones sociales de producción, basadas en la solidaridad y la cooperación.
En consecuencia, los desarrollos teóricos posteriores que orientaron la construcción del socialismo en el siglo XX partieron de los aportes pioneros de Marx, Engels y Lenin, generados a la luz del estudio de economías altamente industrializadas, con un proletariado fabril mayoritario que sufría las consecuencias de la explotación del trabajo asalariado, en los marcos de una economía signada por una creciente producción en serie, dedicada no solo al mercado interno sino cada vez más destinada a conquistar un creciente espacio en los mercados internacionales. Ante el recrudecimiento de las condiciones de explotación de las grandes masas de trabajadores, se fortaleció la organización política, obrera y sindical para protagonizar cruentas luchas por mejorar las condiciones de trabajo. Aquellos llamados a luchar por un mundo de justicia, igualdad y libertad fueron liderados por los trabajadores de las fábricas capitalistas.
Pero en el Siglo XXI, sobre todos en los países subdesarrollados con un pobre desarrollo industrial, la clase obrera no es la mayoritaria ni la que promueve e impulsa las grandes transformaciones políticas y económicas que se traduzcan en un beneficio para toda la sociedad. Por su parte, los sindicatos están más preocupados en conseguir reivindicaciones para sus agremiados que en la transformación revolucionaria de la economía y de la sociedad. El movimiento sindical se dedica a conseguir aumentos salariales y beneficios laborales, tales como seguros de hospitalización, cirugía y maternidad (HCM); bonos de alimentación o cesta-ticket; primas por hijo, dotación de útiles y uniformes escolares; bonos vacacionales, aguinaldos o pago de utilidades, etc. que son reivindicaciones muy importantes para mejorar la calidad de vida y el bienestar de los trabajadores, pero que van dejando de lado el interés y dedicación de los sindicatos en la transformación del capitalismo en un nuevo modelo productivo socialista en manos de los trabajadores directos.
Si bien es cierto que los obreros industriales se constituyeron en la clase social mayoritaria en los primeros países industrializados, particularmente en Inglaterra y Alemania que es dónde Marx y Engels concentraron su análisis, hoy en día la mayoría de los países industrializados de Europa y Estados Unidos reubican su industria manufacturera en China, India, Tailandia, Indonesia, Taiwán, Singapur y demás países de reciente industrialización en el sudeste asiático. Por si fuera poco, las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC) han desatado un intenso proceso de automatización y robotización que tiende a reducir aún más la cuantía de obreros fabriles. Surge una nueva realidad en la mayoría de los países capitalistas donde el sector servicios y las finanzas desplazan a la manufactura como el sector económico de más peso en la estructura del PIB y con mayor participación en el total de empleos, lo cual atiza el debate sobre cuál es la clase social revolucionaria, la promotora de las nuevas relaciones sociales de producción, el sujeto social de la Revolución Socialista en el siglo XXI.
El capitalismo rentístico venezolano
En las condiciones del capitalismo rentístico venezolano, que aprovecha la abundancia de divisas y la sobrevaluación del tipo de cambio para importar la mayoría de los productos industriales que se deberían estar fabricando nacionalmente, el desarrollo de la economía capitalista no se estructuró en torno a la actividad industrial sino alrededor de las actividades del comercio importador, los servicios y las finanzas. Por tal razón, el aporte de la industria manufacturera a la conformación del PIB apenas es del 15 %, cuando los estándares internacionales plantean que para que una economía sea considerada industrializada el aporte de la manufactura no debe ser menor al 20 %. En consecuencia, en la estructura social venezolana la clase obrera industrial nunca ha sido la más numerosa y ha carecido de una sólida organización revolucionaria que haya hecho sentir su liderazgo y protagonismo en el proceso sociopolítico venezolano.
En la tradición del pensamiento marxista, la clase obrera es la protagonista principal de la Revolución Socialista. Al declarase el carácter socialista de la Revolución Bolivariana la respuesta a las preguntas que antes dejamos planteadas tiene una enorme pertinencia y relevancia para comprender las particularidades de la construcción socialista en Venezuela. La respuesta que encontremos nos permitirá comprender si es viable una Revolución Socialista en una economía rentista con un precario desarrollado industrial y una clase obrera que no es precisamente la mayoritaria en la estructura social venezolana; en la que más bien predominan grandes grupos sociales en condición de desempleo, subempleo, autoempleo en el precario sector informal, así como los que están totalmente excluidos no sólo de la actividad económica y productiva sino también del disfrute de sus derechos sociales básicos de alimentación, salud, educación, vivienda, etc.
En Venezuela el intento por construir el socialismo tiene lugar en los marcos de un capitalismo rentístico importador, caracterizado por su bajo grado de industrialización, con casi el 50% de la población económicamente activa laborando por cuenta propia en el sector informal en actividades de subsistencia. Esta compleja problemática es muy diferente a la que los clásicos del marxismo estudiaron y explicaron en su obra y plantea interrogantes teóricos muy diferentes sobre cuál es la clase social protagónica, el sujeto social de la Revolución Bolivariana.
Neoliberalismo, demolición de los aparatos productivos y extinción de la clase obrera
Con la caída del socialismo soviético el capital global vivió su momento estelar. En los años noventa parecía que no había alternativa al capitalismo. El socialismo real se caía a pedazos y su fracaso se debía a que no había sabido interpretar y responder a las más sentidas demandas y aspiraciones de las grandes mayorías. Las intentos por construir el socialismo en el siglo XX quedaron sepultados bajo las ruinas del Muro de Berlín y el desmoronamiento del bloque socialista de Europa oriental. En esas circunstancias, la lucha entre capital y trabajo encontró un contexto abiertamente favorable a los dueños de los medios de producción. La neutralización y desmembramiento de los sindicatos permitió congelar la contratación colectiva e imponer contratos “basura”, sin mayores prestaciones ni beneficios laborales. Eran tiempos en los que proliferaba la prolongación de la jornada laboral sin pago de horas extra, así como la tercerización o subcontratación y la sobreexplotación del trabajo infantil y femenino. El neoliberalismo había golpeado con toda su fuerza a la clase obrera, haciéndola retroceder en sus conquistas laborales, desmovilizándola y reprimiéndola violentamente. Los flagelos del desempleo, la pobreza y la exclusión social que sufren las grandes mayorías comenzaron a engendrar nuevos protagonistas y sujetos sociales que irrumpen en la escena con todo su descontento y malestar para plantear la necesidad de un cambio radical que los libere del hambre, las enfermedades y penurias que padecen.
En la Venezuela de los años noventa, las políticas neoliberales basadas en la apertura comercial indiscriminada que barrió con buena parte del aparato productivo interno, la eliminación de controles a la inversión extranjera, la privatización de empresas públicas y la reducción del tamaño del Estado, la poda brutal de las nóminas de funcionarios públicos y la flexibilización de las condiciones de despido significaron la demolición del aparato productivo interno y con ello la destrucción masiva de millares de puestos de trabajo y la precarización de las condiciones laborales. El otrora obrero industrial, portador de las nuevas relaciones sociales de producción y llamado a promover el cambio revolucionario y la revolución socialista se había convertido en una especie en extinción.
El sujeto social de la Revolución Bolivariana
En efecto, las políticas neoliberales provocaron la desindustrialización de la economía venezolana. Millares de puestos de trabajo fueron destruidos y el creciente número de desempleados comenzó a alimentar el sector informal y a recrudecer el drama de la pobreza y la exclusión social. El desmantelamiento de las políticas públicas de apoyo a la actividad del campo agravó la migración de la población rural, empeorando la problemática social en los barrios marginales y cordones de miseria en las ciudades más importantes del país. El violento retroceso y pérdida de importantes conquistas de los trabajadores que impuso el capitalismo salvaje de aquellos años marcaron una desesperante realidad en la que las luchas del pueblo no eran precisamente para construir el socialismo -que acababa de ser derrotado en la Unión Soviética y Europa oriental-, sino por la mera y simple sobrevivencia.
En la Venezuela de fines del siglo XX, los niveles de desempleo, pobreza y misería se había disparado y las condiciones laborales y de subsistencia eran cada vez más adversas. Los “privilegiados” que podían conseguir un empleo en el devastado aparato productivo que dejó la barrida neoliberal estaban indefensos y sometidos a condiciones de superexplotación. Mientras que los desempleados, los autoempleados en el sector informal y los excluidos de la actividad productiva se convirtieron en el sector mayoritario de la población económicamente activa. La población en condiciones de pobreza y pobreza extrema no dejaba de crecer. La herencia que recibió la Revolución Bolivariana fue una tasa de desempleo que oscilaba entre 14 y 16 %, un elevado sector informal que llegó al 52.7 %, el porcentaje de personas pobres superó el 50 % y los hogares en condición de pobreza extrema llegaban al 25%.
¿Proletariado o “Pobretariado”?
En esas nuevas circunstancias, ¿Cuál era, entonces, el sujeto social llamado a impulsar y liderar el cambio de las relaciones de producción en Venezuela?. ¿Cuál es la clase social promotora de esa acción transformadora en lo político, económico y social?. ¿Es viable una revolución socialista en un país con bajo grado de desarrollo industrial y una clase obrera minoritaria y desorganizada?. Son preguntas que se le hacen a la teoría marxista, no para cuestionar o negar su validez y vigencia, sino sencillamente para enriquecerla y desarrollarla a la luz de los sucesos que dieron al traste con el socialismo soviético y los nuevos fenómenos del capitalismo neoliberal y globalizado de hoy y las condiciones histórico-concretas en las que de desarrolla la Revolución Bolivariana.
Para responder a estas preguntas comencemos destacando que, con la destrucción acelerada del aparato productivo interno, el neoliberalismo agudizó los flagelos del desempleo, la pobreza y la exclusión social con lo cual gestó y aceleró el surgimiento de nuevos sujetos sociales que alteraron el mapa de actores sociales y políticos en Venezuela.
En efecto, las masas empobrecidas y excluidas que protagonizaron los sucesos del “Caracazo” el 27 de febrero de 1989, justamente como respuesta al programa de ajuste neoliberal que para entonces se aplicó; la juventud militar que el 4 de febrero de 1992 se rebeló contra la corrupción y los terribles flagelos sociales del neoliberalismo; los “encapuchados” de la Universidad Central de Venezuela y otras universidades del país que semanalmente protestaban contra la privatización de la educación universitaria; los movimientos vecinales que levantaron su grito de protesta contra la inflación, el acaparamiento y la especulación a lo largo y ancho del todo el país; las dramáticas y conmovedoras movilizaciones de pensionados y jubilados; los vendedores ambulantes o “buhoneros”, así como los índigenas que en su necesidad de sobrevivencia tomaron las calles de diferentes ciudades del país, son expresiones concretas del germen de nuevas fuerzas sociales descontentas y potencialmente revolucionarias, cuya característica común era la de ser víctimas del capitalismo salvaje y de sus inhumanas políticas neoliberales que las excluían, no solo de su derecho al trabajo por la quiebra del aparato productivo interno, sino también de la salud, la educación y demás derechos sociales básicos.
En estas circunstancia, el sector social mayoritario en el que se fue acumulando un creciente descontento, detonante del estallido contestatario y revolucionario, pasó a ser –como lo denominó Frei Betto- el “pobretariado”, entendido éste como ese amplio y creciente movimiento de masas cada vez más empobrecidas, compuesto por un número cada vez mayor de desempleados, subempleados, buhoneros o vendedores ambulantes y trabajadores por cuenta propia, sin seguridad social ni beneficios laborales, y por la inmensa marea de excluidos de toda actividad económica y productiva. Esa creciente masa empobrecida resultó ser el caldo de cultivo, el verdadero fermento en el que surge y se agiganta el descontento que finalmente estalla y se convierte en la inspiración y fuerza impulsora de la Revolución Bolivariana.
Sobre la base de estos hechos concretos es que nos atrevemos a afirmar que en Venezuela no es la clase obrera –aquella que en el auge del desarrollo capitalista industrial del siglo XIX se convirtió en la fuerza social más numerosa y poderosa y en la cual los clásicos del marxismo reconocieron la histórica tarea de impulsar, protagonizar y liderar la transformación revolucionaria del capitalismo explotador y depredador por la nueva sociedad socialista solidaria y humanista-, el sujeto social que inspira, impulsa y lidera la Revolución Bolivariana. En Venezuela estamos en presencia, entonces, del surgimiento de un nuevo sujeto social que, sin lugar a dudas, es el gran protagonista y razón de ser de la Revolución Bolivariana.
¿Revolución Socialista sin liderazgo de la clase obrera?
Mientras haya hambre, pobreza y exclusión social en la faz de la tierra el ideal de la construcción socialista siempre estará vigente. Lo que no podemos seguir afirmando en el siglo XXI es que el proletariado industrial sigue siendo la única clase social explotada y mayoritaria, el protagonista y líder principal de la transformación revolucionaria de la sociedad y de la construcción del socialismo venezolano.
Cualquiera puede considerar este planteamiento como una herejía, una blasfemia, un ataque revisionista a la tradición del pensamiento marxista. Pero es que hace más de diez años el propio Fidel Castro se preguntaba: “¿Puede sostenerse, hoy por hoy, la existencia de una clase obrera en ascenso, sobre la que caería la hermosa tarea de hacer parir una nueva sociedad? ¿No alcanzan los datos económicos para comprender que esta clase obrera -en el sentido marxista del término- tiende a desaparecer, para ceder su sitio a otro sector social? ¿No será ese innumerable conjunto de marginados y desempleados cada vez más lejos del circuito económico, hundiéndose cada día más en la miseria, el llamado a convertirse en la nueva clase revolucionaria?”
La tradición marxista argumentó que los obreros industriales son quienes crean la riqueza de la cual son despojados por el capitalista. Por ser la clase mayoritaria y explotada era la llamada a impulsar y liderar la transformación revolucionaria de la sociedad capitalista en una nueva sociedad socialista. Pero la devastación económica y social del propio capitalismo neoliberal que antes describimos, ha alterado de tal manera las fuentes del descontento social que en la actualidad son los excluidos de la actividad productiva, los que no son asalariados y por lo tanto ni siquiera llegan a ser explotados, los que no producen riqueza, el sector donde subyace el mayor potencial de transformación revolucionaria de la sociedad. La imposición de las políticas neoliberales fue generando tales consecuencias sociales que transformaron aquella marginalidad dispersa y minoritaria en el rasgo esencial y mayoritario del capitalismo salvaje. No se trata ya de casos aislados de mendigos, indigentes y pordioseros sino de una creciente población que carece de las condiciones básicas y elementales para sobrevivir.
Si bien el “pobretariado” no está empleado en ninguna empresa mercantil y, por lo tanto, su lucha no tiene como contrario directo al capitalista que lo explota o al jefe déspota que lo maltrata, esto no quiere decir que se haya debilitado o extinguido la contradicción antagónica entre explotadores y explotados. La lucha de clases cobra una nueva dimensión que va más allá de los conflictos obrero-patronales tradicionales y pasa a ser una confrontación del “pobretariado” contra toda la lógica explotadora, depredadora e inmoral del sistema capitalista, generador de desempleo, pobreza y exclusión social. Esto tiene su complejidad, toda vez que es más fácil que el obrero identifique como explotador al capitalista que le niega aumentos salariales y lo somete a extenuantes jornadas de trabajo, en comparación con la situación del buhonero o vendedor ambulante que trabaja por cuenta propia, que no tiene patrón porque él es su propio jefe y, por lo tanto, siente que no es explotado por nadie. Solo a partir del fortalecimiento de la conciencia del “pobretariado” y de su organización como fuerza social transformadora es que se puede convertir su descontento y malestar en un verdadero potencial de transformación revolucionaria de la sociedad capitalista. Ese “pobretariado” disperso, sin mucha cohesión como clase social, sin mayor interés por la política, ocupado más bien en lograr su subsistencia, es el verdadero sujeto social de la Revolución Socialista en el siglo XXI.
En la comprensión profunda de esta nueva realidad reside justamente la lucidez, claridad y visión del Comandante Chávez, quien supo superar las limitaciones de una izquierda atrapada en su dogmatismo, rigidez y falta de creatividad y reconocer en esa enorme masa desempleados, pobres y excluidos al pueblo humilde y sufrido y visibilizarlo como el verdadero sujeto social de la Revolución Bolivariana, la cual triunfa precisamente con la promesa de erradicar las causas estructurales del desempleo, la pobreza, la miseria y la exclusión social.
Pero sea la clase obrera explotada por el patrón capitalista con nombre y apellido o sean las grandes masas excluidas y empobrecidas por el sistema capitalista en general, en definitiva será el pueblo unido el que finalmente impulse la rueda de la historia y profundice la Revolución política, social y económica que en el país ha comenzado. De allí la radicalización sostenida de la Revolución Bolivariana, la cual comenzó con una crítica al neoliberalismo para plantear más tarde la inviabilidad histórica del sistema capitalista y declarar luego el carácter socialista de la Revolución Bolivariana como un proceso de transformación política, social y económica que tiene su razón de ser, su gran inspiración, en las grandes masas de desempleados y excluidos de la actividad económica, los cuales viven sumidos en condiciones de pobreza y miseria extrema. Éste es, sin lugar a dudas, el verdadero sujeto social de la Revolución Bolivariana.

5 comentarios:

  1. Victor muy bueno tu análisis, traer a los tiempos actuales los sujetos que deben llevar la lucha para reivindicar a la sociedad, la Venezuela del 2010 debe interpretarse sobre nuevas expectativas para afianzar el éxito de la revolución bolivariana

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  2. No entiendo, habla usted de la desindustrializacion de la ultima decada del siglo pasado, pero falla en mencionar la desindustrializacion acelerada de la primera decada de este siglo, durante el cual a habido una infleccion que ciertamente tiende a profundizar la misma, reflejada en estadisticas mencionadas por usted mismo en este blog.
    Esta revolucion esta generando su propio "pobretariado", es esa la estrategia?, generar su propio "pobretariado" para que la apuntale?, no es el capitalismo, es la revolucion la que esta acrecentando el pobretariado.
    Esto tambien lo vemos en Cuba.
    La tendencia es, y se acentua hacia, la desindustrializacion, emplematicos los comentarios de Jorge Giordani acerca del destino posible de las empresas de guayana.
    No me molesta la nocion del socialismo per se, me molesta el embuste al que nos someten en haras de la utopia.
    No espero publique este comentario, pero que lo lea y se moleste en censurarlo me basta, al igual como hizo con la pregunta sobre el estado comunitario que le hize en un post anterior.

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  3. Saludos Victor. Buena reflexión que creo, demanda entonces discutir si es válido el uso de clase obrera en nuestra revolución o si es necesario comenzar a reforzar el concepto de "Clase Trabajadora"; si empezamos a diferenciar entre empleo, trabajo, obrero, empleado, o trabajador; si es posible la revolución sin actores con capacidad de crear una base material que la sustente y por tanto dificulte una justa distribución de la misma; si es necesario definir nuestra visión de la riqueza versus la riqueza concebida por el capitalismo y finalmente creo que una pregunta importante es si realmente existe conciencia de clase en nuestra sociedad... Recibe un fuerte abrazo
    W. Castro

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  4. la rvolucion vista como una estrategia para el desarrollo sostenido en venezuela ,se ha comvertido en una ficcion que no la creen nisiquiera los altos dirigentes del proceso el modelo socialista que quieren implementar deberia ser superior al modelo existente tanto desde el punto de vista cualitativo ,(CARACTER SOCIAL)COMO DESDE EL PUNTO CUANTITATIVO,(PRODUCTIVIDAD,EFICIENCIA)EN ESTE SENTIDO DEJEME DECIRLE que el pryecto revolucionario hasta el momento no ha dado muestras de confianza en cuanto a la superioridad del socialismo,solo se ha dado a la tarea de usar la fuerza que da el control del poider para ir destryendo lo que por la razon no puede mas si el uso de la fuerza

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  5. Hola! Extraordinario análisis. Soy historiadora interesada en una reinterpretación de la historia de nuestro país en el capitalismo y más concretamente en el capitalismo actual y por supuesto para ello me estoy formando en el planteamiento teórico del materialismo histórico. Me movió la fibra la reflexión que haces porque yo también me preguntaba,de cara al carácter particular de nuestro capitalismo actual, (que muy bien explicabas ya) cuáles son esas clases sociales sobre las cuales recaen las contradicciones fundamentales, la lucha de clases (en el sentido expresado por Balibar) Con este artículo me haces pensar en ese sector que defines como "pobretariado", y que de alguna manera rompe el esquema clásico del marxismo como fuerza social, pero además en cómo podríamos conceptualizar este fenómeno y en la posibilidad de que de esta realidad concreta ocurra un nuevo aporte a la teoría marxista y, sobre todo, a la transformación estructural que tanto ameritamos. Me encantaria mantenernos en contacto, un abrazo y gracias por compartir con nosotros tus reflexiones.
    Yasmín Rada Aragol

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